A propósito de la expropiación de alimentos
¿Y si el hambre no nos mata?
Amén de que este interrogante deba enjuiciarse como una frivolidad temeraria
y cínica, sobre todo ante la más que probable inminencia de una catástrofe
humana en nuestras latitudes, no puedo evitar enarbolarlo, al mismo tiempo, casi
como una consigna, como un escudo de protección, como mi propia arma de
destrucción de la masiva e invasiva atmósfera de extenuación sin esperanza a la
que parecemos condenados.