miércoles, 21 de diciembre de 2011


Ola de suicidios de campesinos en la India


Una ola de suicidios entre agricultores indios parece responder a las serias dificultades económicas que atraviesa el sector.
IPS
Hace cinco años, Pulparambil Varghese empezó a cultivar jengibre en su media hectárea de tierra ubicada en la aldea de Thrikkeppatta, en el sureño estado indio de Kerala.
Con el paso de los años pidió créditos por 5.700 dólares a bancos e instituciones financieras privadas, que luego no pudo pagar. A los 48 años se suicidó, al parecer por no poder soportar la deuda. Otros cinco agricultores del distrito de Wayanad tomaron la misma drástica decisión desde comienzos de este año.
Solamente en noviembre, los severos problemas financieros se cobraron las vidas de 13 agricultores en Kerala, según organizaciones de cultivadores.
Esta alta proporción de suicidios es todavía más preocupante por ocurrir en un estado que encabeza el índice nacional de desarrollo humano, por tener servicios de salud de buena calidad y una población consumidora.
La agricultura resultó muy perjudicada en Kerala en el periodo 2000-2007. Algunos expertos hablan de unas 1.800 autoeliminaciones en ese lapso. Otras cifras no oficiales señalan que entre 1997 y 2005 se produjeron allí 11.516 suicidios.
En términos generales, al sector agrícola le va mal en India. Esa situación parece estar detrás de los suicidios que se reportan en los últimos años.
“En el periodo comprendido entre 1997 y 2006 se suicidaron más de 166.300 agricultores en India”, planteó K. Nagaraj, del Instituto de Estudios sobre Desarrollo de Madras, en el informe titulado “Farmers’ Suicide in India: Magnitudes, Trends and Spatial Patterns” (Suicidios de agricultores en India: Magnitudes, tendencias y patrones espaciales).
Casi 90 por ciento de los suicidios de agricultores en Kerala ocurridos entre 2000 y 2007 se reportaron en el distrito de Wayanad, particularmente sensible porque muchos de sus habitantes dependen de la agricultura como medio de sustento.
Algunos de los principales motivos de este fenómeno son el colapso de los precios de cultivos producidos localmente, como café, pimienta, jengibre y nuez de areca, y la aparición de enfermedades que devastaron los plantíos.
El gobierno estadual ahora admite parcialmente la crisis que afecta a la comunidad agrícola de Wayanad, tal como señaló en equipo de funcionarios de alto nivel liderado por el secretario jefe adjunto K. Jayakumar, que investigó el aumento de suicidios entre los cultivadores.
Analizando el resurgimiento de los problemas agrarios en Kerala, el profesor adjunto S. Mohanakumar, del Instituto de Estudios sobre Desarrollo en Jaipur, en el noroccidental estado de Rajasthan, e investigador sobre la depresión de los agricultores, dijo que hay una enorme brecha entre los ingresos que obtienen y los costos en que incurren para comprar insumos.
El contador Ramesh Ramachandran, quien se radicó en Dubai tras a raíz de los problemas agrícolas del distrito indio de Wayanad, comentó que en la última década se dejó de cultivar en esa zona café y pimienta para pasarse al jengibre y banana. Esto ocurrió tras la depreciación de los precios de los dos primeros.
Sin embargo, actualmente el jengibre tampoco es redituable, porque bajó su valor en el mercado.
(AP Photo)
El 16 de noviembre, y en vista de la ola de suicidios de cultivadores, el ministro jefe de Kerala, Oommen Chandy, anunció una moratoria de un año al pago de préstamos sacados por agricultores ante agencias del gobierno.
Dijo que el gobierno también examinaría el sistema de costos e intereses de las agencias que otorgan créditos a los agricultores.
La dificultad para obtener créditos es uno de los principales motivos de aflicción para los trabajadores rurales. Los bancos no están dispuestos a dárselos y su manera de cobrarlos es objeto de serias críticas.
Satyan Mokeri, del Partido Comunista de India, reclamó la implementación de tres medidas: ayuda monetaria para las familias de los agricultores que se suicidaron, una extensión del alivio de la deuda, y la concesión de préstamos de bajos intereses a los campesinos pobres.
Cuando el gobierno central anunció el “paquete Vidharbha” para el desarrollo de los distritos propensos a los suicidios –que lleva el nombre de la región del oriental estado de Maharashtra, donde se produjo un récord de autoeliminaciones de agricultores–, el gobierno de Kerala le pidió que incluyera a Wayanad y a otros tres distritos en la lista de alivio.
También buscó que se aprobara un paquete separado para la región arrocera de Kuttanad, que enfrenta una severa crisis agrícola desde hace cinco décadas.
Los foros de agricultores culpan del resurgimiento de las tribulaciones del sector a la laxitud del gobierno estadual en la implementación de medidas de seguridad social.
“Si el proyecto se hubiera llevado a cabo adecuadamente, los problemas financieros de los agricultores podrían haberse solucionado hasta cierto punto”, dijo a los medios V. T. Pradeep Kumar, presidente de Haritha Sena, una organización independiente de cultivadores en Wayanad.
La ineficiencia burocrática impide que la mayoría de los programas de bienestar, incluidos los “paquetes” anunciados de vez en cuando por los gobiernos estadual y central para los agricultores, tengan el efecto deseado.
El exdirector agrícola de Kerala, R. Heli, dijo a IPS que el retraso en la implementación de un nuevo paquete de estímulos para Kuttanad, preparado por el experto agrícola M.S. Swaminathan, se debió a discrepancias y a un “tira y afloja” entre departamentos.
“La Fundación de Investigaciones M. S. Swaminathan, con sede en Chennai y encargada de estudiar los problemas que enfrenta Kuttanad, presentó en 2007 medidas de solución al gobierno central, identificando 15 tareas relativas a unas 50 actividades diferentes para mitigar la angustia agraria en Kuttanad”, señaló.
Pero la falta de voluntad y la ineficiencia administrativa retrasaron la implementación del paquete en su totalidad, agregó.

