miércoles, 10 de agosto de 2011

CUANDO LO QUE MÁS TEMEN LOS CAPITALISTAS SE HACEN REALIDAD


¿HABRÁ UNA 'REVOLUCIÓN' EN ESTADOS UNIDOS?


Las últimas encuestas revelan que la cantidad de norteamericanos que aprueba la política del Gobierno llega a un nivel tan bajo que podría derivar en protestas revolucionarias, según algunos expertos.
De acuerdo con un sondeo de Rasmussen Reports, solo el 17% de los estadounidenses apoya la política del Gobierno, mientras un 46% cree que la mayoría de los legisladores son corruptos.
Los analistas que vinculan los recientes disturbios en Europa(incluidos los enfrentamientos en el Reino Unido) con la crisis económica mundial, también avisan de posibles protestas generalizadas en EE. UU., aún más probables tras la rebaja de la calificación crediticia del país.
Los Gobiernos de la última década "beneficiaron a los grandes bancos, corporaciones e individuos muy ricos sin atender las necesidades básicas del pueblo", opina Juan José Gutiérrez, miembro de la organización Vamos Unidos USA.
Además, ahora para "balancear el presupuesto del país se están recortando los beneficios sociales para los trabajadores" por lo que "en cualquier momento el malestar de la sociedad puede desbordarse y terminar en actos de violencia como en Oriente Próximo y en Europa", sostiene Gutiérrez.
Si todo esto se produjera ya hay quien se aventura a decir que serían los soldados que regresan de Irak quienes se encargarían de dispersar las posibles manifestaciones.

Articulo completo en:http://actualidad.rt.com/actualidad/ee_uu/issue_28128.html

Bolsas europeas sufren nuevo desplome por temores a posible rebaja en calificación de la deuda francesa


10 de agosto 2011.-Las principales bolsas de Europa sufrieron al cierre de este miércoles pérdidas que alcanzaron el 5 por ciento, tras la caída de Wall Street y ante los rumores de que Francia podría obtener una rebaja de su calificación crediticia después de la sufrida por Estados Unidos la semana pasada.

Asimismo, los mercados entraron en temor por la situación en Grecia, que pretende ampliar a los bonos con vencimientos más allá de 2020 su programa de canje de deuda.

La bolsa de París (Francia) se hundió y las acciones bancarias cayeron en picada por rumores sobre una posible degradación de la nota de la deuda francesa.

El banco francés Société Générale cayó a más del 20 por ciento en la Bolsa de París.

El Ministerio de Finanzas de Francia desmintió "formalmente" este miércoles los rumores sobre una eventual degradación de la nota de la deuda francesa por una agencia de calificación, que provocaron un nuevo hundimiento de los mercados bursátiles.

"Estos rumores están totalmente infundados y las tres agencias Standard's and Poor, Fitch y Moody's han confirmado que no hay riesgo de degradación", declararon fuentes próximas al ministro de Finanzas, François Baroin.

La bolsa de Londres (Inglaterra) se fue a rojo ante la cercanía de la apertura de Wall Street, con pérdidas de 3 por ciento.

La bolsa de Fráncfort (Alemania) cayó en más del 3 por ciento, mientras que la de Milán (Italia) sufrió el desplome más fuerte con más de 6 por ciento de pérdidas.

Mientras los mercados bursátiles caen vertiginosamente, El Gobierno de Grecia prevé ampliar su programa de intercambio de incluir las obligaciones de los títulos a más largo plazo, que castigará primero a los acreedores privados.

El objetivo de Grecia es alcanzar una participación del 90 por ciento, lo que implica un monto de 135 mil millones de euros (191 mil 362 millones de dólares), según ha apuntado el ministro griego de Economía, Evangelos Venizelos.

Euro cae frente al dólar

El euro extendió este miércoles sus pérdidas contra el dólar, en medio de las especulaciones de que Francia podría sufrir una degradación de la nota de su deuda.

El euro cayó a un mínimo de sesión de 1,4218 dólares y luego se negociaba a 1,4236 dólares, con una baja diaria del 0,9 por ciento, después de haber llegado a superar los 1,44 dólares por la mañana de este miércoles.

La oscuridad dominante

Los intereses más ruines, más inhumanos e inútiles, los de los especuladores financieros, han creado una oscuridad espesa que domina las mentes de millones: son quienes mandan hoy por hoy en el mundo.
Este sinfín de pesadillas, o esta pesadilla sin fin, nos tendrá atrapados mientras esos intereses no sean drásticamente sometidos y algunos hundidos en la historia para siempre.

La edad de oro del capitalismo, especialmente del desarrollado, corrió en el marco de políticas keynesianas de 1945 a 1973. Keynes le había dado al mundo las herramientas de las políticas anticíclicas. En términos macroeconómicos abstractos, las cosas eran simples: todo giraba en torno a la demanda agregada. Si ésta caía, y aumentaba el desempleo, era menester reducir las tasas de los impuestos para estimular el consumo, disminuir la tasa de interés para elevar la inversión de las empresas, aumentar el gasto público y aun devaluar en algún grado el tipo de cambio para impulsar las exportaciones. Lo contrario era necesario si la economía se aproximaba al pleno empleo y por ende la inflación amenazaba.

Estas políticas funcionaron en un contexto histórico específico. Una tasa anual positiva, notable y constante de la tasa de productividad industrial, y una creencia generalizada de que los combustibles fósiles eran inagotables, y su precio, por ello mismo, era acentuadamente reducido. Con todo, desde los primeros años sesenta una gran falla había sido detectada en el diseño del sistema internacional de pagos que en 1945 impusieron los estadunidenses en Bretton Woods, en contra precisamente de Keynes. Si el dólar era prácticamente el único medio de pago internacional, la única forma de abastecer de medios de pago al mundo cuyo comercio creciente los demandaba, era mediante la generación de un déficit permanente en la balanza de pagos gringa.

A fines de los años sesenta, otros graves problemas surgieron en la economía gringa. Los impulsos a la innovación, de un perfil tecnológico que había nacido con la Revolución Industrial, a fines del siglo XVII, comenzaron a agotarse; ergo, la tasa anual de crecimiento de la productividad industrial comenzó a caer (empezaron a surgir, lentamente entonces, las nuevas tecnologías). El modelo económico estadunidense se agotaba, la tasa de crecimiento del producto caía y la inflación iniciaba una ruta de ascenso que se vio fuertemente impulsada por la guerra de Yom Kippur de 1973 y el rápido crecimiento de los precios del petróleo que la siguó, y que habría de asestar un duro impacto inflacionario: en los primeros setenta el producto caía, aumentaba el desempleo y el incremento acelerado de los precios internacionales era irrefrenable: fue acuñado entonces el neologismo stagflation, que se tradujo al español como estanflación: estancamiento con inflación, un engendro para el que no servían las políticas keynesianas.

Apareció Milton Freedman con la filosofía básica de lo que sería el Consenso de Washington: la intervención keynesiana del Estado era la responsable de todo; había que privatizar todo, el mejor Estado es el que no existe, los mercados todo lo saben y resuelven. Vino la conformación de la globalización neoliberal, y fue permitido que los bancos dieran rienda suelta a su imaginación financiera con su esquema ponzi: un robo en despoblado, sin regulación alguna, que dio lugar a la cadena: burbuja inmobiliaria –que como todas las burbujas termina por estallar–, hipotecas basura, titulación de las mismas –que encubría trampas viles sin cuento–, quiebras de las familias y de miles de bancos, rescate de otros tantos, y el enloquecido crecimiento de los déficit y de las deudas soberanas.

