viernes, 23 de septiembre de 2011

Saqueo o revolución mundial

1. ¿Los países hegemónicos han tenido, tienen, tendrán otro método que la intervención militar para lidiar con su propia crisis y con los países periféricos? La fabricación de armamentos motoriza la industria. La recluta de mercenarios ocupa y aleja a los marginales. La destrucción de países para repartirse sus recursos anima la rebatiña financiera.


2. ¿Bastará la guerra infinita para salvar al imperialismo? El gasto armamentista quiebra las economías. El déficit se enjuga con recortes del gasto social que fomentan la sublevación interna. La economía de casinos bursátiles conduce de una crisis a otra. La repetida agresión externa empantana a los imperios en guerras que no pueden ganar contra culturas que no entienden. El saqueo y derroche de hidrocarburos concluirá cuando éstos se agoten. El actual estilo civilizatorio no sobrevivirá al agotamiento de la fuente de más del 90% de su consumo energético. La rebatiña por petróleo, agua y biodiversidad lleva al enfrentamiento entre grandes potencias y a la Guerra Mundial.

3. ¿El atentado contra Libia modifica este panorama? Bombardeos filantrópicos de la OTAN allanan el camino a una humanitaria coalición de saqueadores que comprende especuladores financieros de la autocracia petrolera de Qatar, ex funcionarios de Kadafi, fundamentalistas sunitas, yihadistas, grupos tribales bereberes y fichas de Al Qaeda. Esta benévola pandilla se estrenó asesinando a su primer jefe, Younis. No parecen cimientos para construir una paz duradera ni una victoria más rápida que las infinitamente postergadas en Afganistán e Irak. Estados Unidos armó en Afganistán a los talibanes, ahora sus peores enemigos. Nueve años de demolición de Irak concluyeron en la conquista del gobierno por chiítas partidarios de Irán, el primer rival de Estados Unidos en la región. A fuerza de bombas, la Alianza Atlántica abre el camino en Libia a gran parte de sus enemigos. Todo aliado de Estados Unidos deviene su víctima o su adversario.

4. ¿Bastará no hacer nada para que el Imperio se detenga? En entrevista televisiva realizada en marzo de 2007, el ex comandante de la OTAN general Wesley Clark revela que apenas semanas después del 11 de septiembre de 2001, comenzada la invasión de Afganistán, uno de los generales que trabajaban directamente con el Secretario Rumsfeld y el Subsecretario Wolfowits le mostró papeles de la oficina del Secretario de la Defensa diciéndole: "Esto es una memoria que describe como vamos a invadir 7 paises en 5 años. Empezando por Irak, Siria, Libano, Libia, Somalia y Sudán y para terminar Irán" (“General Wesley Clark: plan de Estados Unidos en 2001 para invadir 7 países, entre ellos Libia” www.forosperu.com 13-8-2011).

5. ¿El latrocinio contra Libia mejorará la suerte de las autocracias petroleras de Bahrein, Arabia Saudita, Kuwait y Quatar, de las potencias que omitieron usar el veto contra la intervención, de los consumidores de hidrocarburos? Las compañías imperiales mantendrán los altos precios, porque de ellos dependen sus ganancias exorbitantes. Las autocracias petroleras son útiles como peones contra los países de la OPEP todavía independientes. A medida que sean sometidos, las autocracias petroleras del Golfo devendrán inútiles, se les pagará cada vez menos por el oro negro y sus pueblos hambreados las derrocarán. A Rusia y China ya se las excluyó del reparto del petróleo libio. Pronto se las excluirá del petróleo mundial.

6. ¿Calmará el saqueo la agitación global? Si el botín no alcanza para las grandes potencias, menos llegará a los pueblos. La recesión incrementará el desempleo; éste agravará la discriminación contra los inmigrados; la crisis alimentaria disparará el costo de la vida; la decisión de los gobiernos de arrojar el peso de la crisis sobre los trabajadores los hambreará; éstos seguirán bajo las banderas de la Indignación, liberándose del neoliberalismo y derrocando autocracias conservadores como las de Túnez y Egipto.

7. ¿Bastan una crisis terminal del capitalismo y una oleada de motines y de agitación popular para detonar una revolución internacional? Las fuerzas sociales se disipan sin maquinarias o proyectos capaces de encauzarlas. Durante la hecatombe neoliberal, partidos e intelectuales antes revolucionarios se entregaron al Pensamiento Único y abdicaron la conducción de la poderosa conmoción que hoy sacude al planeta. Urge la constitución o reconstitución de proyectos revolucionarios y de partidos radicales dispuestos a cumplirlos. Sólo esto nos separa de la Revolución Mundial.

Crecimiento económico e inestabilidad política en América Latina

La crisis económica del centro capitalista mundial ha tenido efectos distintos sobre los países de América Latina. En Sur América el incremento de las exportaciones de materias primas a China ha tenido un impacto favorable. Incluso, sobre la correlación política que ha visto un giro hacia la izquierda. En Centro América y el Caribe, así como México, la experiencia ha sido diferente. Su vínculo más estrecho con EEUU ha creado problemas en su crecimiento e, igualmente, en su estabilidad política. El caso de Panamá es ambiguo. Por un lado, el Canal de Panamá ha sostenido un crecimiento espectacular de la economía nacional. Sin embargo, las políticas equivocadas de seguridad militar impuestas por EEUU incrementan la inestabilidad política y la criminalidad.

En Sur América la proyección de estabilidad política puede deberse, en primer lugar, a la transformación de la correlación de fuerzas sociales. El movimiento obrero organizado golpeado por las políticas neoliberales y las crisis económicas (del “tango”, “tequila”, etc.) fue, en parte, complementada por la reestructuración de las capas medias. Un porcentaje significativo de este sector, en búsqueda de cierta estabilidad, optó por apoyar las propuestas políticas de un modelo “social demócrata” diferente (PT, Justicialismo, Frente Amplio). Incluso, las capas medias se inclinaron, en muchos casos, a favor de los gobiernos populistas que surgían sin precedentes partidistas históricos (Socialismo del siglo XXI, MAS y Frente Sandinista).