‘El modelo minero a gran escala además de causar miseria atenta contra la democracia y los derechos humanos en América Latina’


Entrevista con la socióloga argentina Maristella Svampa
En América Latina se viene ejecutando una segunda fase del criminal modelo neoliberal que tantos perjuicios económicos, sociales y políticos generó a la región durante el último cuarto de siglo, mediante la puesta en marcha de lo que el presidente conservador colombiano Juan Manuel Santos ha dado en llamar la "locomotora minera” para significar unas supuestas "ventajas y oportunidades económicas”.
Este modelo conocido como extractivismo (explotación de los recursos naturales) tiene en la minería de cielo abierto, "la actividad más perversa en la medida en que muestra lo peor: desposesión y despojo descarnado, altos índices de contaminación del medio ambiente, aprovechamiento al máximo de los territorios objeto de explotación no dejando ganancias económicas para los países, y amenaza a la democracia y a los derechos humanos”, explica en forma categórica la socióloga e investigadora argentina Marsitella Svampa, principal referente hoy en día en Latinoamérica en este tema.
Svampa ha recorrido buen parte de la geografía latinoamericana para estudiar in situ la realidad socioeconómica de las comunidades afectadas por la explotación minera, lo que le ha permitido analizar en profundidad las múltiples consecuencias que esta actividad extractivista viene causando en la descomposición del tejido social y con ella la irrupción de conflictos sociales y políticos que, como bien señala, amenazan la estabilidad democrática y el respeto por los derechos humanos en la región.
En sus múltiples investigaciones, libros, ensayos y artículos periodísticos, esta científica social ha sido contundente en sus conclusiones al señalar que el modelo minero a cielo abierto que han adoptado varios gobiernos latinoamericanos ya sean de derecha, centroizquierda o izquierda, "no solo genera más conflicto social, sino que contribuye a la reprimerización de las economías latinoamericanas”. Lo grave, añade, es que "estamos consolidando enclaves de exportación que, lejos de generar desarrollo endógeno, producen más pobreza y desigualdad”.
Mayor ganancia del capital y nula generación de empleo
Uno de los argumentos centrales que suelen esgrimir los defensores de esta actividad es asociar minería con creación de puestos de trabajo, señala Svampa, frente a lo cual, agrega, "suele ocultarse que los proyectos mineros a gran escala generan una demanda intensiva de trabajo en las fases iniciales que crea la ilusión de trabajo permanente. En realidad, la minería de gran escala se caracteriza por ser una de las actividades económicas más capital-intensivas. Por cada 1 millón de dólares invertido, se crean apenas entre 0,5 y 2 empleos directos. Cuanto más capital-intensiva es una actividad, menos empleo genera, y menor es la participación del salario de los trabajadores en el valor agregado total que ellos produjeron con su labor: la mayor parte es ganancia del capital”.
Para ilustrar esta situación trae a colación los casos de Perú, Chile y Argentina, cuyas cifras demuestran el casi nulo aporte en generación de empleo.
"En Perú, -explica- la minería es la actividad que menos contribuye a la generación de empleo: ocupa apenas el 1,5 de la Población Económica Activa (PEA), contra un 32,7% de la agricultura y un 26% de los servicios. Para el caso de Chile, las estadísticas muestran de forma contundente el fuerte incremento de los volúmenes de explotación y extracción, y de los valores de exportación, producidos a la par de una paralela caída en la cantidad absoluta y relativa del empleo minero. En Argentina, pese a las promesas de los megaemprendimientos mineros, la minería representa menos del 0,7% del total de los asalariados registrados”.
Del consenso de Washington al consenso de los commodities
Para analizar con detenimiento las consecuencias del modelo extractivista y uno de sus principales componentes, la explotación de la minería metalífera, el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano WWW.CRONICON.NET, dialogó en Buenos Aires con esta destacada científica social, licenciada en Filosofía por la Universidad de Córdoba y doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París.
Maristella Svampa alterna su actividad de investigación social y docente universitaria con la literatura. Ha publicado dos novelas: Las reinas perdidas y Dónde están enterrados nuestros muertos. Actualmente se desempeña como catedrática de la Universidad de la Plata e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina. Conferencista internacional, es autora de varios libros en los que analiza diversas realidades sociales, políticas y económicas en el ámbito latinoamericano; en 2006 obtuvo una beca otorgada por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation, así como el Premio Konex al mérito en Sociología; y en 2001 fue distinguida con la Cátedra Simón Bolívar de la Université Nouvelle Sorbonne de París.