Los bancos salvados, intactos; pero los gobiernos quedaron en el presente con deudas impagables, que estarán pagando los ciudadanos, mientras una catástrofe no termine con la estúpida aberración que es hoy el sistema financiero desregulado.

Estancamiento y tendencias deflacionarias en los precios, es el presente: nuevamente Keynes vale. Pero es menester someter previamente a los bancos –nadie sabe si algún día sucederá tal cosa, o serán movimientos sociales los que derrumben a gobiernos y partidos cobardes como los actuales–, sujetarlos a una regulación que los haga actuar como intermediarios financieros, instituciones que sirven para ubicar saldos ociosos en espacios productivos, y creadores de dinero sobre la base de proyectos productivos efectivos; es así que el Keynes básico podría reaparecer y el Estado de bienestar ser reconstruido. El marco político, una socialdemocracia que haya superado las taras, los desperfectos, la corruptelas del pasado, que son cuentos de hadas junto al neoliberalismo ultracorrupto del presente.

Grecia y Portugal han sido rescatados…, por un breve lapso, porque pronto tendrán que ser nuevamente rescatados. Las reglas dicen que tienen que abatir sus déficit públicos; esto deberán hacerlo disminuyendo el gasto público, con lo cual no podrán crecer y quedarán en peores posibilidades para pagar sus deudas.

Si España –la cuarta economía de la UE– e Italia –la tercera– se vieran en la necesidad de ser rescatadas, es posible que sea Alemania la que decida terminar con el euro. Habrá llegado el día de sálvese el que pueda. Alemania no va a poner más plata para rescates ni va a desproteger a sus bancos –acreedores de los gobiernos periféricos de la UE–, que ahora tiemblan por el parto de los montes, que fue el arreglo de demócratas y republicanos en Estados Unidos, justamente por lo cual tendrá consecuencias mundiales de pronóstico reservado.

MEJOR ACABEMOS CON EL CAPITALISMO SALVAJE; ES LO MEJOR PARA EL MUNDO Y LA CIVILIZACIÓN

Hay que acabar con el terrorismo financiero


La extraordinaria subida de la prima de riesgo española, y la de otros países aún más cercanos al corazón de la vieja Europa, nos pone al borde del límite que la ciudadanía no debiera consentir.


[Terrorismo+económico+libre+mercado]Nada hay que haya cambiado en España en los últimos días, salvo la celebración de nuevas subastas de deuda pública, claro está, que haya podido dar a entender a "los mercados" que la situación de nuestra economía es peor que hace unas semanas y que, por tanto, justifique una subida en el tipo de interés que haya que pagar para financiarnos. Se trata, tan solo, de nuevas operaciones de casino que apuestan sobre seguro, provocando ellas mismas los resultados que más les convienen a inversores que, por supuesto, no albergan ninguna preocupación acerca de lo que suceda en la economía real, en la vida de la gente, sino el cómo mejorar sus posiciones de apuesta para ganar más dinero.

Cuando los bancos que habían provocado la crisis que estamos viviendo necesitaron financiación, los gobiernos y el Banco Central Europeo no dudaron en acudir en su auxilio, en una ocasiones, porque decían que eran "demasiado grandes para dejarlos" y en otras porque había que "salvar al sistema financiero", y se gastaron en ellos varios billones de euros. Más de 800.000 millones se dedicaron a salvarlos solo en Alemania y Francia.

Sin embargo, cuando fueron los estados quienes necesitaron financiación, fundamentalmente como efecto de la crisis que habían provocado los bancos y en mucha menor medida, en lugar de recibirla en las generosas condiciones en que lo hizo la banca, tuvieron que ponerse en manos de ésta. Y, gracias a ello, los bancos no solo levantaron de nuevo cabeza, prestando el dinero que recibían al 1% del Banco Central Europeo a tipos cinco o seis veces más altos, sino que así pudieron poner contra las cuerdas a los gobiernos y exigirles nuevas reformas liberalizadoras como condición imprescindible para salir de la crisis cuando, en realidad, fue la generalización de ese tipo de medidas lo que la provocó.

Los gobiernos, y en concreto el español, vienen diciendo a la ciudadanía que para acabar con esta situación hay que contentar a los mercados y que para ello es inevitable llevar a cabo las reformas que se les exigen y que, en gran parte, ya se han aplicado: del mercado de trabajo y de las pensiones, privatizaciones de empresas públicas y, pronto, de servicios públicos esenciales. Pero estas recetas se han revelado como una gran mentira, como evidencia el que ni estén produciendo los efectos beneficiosos sobre la economía con que se justifican, ni logren detener los ataques especulativos contra nuestra deuda.

Tratar de hacer frente a una situación que el propio presidente de la Junta de Andalucía calificó de "terrorismo financiero" cediendo a la extorsión, como está haciendo el gobierno del Partido Socialista, es algo peor que una simple ingenuidad. Las reformas que ha llevado a cabo sólo han servido para debilitar aún más la capacidad de generación de empleo e ingreso de nuestra economía y, al frenar la recuperación y el crecimiento de la actividad, terminarán encareciendo aún más la deuda pública a medio y largo plazo, convirtiéndose esta dinámica en un círculo vicioso que lleve a la ruina a los propios Estados, a sus servicios públicos esenciales y, por ende, a toda la ciudadanía.
Al terrorismo financiero que está destrozando economías enteras no se le puede combatir con sometimiento sino con firmeza y decisión, defendiendo la economía que crea empleo, riqueza y bienestar y cortando las alas de los capitales especulativos.
Europa tiene medios para lograrlo.

Debe garantizar que los estados dispongan de financiación adecuada a través del Banco Central Europeo, negociando para ello las condiciones que le permitan generar ingresos y no destruir sus fuentes, como ha venido sucediendo. Es una ignominia inaceptable que se preste al 1% a bancos irresponsables y que se obligue a que los pueblos tengan que hacerlo incluso al 10%, como está ocurriendo en algunos casos.

Además, Europa debe establecer impuestos y tasas sobre las transacciones financieras especulativas que las desincentiven en la mayor medida de los posible.

Y Europa tiene también la obligación moral de establecer controles de capital para impedir que financieros sin escrúpulos sigan poniendo en juego el futuro de la unión monetaria, la estabilidad económica y social y el bienestar de sus ciudadanos.

Pero ni España, ni el resto de países europeos, pueden esperar a que todo se resuelva en Bruselas. Se equivocará una vez más este gobierno, y la clase política que lo apoye, si vuelve a recortar derechos sociales creyendo que así disminuirá la voracidad de los mercados. Volveremos a ir a todos a peor, salvo la banca y las grandes empresas.

En una democracia real, las personas son las verdaderas detentadoras de la soberanía nacional y, por tanto, deben constituirse en protagonistas de las decisiones políticas que se toman, como actores y como beneficiarios principales. Si viviésemos en esa democracia real y los ciudadanos supieran de verdad lo que está pasando no consentirían el tipo de terrorismo que se está practicando, ni la complicidad de los gobiernos. Y por eso creemos que es fundamental que los movimientos sociales y las organizaciones políticas, sindicales y ciudadanas de todo tipo hagan el máximo esfuerzo para informar, concienciar y movilizar a todas las personas que, con independencia de ideologías o de posiciones política, simplemente se indignen y reaccionen ante la injusticia y la irracionalidad que se nos viene imponiendo. 

