lunes, 8 de noviembre de 2010

Cumbre del G-20 al borde del abismo

La discusión sobre la legitimidad del Grupo de los 20 (G-20) para tomar decisiones globales se renueva cuando falta una semana para que este ámbito informal inicie una nueva reunión cumbre en Seúl. A la cita, que tendrá lugar los días 11 y 12 de este mes, acudirán países que producen colectivamente alrededor de 85 por ciento de la riqueza mundial.
El G-20 se formó a partir del Grupo de los Ocho (G-8: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) e incluye a Australia, Corea del Sur, México, Turquía y siete países en desarrollo: Argentina, Arabia Saudita, Brasil, China, India, Indonesia y Sudáfrica, además de la Unión Europea.
En respuesta a una creciente controversia sobre la legitimidad y competencia del bloque, The Century Foundation, con sede en Nueva York, organizó a fines de octubre un debate en el que participaron cuatro expertos en economía y política internacionales. Entre los varios temas políticos figuró la dinámica relación entre el G-20 y la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Desde que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, proclamó al G-20 como el "punto focal para la coordinación internacional", relegando el mandato de la ONU sobre los derechos humanos, la igualdad de género, la buena gobernanza y el mantenimiento de la paz, muchos actores han expresado su preocupación por la influencia del bloque. "Existe peligro de que el G-20 sea percibido como un sustituto de la ONU", dijo Shashi Tharoor, ex subsecretario general del foro mundial y ministro indio de Relaciones Exteriores. "Pero eso no será aceptable", ya que son "foros muy distintos y estamos muy fuertemente comprometidos con la ONU", planteó.
Stewart Patrick, del Council on Foreign Relations, sostuvo en un documento político que "el G-20 es una organización más ágil" que la ONU, por no estar recargada de burocracia. Sin embargo, a comienzos de este año el canciller noruego Jonas Gahr Støre acusó al G-20 de ser un bloque arbitrario, sin un mandato claro, y lo describió como "la mayor adversidad para la comunidad internacional desde la Segunda Guerra Mundial". Støre estaba indignado por la falta de representación de los estados nórdicos, que colectivamente constituyen la octava mayor economía mundial. "Los noruegos somos los principales contribuyentes con los programas de desarrollo internacional de la ONU", observó. "Nuestro futuro fondo es el segundo más grande del mundo. Así que nuestras experiencias pueden ser valiosas en los debates sobre una reforma de las finanzas mundiales", opinó.
Støre no es el primero, y sin dudas no será el último, en manifestar una oposición tan rotunda al G-20. Varios académicos y financistas internacionales de países excluidos se han mostrado dubitativos, si no abiertamente hostiles, ante su escasa representación en el bloque. Según el profesor de economía Jayati Ghosh, de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, "el G-20 ha eclipsado completamente a la ONU y la ha vuelto marginal en términos de geopolítica y de relaciones económicas internacionales". Pese a que hay algunos escaños destinados a los países pobres, "está bastante claro quién tiene la última palabra", dijo Ghosh a IPS.
Pese a que el G-20 ha reiterado que está logrando triunfos en superar la brecha Norte-Sur, las cifras de países como India y China exponen evidencias en contrario. Ghosh arremetió contra India en este sentido, insistiendo en que necesita "mirar más allá de los estrechos intereses de sus propias elites y reconocer cuánto (…) tiene en común con la mayor parte del mundo en desarrollo".
El único punto de convergencia entre críticos y promotores del G-20 parece radicar en la crisis financiera de 2009, cuando se tomaron medidas inmediatas en pro de la estabilidad mundial. Pero en este punto, de nuevo, las cifras del rescate financiero dicen algo diferente.
Según un informe difundido en 2009 por Oxfam, la suma comprometida para ese rescate fue de 8,4 billones de dólares. Cifras del Banco Mundial durante el mismo periodo mostraron que para sacar de la pobreza a 1.500 millones de personas que viven con menos de un dólar diario se requerían 173.000 millones de dólares. Por lo tanto, los recursos que se gastaron en el rescate fueron suficientes para poner fin a la pobreza mundial durante medio siglo.
Tal vez el reflejo más preciso de la posición que ocupa el G-20 en la comunidad internacional son las protestas que tienen lugar dos veces al año en la ciudad donde se lleva a cabo la cumbre.
En ocasión de la última reunión del bloque, realizada en junio en Toronto, decenas de miles de manifestantes salieron a las calles enfurecidos por considerar que se había derrochado 1.200 millones de dólares de fondos fiscales en la organización de la cumbre.
La cumbre de Seúl tendrá lugar en un momento de inmensa agitación económica mundial, y los críticos sostienen que es vital que el G-20 se adapte al nuevo clima financiero.
Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=96826

Ejercicios de bancarrota en EE.UU.