- ¿El modelo extractivista en América Latina en el que sobresale la explotación de minas de oro a cielo abierto tan funesta desde el punto de vista medioambiental, corresponde como lo han señalado algunos investigadores sociales a una segunda fase del esquema neoliberalismo, en el que paradójicamente están comprometidos algunos gobiernos que se denominan progresistas?
- En 2006 cuando comencé a escribir sobre estos temas yo planteaba que, efectivamente, esta es la segunda fase del modelo neoliberal. La primera estaba consagrada sobre todo a la privatización de los servicios públicos y de los recursos naturales, y la segunda apunta a la ola de desposesión. Creo que este análisis no es del todo representativo porque ello implicaría ver solo un costado del problema. En los últimos tiempos he estado repensando el tema y creo que el panorama es mucho más complejo hoy en día del que teníamos hace diez años; además han emergido gobiernos de izquierda o de centro izquierda, por lo que ahora empleo una nueva categorización y es hablar del paso del Consenso de Washington al Consenso de los commodities que me parece que da cuenta mucho mejor del cambio de escenario económico que implica que las economías latinoamericanas que siempre han sido adaptativas al capitalismo dan un giro importante a un nuevo marco de la nueva división del trabajo territorial y global por el cual América Latina aparece exportando naturaleza una vez más. En algunos casos acompañan la consolidación de una matriz neoliberal como pueden ser los casos de Colombia, México, o Perú, si es que Humala no cambia en algo el marco, y en otros casos viene acompañado de reformas, de procesos de centroizquierda y de izquierda que aparecen en escenarios específicos como Bolivia, Argentina, más allá de la diferencia que hay, caracterizados por lo nacional-popular.
- ¿Se puede señalar que la privatización de los recursos naturales a través del modelo extractivista es parte de la consolidación del modelo neoliberal?
- Cuando se habla de la mercantilización de los bienes de la naturaleza no hay que olvidar que eso se hizo en la década de los 90 y lo que ha habido es consolidación de ese modelo. En esa década lo que se hace es desarrollar el marco jurídico a partir del cual se posibilita la comercialización de recursos naturales, y sobre todo, se hace el ajuste sectorial en relación con la minería a cielo abierto.
- En el desarrollo de este proceso usted habla de desposesión, ¿por qué?
- En líneas generales el capitalismo hoy en día, como dice David Harvey, acentúa más lo que es la acumulación por desposesión que la acumulación por reproducción ampliada, retomando la concepción de Rosa Luxemburgo y otros teóricos, en eso coincidimos todos. Pero lo que hay que leer es con qué está coexistiendo esa dinámica de desposesión y hay que dar cuenta de los distintos escenarios nacionales. Si hablamos solo de lógica o dinámica de desposesión estamos perdiendo de vista otros procesos políticos y simbólicos que son importantes en América Latina. Digo esto tratando de subrayar esos procesos. En Argentina, por ejemplo, veo que hay una exacerbación de la lógica nacional-popular nuevamente en clave peronista que coexiste de manera perversa con la dinámica de desposesión.
- ¿En qué sentido?
- En el sentido de que coexisten varios modelos de desarrollo: hay un modelo industrial relativamente reactivado que es defendido como el gran avance por parte del gobierno; hay un modelo de agronegocios; otro de acaparamiento de tierras que habla de la mercantilización de los recursos naturales y de los megaemprendimientos turísticos; y también está el de la minería a cielo abierto. Esas tres cuestiones modales están lejos de ser un costado débil del gobierno argentino, es en realidad parte del principio mismo del modelo de dominación, por eso hay que analizar esa coexistencia dañina.
Un modelo de mal desarrollo
- Hablemos del caso concreto de la minería…
- En el caso de la minería uno se encuentra con una suerte de figura extrema porque la misma es un modelo que sintetiza devastación institucional dado que tiene un marco jurídico que favorece ampliamente a las grandes empresas transnacionales; es un modelo de expoliación económica porque no deja ganancias en el país, lo que crea son economías de enclave como espacios socioproductivos absolutamente dependientes sin crear desarrollo endógeno, y además estimula y genera depredación ambiental. Entre todas las actividades ligadas al extractivismo la minería de cielo abierto es la más perversa en la medida en que muestra lo peor.
- Pero además, usted ha señalado que la minería de cielo abierto atenta contra los derechos humanos. ¿Por qué?
