domingo, 28 de agosto de 2011

Desestabilizar las metrópolis para desestabilizar sus guerras coloniales

Desde que el imperialismo occidental ganara momentáneamente la "Guerra Fría", y en el largo contexto actual de profunda crisis del capitalismo y de necesidad de permanente desestabilización por parte del decadente imperialismo yanqui, lo más inteligente, desde el punto de vista de la resistencia popular mundial, no es aferrarse sólo a gobiernos antiimperialistas cuando éstos son bárbaramente atacados por la OTAN, sino pasar a una larga fase de guerra de guerrillas: dejarlos entrar, y que aparentemente ganen durante un tiempo, para seguidamente no dejarlos gestionar "el triunfo" como ellos querían.


No sabemos si esa es la táctica consciente ahora en Libia, pero creemos que a eso se llegará forzado por la realidad. En definitiva, mientras el capitalismo y el imperialismo tengan sus metrópolis más o menos estables, los pueblos en la periferia atacados por "nuestros" Estados se verán obligados a esa permanente vida de lucha. Esa vida de nuestros hermanos del Tercer Mundo, deberíamos aliviarla cumpliendo con nuestras tareas de lucha antiimperialista aquí, en las propias metrópolis, aunque sean movimientos "minoritarios". Y, por supuesto, alejándonos de todo brebaje arrogante ni-ni.

Menos vigilar la autenticidad de los procesos revolucionarios en la periferia- que, en cualquier caso, están siempre limitados porque nuestros países dominan las relaciones internacionales- y más superar nuestros flagrantes defectos de actuación antiimperialista a nuestro alrededor. Seamos más autoexigentes con nuestra resistencia activa aquí (valen las manifestaciones de apoyo pero no bastan...) que exigentes con nuestros hermanos de clase de la periferia del sistema.

Y eso: no perdamos más tiempo en debates con gente como las que firman ese estúpido documento que empieza diciendo: "El mundo entero asiste conmovido a las imágenes de rebeldes armados..." Debatamos menos con ellos y bateémonos más juntos nosotros.
Honor a la resistencia antiimperialista en Afganistán, en Iraq, en Libia. Nunca podremos agradecer el papel que han jugado y están jugando en debilitar a unos imperialistas que se las imaginaban de maravilla con la "caída del comunismo". 

Chile, la indignación necesaria en Costa Rica


La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias,no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

Para ser exactos, hace 93 años, los y las estudiantes de Córdoba se indignaron ante las circunstancias políticas y académicas de su época, se enfrentaron a un sistema adultocéntrico, afiliado a los detentadores del poder y la riqueza, y pétreo frente a las ideas revolucionarias e innovadoras que circulaban y se vivían en el momento. El Manifiesto de Córdoba, representa la autonomía estudiantil y el poder de los y las estudiantes para cambiar su realidad social, no solo en América Latina, sino en el mundo entero.

Ese ímpetu estudiantil revolucionario, esa indignación, no solamente se refería a la coyuntura histórica y política de su época, sino que representa la imperiosa necesidad de contar con sistemas educativos abiertos al debate, sensibles de las realidades sociopolíticas latinoamericanas y más aun, que reivindique una educación desinteresada, transparente y justa.

Joaquín Herrera Flores [2] nos dejó como legado entender lo cultural como la capacidad de reacción humana ante los entornos de relaciones sociales, psíquicas y naturales en los que se vive, es decir, la posibilidad de construir la realidad y, al mismo tiempo, de construirnos en ese proceso inacabado que constituye el esfuerzo humano de humanización de sí mismo y de sus entornos (2005:11).

En América Latina continuamos padeciendo las caducas recetas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional para la educación, los piratas cambiaron, ya no vienen en carabelas sino en misiones internacionales, pero sus planteamientos a pesar de haber fracasado [3], se conservan en el imaginario de nuestros/as dirigentes políticos/as, muchos/as de ellos/as amaestrados en los centros de pensamiento euro-estadounidenses.

Ante este entorno, vemos como Chile se revela como un bastión de la resistencia latinoamericana, a pesar de las vicisitudes históricas de este pueblo desangrado por la Dictadura, cuyos vestigios aun rigen su vida política (Constitución de Pinochet), los y las jóvenes, los sindicatos, los y las trabajadores/as que han padecido las vejaciones del sistema, al igual que en la argentina revolucionaria de inicios del Siglo XXI, han dicho ¡no más! y exigen educación digna para todos/as, educación como un derecho humano, y no como un bien comercial [4], educación de calidad y no únicamente con fines lucrativos, así como condiciones justas para los/as menos favorecidos/as, quienes, para pretender espacios de movilidad social, deben endeudar su vida e hipotecar en muchas ocasiones su futuro, si el sistema lo permite.