ESCRITO FUÉ: Y CUÍDAOS DEL ÁRBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN; LA CIENCIA DEL BIÉN, SON LAS COMODIDADES QUE DÁ EL ORO; ES LA CIENCIA MISMA DEL CAPITALISMO

Lujo, hambre y furia


La demanda de artículos de lujo –desde zapatos de 800 dólares y cremas cosméticas de 1.300 hasta Mercedes Benz de 200.000– disfruta un auge, mientras casi 46 millones de estadunidenses dependen más que nunca de la asistencia federal para comprar alimentos básicos y evitar el hambre. Eso resume a Estados Unidos hoy día.

El mercado de artículos de lujo ha registrado 10 meses seguidos de incremento en ventas, reportó el New York Times. Las cifras de ventas de la joyería Tiffany’s, Givenchy, Louis Vuitton, Gucci, BMW, Porsche y Mercedes Benz, entre otros, han registrado fuertes incrementos.

Por otro lado, el gobierno federal informó de que casi el 15 por ciento de la población depende de asistencia alimentaria, esto es, 45,8 millones de personas, el nivel más alto registrado, un 12 por ciento más que hace un año y un 34 por ciento más que hace dos. Para obtener asistencia alimentaria federal (food stamps), el ingreso de un individuo debe ser inferior a 1.174 dólares al mes (más o menos lo que algunos ricos gastan en un par de zapatos Louis Vuitton).
La desigualdad económica no se oculta. El economista premio Nobel Joseph Stiglitz indica que sólo en los últimos 10 años, el ingreso del uno por ciento más rico se elevó 18 por ciento, mientras el de los trabajadores industriales se desplomó 12 por ciento. Según un análisis del Instituto de Política Económica (EPI), la riqueza está aún más concentrada en el sector más rico: más de un tercio de la riqueza nacional se concentra en ese uno por ciento; 20 por ciento de los hogares en el medio de la escala económica sólo contaban con 4 por ciento de la riqueza nacional en 2007 y perdieron parte de eso en la última recesión. De hecho, en 2009, el uno por ciento más rico de los hogares tenía un valor neto 225 veces mayor que el del hogar típico: una desigualdad jamás vista.
Mientras tanto, los ricos pagan menos impuestos que en cualquier periodo del último medio siglo, reconoció el propio Barack Obama. Un nuevo informe del Center for American Progress descubrió que los millonarios pagan 25 por ciento menos impuestos hoy que a mediados de los 90, y 1.400 millonarios no pagaron ni un centavo de impuestos en 2009. Mucho de esto gracias a las reducciones fiscales impulsadas por el gobierno de George W. Bush y prolongadas por el de Obama.
La ira popular contra los representantes del pueblo en Washington sigue ardiendo, según las encuestas, precisamente porque se les culpa de aplicar políticas que benefician a unos cuantos a costa de casi todos los demás. Un 82 por ciento de estadunidenses desaprueba el desempeño del Congreso: el nivel más alto registrado por la encuesta de CBS News/New York Times; una de CNN descubrió casi lo mismo. Más de 4 de cada 5 opinaron que el debate sobre la deuda tenía que ver más con maniobras políticas que con la búsqueda de lo mejor para el país.

Las encuestas también demuestran que Washington hace exactamente lo opuesto a lo que desea el pueblo. Por más de dos contra uno, los estadunidenses afirman que la generación de empleo debería ser una prioridad más alta que la reducción del gasto federal. Un 63 por ciento favorece elevar impuestos a los más ricos.

Pero, más allá de reprobar a sus líderes, ¿habrá consecuencias políticas? Algunos dicen que todos los políticos electos enfrentarán la ira popular en 2012. Sin embargo, otros creen que Obama, aunque ha generado enorme desilusión entre sus bases, no tendrá graves problemas, por un simple y cínico cálculo. Como lo dijo un estratega demócrata al Washington Post: el hecho es que los liberales y progresistas no tienen adónde ir más que a votar por Obama y su partido. Igual, un encuestador demócrata comentó al New York Times que, en el caso de Obama, a pesar de críticas de sus bases liberales a una u otra de sus iniciativas, en el terreno electoral al final de cuentas están seguros de una cosa: van a odiar a los candidatos republicanos. Entonces, sinceramente no me preocupa mucho una base sólida o entusiasta. O sea, el cálculo es que para las bases progresistas, no hay alternativas en el terreno electoral.

Necesitamos una plaza Tahrir no violenta, opina el ex vicepresidente Al Gore. Frente al acuerdo para recortar billones en el gasto, demandado por los republicanos, y ante las necesidades sociales se requiere una primavera estadunidense (en referencia a la primavera árabe) para rescatar al país de los derechistas, dijo en su televisora Current TV. Pero para ello, dijo su entrevistador, primero tiene que haber furia.

“Yo creo que el público sí está furioso, pero también deprimido por la falta de liderazgo y la ausencia de un sentir de que puede ganar. Los llamados populares a que Wall Street rinda cuentas no han llevado a ningún lugar, mientras el dinero de Wall Street mantiene disciplinados a los políticos y los activistas se tuitean entre sí hasta la distracción. Los activistas condenan on line al presidente, pero hacen poco para enfrentarlo y demandar otro tipo de acción”, consideró el veterano periodista Danny Schechter en su columna en Reader Supported News.


La imagen de la clase política en manos de los más ricos es documentada por todas partes, con donantes millonarios que financian a candidatos de ambos partidos. De hecho, un nuevo informe del Center for Responsive Politics demuestra que Obama recibe aún más de Wall Street para su relección que lo obtenido en 2008.

Para algunos, las políticas económicas de Obama hasta el momento no son tan diferentes de las de su antecesor, como tampoco su continuación de las dos guerras lanzadas por él, y la omisión en exigir cuentas a los financieros y empresarios que llevaron a esta crisis.

Tal vez por ello no sorprende tanto que Obama baile al compás de la misma música que su antecesor, literalmente. Mark Knoller de CBS News reportó que la campaña electoral de Obama está usando la canción Sólo en América de Brooks y Dunn, en sus actos. George W. Bush la usó mucho en su campaña de relección en 2004.


Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/08/08/opinion/031o1mun

SE CUMPLE UNA LEY - ADVERTENCIA: CON LA VARA QUE MIDES, SERAS MEDIDO

Washington declara la guerra a su pueblo


En 1961 el presidente saliente Dwight Eisenhower pronunció un discurso de despedida y una famosa advertencia. En aquella ocasión previno sobre el poder desmedido del complejo militar-industrial. Según uno de sus más importantes biógrafos, Geoffrey Perret, el borrador del discurso preparado por Eisenhower contenía la frase complejo militar-industrial-congresional para marcar el papel negativo que desempeñaba el Congreso como correa de transmisión del poder de la industria militar. En el último momento, el presidente prefirió eliminar la referencia al Poder Legislativo para no irritar demasiado.
Hoy Eisenhower habría dejado la referencia al Congreso en su discurso. Y es que por fin el Congreso estadunidense ha declarado abiertamente una guerra contra el pueblo de ese país, obedeciendo los designios del 5 por ciento más rico de su población. Aunque, pensándolo bien, la guerra comenzó hace mucho.