- Ese es un tema muy importante porque a la hora de debatir si se hace minería a cielo abierto, se tratan de involucrar por lo general en los distintos países argumentos económicos ligados a la rentabilidad del sector o argumentos sociales en el sentido de las ventajas que se obtienen de la explotación de los recursos naturales; se afirma que se pueden desarrollar políticas sociales compensatorias y suele dejarse de lado todo lo que tiene que ver con la efectiva violación de derechos humanos. El extractivismo abre un nuevo capítulo en la violación de los derechos humanos porque hablando de los contrastes y de las grandes paradojas en América Latina, hoy en día lo que observamos es que este modelo de desposesión viene acompañado de una expansión de la frontera de los derechos: los derechos ambientales, los derechos territoriales de los pueblos indígenas, los derechos fundamentales en general que aparecen en la letra de nuestras constituciones y raras veces son cumplidos. Cuando hablamos de extractivismo aludimos a "desarrollo” entre comillas a gran escala, lo que supone decir una gran envergadura y por ende el impacto sobre la población va a ser mayor con lo cual esto coloca mucho más en el centro la necesidad de que sean discutidos de manera participativa y democrática por aquellos que están necesariamente involucrados como comunidad afectada. Es decir, que la cuestión de la democracia es central para evitar el impacto que tienen estos modelos. Entonces, uno de los elementos fundamentales a la hora de analizar el extractivismo consiste en subrayar el déficit de democracia en el cual nos instala porque no se consulta a las poblaciones y estos modelos avanzan sin el consenso de las mismas, por lo general se escamotean las consultas previas que deben hacerse a los poblaciones indígenas o las consultas públicas que deben hacerse a las poblaciones urbanas o rurales. Ahí radica uno de los grandes peligros que en nombre de las ventajas comparativas dado el alto precio de los commodities, en nombre de políticas sociales compensatorias que se pueden llevar a cabo con la rentabilidad que produce la explotación, se está violando el derecho de las poblaciones a decir no a un tipo de emprendimiento o supuesto modelo de desarrollo que afecta no solo el estilo de vida, su presente, sino el futuro de las generaciones. En el caso del modelo minero es un modelo de mal desarrollo no solamente porque contamina y no deja ganancias económicas sino porque amenaza la democracia, al menos la democracia bien entendida que implica sostener una política de participación, de discusión y debate de los modelos o supuestos modelos de desarrollo para la adopción de decisiones.
- Usted también ha analizado pormenorizadamente el grado de conflictividad social que generan los proyectos de minería a cielo abierto. ¿Cuál es la situación de América Latina en ese sentido?
- En la actualidad no hay país latinoamericano con proyectos de minería a gran escala que no tenga conflictos sociales suscitados por las empresas mineras o los gobiernos con las comunidades. Se pueden observar los casos de México, varios países centroamericanos como Guatemala, El Salvador, Honduras, Costa Rica y Panamá; en Suramérica, Ecuador, Perú, Colombia, Brasil, Argentina y Chile. Según el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL) existen actualmente 120 conflictos activos que involucran a más de 150 comunidades afectadas a lo largo de toda la región. En Perú, donde más acelerada y descontroladamente se ha dado la expansión minera, los conflictos por esta actividad concentran el 70% y éstos a su vez, representan el 50% del total de conflictos sociales en ese país.
- El impulso del modelo extractivista en América Latina responde, ha dicho usted, no solo a una decisión económica o ambiental, sino política…
- Efectivamente, porque de lo que se trata es saber si queremos debatir lo que entendemos por desarrollo sostenible; si apostamos a que esa discusión sea informada, participativa y democrática, o bien, aceptamos la imposición de nuestros gobernantes locales y las grandes corporaciones en nombre de "las nuevas oportunidades económicas”,el nuevo consenso de los commodities, y de un falso desarrollo. Infortunadamente, no hay plan estratégico en los países de América Latina para enfrentar la explotación de recursos naturales.
 Giro ecoterritorial, alternativa de lucha
- ¿Tras este completo análisis y desolador panorama, cuál cree que es la alternativa política para contrarrestar el modelo extractivista en América Latina?
- El punto de partida para pensar en alternativas a este modelo radica en el giro eco-territorial de las luchas que atraviesa la región y plantean una redefinición de las reglas de juego, cuestionando el modelo de desarrollo y las lógicas de acumulación. Por giro eco-territorial hay que entender la potenciación de un lenguaje de valoración acerca de la territorialidad, que expresa la convergencia entre visión ambientalista y revalorización de la matriz comunitaria; no se halla restringido al ámbito rural, exclusivamente referido a las resistencias campesinas e indígenas; también se expande al ámbito urbano, sobre todo en pequeñas y medianas localidades, ampliando el registro étnico y de clases y, por ende, el tipo de actores involucrados. Desde el punto de vista económico se debe exigir altos impuestos a las actividades extractivistas, así como a las sobreganancias de las transnacionales por la explotación del sector energético.