La noticia del día, que ustedes no encontraron en las primeras páginas de los periódicos, era la siguiente: en los Estados Unidos de América han comenzado ejercicios para la quiebra. No es que lo dijeran explícitamente, pero lo entendemos igual.
¿Cómo? La Reserva Federal, es decir, el Banco Central de EE.UU., anuncia la 'compra' de 600.000 millones de dólares. Lo llaman "compra" ("purchase") en términos técnicos, pero se lee "imprime". Se sacarán otros 350.000 o 500.000 millones USD de la deuda que la Fed ya ha adquirido de los derivados hipotecarios tóxicos fácilmente para "invertirlos". Léase para que circulen en el mercado.
Total: cerca de un billón de papel, puro papel, que el Banco Central de EE.UU. imprime para comprar títulos del gobierno de EE.UU.. La mano izquierda emite moneda para la mano derecha. Si a este dineral de papel se le añaden (se ha de hacerlo porque están en el presupuesto) los 800.000 millones USD ya emitidos para salvar los bancos de EE.UU. de la bancarrota, se alcanza la cifra de 1 billón 800.000 millones USD. Tamaña creación de moneda no tiene precedentes a lo largo de la historia.

¿Por qué lo están haciendo? Basta con unas pocas cifras para entenderlo. En 2007, China compró casi la mitad (exactamente el 47%) de las nuevas emisiones de bonos de EE.UU. En 2008, en plena crisis financiera, China las redujo a la mitad, alrededor del 20%. El año pasado, las compras chinas se han desplomado casi a cero: habían llegado al
5%. En estas condiciones no hay manera de equilibrar la balanza comercial de los Estados Unidos. Con una deuda de este volumen también hay que tener presentes en el presupuesto 300.000 millones USD de intereses anuales por pagar. ¿Cómo? Nadie lo sabe.

No queda más remedio que recurrir al juego de las tres bolitas, y apuntar con la pistola a la sien del resto del mundo. La nueva presidente de Brasil, Dilma Rousseff, respondió de inmediato acusando a los EE.UU. de hacer pagar su crisis al resto. El primer efecto será, de hecho, una devaluación del dólar. Pero la situación es mucho más seria que un alza de la inflación mundial, por dura que sea. Estos son síntomas de una perturbación gigantesca a punto de llegar. El físico Guido Cosenza, en su valioso libro titulado Il nemico insidioso, define como "transición de fase" en la esfera económico-social una situación de este tipo: algo parecido al paso del agua de estado líquido a gaseoso, proceso que conocemos con el nombre de ebullición.

Estamos empezando a hervir. Lo que significa, en términos económicos y sociales, el inicio del colapso. Es hora de recordar a quienes proclamaban el fin inminente de la crisis, la recuperación de la economía o el nuevo crecimiento del PIB, que mintieron, probablemente por estupidez. A aquellos que se lo creían o que ni se dieron habrá que avisarles de que se preparen para un decrecimiento inminente, y por tanto dramático.

Cuando Larry Summers (uno de los principales cerebros de bancarrotas del planeta) recibió la llamada de Barack Obama para entrar en su gobierno, dijo (experto en quiebras, sí; estúpido, no): "¿Durante cuánto tiempo podrá el mayor deudor del mundo seguir siendo la máxima potencia?"

Estados Unidos, el antiguo imperio que aún ignora que lo fue, mandando a paseo a Obama demuestra que no renunciará a su posición dominante. Una bonita desgracia para todos, porque Estados Unidos no puede imponer su voluntad, precisamente porque ya no es un imperio. Que esté en quiebra significa que todos estamos en apuros, y que mientras le sigamos permitiendo actuar como quiera, pagaremos las consecuencias.