En segundo lugar, surgió - como alternativa al estancamiento del comercio exterior con EEUU- la opción presentada por la creciente demanda comercial de China. La pérdida relativa de la relación con EEUU se puede analizar desde tres perspectivas diferentes: Primero, la industria norteamericana perdió su competitividad y disminuyó sus exportaciones a la región. Segundo, la falta de crecimiento de la planta industrial norteamericana disminuyó las importaciones de materias primas. América Latina era el proveedor más importante de estos rubros cuando EEUU tenía una manufactura pujante. Por último, la tecnología de punta que actualmente exporta EEUU favorece países donde existe una fuerza de trabajo más barata y disciplinada. Este es el caso de China y otros países del Lejano Oriente.

En cambio, el comercio con China se ha disparado. En pocos años el país oriental se convirtió en el segundo socio comercial de la región, tanto visto desde la perspectiva de las exportaciones latinoamericanas (materias primas) como las importaciones (manufacturas). En 2000, el comercio entre América Latina y China alcanzaba los 13 mil millones de dólares. A principios de la segunda década del presente siglo llegará a 150 mil millones de dólares. La región se ha transformado en un importante proveedor de productos primarios a China, suministrando más del 60 por ciento de las importaciones chinas de soja (principalmente de Brasil y Argentina), un 80 por ciento de harina de pescado (de Perú y Chile), cerca del 69 por ciento de los despojos de aves troceados (Argentina y Brasil) y un 45 por ciento de vinos y uvas (Chile).

En algunos países de Sur América el cambio significó un enfrentamiento político con EEUU. La nueva correlación de fuerzas en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador produjo un choque con los intereses tradicionales de EEUU en esos países. Al mismo tiempo, la nueva correlación de fuerzas produjo gobiernos más independientes en Brasil. Argentina, Uruguay e, incluso, Paraguay. Estos siete países tienen gobiernos que le dan sentido a la etiqueta de “giro hacia la izquierda”. Para administrar estos cambios políticos – producto de la nueva correlación de fuerzas – llegaron al poder partidos políticos asociados con posiciones de izquierda. Las imágenes, los discursos y la historia de los nuevos partidos y sus líderes se asocian con los símbolos de las luchas populares del siglo XX: movilizaciones populares, intervención del Estado y socialismo.

En los casos de Chile, Colombia y Perú la situación se encuentra aún borrosa aunque pueden darse cambios a corto plazo como consecuencia de la nueva correlación de fuerzas. En el caso de Chile, la “izquierda” dentro de la llamada Concertación que (1991-2010), se distanció de los discursos de la izquierda del siglo XX. Adoptó una imagen globalizada, flexible y subordinada al “Consenso de Washington”. En Colombia, la intervención directa militar de EEUU evitó que se llegaran a pactos entre las nuevas fuerzas sociales que emergen al calor de una guerra civil. Todo indica, sin embargo, que en el caso de la patria de Santander su dependencia económica y militar frente a EEUU sigue siendo dominante. En el caso de Perú, aún está por verse si se estabiliza una nueva correlación de fuerzas. La triangulación entre Brasil, EEUU, China puede beneficiar a Perú.

Los nuevos gobiernos de “izquierda” de América del Sur han logrado desarrollar programas sociales que alivian las contradicciones que surgen como consecuencia de la falta de políticas de desarrollo en sus respectivos países. Una porción de los excedentes extraordinarios recabados del creciente comercio con China, se destina a paliar la falta de participación en los procesos de producción de los trabajadores. En algunos casos son administrados por nuevas organizaciones políticas, en otros por organizaciones con historia y bases consolidadas. Paraguay y Perú se dirigen hacia un camino autónomo. Chile y Colombia negocian entre las diferentes clases sociales la salida más adecuada.

La hambruna enriquece a empresarios sin escrúpulos en Somalia


En septiembre de 2008 se registró el supuesto asalto, por parte de un grupo armado en el norte de Somalia, a un convoy que llevaba ayuda alimentaria y cuya operación estaba a cargo de un acaudalado empresario somalí y su esposa.

El dueño de la empresa que operaba el convoy culpó del incidente a la Unión de Cortes Islámicas, pero fuentes internacionales e independientes de Somalia dijeron a los investigadores del Grupo de Monitoreo de Somalia que probablemente el ataque había sido fabricado y los alimentos se habían desviado para su venta.

El Grupo de Monitoreo de Somalia, entidad creada por el Consejo de Seguridad de la ONU con el mandato de dar seguimiento a las violaciones del embargo a las armas en Somalia, presentó las conclusiones de su investigación al Consejo de Seguridad en marzo de 2010.

Su informe señala que el Programa Mundial de Alimentos, principal proveedor de ayuda de este tipo en Somalia, había otorgado 80% de los contratos de transportación, cuyo valor se calcula en $160 millones de dólares, a tres empresarios somalíes al frente de un cartel monopólico en el país y probablemente implicados en la desviación de la ayuda.

Las fuentes entrevistadas por el Grupo de Monitoreo calculan que hasta 50% de la ayuda alimentaria se desvía constantemente, no solo por las empresas de transportes, sino por personal del Programa Mundial de Alimentos y por ONG con operaciones en Somalia, entre ellas una organización fundada por la esposa de uno de los empresarios del cartel de transportistas.

El Grupo de Monitoreo indicó, además, que uno de los transportistas perteneciente al cartel tiene vínculos con la Unión de Cortes Islámicas, lo que plantea la posibilidad de que la ayuda alimentaria se esté usando para financiar a grupos armados de oposición.

El Grupo exhortó al Secretario General de la ONU a iniciar “una investigación verdaderamente independiente de la oficina del Programa Mundial de Alimentos en Somalia, con autoridad para investigar los procedimientos y la realidad de las contrataciones de transportistas”, y recomendó que “el Programa Mundial de Alimentos modifique sus procesos internos a fin de diversificar realmente la concesión de contratos”.

El Programa Mundial de Alimentos rechazó la mayoría de las acusaciones contenidas en el informe del Grupo de Monitoreo, pero prometió no hacer acuerdos con los transportistas mencionados en el documento y ampliar su cartera de contratistas para alentar la competencia.

No obstante, una investigación de Associated Press (AP) sobre la ayuda humanitaria que llega a Somalia concluye que el Programa Mundial de Alimentos sigue dependiendo al menos de uno de estos transportistas para la entrega de la ayuda.

Además, AP encontró miles de sacos de comida del Programa Mundial de Alimentos, del gobierno de Estados Unidos y del gobierno de Japón a la venta en los mercados de Mogadiscio.

En un artículo publicado este mes, AP reveló el descubrimiento de ocho lugares dentro de la capital donde se venden alimentos provenientes de la ayuda. Entre los productos a la venta destacan el maíz, los cereales y la Plumpy’nut, un alimento fortificado a base de cacahuate, especialmente diseñado para menores desnutridos.