Toda la información que Facebook recopila sobre ti a tus espaldas

Max Schrems, fundador de Europa vs. FacebookEn el video que acompaña esta nota nos explican el caso de Max Schrems, un austriaco estudiante de derecho de 24 años que usaba su perfil de Facebook para relacionarse con sus amistades, subir fotos, lo normal. Hace unos meses (en julio) Max solicitó a Facebook una copia de todos los datos que tenía almacenado sobre su perfil, armado de la directiva europea 95/46/CE que garantiza el acceso de cualquier ciudadano a sus datos. Facebook, en respuesta, le entregó un CD con más de 1200 documentos en PDF (en la foto sale Mark posando con estos documentos impresos). Max se sorprendió de la cantidad de información recopilada sobre su persona y se dedicó a investigar sobre posibles violaciones a sus derechos.
Max Schrems, fundador de Europa vs. Facebook
Descubrió, transcripciones de chats que también creía haber suprimido, peticiones de amistad denegadas, notificaciones de eventos a los que quiso asistir y otros a los que no, estatus y tags de fotos. Todo. Incluso direcciones de correo de personas que no tienen perfil activo en la red social. Se sublevó.
Entre otras cosas, encontró que Facebook lleva un registro de:
  • Cada vez que un usuario ingresa y sale de la página.
  • Antiguos mensajes borrados
  • Estatus (mensajes en el muro).
  • Transcripciones de chats que fueron eliminados.
  • Cada uno de los mensajes privados, del muro, fotos y de chat, incluyendo los que fueron eliminados por el autor.
  • Todos los “Me gusta” con geolocalización, posts, pokes, incluyendo los eliminados.
  • Peticiones de amistad denegadas.
  • Amistades eliminadas.
  • Etiquetas de fotos que fueron eliminadas
  • Fotos eliminadas.
  • Ultima ubicación geográfica, Facebook con geolocalización recopila la ubicación geográfica (con coordenadas específicas, fecha y hora) desde donde usaste tu cuenta por última vez. No se sabe cuales son sus intenciones de hacer esto.
  • Todos los cambios que le hiciste a tu nombre, con fecha y hora.
  • Números telefónicos de los celulares desde donde ingresaste a tu Facebook.
  • Todas las IPs de computadoras desde donde ingresaste a tu Facebook. Realizan también un conteo de cantidad de ingresos de varios usuarios desde una misma PC para deducir quién es el dueño o usuario principal de esa PC.
  • Notificaciones de eventos a los que quiso asistir y otros a los que no.
  • Direcciones de correo de personas que no tienen perfil activo en la red social.
Max ahora inició el proyecto Europe vs. Facebook, reuniendo a muchas personas de Europa para demandar a Facebook por guardar tanta información (en especial la borrada) sin consentimiento alguno.