El fetichismo reaccionario ha logrado imponer como verdad la idea de que la causa del descalabro fiscal en Estados Unidos está en los programas sociales, en especial el sistema de seguridad social. Ha conseguido que el pueblo estadunidense considere que los derechohabientes del seguro social sean considerados parásitos sociales, a pesar de que una parte importante de sus prestaciones está cubierta con sus contribuciones a lo largo de su vida laboral. Eso no importa: la ideología reaccionaria insiste en que los pensionados son como sanguijuelas que consumieron más de lo que podían pagar y dejaron de ahorrar para enfrentar su vejez. Ésa es la más grande mentira que el pueblo estadunidense ha terminado por aceptar.

La realidad es que el sistema de seguridad social en Estados Unidos siempre se ha mantenido con superávit. El seguro social se alimenta con recursos provenientes del impuesto FICA que es pagado directamente por los trabajadores estadunidenses. Si se consultan las cifras oficiales ( www.socialsecurity.gov ) se puede comprobar que entre 1984 y 2009 los derechohabientes pagaron dos billones (castellanos) de dólares al seguro social y al programa Medicare por arriba de lo que recibieron como prestaciones. Dependiendo de los supuestos sobre evolución demográfica, empleo y crecimiento del PIB, así como el nivel del impuesto sobre nómina (15.3 por ciento en la actualidad), el seguro social estadunidense permanecerá con números negros hasta 2025 o 2035.
¿De dónde provenían esos recursos? En 1983 Reagan nombró a Greenspan presidente de una comisión para la reforma del seguro social. Esa comisión recomendó un incremento del impuesto sobre nómina que generó enorme superávit. Pero esos recursos no se mantuvieron en el fideicomiso especial del seguro social, sino que fueron desviados al fondo de ingresos generales. A cambio sólo quedaron pagarés inservibles del tesoro. Atención: no son bonos del Tesoro, son simples pagarés carentes de valor.

Es decir, el seguro social no contribuye al déficit, sino que ha subsidiado constantemente al gobierno federal y ese subsidio ha sido superior a los dos billones de dólares antes mencionados. Si el gobierno no hubiera usado esos recursos habría tenido que aumentar su endeudamiento, lo que habría implicado mayor carga financiera. El cálculo oficial indica que se habrían erogado otros 800 mil millones de dólares por el peso de la deuda si el gobierno no hubiera usado los recursos del fondo del seguro social.

En pleno debate sobre el techo de endeudamiento, el presidente Obama indicó que si no se llegaba a un acuerdo sería imposible garantizar que los cheques del seguro social fueran pagados a los derechohabientes. ¿Cómo es que no había dinero para pagar esos cheques si el seguro social tiene en teoría un superávit? La realidad es que ese fondo sólo contiene los pagarés que el Tesoro estadunidense ha entregado al seguro social a cambio de los recursos que se han captado por las cotizaciones individuales retenidas como impuesto.

En otras palabras, el superávit del fondo del seguro social ha sido saqueado para cubrir el costo de mantener bajos los impuestos a los ricos, para pagar el costo creciente de las aventuras militares imperiales y, más recientemente, para pagar los astronómicos rescates para el sector financiero.
En otras palabras, los recursos del seguro social fueron objeto de un desfalco, de una gigantesca malversación de fondos mientras el pueblo de Estados Unidos veía televisión y rendía homenaje a sus héroes caídos en guerras sobre las provincias más lejanas del imperio. A Obama le tocó la explosión de esta bomba de tiempo sembrada en 1983. En lugar de denunciarla, ha preferido abrazarla. La reacción en el congreso no ha titubeado y aprovechó bien la oportunidad para comenzar a desmantelar el seguro social. Es una forma de enterrar el problema.

Dicen que las guerras tienen la ventaja de quitar las máscaras. Así se conoce al enemigo, porque en la batalla lo que importa son las acciones, no las palabras. Ahora el saqueo del siglo ha quedado al descubierto. 


La venganza de la calificadora "Standard&Poor’s"

Las calificadoras de crédito son empresas cuyo objetivo es analizar la economía de un país o de una determinada corporación para elaborar un índice o calificación que permita normar el criterio sobre el riesgo que existe en la compra de determinadas acciones, bonos o certificados emitidos por alguna de esas entidades. Sus calificaciones se toman como indicador de las condiciones que existen para invertir en tal o cual mercado. Lo que hay que destacar es que tienen estrechas relaciones con Wall Street y otros mercados financieros, que se benefician de la oscura forma en que se construyen esos índices.


Uno de los casos más patéticos del modus operandi de estas empresas es la calificación que una de ellas, la Standard&Poor’s (S&P), dio a la corporación Lehman Brothers, causante, entre otras, de la debacle del mercado financiero y la profunda crisis económica de la que el mundo aún no puede reponerse. Cuando todo indicaba que esa corporación caminaba al abismo, S&P la consideró financieramente saludable, lo que en términos prácticos fue una invitación a invertir en ella. Poco tiempo después Lehman quebró, arrastrando a la desesperación a miles de inversionistas.

Cuando varios economistas de las más diversas tendencias opinaron sobre las causas de la crisis, se refirieron al grave error de S&P que irresponsablemente dio seguridades a quienes invirtieran en esa corporación financieras. En esa ocasión los representantes demócratas criticaron acremente la decisión de S&P. No sería extraño que la molestia que en su momento causó esa crítica se haya patentizado ahora con la degradación que S&P hizo al crédito del gobierno de Estados Unidos, presidido por un demócrata. En lenguaje llano se envió una señal a quienes quieran invertir en bonos y certificados emitidos por el Tesoro estadunidese.

La lectura que se puede hacer de este episodio es doble. Por un lado fue una revancha por la opinión que en 2007 hicieron los demócratas sobre el contubernio de la calificadora con una de las corporaciones responsables de la crisis. Por el otro, fue una llamada de atención de Wall Street a los congresistas demócratas por negarse a disminuir aún más los niveles de gasto y el tamaño del gobierno.

Por lo pronto, fue causa de una pérdida de confianza en la forma en que se manejó el asunto del aumento del nivel de la deuda en el Congreso estadunidense. En este marco, algunos observadores creen que Obama, y con él los demócratas, todavía pueden salir airosos de esta crisis si no continúan cediendo a las pretensiones del ala más conservadora del Partido Republicano, en la jibarización del gobierno y sus programas sociales. La pregunta que se antoja en este incierto panorama es: ¿adónde recurrirán ahora quienes busquen una inversión financiera segura después que los misteriosos cálculos matemáticos de la S&P redujeron el nivel de confianza en el Tesoro estadunidense?

aumenta el racismo en Europa

La rabia contra la policía estalla en las calles del norte de Londres



La rabia contra la policía estalló en Tottenham, al norte de Londres, la pasada noche después de una protesta contra el asesinato por parte de la policía del joven negro Mark Duggan, vecino del barrio.

Alrededor de 200 personas entre familiares y amigos de Mark se manifestaron el día anterior por la tarde desde Broadwater Farm hasta la comisaría de policía de Tottenham para protestar por la muerte de Mark. Mark había sido muerto a tiros el jueves por la tarde. En la manifestación había familias enteras con niños pequeños, algunas personas con carteles hechos a mano y gritando “Sin justicia, no hay paz”. Mientras iban llegando a la entrada de la comisaria de policía, se les prometió que un oficial de la policía se reuniría con ellos para contestar sus preguntas. Pero nada de eso pasó.