Hoy, chilenos/as han dicho no más, han reaccionado frente a un sistema fracasado que ha promovido más desigualdades y menos bienestar, han construido una “verdad” (mythos en palabras de Pannikar [5] ) que les permite enfrentarse de manera creativa, colectiva y contestataria a las políticas que los han flagelado y recluido. ¿Cómo es posible que un país con tanta riqueza, tenga tanta desigualdad?: ¡pregunta recurrente en América Latina!
No obstante, al parecer, acá en Costa Rica necesitamos un poco de la indignación chilena. Frente a un entorno sociopolítico cada vez más restringido, los y las costarricenses vemos como los políticos de turno (que en realidad han sido los mismos –PLUSC-), han usurpado las instituciones sociales creadas en el marco del proyecto socialdemócrata costarricense, y nos han impuesto una nueva ética, no la relacionada con los valores de la solidad y la igualdad, sino de la competitividad y la individualidad, es decir, la ética neoliberal que se evidenció particularmente en la coyuntura del TLC.

Hoy día, nos regocijamos de las prebendas del Banco Mundial [6], seguramente con eso se construirán algunos edificios, no obstante, ni siquiera sabemos cuáles serán los condicionamiento para la educación superior universitaria costarricense, que seguramente también se llamaran “compromisos de gestión”.

En el ámbito universitario vemos como cada vez más se traslada la educación superior hacia las universidades privadas, porque las públicas no cuentan con el soporte ni la voluntad para ampliar su capacidad, y los y las costarricenses vemos como entramos en la misma dinámica, frente a la que los chilenos se revelan. Los sectores menos favorecidos, quienes cuentan con menos posibilidades educativas, son quienes deben hipotecar su futuro [7] a tasas “accesibles” para poder estudiar, y al final de cuentas, al igual que en Chile, la movilidad social es limitada, porque lo que importa ahora es la educación “técnica”.

Nos imponen un modelo fracasado, uno que no acepta convenciones colectivas, y en el cual, para ser competitivos debemos reducir los lapsos de estudio, las “humanidades” y todo el conocimiento que, según el sistema, no es productivo. Los niveles de matriculación a la educación superior de jóvenes costarricenses en edades entre los 18-24 años es de 25,8%. Y esto ¿no nos indigna?
Sigamos los pasos de la juventud chilena, luchemos por el derecho humano a la educación, exijamos transparencia en las negociones con los Organismos Financieros Internacionales, y actuemos como sujetos activos frente a un proyecto sociopolítico fracasado que pretende continuar experimentando con nuestras sociedades, y más aun, con los sectores menos favorecidos de Latinoamérica. ¡Qué Chile nos dé una lección!

Las consecuencias mundiales de la decadencia de Estados Unidos


Hace 10 años, cuando algunas personas y yo hablábamos de la decadencia de Estados Unidos en el sistema-mundo, a lo sumo nos topábamos con sonrisas de condescendencia ante nuestra ingenuidad. ¿No era Estados Unidos la única superpotencia, involucrada en cada uno de los rincones más remotos de la Tierra, haciendo lo que quisiera casi todo el tiempo? Ésta era una visión compartida a todo lo ancho del espectro político.

Hoy, la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten. El hecho es que prácticamente todo el mundo cree hoy en la realidad de esa decadencia. Sin embargo, algo que está menos discutido es cuáles han sido y serán las consecuencias en el mundo de esta decadencia. La decadencia tiene raíces económicas que siguen su curso. Pero la pérdida del cuasi monopolio del poder geopolítico que Estados Unidos ejerció alguna vez tiene consecuencias políticas importantes en todas partes.
Empecemos con una anécdota contada en la sección de Negocios del New York Times el 7 de agosto. Alguien que gestiona inversiones en Atlanta apretó el botón de pánico en nombre de dos acaudalados clientes que le dijeron que vendiera todas sus acciones y que invirtiera el dinero en un fondo común de inversión más o menos blindado. El gestor dijo que, en los 22 años que llevaba en el negocio, nunca había recibido una petición como ésa. Era algo sin precedentes. El periódico le llamó a esto el equivalente “Wall Street” de la opción nuclear. Iba en contra del consagrado consejo tradicional de asumir un enfoque firme y constante conforme se avanza ante los vaivenes del mercado.

Standard & Poor’s ha reducido su calificación crediticia de Estados Unidos de AAA a AA+, también algo sin precedentes. Pero esto fue una acción bastante leve. La agencia equivalente en China, Dagong, ya le había reducido la credibilidad crediticia a Estados Unidos en noviembre pasado a A+, y ahora se le redujo a A-. El economista peruano Oscar Ugarteche ha declarado que Estados Unidos es una república bananera. Dice que Estados Unidos ha optado por la política del avestruz para no espantar a las expectativas (de crecimiento).