(Con información de Aero Mental)
http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/12/20/toda-la-informacion-que-facebook-recopila-sobre-ti-a-tus-espaldas/

Gran Bretaña, cumbres europeas y otras misas negras

Después de formarse en Alemania pero antes de especializarse en Cambridge en lógica y filosofía del lenguaje, Ludwig Wittgenstein realizó prácticas de ingeniería en Manchester. Una leyenda urbana le atribuye haber descubierto allí el principio del motor a reacción. Leyendas urbanas aparte, abundantes en torno a Wittgenstein, sí es cierto que dijo que los ingleses nunca serían tan buenos ingenieros como los alemanes pero que Alemania tampoco sería capaz de crear una civilización tan perfecta como la británica. Sin embargo, por lo que concierne a esa supuesta superioridad ingenieril no fue siempre así. Hacia 1840, los prusianos empezaron a importar de Inglaterra las máquinas-herramientas (machine-outil/ machine tool) en cuya tecnología eran pioneros los ingenieros de los astilleros británicos. De esa guisa principió la acumulación de conocimientos que, perfeccionismo mediante, llevaría a Alemania a la supremacía tecnológica en mecánica y otros sectores técnicos.

No sé a ciencia cierta si GB no ha querido integrarse en el euro por la superior civilización que le presumía Wittgenstein o por ser cuna de grandes economistas que calcularon los riesgos de la integración o porque no quiere competir directamente con los ingenieros alemanes ya que la punta de lanza de su economía, radicada en la City, se basa en otro tipo de competitividad.

Lo cierto es que los británicos han tenido siempre muy claro que carecía de fundamento invocar el efecto pernicioso de la incertidumbre/riesgo y volatilidad de los tipos de cambio entre las monedas europeas para justificar la desaparición de las mismas. Los buenos científicos económicos saben que la incertidumbre no es aditiva de forma que las oportunidades de ganancia superan casi siempre a las pérdidas. Por ejemplo, la mejor cobertura de una cartera de valores se obtiene añadiendo además covarianzas de tipos de cambio. Es asimismo cierto que una única moneda en el mundo "a pesar de la desaparición de la volatilidad y riesgo entre tipos de cambio" no aumentaría el comercio internacional sino lo disminuiría.

Además, el riesgo adquiere otro matiz cuando va asociado a la irreversibilidad en las decisiones y al valor de la información que se adquiere en el tiempo. En consonancia con la moderna teoría de opciones reales (Dixit y Pindyck o Trigeorgis) dadas ciertas condiciones lo más racional es esperar y aprender "wait and see" antes de decidir. Este principio es inmediatamente aplicable a la moneda única y es el que han seguido con excelente criterio Suecia y GB: esperar y ver cómo funciona el euro para sopesar si compensa adoptarlo. Por haber carecido de esa elemental e inteligente prudencia ahora estamos los españoles en este valle de lágrimas.


Por desgracia, contrariamente a los buenos economistas británicos, aún quedan bastantes ingenuos -algo indocumentados, todo hay que decirlo- que consideran la zona euro un espacio monetario óptimo generador, globalmente, de externalidades económicas virtuosas que compensan ampliamente sus desventajas. Este dislate teórico surge del sometimiento a un "teorema" -aceptado implícitamente por todos los políticos, economistas y funcionarios con algún peso dentro de los pasillos del poder europeos- que con cierto desparpajo podríamos anunciar así: lo que es bueno para Alemania es bueno para el euro y lo que es bueno para el euro es bueno para Europa. El problema es que ese teorema no existe, nadie lo ha demostrado y la realidad lo contradice cada día de la cruz a la fecha.

Para buscar una justificación teórica al euro, toda vez que no constituía una zona monetaria óptima, los expertos pagados por la Comisión europea se esforzaron en demostrar (Informe Emerson, "One Market. One Money", 1990) sus incuestionables ventajas partiendo del postulado que era necesario para el buen funcionamiento del gran mercado interior europeo instituido por el Acta única. Ciertamente, una misma moneda contribuye a la homogeneidad del sistema de precios puesto que se expresan en la misma unidad de cuenta. El euro reduce además los costes de transacción al suprimir las comisiones de cambio y elimina paralelamente los movimientos especulativos y otras inestabilidades monetarias. No cabe duda que sin ser completamente falso el mensaje sobrevaloraba las ventajas e intentaba ocultar otros costes puesto que la inestabilidad se traslada de mercado.

Pero quizás el aspecto más engañoso del Informe Emerson consistió en la pretensión que la disminución del tipo de interés real del que iba a gozar Europa, concomitante a la desaparición de la prima de riesgo entre los tipos de cambio de las monedas, no tendría solo efectos transitorios sobre el crecimiento sino permanentes. Aunque es un punto muy técnico que no voy a explicar ahora, deseo dejar constancia que cuando se aplican convenientemente los modelos de crecimiento endógeno se vuelven contra las conclusiones del informe "One Market. One Money". En Europa la polarización centro periferia es más nítida que en EE UU y estrechamente asociada a posiciones geográficas habida cuenta que las actividades suelen reagruparse en las zonas más productivas. Reforzando tal dinámica, el euro lleva por efecto acumulativo a la hegemonía definitiva de un núcleo de naciones europeas centrales sobre el resto. Por eso algunos envidiamos la lucidez de GB al no participar en un juego a suma nula en el que lo que ganan unas naciones lo pierden otras.