El artículo cita a un funcionario de Mogadiscio que cree que hasta la mitad de la ayuda alimentaria que se envía a Somalia es robada por empresarios sin escrúpulos. Dijo también que tal vez la proporción de alimentos robados era menor antes del influjo actual de ayuda alimentaria, pero que “en las últimas semanas la capital se ha visto inundada de alimentos en un proceso que carece prácticamente de control, lo que ha generado una bonanza para los empresarios”. No sorprende que el Programa Mundial de Alimentos rechazara las conclusiones de esta investigación y afirmara que “es improbable semejante escala de supuestos robos” y que solo se desvía 1% de la ayuda alimentaria destinada a Somalia, declaración respaldada por el gobierno somalí, a pesar de que AP ha publicado fotografías que prueban la venta de alimentos guardados en sacos marcados como ayuda alimentaria en los mercados de Mogadiscio.

Este hecho no recibió tanta publicidad como podría esperarse, tal vez porque se ha visto ensombrecida por los llamados orquestados por agencias de ayuda para conseguir donativos, pues dependen de ellos para mantener sus operaciones.

Seguramente los gobiernos, las corporaciones y las empresas que hacen donativos a organizaciones benéficas y ayuda humanitaria no tendrían la misma disposición a ser generosos con sus recursos si descubrieran que se roba gran parte de los alimentos cuyos costos han sufragado o la comida nunca llega a su destino.

La industria de la ayuda alimentaria, no solo en Somalia, sino en otras partes del mundo, está plagada de escándalos. Sin embargo, prácticamente ningún donante o periodista se atreve a informar del lado oscuro de una industria en pleno auge. Resulta mucho más fácil mirar hacia otro lado y darse una palmadita en la espalda, y creer que se ha hecho algo por aliviar a un pueblo hambriento.

Si tenemos el valor de mirar con atención constataremos que la ayuda alimentaria es un negocio multimillonario, un negocio que ha ayudado a un pequeño grupo a amasar una auténtica fortuna sobre las espaldas de la gente que padece hambre.

LA CRISIS ECONOMICA EMPEORA Y ARRASTRA AL MUNDO AL ABISMO


Asia y la nueva crisis mundial

Funcionarios de los ministerios de Economía y bancos centrales de varios países asiáticos se reunieron en Manila la semana pasada, en un taller sobre Asia y la crisis mundial, en el que participaron también expertos independientes.

La reunión, organizada por la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico y el Banco Central de Filipinas, no pudo ser más oportuna, en especial ante al agravamiento sustancial en las últimas semanas de las perspectivas económicas a corto plazo de Estados Unidos, Europa y Japón.

En la “gran recesión” de 2008-2009, la región se vio afectada por una brusca caída de las exportaciones, que repercutió en el Producto Nacional Bruto (PNB). Pero las políticas de estímulo económico aplicadas por los países desarrollados y varios países asiáticos -entre ellos China, India y Malasia- provocaron una rápida recuperación.

El cambio de políticas en los países desarrollados, que pasaron del estímulo fiscal a la austeridad, es una de las principales razones de la reciente desaceleración, que esta vez parece que durará más.

Asia es vulnerable a una nueva recesión debido a su alta dependencia de las exportaciones. Un documento de South Centre estima que las exportaciones contribuyen aproximadamente en un cincuenta por ciento al reciente crecimiento previo a la crisis. China ya se está preparando para una reducción de sus exportaciones y del crecimiento de su PNB.

La idea es que China aumente el gasto del consumo interno, que pasaría a ser su futuro motor de crecimiento. Pero es más fácil decirlo que hacerlo.

En los últimos años, la participación del consumo en el PBI bajó de cincuenta y cinco por ciento a fines de 1990, a treinta y seis por ciento en 2008. Una de las principales razones es que el aumento de los salarios quedó muy rezagado con respecto a los aumentos de productividad. Como resultado, la participación de los salarios en el PBI cayó a un cuarenta por ciento, cuando en la década del noventa se ubicaba entre cincuenta y cincuenta y cinco por ciento.

China está adoptando medidas para aumentar los salarios de los trabajadores, lo que podría estimular la demanda interna. Pero también existe el temor de que salarios más altos resten competitividad a las empresas chinas en tanto tengan menores márgenes de ganancia.

Otros países asiáticos tienen incluso mayor dependencia de las exportaciones. En Indonesia, Corea del Sur, Taiwán y Tailandia, las exportaciones contribuyeron en más del sesenta por ciento a su crecimiento, comparado con el cuarenta a cincuenta por ciento de China, y la dependencia es aún mayor en Malasia, Singapur y Vietnam.

Los países asiáticos son muy vulnerables a una desaceleración de las exportaciones tanto hacia los países desarrollados como a China, ya que exportan gran parte de los componentes que este último utiliza para fabricar sus productos de exportación. Por eso, una desaceleración de las exportaciones chinas a Estados Unidos y la Unión Europea también tendrá un fuerte impacto.
En numerosos países del sudeste asiático, un gran problema es la aparente falta de oportunidades de inversión, ya que se ha quedado atrás con respecto al ahorro.

En los últimos años, los índices de inversión en Malasia, Singapur, Filipinas, Taiwán e Indonesia han sido aproximadamente el veinte por ciento del PBI, menos de la mitad del índice registrado por China. Sus índices de inversión no se han recuperado a los niveles alcanzados antes de la crisis asiática de 1997 y son demasiado bajos para generar un crecimiento rápido de la demanda efectiva.
Estos países necesitan planificar nuevas fuentes de crecimiento a partir de un aumento de la demanda interna, así como del comercio entre los países de la región y con otras regiones del Sur en desarrollo.
Una lección importante que muchos países asiáticos aprendieron en la crisis de 1997-1999 es que no deben quedar atrapados en una situación vulnerable en que sus reservas de divisas caigan hasta el punto de enfrentar un incumplimiento de la deuda. Es así que el alto excedente de cuenta corriente e importante acumulación de reservas de divisas protegieron a muchos países durante la crisis mundial de 2008-2009.

Sin embargo, la región también enfrenta una serie de vulnerabilidades financieras que la nueva conmoción mundial deja más en evidencia.