En una horas, la rabia contra la policía explotó. Se incendiaron coches de policías y algunas tiendas y autobuses. Hacia las dos de la noche se podían ver grandes columnas de humo púrpura por todo el norte de Londres, mientras varios edificios eran incendiados. Varios cientos de personas tomaron las calles, reflejando a la población local –de todas las edades, tanto negros como blancos y asiáticos, así como también muchos judíos.

Una chica adolescente, amiga de Mark declaró a Socialist Worker que “toda la gente del barrio conocía a Mark, tenia cuatro hijos y 29 años, no era un joven. Lo mataron al final de mi calle. La policía en teoría está entrenada, deberían ser capaces de parar a alguien sin tener que matarlo. ¿Por qué le dispararon en la cara? No tuvo ninguna posibilidad de escapar. Es puro racismo. Yo misma he sido parada por la policía muchas veces solo porque llevo una sudadera con capucha. La policía no nos trata con respeto. Ahora están viendo los resultados de tratarnos de esta manera”. Continuó diciendo: “Esto no ha acabado. Ellos continúan matando a gente. Cuando vi a personas judías también en la calle me alegré, pensé que no solo estamos nosotros. Nos dieron fuerza, no solo somos los jovenes que hemos salido esta noche, ha salido todo el mundo."

Un grupo de gente joven estaban mirando lo que pasaba desde arriba la calle. Uno declaró a Socialist Worker que la policía “decía que Mark les había disparado, pero no tienen ninguna prueba. No puedes creer lo que te dice la policía”. Cuatro horas después se estabilizó la situación cuando un grupo de antidisturbios cargó en Tottenham High Road impidiendo que más personas se sumaran a los disturbios. Cuando los policías que venían de refuerzos atravesaron la multitud con sus furgonas se pudo oír el ruido de los ladrillos y proyectiles que se lanzaban contra ellos.

Tottenham fue el escenario de masivos disturbios en 1985 cuando Cynthia Jarrett, una madre negra de dos hijos, murió después que la policía entrara en su casa. Esto pasó pocos días después de que la policía tirotease otra mujer negra, Cherry Groce, en Brixton, al sur de Londres.

Weyman Bennett, destacado miembro de United Against Fascim (Unidad Contra el Fascismo) y activista del barrio que ha vivido allí durante años habló con Socialist Worker mientras la multitud se enfrentaba a la policía: “El ambiente es como en los años 80” dijo “hay un gran malestar por el racismo policial y sobre como la policía acecha a la gente del barrio parándoles y registrándoles. Los recortes de los Tories (el partido conservador actualmente en el Gobierno) ha significado que los servicios y las oportunidades para los jóvenes se han acabado. El desempleo ha aumentado y la gente siente que no tiene futuro. Puedes ver la situación de pobreza en la que vive la gente por lo que se llevan a casa de las tiendas. He visto gente corriendo con grandes paquetes de papel higiénico y pañales”.

Jody McIntyre, que fue tirado de su silla de ruedas por la policía durante las protestas estudiantiles del pasado año también estaba en Tottenham anoche: “Puedo ver porque tanta gente ha salido a la calle” declaró a Socialist Worker, “cuando la policía dispara a alguien la gente reacciona. No se exactamente lo que pasó cuando esa persona fue disparada, pero si sé que un oficial de policía fue herido y que se mató a una persona a tiros. Si hubiera sido al revés, esa persona ya estaría en la cárcel. Tenemos que vigilar a la policía. Debemos hacerlos responsables cada vez que nos atacan”.

Artículo publicado en el Socialist Worker, periódico del Socialist Workers Party, organización hermana de En lucha en Gran Bretaña.

MalEducados! El problema de la educación en Chile

MalEducados! el problema de la educación en Chile. from Diego Marin Verdugo on Vimeo.

La cara oscura del sistema educativo chileno


Hace treinta años apareció publicado en la revista Realidad un artículo que bien puede ser leído a modo de conjuro o de sentencia. Tan sólo ocho páginas fueron suficientes para que Sebastián Piñera, en aquel entonces gerente general del Banco Talpa, propusiera un ideario empresarial que marcó el sistema de educación chileno y es un antecedente de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza de ese país, promulgada el 10 de marzo de 1990, último día del régimen militar de Augusto Pinochet.

En abril de 1980, en el artículo “Orientaciones de políticas en el sector educacional” –en un discreto pie de página–, Piñera propone un desplazamiento de las funciones del Estado chileno: que no tenga como meta garantizar la educación sino velar por los créditos financieros.

“Instituciones financieras, públicas o privadas, otorgarían directamente los créditos a los alumnos. En este caso, el papel del Estado podría limitarse a proveer un sistema de seguros que haga factible para todos los alumnos el acceso al crédito en condiciones competitivas”, escribió Piñera.
El ahora Presidente de Chile estructuró una serie de acciones políticas en las que el Estado “podría limitarse” a ser un subsidiario del sistema educativo invocando demandas sociales como la redistribución equitativa de los ingresos, la concepción de la educación como bien público y la asignación eficiente de recursos.

Dentro de los lineamientos del ex banquero, el Estado no otorga directamente los recursos, sino que opera supuestamente “a través de la acción conjunta del sector privado y del sector público”.
“En estas circunstancias, la acción del Estado no debería orientarse hacia la implementación de un sistema de subsidios masivos e indiscriminados a favor de los alumnos universitarios, sino que, muy por el contrario, ella debiera orientarse hacia la implementación de un sistema de préstamos que permita financiar los costos directos e indirectos de la educación universitaria”.

Ese “sistema de préstamos” tiene hoy, treinta años después, su materialización en las Becas con Aval del Estado; créditos cuya tasa de interés es superior a la de un crédito hipotecario: con un mínimo de 6% de intereses, el estudiante chileno se aventura al mundo laboral arrastrando una deuda que se promedia en 30.000 dólares.

“Orientaciones de políticas en el sector educacional” definió que la educación es un servicio y los chilenos pagan alrededor de 300 dólares al mes para obtenerla.

Miembro del partido de derecha Renovación Nacional hasta hace un año y posicionado entre los 500 hombres más ricos del planeta, según la revista Forbes, Sebastián Piñera también se encargó de establece preceptos para la mercantilización de la enseñanza preescolar, básica y secundaria.
En su matemática liberal el Estado calcularía el gasto mínimo de cada estudiante, lo multiplicaría por la cantidad de alumnos y así precisaría el presupuesto para cada escuela municipal.

En las comunidades de las clases adineradas donde todos los chicos van a clase, la subvención estatal es elevada; pero en barriadas populares en las que los jóvenes no asisten a clases, por factores omitidos en el artículo del empresario, el presupuesto apenas alcanza para el pago de nómina y mantenimiento.

La cuenta sigue y mientras en zonas ricas existe una figura de financiamiento compartido en la que los representantes de los estudiantes pagan una asignación mensual, en los municipios más desposeídos el Estado otorga una subvención a la banca privada para que ésta, a su vez, financie a los colegios.

Tres décadas han pasado y Piñera insiste en su postura: la educación “es un bien de consumo”, “tiene un componente de inversión”, “tiene un doble propósito”. Pero desde hace más de dos meses los estudiantes chilenos se mantienen en las calles y han tenido que sufrir lo embates de la represión policial. Acceso, endeudamiento y calidad desiguales son la cara oscura del sistema educativo chileno.