Frente al verdadero problema de fondo poco pueden hacer las retóricas cumbres europeas €muy mediatizadas, eso sí€ como no sea colocar algunos paños calientes en una situación que requiere imaginación y arrojo intelectual. Verbigracia, la adopción a conveniencia en la periferia europea de monedas paralelas al euro y cerradas, de curso legal y forzoso 1:1. Pero, claro, los oficiantes de esas cumbres, auténticas misas negras €que interpretan a la perfección la partitura alemana€ lo que priorizan es la más estricta ortodoxia respecto a la inflación. O sea, más desempleo y más pobreza. Uno de cada tres parados de la zona euro, U-17, es español (5,3 millones según la OCDE; 2,5 millones en GB) y nuestro nivel de vida relativo es el mismo que en 2002 respecto a la UE-27, promediando con países como Bulgaria y Rumanía, y ocho puntos por debajo de la UE-17 (GB, cuatro puntos por encima).

*Economista y matemático

http://www.farodevigo.es/opinion/2011/12/18/gran-bretana-cumbres-europeas-misas-negras/607121.html

EE.UU. menosprecia el precio de la guerra que sigue pagando el pueblo iraquí

El 19 de noviembre de 2005, un pelotón de marines estadounidenses fue atacado por una bomba al borde de la ruta en Haditha, en la provincia Anbar de Iraq, matando a un soldado e hiriendo gravemente a dos. Según declaraciones de civiles los marines se lanzaron a una masacre desenfrenada, matando a 24 personas. Entre ellas un hombre de 76 años en una silla de ruedas y un niño de tres años. Fue una matanza. “Pienso que simplemente estaban cegados por el odio… y perdieron el control”, dijo James Crossan, uno de los marines heridos.


Cuando escuchó la noticia, el general Steve Johnson, el comandante estadounidense en la provincia Anbar en esos días, no vio motivos para más exámenes. “Pasaba todo el tiempo… en todo el país. Ya sabéis, tal vez, si yo hubiera estado sentado aquí [en Virginia] y hubiese  oído que 15 civiles fueron asesinados me habría sorprendido y espantado y habría hecho más para investigarlo. Pero entonces sentí que solo era el precio de la acción en ese enfrentamiento en particular”.



Ocho soldados fueron acusados originalmente por la atrocidad. Los cargos contra seis soldados se retiraron, uno fue absuelto y el otro sigue a la espera de un juicio. Lo sabemos porque un periodista del New York Times encontró documentos de la investigación interna de los militares estadounidenses en un basural cerca de Bagdad. Un asistente los estaba usando para alimentar un fuego para cocinar carpa ahumada para la cena.



El artículo apareció el mismo día en el que Barack Obama anunció la retirada de los soldados estadounidenses la semana pasada, aclamando la guerra de casi nueve años como un “éxito”, que fue “un extraordinario logro” que los soldados pueden ver con “sus frentes en alto”. Y así sigue adelante EE.UU., tirando a la basura la evidencia de sus crímenes de guerra, no responsabilizando a nadie y prefiriendo ver la derrota como victoria y el fracaso como éxito.

Aunque hay que saludar la salida de los soldados estadounidenses con un alivio precavido (precavido porque EE.UU. mantendrá su mayor embajada del mundo en Iraq junto con miles de contratistas privados armados), se debe hacer todo lo posible por frustrar a los que tratan de engalanar y deformar su lamentable legado. Se pensaría que es algo fácil. El caso contra esta guerra se ha enjuiciado exhaustivamente en esta columna y en otros sitios. (El argumento de que el derrocamiento de Sadam Hussein compense de alguna manera las mentiras, la tortura, el desplazamiento, la carnicería, la inestabilidad y los abusos de los derechos humanos es perverso. EE.UU. utilizó una bomba Daisy-Cutter para cascar una nuez.)

Esta guerra comenzó con muchos padres, pero terminó sus días como un huérfano, mancillando las reputaciones de los que la lanzaron y a los idiotas útiles que dieron cobertura intelectual. Nadie ha tenido que rendir cuentas; pocos aceptan la responsabilidad.