Y en Lima, la semana pasada, los ministros de finanzas de los estados sudamericanos, reunidos, han discutido urgentemente cómo aislarse de la mejor manera ante los efectos de la decadencia económica de Estados Unidos. El problema para todo el mundo es que es muy difícil aislarse de los efectos de la decadencia estadunidense. Pese a la severidad de su decadencia económica y política, Estados Unidos continúa siendo un gigante en el escenario mundial, y cualquier cosa que pase ahí sigue provocando grandes olas en todas partes.

Con toda certeza, el impacto más fuerte de la decadencia estadunidense ocurre y seguirá ocurriendo al interior de Estados Unidos. Los políticos y los periodistas hablan abiertamente de ladisfuncionalidad de la situación política estadunidense. ¿Pero qué otra cosa puede ser sino disfuncional? El hecho más elemental es que los ciudadanos estadunidenses están aturdidos por el mero hecho de la decadencia. No es sólo que los ciudadanos estadunidenses sufran ellos mismos, materialmente, por la decadencia, y que estén profundamente asustados de que sufrirán más conforme el tiempo avance. Es que habían creído a nivel muy profundo que Estados Unidos es la nación elegida, designada por Dios o la historia para ser el país modelo en el mundo. El presidente Barack Obama sigue tratando de tranquilizarlos diciendo que Estados Unidos es un país triple A.
El problema para Obama y para todos los políticos es que muy pocas personas siguen creyendo eso. El golpe al orgullo nacional y a la imagen propia es formidable, y es también muy repentina. El país está tomando muy mal este golpe. La población busca chivos expiatorios y ataca muy a lo loco, y no con demasiada inteligencia, a los supuestos culpables. La última esperanza parece ser que alguien sea culpable, y como tal el remedio sea cambiar a las personas con autoridad.

En general, las autoridades federales son vistas como las que hay que culpar: el presidente, el Congreso, ambos partidos principales. La tendencia es muy fuerte hacia tener más armas a nivel individual y a ejercer un recorte del involucramiento militar fuera de Estados Unidos. Culpabilizar de todo a la gente de Washington conduce a una volatilidad política y a luchas intestinas locales cada vez más violentas. Estados Unidos es hoy, diría yo, una de la entidades políticas menos estables en el sistema-mundo.

Esto hace de Estados Unidos no sólo un país cuyas luchas políticas son disfuncionales, sino uno que es incapaz de consolidar mucho poder real en la escena mundial. Entonces, hay una caída importante en la fe en el país, y en su presidente, por parte de los aliados tradicionales de Estados Unidos fuera y por la base política del presidente en casa. Los periódicos están llenos de análisis de los errores políticos de Obama. ¿Quién puede argumentar con esto? Con suma facilidad, yo podría enlistar docenas de decisiones que Obama hizo, y que desde mi punto de vista fueron equivocadas, cobardes o algunas veces directamente inmorales. Pero me pregunto si, de haber tomado las mucho mejores decisiones que su base supone que debió tomar, habría habido mucha diferencia en el resultado. La decadencia de Estados Unidos no es el resultado de decisiones pobres por parte de su presidente, sino de las realidades estructurales en el sistema-mundo. Obama puede ser el individuo más poderoso del mundo todavía, pero ningún presidente estadunidense es tan poderoso hoy como los presidentes de antaño.

Hemos entrado en una era de agudas, constantes y rápidas fluctuaciones –en las tasas de cambio de las divisas, en las tasas de empleo, en las alianzas geopolíticas, en las definiciones ideológicas de la situación. El grado y rapidez de estas fluctuaciones conduce a la imposibilidad de contar con predicciones de corto plazo. Y sin alguna estabilidad razonable en las predicciones de corto plazo (tres años más o menos) la economía-mundo se paraliza. Todo el mundo tendrá que ser más proteccionista e introspectivo. Y los estándares de vida bajarán. No es un cuadro bonito. Y aunque hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadunidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.

Es tiempo de un análisis de largo plazo mucho más sobrio, de juicios morales mucho más claros acerca de lo que el análisis revela, y de acciones políticas mucho más efectivas en el esfuerzo, en los próximos 20 o 30 años, para crear un mejor sistema-mundo que en el que estamos atorados ahora.

El primer muerto de la protesta social en Chile


Desde Santiago

Manuel Gutiérrez Reinoso tenía 16 años. Era un buen chico, dicen los vecinos de la Villa Jaime Eyzaguirre, de la populosa comuna de Macul, ubicada en la zona sur oriente de Santiago. 