En primer lugar, algunos países tienen importantes déficit de cuenta corriente y dependen de los ingresos de capital extranjero para cubrirlos. Podrían tener problemas con la balanza de pagos en caso de que las exportaciones se deterioren, o si se revirtieran los ingresos de capital.

En segundo lugar, varios países asiáticos estuvieron liberalizando sus ingresos de capital en la década pasada. Se abrieron al ingreso de capital extranjero, incluso inversiones directas, inversiones de cartera y préstamos. También permitieron ingresos de capital de residentes, bancos y empresas. Están, pues, más susceptibles a oleadas de ingresos de capital y egresos de fondos de empresas locales y personas.

En épocas en que los ingresos de capital son grandes, éstos se equilibran con los egresos de los residentes o los superan. Pero cuando un país enfrenta un revés en las corrientes de capital extranjero, podría ser difícil recuperar el capital local que se fue al exterior. Como resultado, el país queda expuesto a los riesgos de importantes egresos netos. Si eso no se compensa adecuadamente con un excedente en la balanza comercial y las cuentas corrientes, la posición de su balanza de pagos podría verse afectada.

En tercer lugar, los países asiáticos están expuestos a los aumentos de fondos internacionales en busca de mayores rendimientos. La reciente ola de ingresos de capital causaron problemas tales como apreciación de la moneda -lo que se traduce en que las exportaciones sean menos competitivas-, exceso de liquidez, presiones inflacionarias y burbujas en los precios de acciones e inmuebles. También son vulnerables a una caída repentina de las corrientes de capital, lo que puede tener efectos devastadores. Algunos países asiáticos, como Tailandia y Corea del Sur, utilizaron controles de capital para reducir los ingresos de capital, pero las presiones continúan.

En cuarto lugar, varios países asiáticos sufrieron pérdidas debido a la caída del valor de sus reservas de divisas -gran parte de las cuales están en bonos del Tesoro de Estados Unidos- como resultado de la depreciación del dólar. La actual falta de alternativa al dólar como moneda mundial de reserva agudiza este problema.

Si bien los países asiáticos pueden adoptar medidas nacionales para controlar o reducir las vulnerabilidades mencionadas, dichas medidas podrían ser inefectivas a menos que exista una acción colectiva a escala mundial. Por tanto, las autoridades de la región deberían ser más activas en cuanto a impulsar reformas financieras mundiales.

Ésa fue una de las conclusiones de la reunión en Manila.

La nueva desaceleración mundial ha vuelto aún más urgente el replanteo de los modelos de crecimiento nacionales y regionales, así como la necesidad tener una fuerte voz regional en las políticas económicas y reformas financieras mundiales.

Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

http://agendaglobal.redtercermundo.org.uy/2011/09/15/asia-y-la-nueva-crisis-mundial/

Crecimiento económico e inestabilidad política


La crisis económica del centro capitalista mundial ha tenido efectos distintos sobre los países de América Latina. En Sur América el incremento de las exportaciones de materias primas a China ha tenido un impacto favorable. Incluso, sobre la correlación política que ha visto un giro hacia la izquierda. En Centro América y el Caribe, así como México, la experiencia ha sido diferente. Su vínculo más estrecho con EEUU ha creado problemas en su crecimiento e, igualmente, en su estabilidad política. El caso de Panamá es ambiguo. Por un lado, el Canal de Panamá ha sostenido un crecimiento espectacular de la economía nacional. Sin embargo, las políticas equivocadas de seguridad militar impuestas por EEUU incrementan la inestabilidad política y la criminalidad.

En Sur América la proyección de estabilidad política puede deberse, en primer lugar, a la transformación de la correlación de fuerzas sociales. El movimiento obrero organizado golpeado por las políticas neoliberales y las crisis económicas (del “tango”, “tequila”, etc.) fue, en parte, complementada por la reestructuración de las capas medias. Un porcentaje significativo de este sector, en búsqueda de cierta estabilidad, optó por apoyar las propuestas políticas de un modelo “social demócrata” diferente (PT, Justicialismo, Frente Amplio). Incluso, las capas medias se inclinaron, en muchos casos, a favor de los gobiernos populistas que surgían sin precedentes partidistas históricos (Socialismo del siglo XXI, MAS y Frente Sandinista).

En segundo lugar, surgió - como alternativa al estancamiento del comercio exterior con EEUU- la opción presentada por la creciente demanda comercial de China. La pérdida relativa de la relación con EEUU se puede analizar desde tres perspectivas diferentes: Primero, la industria norteamericana perdió su competitividad y disminuyó sus exportaciones a la región. Segundo, la falta de crecimiento de la planta industrial norteamericana disminuyó las importaciones de materias primas. América Latina era el proveedor más importante de estos rubros cuando EEUU tenía una manufactura pujante. Por último, la tecnología de punta que actualmente exporta EEUU favorece países donde existe una fuerza de trabajo más barata y disciplinada. Este es el caso de China y otros países del Lejano Oriente.

En cambio, el comercio con China se ha disparado. En pocos años el país oriental se convirtió en el segundo socio comercial de la región, tanto visto desde la perspectiva de las exportaciones latinoamericanas (materias primas) como las importaciones (manufacturas). En 2000, el comercio entre América Latina y China alcanzaba los 13 mil millones de dólares. A principios de la segunda década del presente siglo llegará a 150 mil millones de dólares. La región se ha transformado en un importante proveedor de productos primarios a China, suministrando más del 60 por ciento de las importaciones chinas de soja (principalmente de Brasil y Argentina), un 80 por ciento de harina de pescado (de Perú y Chile), cerca del 69 por ciento de los despojos de aves troceados (Argentina y Brasil) y un 45 por ciento de vinos y uvas (Chile).

En algunos países de Sur América el cambio significó un enfrentamiento político con EEUU. La nueva correlación de fuerzas en países como Venezuela, Bolivia y Ecuador produjo un choque con los intereses tradicionales de EEUU en esos países. Al mismo tiempo, la nueva correlación de fuerzas produjo gobiernos más independientes en Brasil. Argentina, Uruguay e, incluso, Paraguay. Estos siete países tienen gobiernos que le dan sentido a la etiqueta de “giro hacia la izquierda”. Para administrar estos cambios políticos – producto de la nueva correlación de fuerzas – llegaron al poder partidos políticos asociados con posiciones de izquierda. Las imágenes, los discursos y la historia de los nuevos partidos y sus líderes se asocian con los símbolos de las luchas populares del siglo XX: movilizaciones populares, intervención del Estado y socialismo.