En todo caso, no podrían haberlo hecho solos. Fue posible gracias a la colusión sistémica de una clase política indolente y una cultura política jingoísta, para no hablar de un cheque en blanco del gobierno británico. Cuando la guerra comenzó, casi tres cuartos de los estadounidenses la apoyaron. Solo los políticos con principios se opusieron, y hubo muy pocos. Cuando preguntaron a Nancy Pelosi por qué no presionó por la recusación de Bush cuando llegó a presidenta de la Cámara en 2006, dijo: “¿Y los demás que votaron por esa guerra sin tener evidencia alguna?… ¿Dónde estarán esos demócratas? ¿Van a votar por nosotros para recusar a un presidente que nos llevó a la guerra basándose en información que ellos también tenían?”



Hoy, el retiro de las tropas es casi lo único popular que ha hecho Obama en los últimos dos años. Los sondeos muestran que más de un 70% apoya la retirada, aproximadamente dos tercios se oponen a la guerra y más de la mitad cree que fue un error. Pero existe una diferencia entre lamentar algo y aprender de ello. Y aunque hay amplia evidencia de lo primero, hay poca que sugiera lo segundo.



Según Christopher Gelpi, profesor de ciencias políticas de la Universidad Duke, dspecializado en actitudes públicas ante la política exterior, el factor más importante que conforma las opiniones de los estadounidenses sobre cualquier guerra es si creen que EE.UU. vencerá. Esta visión solipsista del mundo difícilmente lleva al tipo de introspección que puede convertir el remordimiento en redención.



Es un modo de pensar que ve que la guerra de Vietnam fue errónea no porque se invadió a un país independiente, lo arrasaron y asesinaron a y torturaron a millones de persona. Fue errónea porque EE.UU. la perdió.



Y esta actitud impregna el espectro político. Incluso cuando los críticos de la guerra censuran la sangre y el dinero desperdiciados, generalmente se refieren solo a vidas estadounidenses y al dinero estadounidense. También los encuestadores lo presentan de esa forma. Un reciente sondeo de CBS preguntó: “¿Piensa que la remoción de Sadam Hussein del poder justificó la pérdida de vidas estadounidenses y otros costes del ataque contra Iraq, o no? (50% no, 41% sí) y “¿Piensa que el resultado de la guerra contra Iraq justificó la pérdida de vidas estadounidenses y otros costes del ataque contra Iraq, o no? (67% no, 24% sí). Simplemente no mencionan el coste para los iraquíes.



“Es el fin solo para los estadounidense”, escribió Emad Risn, un columnista iraquí, en un periódico financiado por el gobierno. “Nadie sabe si la guerra terminará también para los iraquíes”. Y parece que a pocos estadounidenses les importa. Ha pasado un tiempo desde los días en que Iraq aparecía entre las prioridades de la nación, y ni hablar de las primeras. Tienen razón los estadounidenses cuando se quejan de la suerte de los veteranos que vuelven a una economía deprimida con una serie de discapacidades físicas y mentales. Pero los civiles iraquíes apenas merecen que se les mencione.



Según un informe del New York Times, entre el testimonio descartado había una entrevista con el sargento mayor Edward Saz: “Ordené que los marines dispararan sobre niños en coches, y encaré a los marines individualmente, uno a uno, al respecto porque les costó enfrentar esa situación”. Cuando le dijeron que no sabían que había niños a bordo, les dijo que no era su culpa y afirmó que las muertes no deberían significar un lastre vitalicio para ellos.

Los progresistas, que tratan de vincular el colapso económico a los contratiempos militares, argumentan a menudo que la construcción de la nación debería comenzar en casa, no en Iraq, convirtiendo así –a sabiendas o no– a los iraquíes en la imaginación pública de víctimas de una guerra ilegal a receptores de un bienestar ilícito. Sin ninguna ironía aparente, Obama marcó el fin de la ocupación llamando a otros a no interferir en los asuntos internos de Iraq.

El esfuerzo conjunto de todo esto es como romperle primero la mandíbula a alguien con tu puño solo para lamentarte después del terrible dolor causado a tu mano.



EE.UU. no es el único en esta situación. La amnesia y la indiferencia son privilegios de los poderosos. Los kenianos y los argelinos recuerdan las atrocidades cometidas por británicos y franceses bajo el colonialismo, mientras los colonialistas siguen huyendo de su historia. “La característica esencial de una nación es que todos sus individuos tienen que tener muchas cosas en común” escribió el filósofo francés del Siglo XIX, Ernest Renan, “y también tienen que haber olvidado muchas cosas”.



No es sorprendente que un reciente sondeo Pew estableció que a pesar de toda la evidencia contraria un 56% de los estadounidenses dijo que pensaba que la invasión había tenido éxito en sus objetivos, mientras que la cantidad de los que piensan que la invasión fue la decisión correcta es la mayor en cinco años. El coste de hacer las cosas siempre parece más razonable cuando son otros los que pagan el precio.