ACTA: hacia una dictadura digital
entorno digital; que establece un muy poco disimulado sistema de vigilancia sobre los usuarios y constituye un serio atentado contra la libre circulación de información en la Internet.Las razones por las que debe ser impedida la ratificación de este acuerdo son múltiples; algunas fueron planteadas el año pasado por los senadores, que lo rechazaron en el primer intento por imponerlo en nuestro país. Yo me voy a referir aquí a un aspecto que ha sido tratado muy poco en este debate: los efectos potencialmente adversos del ACTA sobre la educación y la ciencia. Por más que la sección 5 del documento insiste en que deben preservarse principios fundamentales como la libertad de expresión y la privacidad, la ambigüedad de este apartado es tal, que deja un amplio espacio en el que es posible que sean coartados estos y otros derechos, y pueden ser obstaculizados algunos de los avances más prometedores e importantes logrados en la historia humana gracias a Internet.
Si bien todas
las áreas del conocimiento quedarían expuestas a este novedoso
dispositivo de control, tomaré de ejemplo el campo de la medicina, que
ha experimentado en los años recientes una transformación sin precedente
gracias a la poderosa herramienta que representa el libre flujo de
información por Internet. Los avances han sido prodigiosos en varios
aspectos, entre ellos: a) la educación médica, b) la práctica clínica,
c) los tratamientos médicos y quirúrgicos, d) la información y relación
con los enfermos, e) la cobertura de los servicios de salud y f) la
investigación biomédica.
De acuerdo con diversos estudios,
Internet se ha convertido en uno de los medios más importantes para
obtener información médica por los profesionales y los usuarios de los
servicios de salud (Wang y Cols. J. Med.
Internet. Res. 14(3):
e74, 2012). Su empleo ha dado lugar a un nuevo campo de la medicina: la
telemedicina. En la educación se emplea en la formación de nuevos
profesionales y especialistas, mediante la consulta de libros y revistas
especializadas, y mediante cursos, conferencias y demostraciones, por
ejemplo en el área de la endoscopía (Sang y Cols. Clin. Endosc.
45(1): 73-77, 2012). Esta herramienta ha permitido transformar la
práctica médica, pues la información puede ser transferida en tiempo
real para realizar consultas, exámenes médicos y analizar pruebas de
laboratorio y gabinete (como muestras de tejidos, radiografías y otras
técnicas de imagenología). Permite la realización de interconsultas y es
una guía para las decisiones sobre tratamientos médicos, que se han
puesto en práctica desde los inicios de este siglo (Shabot, M.M. Proc. Bayl Univ. Med. Cent.
14(1): 27-31, 2001). Un aspecto importante es que han intensificado y
modificado las relaciones entre médicos y pacientes, aspecto que merece
ser estudiado en detalle.
Una de las áreas más prometedoras es la
telecirugía, en la que se han probado dos modalidades: la asistida, en
la que un experto participa a distancia en la realización de un
procedimiento quirúrgico, y la telerrobótica, en la que un cirujano
situado a miles de kilómetros puede aplicar directamente en pacientes
una técnica quirúrgica especializada. Sobre este tema ya existen
experiencias exitosas (Marescaux y Cols. Nature 413: 379-380,
2001). Además, los alcances de la telemedicina mediante el empleo de
Internet son probados para alcanzar la cobertura universal de servicios
de salud en naciones como Etiopía (Shiferaw, F. y Solfo, M. Glob. Health Action.
5: 10.3402/gha.v5i0.15638, 2012). Un capítulo aparte es el de la
investigación biomédica, que en la actualidad es impensable sin el
empleo de esta herramienta que permite el acceso a información
especializada, a los detalles de diversas metodologías, la contrastación
de resultados, la elaboración y debate de conceptos, el establecimiento
de redes de expertos, etcétera.
Desde luego, puede argumentarse
que con el ACTA no se busca frenar los avances en la educación y la
ciencia. Sin embargo, la oscuridad con la que está redactado este
acuerdo no establece excepciones; por ello debe ser tajantemente
rechazada en sus términos actuales. Las corporaciones editoriales, de
equipos médicos y productos farmacéuticos, pueden reclamar la
intervención de las autoridades para vigilar, entorpecer e incluso
imponer sanciones a los usuarios de Internet en todos los aspectos
descritos. Todo lo anterior no es exclusivo del área médica, sino abarca
todos los campos del conocimiento.
Es importante no olvidar que
una de las principales víctimas de las dictaduras a lo largo de la
historia ha sido precisamente el conocimiento.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/07/17/opinion/a03a1cie
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