En los casos de Chile, Colombia y Perú la situación se encuentra aún borrosa aunque pueden darse cambios a corto plazo como consecuencia de la nueva correlación de fuerzas. En el caso de Chile, la “izquierda” dentro de la llamada Concertación que (1991-2010), se distanció de los discursos de la izquierda del siglo XX. Adoptó una imagen globalizada, flexible y subordinada al “Consenso de Washington”. En Colombia, la intervención directa militar de EEUU evitó que se llegaran a pactos entre las nuevas fuerzas sociales que emergen al calor de una guerra civil. Todo indica, sin embargo, que en el caso de la patria de Santander su dependencia económica y militar frente a EEUU sigue siendo dominante. En el caso de Perú, aún está por verse si se estabiliza una nueva correlación de fuerzas. La triangulación entre Brasil, EEUU, China puede beneficiar a Perú.

Los nuevos gobiernos de “izquierda” de América del Sur han logrado desarrollar programas sociales que alivian las contradicciones que surgen como consecuencia de la falta de políticas de desarrollo en sus respectivos países. Una porción de los excedentes extraordinarios recabados del creciente comercio con China, se destina a paliar la falta de participación en los procesos de producción de los trabajadores. En algunos casos son administrados por nuevas organizaciones políticas, en otros por organizaciones con historia y bases consolidadas. Paraguay y Perú se dirigen hacia un camino autónomo. Chile y Colombia negocian entre las diferentes clases sociales la salida más adecuada.

- Marco A. Gandásegui, hijo, es docente de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) Justo Arosemena. http://marcoagandasegui10.blogspot.com

Cambiar los objetivos


Por descontado que los comportamientos económicos no pueden seguir los caminos emprendidos y que se requieren cambios valientes y no seguir soñando con los regalitos, pero se ve que la adaptación a la situación todavía se hace con ideas de transitoriedad y no de adaptación a un bache que ha trastornado el zócalo en el que se apoyaban las expectativas de la gente. Hay que mirar hacia otro lado y ver más allá del intento de cambiar el mínimo para que todo siga de la misma manera, lo que es propio de los políticos que tenemos y habrá que ver si podemos tener otros o nos hemos de hundir con el barco todos juntos.

Hay que organizar la actividad económica de otra manera. Un retorno a la producción y comercialización de proximidad, retomando en mano las capacidades de ordenación de la economía más adecuada a la situación de cada uno de los países, manteniendo la cooperación en aquello que puede adentrar a la Unión Europea en una profunda crisis hasta acabar de nuevo en enfrentamientos armados. El endeudamiento total, público y privado (hogares, empresas y bancos) es el problema principal junto con las ruinosas inversiones realizadas en los años de la burbuja inmobiliaria (y que en Francia parece formarse ahora), de las que todo el mundo quiere deshacerse ahora sin asumir el coste.

Desde la cooperación, que significa hacer sacrificios sin sobrepasar el coste alternativo no cooperar, debe organizarse el desmontaje de una Unión Europea que ha ido más allá de lo económicamente posible por la diferencia entre los Estados componentes, sus poblaciones y características, lo que hacía hablar hace unos años de la Europa a dos velocidades, como mínimo añadiría yo, tras las alegres ampliaciones posteriores.

Hay que ayudar a Grecia a superar la situación actual, como puede ser necesario ayudar a Irlanda o Portugal o a otros, pero para hacerlo no es necesario formar parte de la Unión Europea, ni hacer de la defensa de una ilusión, la del euro el enterrador de poblaciones en la miseria. Hay que mirar hacia otro lado, plantear otros objetivos, como decía Ralf Dahrendorf en El nuevo liberalismo, "la historia, o el hombre, si prefiere, no progresa a través de la solución de problemas, sino a través del cambio de sus objetivos. "

Profesor Titular Departamento Economía i Empresa UVIC

"La crisis puede desplomar a la gran banca europea”

El peligro más importante en estos días no es tanto Grecia, sino una bancarrota de bancos privados muy grandes, como el Société Générale de Francia, que perdió el 55 por ciento de su capitalización bursátil en los seis últimos meses”, dispara y sorprende el reconocido intelectual europeo Éric Toussaint, presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo y autor del reciente libro publicado en Argentina La crisis global. Además, el politólogo belga, figura central del movimiento Attac, siglas en francés de la Asociación por una Tasa para las Transacciones Financieras y Ayuda a los Ciudadanos y activista del Foro Social Mundial, estima que la oferta del bloque Bric (Brasil, Rusia, India, China) sobre comprar deuda europea implica “una inédita inversión de roles en el sistema global. Solamente China podría salvar al conjunto de Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España. Porque las reservas del gigante asiático son superiores al total de la deuda pública de dichos países. Entonces, yo diría que los países del Sur tienen la posibilidad histórica de cambiar las reglas y de imponer otro rumbo”.


¿Cómo analiza lo que está pasando con la deuda griega y los cimbronazos económicos de Italia y España?
–La Unión Europea y, en particular, la eurozona atraviesan una crisis brutal. Empezó en mayo de 2010 por el eslabón más débil de la cadena de la deuda pública europea, es decir Grecia, y luego se contagió a Irlanda y Portugal. Igualmente, el peligro más importante en estos días no es tanto Grecia, sino una bancarrota de bancos privados muy grandes, como el Société Générale de Francia que perdió el 55 por ciento de su capitalización bursátil en los seis últimos meses. Estos bancos están al borde de la bancarrota porque utilizaron, en los años 2007 y 2008, la liquidez otorgada por el Banco Central Europeo y las reservas federal de Estados Unidos para endeudar masivamente a países de las zonas del euro, en lugar de utilizar el dinero para dinamizar la economía real. Entonces, estos bancos son muy débiles frente a la situación general de inestabilidad de la deuda pública en varios países de la Unión Europea.