Cuatro proyectos de ley vinculados a pueblos indígenas en el nuevo Congreso

Los primeros proyectos de ley presentados al nuevo Congreso tienen que ver con las preocupaciones de los pueblos indígenas y el sector agrario. Dos de ellos no lograron aprobarse en el periodo anterior. Se trata de la ley marco de consulta a los pueblos indígenas, la moratoria a los transgénicos, la de gestión de páramos o jalca y la que deroga la ley que autoriza el trasvase del río Marañón y el represamiento del Huallaga. Trasvase y represa
Víctor Isla Rojas de la bancada de Gana Perú presentó el 3 de agosto la iniciativa 0002 que busca derogar la Ley 29760 que declara de necesidad pública e interés nacional la ejecución del proyecto de trasvase del río Marañón y el represamiento y la derivación del río Huallaga para fines hidroenergético y agrícola.

En el mismo sentido se presentó el proyecto 0011 del congresista Norman Lewis de las filas de Perú Posible sobre el denominado proyecto Corina.
El Gobierno Regional de San Martín emitió alertado un comunicado: “Los impactos serían altamente negativos sobre los ecosistemas frágiles de nuestra Amazonía, pudiendo alterar la supervivencia de especies endémicas y en peligro de extinción, afectando procesos migratorios y reproductivos de fauna acuática; y a las poblaciones ribereñas e indígenas que dependen de dichos recursos para su subsistencia”.

Este proyecto busca solucionar el déficit de recurso hídrico de la costa, pero traslada el problema a la Amazonía.

El potencial hidroenergético existente en Amazonas y San Martín es de 10,000 MW, sobrepasando largamente la demanda nacional sin necesidad de transvasar.

Por si fuera poco, la mencionada ley no fue consultada a ninguna autoridad local y regional, ni tampoco a las comunidades indígenas.

El Marañón y el Huallaga son los principales abastecedores de agua del río más caudaloso del mundo (Amazonas), que sin el proyecto Corina durante el 2011, llegó a tener el caudal más bajo en toda su historia.

Ley de consulta
El 3 de agosto, Yonhy Lescano ingresó la iniciativa 0006 que retoma con algunas modificaciones la autógrafa de Ley Marco de Consulta a los pueblos indígenas observada por el expresidente Alan García.

El proyecto de Lescano establece varias funciones para el Organismo Técnico Especializado en materia indígena como la de concertar, articular y coordinar la política estatal de implementación del derecho a la consulta.

Sin embargo, la situación actual del Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano (Indepa), que debería tener esas funciones, no es la de un organismo técnico especializado ni tampoco la de ejecutor, en realidad, carece de existencia real.

En la actualización de la calificación y relación de los organismos públicos (decreto supremo 058-2011-PCM), del 5 de julio de 2011, solo aparecen como organismos públicos adscritos al ministerio de Cultura la Academia Mayor de la Lengua Quechua, el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Nacional y el IRTP.

Fuera de este detalle, existe consenso entre las organizaciones representativas indígenas de que el país tenga una ley de consulta previa.

Transgénicos
Lescano Ancieta también reactualizó la autógrafa de ley que Alan García observó y que disponía una moratoria al ingreso al país de organismos vivos modificados (OVM).

El proyecto del parlamentario es escueto: declara una moratoria por 15 años y deroga toda norma que se oponga. Esta cortedad dará pie a que se presenten más iniciativas que precisen los alcances en esta materia.

El proyecto es el número 0005/2011-CR.

Páramos y comunidades campesinas
El proyecto 0003 de Mesías Guevara Amasifuén (Acción Popular) trata darle un marco jurídico de gestión del páramo o jalca en relación con las normas de conservación de biodiversidad y el uso sostenible de sus recursos.

La importancia de esta región es que en ella se encuentran las cabeceras de las cuencas hidrográficas indispensables para el consumo de las poblaciones asentadas en su entorno y en la franja costera desértica.

Asimismo, Guevara Amasifuén atribuye nuevas funciones al Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas como máxima autoridad de páramos o jalcas.
El artículo 10 del proyecto dispone que “el aprovechamiento de los páramos solo podrá ser autorizado por la autoridad competente, cuando se realice dentro de un marco apropiado de protección a los mismos y a sus recursos”.

El artículo 11 del proyecto establece que “el Estado cautela la regulación de la explotación de recursos no renovables en los ecosistemas de páramos o jalca. El uso sostenible de páramos o jalcas beneficia mayoritariamente a la población peruana”.

CUANDO LOS GRANDES Y PODEROSOS CAEN ES INEVITABLE; ABAJO EL CAPITALISMO.

El desplome del Bank of America


El precio de las acciones del Bank of America (BAC) se ha desplomado un 20.32% el día 8 de agosto del 2011. Recordemos que este banco comercial es el más grande de Estados Unidos por valor de activos, del cual existe hoy en día una alarma financiera por parte de los inversionistas que están preocupados por la caída de los precios de sus acciones. Jonathan Weil, columnista de Bloomberg, en su artículo titulado Curse the geniuses who gave us Bank Of America(1), menciona que “En cuanto al mercado se refiere, es falso más de la mitad del valor en los libros de la empresa, debido a los activos sobrevalorados, pasivos subestimados o alguna combinación de los dos”.

El informe del Bank of America del segundo trimestre del 2011(2) hace mención que el valor de las acciones en libros es de 21.45 dls pero en la plaza financiera del Dow Jones su precio de cierre al 8 de agosto del 2011 fue de 6.51 dls. Es decir los inversionistas no creen que valga lo que el banco publica; la perspectiva de éstos es que hasta ese día, ellos creen que el banco vale aproximadamente un tercio de lo que dice el informe.

En este informe se publica que el banco tuvo perdidas por un valor de 9,127 millones de dólares las mayores de la historia del banco(3). Estas pérdidas están relacionadas a cuestiones hipotecarias.

Los temores que existen, a parte de los mencionados por Weil, son por las demandas que se han hecho en contra de este banco en temas relacionados con hipotecas. Bank of America durante la crisis compró a dos bancos, Countrywide y Merrill Lynch, y ahora enfrenta acusaciones de fraudes hechos por él y por estas dos instituciones financieras.

Uno de los demandantes actuales es la “paraestatal” A.I.G. Mencionemos algo que difícilmente se publica, esta empresa se encuentra limitada en algunas cuestiones jurídicas, por el hecho de que cuando fue rescatada por el gobierno de Estados Unidos de su inminente quiebra, se le hizo firmar un acuerdo en donde se le prohibía demandar a los grandes bancos en temas relacionados a los bonos de las hipotecas(4). La cuestión es: ¿por qué ahora está demandando a Bank of America? A.I.G se defiende diciendo que existen algunos valores de bonos que no se pueden catalogar dentro del acuerdo que firmó. Pero las causas principales de estas demandas, según mi análisis, en caso de ganarlas podrán en parte resarcir pérdidas provocadas por el derrumbe del mercado hipotecario y así aumentar su flujo en caja para tener una mayor liquidez y con ello una mayor capitalización.