Participaba de la Iglesia Metodista Pentecostal, recuerda uno apoyado en la reja de la entrada de la modesta casa del joven. “Estuvimos jugando a la pelota en la tarde”, se anima a contar su “compadre” Giuseppe mientras da vueltas por las callecitas de la población, pensando en la noche fatídica. Es que el destino y las balas nunca fueron amigos.

La madrugada del viernes, tras la última jornada del paro nacional convocado por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Manuel salió de su hogar para ayudar a su hermano Gerson, de 23 años, que se desplaza en silla de ruedas. La idea era hacer lo habitual en estos días: observar los “cacerolazos” de los pobladores en contra del actual gobierno.

En eso estaban cuando se sintieron tres balazos. “Me dieron, hermano”, dijo Manolito y se desplomó. El proyectil le atravesó el tórax causándole la muerte minutos más tarde en la asistencia pública. “Yo vi disparar a los carabineros y no soy el único testigo”, dijo Gerson, que junto a Giuseppe Ramírez, 19, aseguran que fue la policía la que disparó sin mediar provocación alguna.
“Ibamos caminando hacia la pasarela que está al final del pasaje cuando apareció un radiopatrulla de Carabineros y comenzaron a disparar. Estoy seguro de que fueron ellos. Uno de los balazos le llegó a mi hermano en el pecho y cayó al suelo”, agrega entre sollozos el joven minusválido.

Jacqueline, otra de las hermanas de Manolito, cuenta que en un principio pensaron que se trataba de balines de goma. Sin embargo, los médicos de la Posta 4 de Ñuñoa dieron la mala noticia: “No pudimos salvarle la vida porque era una bala de grueso calibre”, dijeron. Ese mismo proyectil fatal, que simbólicamente hirió a todo Chile, será clave para determinar al responsable del cobarde hecho. Los peritos de la Policía de Investigaciones de Chile ya está analizando la bala.

Miguel Fonseca, vecino de la víctima y que tomó la vocería de la familia, contó a Página/12 que se presentarán seis testigos a declarar. Además de Gerson y Giuseppe, irán tres vecinos del sector y otro joven que recibió una bala en el brazo cerca del lugar del hecho y al cual todavía no le extirparon el proyectil.

El hecho caló hondo en la ciudadanía que, en caliente, a través de las redes sociales, apoyó mayoritariamente la versión de los jóvenes. Esto por más que la policía de-sestimara la participación de funcionarios de su institución.

“Descarto de plano la participación de carabineros. Sé que hay alguna versión de que habría pasado un vehículo por el lugar donde ellos estaban y cumpliría no sé con qué característica, que ellos lo atribuyen a que era un vehículo de carabineros”, dijo el segundo jefe de zona Metropolitana, el general Sergio Gajardo.

Pero el clima sombrío estuvo presente todo el día. “En un año y medio, los carabineros perdieron toda la credibilidad y el respeto que habían ganado en veinte. Ahora los cabros (chicos) no les tienen miedo como en la dictadura, cuando para nosotros ver a un paco era lo mismo que estar mirando a Pinochet. Ahora los jóvenes no van a aguantar ser reprimidos”, le decía un amigo a otro en un café del centro de Santiago, dando cuenta del impacto de la noticia y del golpe que ha significado para carabineros –culpables o no– su actuación en las movilizaciones estudiantiles. Si bien la delincuencia y la violencia han sido rechazadas transversalmente y varios policías han sido heridos, incluso a balazos, ellos se han llevado el repudio más grande.

La Moneda y principalmente el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, han sido duramente cuestionados por su labor. De hecho, luego de que el secretario de Estado prohibiera una marcha anterior por el centro de Santiago, el clima se fue enrareciendo. En ese escenario, el subsecretario, Rodrigo Ubilla, pidió “no especular” sobre la muerte del menor, sino “dejar que las instituciones actúen”.

Mientras tanto, Mireya Reinoso, la madre del chico fallecido, se aferra al credo que profesa para aguantar tanta pena. Generosa, la mujer también pide que se haga justicia para que esta tragedia no se repita.

“Nada me va a devolver a mi hijo, pero creo que podrían haber disparado al aire, podrían haberse cerciorado de que estaban haciendo algo. Pero sé que la justicia viene de arriba... es un dolor muy grande”, dijo entre lágrimas.

Al pequeño Manolito lo velan ahora en la parroquia evangélica que queda a dos cuadras de su casa. El mismo templo al cual acompañó a su abuelita tantas veces a rezar. Oraciones que se repitieron en diversas “velatones” que se de- sarrollaron en homenaje al pequeño mártir de la movilización estudiantil chilena. Los “cacerolazos” anoche fueron de luto.