Cuando uno lee que el Bric, este bloque de países que integran Brasil, Rusia, India y China, dice “hagamos un Plan Mar­shall, pero en vez de mandarle la plata desde el Departamento del Tesoro norteamericano, lo podemos realizar este grupo de países con recursos propios”, suena extrañísimo. ¿Cómo tenemos que interpretar eso?
–Es una inversión de roles, claro que tienen enormes reservas en dólares y euros. Solamente China podría salvar al conjunto de Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España. Porque las reservas de China son superiores al total de la deuda pública de los países que acabo de mencionar. ¿Cuál es la reflexión sobre esto? Primero, que en los últimos años con el alza de los precios de materias primas, los países del sur del planeta y China lograron acumular un capital enorme. Además, estas mismas naciones no aplican de manera ortodoxa las políticas neoliberales, al contrario de la Unión Europea y los Estados Unidos. Entonces, yo diría que los países del Sur tienen la posibilidad histórica de cambiar las reglas y de imponer otro rumbo. Y la segunda reflexión es que, sin embargo, estos países no utilizan esta oportunidad histórica para realmente cambiar las reglas del juego global. No retan a Europa para abandonar el dogma neoliberal sino que se proponen como ayudantes a nivel financiero y para mí eso es una debilidad estratégica. Es el problema del G-20, de la política de los gobiernos de Brasil, Argentina y China, que no son de una suficiente ofensiva para doblegar la coyuntura actual.

Y usted cree que hay un margen en las relaciones de poder internacional para ostentar una actitud más protagónica, más agresiva.
–Por supuesto, los países del Sur tienen realmente la posibilidad. Incluso, podrían definir criterios alternativos para otro de­sarrollo productivo del planeta. Y también podrían impulsar una perspectiva de alternativa sobre el tema del cambio climático y sobre la crisis financiera bursátil. Nosotros, por ejemplo, y a nivel de los movimientos sociales y de organizaciones sindicales europeos, resistimos a la ofensiva neoliberal extendiendo iniciativas ciudadanas de auditoría de la deuda. Ese movimiento nació en Grecia, y ahora se están constituyéndose pares del mismo tipo en Portugal, en España, en Irlanda, y hace diez días nació, también, un Comité de Iniciativa para una auditoría ciudadana en Francia. En definitiva, el tema de la deuda, ahora, se transformó en el eje central de la discusión política en Europa. Y eso gracias a que, por primera vez, grandes movimientos dedican toda su atención a la resolución del problema. Y lo hacen recordando a la gente que hay que aprender de las experiencias de lucha del Ecuador, de la Argentina. Porque estos países y sus organizaciones sociales, de algún modo, al menos, no siguieron en la doxa neoliberal. De algún modo, hicieron una primera ruptura antipensamiento único, que habría que extender y profundizar.
Fuente:
Eduardo Anguita eanguita@miradasalsur.com

Dilma Rousseff defendió una violación parcial de las patentes medicinales


La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, defendió en Naciones Unidas la posibilidad de flexibilizar las patentes de algunas especialidades medicinales contra enfermedades crónicas no transmisibles, tales como la hipertensión, el cáncer, la diabetes y las dolencias respiratorias.  

Una defensa de la ruptura parcial de la legislación de patentes fue explicada por Dilma Rousseff durante la Reunión de Alto Nivel sobre Dolencias Crónicas No Transmisibles, en Nueva York"Brasil respeta sus compromisos en materia de propiedad intelectual pero estamos convencidos de que las flexibilidades aprobadas en Doha (Qatar), son indispensables para las políticas que garantizan el derecho a la salud", dijo Dilma.

 El ministro de Salud de Brasil, Alexandre Padilha, quien la acompañaba en la presentación neoyorkina, dijo que el gobierno no está defendiendo la violación generalizada de patentes sino solamente cuando fuese necesario para el tratamiento de dolencias crónicas no transmisibles, reiteró. Él agregó que se encuentra superado el enfoque de la flexibilidad solamente aplicada a patentes de medicamentos contra el virus HIV. Dilma explicó su plan de salud (que recibe muchas críticas en Brasil porque se afirma que no cuenta con recursos suficientes como para garantizar la atención necesaria, pero que tiene iniciativas muy interesantes como la distribución de medicamentos a diabéticos e hipertensos en el marco del programa "Salud no tiene precio").

Dilma explicó que en Brasil, el 72% de las muertes no violentas son provocadas por cáncer, diabetes e hipertensión. Y por eso dijo que una prioridad de su administración es combatir el cáncer de mama y el cáncer de cuello de útero. "Estamos facilitando el acceso a los exámenes preventivos, mejorando las mamogrfías. La incidencia desproporcionada de esas enfermedades entre los más pobres demuestra la necesidad de respuestas integrales al problema", concluyó. El miércoles 21/09, Dilma será la primera mujer, en la historia de la ONU, que ofrecerá el discurso de apertura a la Asamblea General de la ONU.

http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=14596:dilma-rousseff-defendio-una-violacion-parcial-de-las-patentes-medicinales&catid=46:conocimiento-y-tecnologia&Itemid=69

EL FRACASO DE LA TENEBROSA ONU

Ban Ki-moon: Todo un record de fracasos y traiciones


El Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas afirma:
“NOSOTROS, LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS, RESUELTOS A
  • a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que en dos ocasiones durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles,
  • a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y en el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas,
  • a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional,
  • a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad…”
La Organización de las Naciones Unidas promueve el apoyo internacional a la tolerancia, la paz y la seguridad, y está decidida a promover los avances sociales y económicos universales.

Sin embargo, desde su fundación en 1945, ha fracasado en todos los campos, aunque algunas de sus agencias (como UNICEF, el Programa Alimentario Mundial, el ACNUR y UNESCO) en ocasiones proporcionen ayuda en las áreas de sanidad, educación, ayuda alimentaria, refugiados, desarrollo social y otras. Pero brilla por su ausencia a la hora de apoyar oportuna y adecuadamente a los pueblos con problemas en momentos de grave necesidad.

Para colmo, después de la II Guerra Mundial y hasta el momento actual, no han dejado de emprenderse cada año guerras globales. La ONU ha sido incapaz de pararlas, o no ha mostrado interés en hacerlo. Uno de sus fallos más graves es su estructura, paralizada por su miembro dominante, EEUU. Puede, y así lo hace, vetar medidas que otros estados apoyan, especialmente cuando van en contra de sus intereses imperiales.

Por tanto, no se emprendió acción alguna cuando Indonesia invadió Timor Este en 1975. Cientos de miles de seres murieron masacrados en una agresión secretamente autorizada por EEUU. Washington armó, financió y apoyó a las fuerzas armadas del TNI (Tentara Nasional Indonesia). En 1999, quedó clara su impotencia de nuevo una vez que Timor Este votó por la independencia, tras lo cual de nuevo las fuerzas del TNI atacaron y asesinaron a varios miles más.