Todos los problemas mencionados, más la actual incertidumbre de los mercados por la rebaja de calificación de la deuda de Estados Unidos, han llevado a desplomarse el precio de las acciones de Bank of America. Tan solo en los primeros seis días bursátiles de este mes (del 1 de agosto al 08 de agosto del 2011) ha tenido una contracción del 33.3% y en lo que va de este año la caída ha sido del 54%, y anualmente la caída es de 53.3%, pero si lo calculamos desde su valor más alto después de la crisis (9 de abril del 2010), tenemos una contracción del 65%. (Ver gráfico: http://alainet.org/active/48600〈=es)

No se menciona mucho pero es momento de comenzar a preocuparnos por el futuro de Bank of America y su posible nuevo rescate por parte de la Reserva Federal (Fed). Lo más posible es que la Fed le extienda una línea de crédito y hasta podría comprar acciones del banco.

El crash que está por llegar

El final del período “post crisis”


“Los negocios aparecen siempre como excesivamente saludables en vísperas de un crash” Marx

El desarrollo de la crisis global, especialmente en los EE.UU. y en Europa se presenta con una crisis fiscal sin precedentes históricos que podríamos calificar como “estado de emergencia fiscal” El déficit en el presupuesto del gobierno estadounidense es el resultado de un largo período de grandes gastos superiores a la recaudación, y además con un desempleo crónico y una caída de la facturación de las empresas del Estado. Dentro de esa tendencia, el miedo al incumplimiento de su astronómica deuda también se vuelve crónico por cuanto la necesaria capacidad para honrar sus compromisos fiscales futuros se vuelve cada vez menos probable. En síntesis ese déficit presupuestario se divide en tres partes:

1 1) A pesar de las conversaciones sobre el establecimiento de un “nuevo orden mundial” y de los “acuerdos pacíficos” que terminaron con la guerra fría, además de la galopante crisis del 2008, hemos presenciado una expansión sin precedentes, por parte de los Estados capitalistas, del complejo militar industrial. En 2008 alcanzó en el mundo a 1,46 trillones de dólares, un 4% más que en 2007 y un 45% más que en el 2009. Esa expansión del militarismo ha sido atribuida a la “guerra contra el terrorismo”, difundida por EE.UU. En términos mundiales, los EE.UU. lideran el monto de los gastos militares que en el 2008 llegaron a los 607 billones de dólares con un aumento del 9,7%.

2 2) El salvamento de los bancos: financiado por el Tesoro, los salvamentos llegaron a los U$S 1,45 trillones entre Bush y Obama. Ese estado de emergencia impone la privatización de los servicios públicos esenciales, parques nacionales, autopistas, etc. El programa de rescate del gobierno de Bush, para obtener resultados saludables, fue estimado en U$S 8,5 trillones, sin contar con la “ayuda” del gobierno de Obama.

3 3) Intereses sobre la deuda pública: las enormes masas del creciente endeudamiento de los EE.UU. son astronómicamente progresivas. En los últimos treinta años los EE.UU. elevaron el techo de su deuda 35 veces. Según el informe sobre finanzas públicas divulgado por el Tesoro, la deuda asciende hoy a los U$S 14.580 trillones y se estima que para el 2013 llegará los 16 trillones, puesto que crece 3,93 billones de dólares por día. El proceso de endeudamiento se está produciendo en todos los países más desarrollados como Japón y el Reino Unido lo que implica nuevos desafíos geopolíticos debido a la interrelación de quienes financian esas deudas.

En medio de todo eso, a mediados de 2009, los apologistas del capitalismo comenzaron a decir “lo peor ya pasó”. El marco simbólico del momento lo aportó el desempeño económico de Goldman Sachs. Luego de recibir en 2008 un aporte de U$S 10 millones del Tesoro de los EE.UU. y de que, el día 15 de setiembre, quebrara su competidor Lehman Brothers, Sachs informó que había ganado U$S 3,4 billones entre abril y junio, un 65% más que en el mismo período de 2008. Con tales resultados la Bolsa de Valores de Nueva York, cerró con un 33% en alza.

Ante ese panorama el mundo comenzó a ser más optimista con relación a la crisis y no pocos creían enfáticamente que ya había pasado del todo y para siempre. El día 24 de julio, el Dow Jones llego a su más alto nivel en ocho meses, superando los 9000 puntos. Las ganancias líquidas del sector bancario aumentaron. En Londres el índice del Financial Times subió un 1,46%, el DAX de Frankfurt, ganó un 2,45%, la Bolsa de París el CAC-40 subió un 2,08% En ese incremento de las acciones hasta el gigante Roche ganó un 3,2%, anunciando que iba a aumentar su producción del remedio Tamiflu, utilizado en el tratamiento de la gripe porcina. Tal vez el comentario más gracioso y filosófico fue el del director de ventas de productos empresariales Intel, Frank Jonhson. “en realidad las empresas están integradas por personas por eso creo que todo es cuestión de actitud, del modo como escogemos encarar la realidad. El optimismo genera optimismo” (Valor económico, B3, 24 de julio).

A fines de julio hasta el presidente Barak Obama declaró que “podemos estar comenzando a ver el fin de la recesión” Algunos días más tarde ese mismo espíritu llegó a Brasil. El 21 de julio el Indice de Confianza del Empresario Industrial publicó que por primera vez en el año, los empresarios confiaban en la economía del país. Un economista de la confederación Nacional de la Industria dijo: “en principio la percepción de la crisis ha terminado” Otro de LCA Consultores agregó “es normal que al terminar una crisis los valores se muestren contradictorios” Es decir que sería el comienzo de un período llamado de “post crisis” que al parecer durante los meses de agosto a setiembre de 2011 cayó como un castillo de naipes.

A comienzos de este mes de agosto las principales Bolsas del mundo caen debido a la intensificación de los temores de los inversores debido a la desaceleración de la economía global – impulsada por la crisis de los EE.UU. y por la crisis de la deuda en Europa, que está rondando actualmente a España y a Italia. La generalizada pérdida de confianza trastorna a los mercados por miedo a que los gigantescos paquetes de salvamento de la economía no hayan sido suficientes para evitarles una posiblemente larga depresión a los países centrales del capitalismo. Aún con el “rescate de Grecia” y la suba del techo de la deuda de los EE.UU. el espectro de la Depresión parece rondar al mundo, sumado a las expresivas resistencias políticas de diferentes regiones. Lo que está quedando claro es que el período “post crisis de 2008” fue apenas una gran ilusión dada la gigantesca dimensión de la crisis global. Estamos viviendo ahora el temor de que no sea posible ni controlar ni “regular” la crisis.

Recuerdo un interesantísimo comentario de Marx sobre el crack en el Capital IIi. Con el desdoblamiento de la crisis financiera “el proceso se complica tanto con la emisión de meros papeles sin valor, o con la venta de mercaderías destinadas solo a fabricar letras – que los negocios pueden subsistir con una tranquila apariencias de negocios sólidos y de fácil retorno del dinero, cuando en realidad hace ya mucho tiempo que esos retornos solo se hacen en realidad sobre la base de fraudes contra los prestamistas o los productores. Por eso en vísperas de un crash los negocios aparentan casi una solidez extrema… Los negocios marchan muy bien, reina la mayor prosperidad y de repente aparece la catástrofe”

Un colapso se avecina, una nueva etapa de la crisis global, pero todavía sin alternativas sociales ni organización internacional disponible. Son tiempos muy interesantes en que las organizaciones populares existentes están luchando improvisadamente, en condiciones extremadamente complicadas.

Estados Unidos en decadencia por Noam Chomsky


Es un tema común que Estados Unidos, que apenas hace unos años era visto como un coloso que recorrería el mundo con un poder sin paralelo y un atractivo sin igual (...) está en decadencia, enfrentado fatalmente a la perspectiva de su deterioro definitivo, señala Giacomo Chiozza en el número actual de Political Science Quarterly.

La creencia en este tema, efectivamente, está muy difundida. Y con cierta razón, si bien habría que hacer cierto número de precisiones. Para empezar, la decadencia ha sido constante desde el punto culminante del poderío de Estados Unidos, luego de la Segunda Guerra Mundial, y el notable triunfalismo de los años 90, después de la guerra del Golfo, fue básicamente un autoengaño.
Otro tema común, al menos entre quienes no se ciegan deliberadamente, es que la decadencia de Estados Unidos, en gran medida, es autoinfligida. La ópera bufa que vimos este verano en Washington, que disgustó al país y dejó perplejo al mundo, podría no tener parangón en los anales de la democracia parlamentaria.
El espectáculo incluso está llegando a asustar a los patrocinadores de esta parodia. Ahora, al poder corporativo le preocupa que los extremistas que ayudó a poner en el Congreso de hecho derriben el edificio del que dependen su propia riqueza y sus privilegios, el poderoso estado-niñera que atiende a sus intereses.
La supremacía del poder corporativo sobre la política y la sociedad –por lo pronto básicamente financiera– ha llegado al grado de que las dos formaciones políticas, que en esta etapa apenas se parecen a los partidos tradicionales, están mucho más a la derecha de la población en los principales temas a debate.
Para el pueblo, la principal preocupación interna es el desempleo. En las circunstancias actuales, esta crisis sólo puede remontarse mediante un significativo estímulo del gobierno, mucho más allá del más reciente, que apenas hizo coincidir el deterioro en el gasto estatal y local, aunque esa iniciativa tan limitada probablemente haya salvado millones de empleos.
Pero para las instituciones financieras la principal preocupación es el déficit. Por lo tanto, sólo está en discusión el déficit. Una gran mayoría de la población está a favor de abordar el déficit gravando a los muy ricos (72 por ciento, con 27 por ciento en contra), según precisa una encuesta de The Washington Post ABC News. Recortar los programas de atención médica cuenta con la oposición de una abrumadora mayoría (69 por ciento Medicaid, 78 por ciento Medicare). El resultado probable, por lo tanto, es lo opuesto.
El Programa sobre Actitudes de Política Internacional (PIPA) investigó cómo eliminaría el déficit la gente. Steven Kull, director de PIPA, afirma: Es evidente que tanto el gobierno como la Cámara (de Representantes) dirigida por los republicanos están fuera de sincronía con los valores y prioridades de la gente en lo que respecta al presupuesto.
La encuesta ilustra la profunda división: La mayor diferencia en gasto es que el pueblo favorece recortes profundos en el gasto de defensa, mientras el gobierno y la Cámara de Representantes proponen aumentos modestos. El pueblo también favorece aumentar el gasto en la capacitación para el trabajo, la educación y el combate a la contaminación en mayor medida que el gobierno o la Cámara.
El acuerdo final –o más precisamente la capitulación ante la extrema derecha– es lo opuesto en todos los sentidos, y casi con toda certeza provocará un crecimiento más lento y daños a largo plazo a todos, menos a los ricos y a las corporaciones, que gozan de beneficios sin precedentes.
Ni siquiera se discutió que el déficit podría eliminarse si, como ha demostrado el economista Dean Baker, se remplazara el disfuncional sistema de atención médica privada de Estados Unidos por uno semejante al de otras sociedades industrializadas, que tienen la mitad del costo per cápita y obtienen resultados médicos equivalentes o mejores.
Las instituciones financieras y las grandes compañías farmacéuticas son demasiado poderosas para que siquiera se analicen esas opciones, aunque la idea difícilmente parece utópica. Fuera de la agenda por razones similares también se encuentran otras opciones económicamente sensatas, como la del impuesto a las transacciones financieras pequeñas.
Entre tanto, Wall Street recibe regularmente generosos regalos. El comité de asignaciones de la Cámara de Representantes recortó el presupuesto a la Comisión de Títulos y Bolsa, la principal barrera contra el fraude financiero. Y es poco probable que sobreviva intacta la Agencia de Protección al Consumidor.
El Congreso blande otras armas en su batalla contra las generaciones futuras. Enfrentada a la oposición republicana en la protección ambiental, la importante compañía de electricidad American Electric Power archivó el esfuerzo más destacado del país para captar el bióxido de carbono de una planta actualmente impulsada por carbón, lo que asestó un fuerte golpe a las campañas para reducir las emisiones causantes del calentamiento global, informó The New York Times.
Estos golpes autoinfligidos, aunque cada vez son más potentes, no son una innovación reciente. Datan de los años 70, cuando la política económica nacional sufrió importantes transformaciones que pusieron fin a lo que suele llamarse la época de oro del capitalismo de Estado.
Dos importantes elementos de esto fueron la financiarización (el desplazamiento de las preferencias de inversión, de la producción industrial a las finanzas, los seguros y los bienes raíces) y la externalización de la producción. El triunfo ideológico de las doctrinas de libre mercado, muy selectivo como siempre, le asestó aún más golpes, conforme se traducía en desregulación, reglas de administración corporativa que condicionaban las enormes recompensas a los directores generales con los beneficios a corto plazo y otras decisiones políticas similares.
La concentración resultante de riqueza produjo mayor poder político, acelerando un círculo vicioso que ha aportado una riqueza extraordinaria al uno por ciento de la población, básicamente directores generales de grandes corporaciones, gerentes de fondos de garantía y similares, mientras la gran mayoría de los ingresos reales prácticamente se estancaron.
Al mismo tiempo, el costo de las elecciones se disparó a las nubes, haciendo que los dos partidos tuvieran que escarbar más hondo en los bolsillos de las corporaciones. Lo que quedaba de democracia política fue socavado aún más cuando ambos partidos recurrieron a la subasta de puestos directivos en el Congreso, como delineó el economista Thomas Ferguson en The Financial Times.
Los principales partidos políticos adoptaron una práctica de los grandes detallistas, como Walmart, Best Buy y Target, escribe Ferguson. Caso único en las legislaturas del mundo desarrollado, los partidos estadunidenses en el Congreso ponen precio a puestos claves en el proceso legislativo. Los legisladores que aportan más fondos al partido son los que obtienen esos puestos.
El resultado, de acuerdo con Ferguson, es que los debates se basan fuertemente en la repetición interminable de un puñado de consignas, que han sido probadas por su atractivo para los bloques de inversionistas y grupos de interés nacionales, de los que depende la dirigencia para obtener recursos. Y que se condene el país.
Antes del crac de 2007, del que fueron responsables en gran medida, las instituciones financieras posteriores a la época de oro habían obtenido un sorprendente poder económico, multiplicando por más de tres su participación en las ganancias corporativas. Después del crac, numerosos economistas empezaron a investigar su función en términos puramente económicos. Robert Solow, premio Nobel de Economía, concluyó que su efecto podría ser negativo. Su éxito aporta muy poco o nada a la eficiencia de la economía real, mientras sus desastres transfieren la riqueza de los contribuyentes hacia los financieros.
Al triturar los restos de la democracia política, las instituciones financieras están echando las bases para hacer avanzar aún más este proceso letal... en tanto sus víctimas estén dispuestas a sufrirlo en silencio.