Se mantuvo al margen durante las guerras fronterizas sudafricanas y la invasión de Namibia en los años sesenta y setenta, así como durante el genocidio de los indígenas de la mayoría maya patrocinado por el gobierno guatemalteco, una vez que la CIA derrocó al candidato democráticamente elegido Jacobo Arbenz Guzman.

Docenas de ejemplos revelan un triste record de fracaso y traición a sus altisonantes principios y a los mandatos para hacerlos cumplir. Ni lo hizo antes ni lo hace ahora, incluyendo el despliegue de los Cascos Azules como mantenedores de la paz, que en realidad no son sino ocupantes hostiles que sirven a los intereses imperiales en Haití, Sur del Líbano, Ruanda, Kosovo, Bosnia, la República Democrática del Congo, Sudán, Somalia y otros varios países, y su inicial Organización por la Supervisión de las Treguas de la ONU (UNTSO, por sus siglas en inglés) desde 1948 ha fracasado a la hora de llevar la paz a Palestina. Aún sigue ahí, sin jugar un papel activo aunque oponiéndose a los intereses del pueblo que juraron proteger.

Durante su mandato como Secretario General, Kofi Annan (1 enero 1997-31 diciembre 2006) fue poco más que un instrumento imperial, sin conseguir la paz ni trabajar por ella en parte alguna. Nunca condenó ni actuó para poner fin a las devastadoras sanciones económicas que acabaron matando a 1,5 millones de hombres, mujeres y niños iraquíes indefensos. Nunca utilizó su mandato para denunciar la ilegal guerra de Washington de 2003. No le importó que estuviera basada en mentiras que permitieron masacrar a cientos de miles más y saquear a otro país ocupado.

Mantuvo silencio cuando la guerra asoló Afganistán, una guerra que sigue su curso.

Apoyó o no actuó en forma alguna contra la ilegal ocupación de Israel, a lo largo de sus peores crímenes contra Palestina y de su ilegal guerra contra el Líbano en 2006.

No hizo nada para denunciar los fallidos intentos de Washington de derrocar a Hugo Chavez y mostró una preocupante indiferente ante el dolor de su propio pueblo en el continente en el que había nacido. En cambio, sirvió diligentemente a Washington, a otras potencias dominantes y a la depredación por las corporaciones de las riquezas de África y otros lugares.
Todo su mandato fue un testimonio de fracaso y traición. Y lo mismo ocurre con Ban Ki-moon desde que se convirtió en Secretario General el 1 de enero de 2007. Desde entonces, ha compartido conspiraciones en crímenes de guerra y otros abusos.

De hecho, uno de sus primeros actos fue revertir la larga oposición de las Naciones Unidas a la pena capital. Una práctica bárbara que a menudo sentencia a inocentes a la muerte, sobre todo en EEUU. En aquel momento, dijo con desdén que “era a cada país a quien le correspondía decidir si la respetaba o no” en vez de condenarla francamente. Ni ha hecho plan alguno para abordar el ilegítimo poder de veto de algunos países del Consejo de Seguridad, que da a naciones como EEUU autoridad sobre los demás. Una práctica de la que siempre ha abusado.

Es hora ya de que la Organización refleje el gobierno de la mayoría, dando a todas las naciones la misma voz en cuestiones que afectan a todos. El silencio, la inacción y el apoyo a lo injusto sobre lo justo podrían llenar volúmenes enteros.

De hecho, y a pesar de su a menudo deplorable record, Human Rights Watch (HRW) reconocía la desvergüenza de Ban. En su “World Report 2011: A facade of Action”, incluía una crítica a su “fachada de tranquila diplomacia de (in)acción” al no dar los pasos oportunos cuando es necesario. El director ejecutivo de HRW Kenneth Roth criticaba su “uso del diálogo y la cooperación en vez de presionar públicamente… a gobiernos abusivos”, especialmente EEUU y sus socios imperiales. De hecho, explica Roth: “Lejos de condenar la represión, Ban llega en ocasiones a retratar con una luz positiva gobiernos represores”. Se refería a los déspotas del tercer mundo, no al principal violador de los derechos humanos del mundo, que no deja de emprender ilegales guerras imperiales y de implicarse en actuaciones escandalosas.
La oficina de Ban mostró su desacuerdo ante esas afirmaciones, a pesar de las claras pruebas de su complicidad en graves crímenes de guerra y contra la humanidad por su indiferencia, silencio y apoyo a las agresiones occidentales. Por mucho que la mona se vista de seda…


Ni tampoco sus timoratas medidas sirvieron para proteger a quienes denuncian actuaciones delictivas dentro de la Organización ni impedir los asesinatos, violaciones, explotación social, corrupción y otros crímenes de los Cascos Azules.

Además, no ha defendido los derechos humanos ni condenado su violación, especialmente por parte de los países occidentales. Ni ha denunciado las guerras de agresión ni otros actos ilegales, como el derrocamiento por Washington del democráticamente elegido presidente hondureño Manuel Zelaya el 28 de junio de 2009. Ni la militarización de Haití por la administración Obama y su complicidad al amañar el proceso electoral para instalar sigilosamente al duvalista Michel Martelly (“Sweet Micky”), un ex cantante antipopulista kompa partidario de poderosos intereses corporativistas corruptos.

Además, Ban apoyó el cambio de régimen en Costa de Márfil autorizando una ilegal operación militar apoyada por Francia contra el presidente costamarfileño Laurent Gbagbo que mató a cientos de civiles.

También se hizo eco del llamamiento de Washington para derrocar a Gadafi, diciendo que había perdido toda legitimidad, al mismo tiempo que manifestaba su apoyo a los feroces paramilitares rebeldes y a los ilegales bombardeos aéreos que han arrasado grandes zonas de Libia y aún lo siguen haciendo, matando e hiriendo a decenas de miles. También han transformado Libia en un desastroso osario de los derechos humanos.

En lugar de condenar, detener o impedir las guerras, las autoriza y jalea, traicionando su mandato de apoyo a la paz y a los derechos humanos.

Sirve desvergonzadamente a Israel frente a Palestina, causando grandes daños a ésta, incluido el rechazo a que la flotilla de ayuda pudiera llegar a la asediada Gaza. Incluso llegó a pedir a los dirigentes mundiales que apoyaran la demanda de Israel de que “todo se hiciera a través de los cruces y canales establecidos”, que habitualmente impiden que pueda entrar ayuda vital o en cantidades ínfimas.

Al designar a una comisión propia para que investigara la masacre del Mavi Marmara perpetrada por Israel en 2010, intentó blanquear la propia condena del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, y obstaculizó las denuncias al asesinato a sangre fría por parte de Israel de nueve civiles, hiriendo a varias decenas más, en aguas internacionales. Esos fueron crímenes graves por los que debería haber condenado firmemente a Israel por el delito de piratería pero no lo hizo. En cambio, le rindió debidamente homenaje, como siempre hace.

A pesar de representar a 193 estados miembros, Ban sirve solo a Washington, Israel y a otras potencias dominantes, aunque levanta la nariz ante el resto, incluyendo las posiciones de la mayoría en la Asamblea General sobre numerosas cuestiones relativas a los derechos humanos y otros temas vitales.

Es decir, en contra del mandato que ha jurado, solo representa los intereses dominantes, especialmente los de Washington, Israel y sus socios imperiales dedicados a arrasar países y destrozar cuerpos para obtener beneficios.

Por todo ello, comparte la culpa, por su desprecio ante los derechos humanos, de los estados depredadores que perjudican a miles de millones de seres. De hecho, esa noción no existe ni en su vocabulario y mucho menos existe la preocupación por los pueblos que se encuentran en situación de necesidad, que se ven solos porque Ban no cumple el mandato jurado de ayudarles. Es un testimonio de su deplorable record.

Y es enormemente terrible que el pasado junio le hayan renovado en su cargo por otros cinco años, para seguir representando a la riqueza y al poder a expensas de los miles de millones que desprecia por todo el mundo.

Ese es el temple de un fallido Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas que está dejando un legado que la historia no le permitirá olvidar ni borrar.

El 99% que ocupó Wall Street

Si 2.000 activistas del movimiento conservador Tea Party se manifestaran en Wall Street, probablemente habría la misma cantidad de periodistas cubriendo el acontecimiento. De hecho 2.000 personas ocuparon Wall Street el sábado. No llevaban pancartas del Tea Party ni la bandera de Gadsden con la serpiente en espiral y la amenaza 'No te metas conmigo'. Pero su mensaje era claro: “Somos el 99 por ciento de la población que ya no tolerará la codicia ni la corrupción del 1 por ciento restante”, dijeron. Allí estaban, la mayoría de ellos jóvenes, protestando contra la especulación prácticamente no regulada y descontrolada de Wall Street, que provocó la crisis financiera mundial.


Uno de los multimillonarios más conocidos de Nueva York, el alcalde Michael Bloomberg, comentó acerca del momento en que vivimos: “Muchos jóvenes que salen de la universidad no encuentran trabajo. Eso es lo que sucedió en El Cairo, es lo que sucedió en Madrid. No queremos ese tipo de disturbios aquí”. ¿Disturbios? ¿De eso realmente se trataron la Primavera Árabe y las protestas en Europa?

Quizá para desilusión del Alcalde Bloomberg, lo que sucedió en Egipto y en Europa es justamente lo que inspiró a muchas personas a ocupar Wall Street. En un reciente comunicado, la coalición de organizaciones que se están manifestando en Wall Street dijo: “El sábado realizamos una asamblea general de dos mil personas. El lunes a las 8 de la noche aún estábamos ocupando la plaza, a pesar de la constante presencia policial. Estamos construyendo el mundo que queremos, en base a la necesidad humana y a la sustentabilidad, en lugar de a la codicia de las empresas”.

Hablando del Tea Party, el gobernador de Texas, Rick Perry, viene provocando altercados en forma permanente durante los debates presidenciales republicanos con su declaración de que el venerado sistema de seguridad social de Estados Unidos es “una estafa de tipo Ponzi”. Charles Ponzi se dedicó a estafar a miles de personas en 1920 mediante la promesa fraudulenta de que recibirían grandes ganancias por sus inversiones. Una típica estafa Ponzi consiste en tomar el dinero de una serie de inversores y pagarles con el dinero de nuevos inversores, en lugar de pagarles con ganancias reales. El sistema de seguridad social de Estados Unidos de hecho es solvente: tiene un fondo fiduciario de más de 2,6 billones de dólares. La verdadera estafa que amenaza al pueblo estadounidense es la insaciable codicia de los bancos de Wall Street.

Entrevisté a uno de los organizadores de la protesta “Ocupemos Wall Street”. David Graeber es profesor en Goldsmiths, Universidad de Londres, y es autor de varios libros. Su obra más reciente es: “Deuda: Los primeros 5.000 años”. Graeber señala que, en medio de la crisis financiera de 2008, se renegociaron deudas enormes entre bancos. Sin embargo muy pocas hipotecas recibieron el mismo trato. Graeber dice: “Las deudas entre los muy ricos o entre gobiernos siempre pueden ser renegociadas y, de hecho, siempre ha sido así en la historia mundial. No están grabadas en piedra. En términos generales, cuando los pobres tienen deudas con los ricos, de pronto las deudas se convierten en una obligación sagrada, más importante que ninguna otra cosa y la idea de renegociarlas se vuelve impensable”.

El Presidente Barack Obama propuso recientemente un plan de creación de empleo y mayores esfuerzos para reducir el déficit. Una de las propuestas es el llamado “impuesto a los millonarios”, que cuenta con el apoyo del multimillonario y partidario de Obama, Warren Buffet. Los republicanos denominaron el impuesto “guerra de clases”.

Graeber comenta: “Durante los últimos 30 años hemos visto a los más ricos de nuestra sociedad librar una guerra política contra todos los demás y esta es la jugada más reciente de esa guerra, una medida que es totalmente disfuncional desde el punto de vista político y económico. Y este es el motivo por el cual los jóvenes simplemente han abandonado cualquier idea de recurrir a los políticos. Todos sabemos lo que sucederá. Los impuestos propuestos son una especie de simulación de gesto populista, que todos saben que se desechará. En realidad, lo que probablemente suceda es que habrá más recortes de los servicios sociales”.

Afuera, en la fría mañana del martes, los manifestantes iniciaron su cuarto día de protestas con una marcha en medio de una fuerte presencia policial e hicieron sonar la campana de apertura de “la bolsa del pueblo” a las 9.30 de la mañana, exactamente a la misma hora que suena la campana de la Bolsa de Nueva York. Mientras los banqueros permanecen seguros dentro de sus bancos rescatados, afuera, la policía arresta a manifestantes. En un mundo justo, con una economía justa, cabría preguntarse, ¿quién debería estar pasando frío afuera? ¿Quién debería ser arrestado?