elecciones en estados unidos

Las elecciones intermedias de Estados Unidos registran un nivel de cólera, temor y desilusión en el país como nada que pueda recordar en mi existencia. Dado que los demócratas están en el poder, ellos reciben el impacto del rechazo en torno a nuestra situación socioeconómica y política actual.
Más de la mitad de los estadunidenses de la corriente principal, según una encuesta Rasmussen del mes pasado, dijeron ver favorablemente al movimiento del Tea Party –una muestra clara del espíritu de desencanto-. Las quejas son legítimas. Durante más de 30 años, los ingresos reales de la mayoría de la población se han estancado o disminuido en tanto que las horas de trabajo y la inseguridad han aumentado, junto con la deuda. La riqueza se ha acumulado, pero en muy pocos bolsillos, llevando a una desigualdad sin precedentes.
Estas consecuencias surgen principalmente de la financialización de la economía desde los años 70 y el correspondiente ahuecamiento de la producción. El proceso se ve alentado por la manía de la desregularización favorecida por Wall Street y es apoyado por los economistas hipnotizados por los mitos del mercado eficiente.
La gente ve que los banqueros responsables en su mayor parte de la crisis financiera y que fueron rescatados de la bancarrota por el público ahora están disfrutando de utilidades sin precedentes y de enormes bonos. En tanto, el desempleo oficial permanece en más o menos 10 por ciento. La manufactura está en niveles de la Depresión; una de cada seis personas carece de empleo y es poco probable que los buenos trabajos regresen.
Con todo el derecho la gente quiere respuestas y no las está recibiendo salvo por parte de voces que dicen cuentos que tienen alguna relevancia interna –si usted está dispuesto a suspender su incredulidad e ingresar a su mundo de irracionalidad y engaño.
Sin embargo, ridiculizar las argucias del Tea Party es un grave error. Es mucho más apropiado comprender qué hay detrás del atractivo popular del movimiento, y preguntarnos por qué gente justamente enojada está siendo movilizada por la extrema derecha y no por el tipo de activismo constructivo que surgió en la Depresión, como el CIO (Congreso de Organizaciones Industriales, en inglés).
Ahora los que simpatizan con el Tea Party están escuchando que toda institución, gobierno, corporación y las profesiones están podridos y que nada funciona.
Entre el desempleo y las ejecuciones hipotecarias, los demócratas no se pueden quejar acerca de las políticas que llevaron al desastre. El presidente Ronald Reagan y sus sucesores republicanos quizá hayan sido los peores culpables, pero las políticas empezaron con el presidente Jimmy Carter y se aceleraron con el presidente Bill Clinton. Durante las elecciones presidenciales, los principales electores de Barack Obama fueron las instituciones financieras, que han conquistado un dominio notable sobre la economía desde la generación pasada. Ese incorregible radical del siglo XVIII, Adam Smith, hablando de Inglaterra, dijo que los principales arquitectos del poder eran los dueños de la sociedad –en su día, los mercaderes y los fabricantes– y ellos se aseguraban de que la política gubernamental atendiera escrupulosamente a sus intereses, por más doloroso que resultara el impacto para el pueblo inglés; y peor aún, para las víctimas de la salvaje injusticia de los europeos en el extranjero.
Una versión moderna y más sofisticada de la máxima de Smith es la teoría de las inversiones de la política del economista Thomas Ferguson, que ve las elecciones como ocasiones en las que los grupos de inversores se unen con el fin de controlar el Estado, seleccionando a los arquitectos de políticas que servirán a sus intereses.
La teoría de Ferguson resulta excelente para predecir la política a lo largo de periodos prolongados. Eso no debería sorprender a nadie. Las concentraciones de poder económico naturalmente tienden a extender su influencia sobre cualquier proceso político. En Estados Unidos, esa dinámica tiende a ser extrema.
Puede decirse, sin embargo, que los grandes protagonistas corporativos tienen una defensa válida contra acusaciones de codicia e indiferencia por la salud de la sociedad. Su tarea es maximizar las utilidades y su porcentaje del mercado; de hecho, ésa es su obligación legal. Si no cumplen con ese mandato, serán remplazados por alguien que lo cumpla. También ignoran el riesgo sistémico: la probabilidad de que sus transacciones dañen la economía en general. Tales externalidades no son asunto suyo –no porque sean gente mala, sino por razones institucionales.
Cuando la burbuja revienta, los que han corrido riesgos pueden huir al refugio del Estado protector. Los rescates –una especie de póliza de seguro gubernamental– son algunos de los muchos incentivos perversos que magnifican las ineficiencias del mercado.
Hay un creciente reconocimiento de que nuestro sistema financiero está operando en un ciclo del juicio final, escribieron en enero los economistas Pete Boone y Simon Johnson en el Financial Times. “Cada vez que falla, dependemos de dinero laxo y políticas fiscales para rescatarlo. Esta respuesta enseña al sector financiero: corre grandes riesgos para ser pagado abundantemente, y no te preocupes por los costos, los cubrirán los contribuyentes” mediante rescates y otros instrumentos, y el sistema financiero “es así resucitado para apostar nuevamente y fracasar de nuevo”.
La metáfora del juicio final también se aplica fuera del mundo financiero. El Instituto Estadunidense del Petróleo, respaldado por la Cámara de Comercio y otros cabildos empresariales, ha intensificado sus esfuerzos para persuadir al público de descartar sus preocupaciones acerca del calentamiento global antropogénico –con un éxito considerable, como indican las encuestas-. Entre los candidatos republicanos al Congreso en las elecciones de 2010, prácticamente todos rechazan el calentamiento global.
Los ejecutivos detrás de la propaganda saben que el calentamiento global es real, y que nuestras perspectivas son terribles. Pero el destino de la especie es una externalidad que los ejecutivos deben pasar por alto, en la medida que el sistema de mercados prevalece. Y el público no podrá correr al rescate cuando la peor de las posibilidades se presente.
Soy apenas lo suficientemente viejo para recordar esos estremecedores y ominosos días en que Alemania descendió de la decencia a la barbarie, para citar a Fritz Stern, el distinguido académico de la historia alemana. En un artículo en 2005, Stern indica que tiene en mente el futuro de Estados Unidos cuando revisa un proceso histórico en el que el resentimiento contra un mundo secular desencantado encontró su solución en un escape extático de sin razón.
El mundo es demasiado complejo para que la historia se repita, pero hay, no obstante, lecciones que debemos recordar al registrar las consecuencias de otro ciclo electoral. No habrá escasez de tareas para quienes intentan presentar una alternativa a la furia y la equivocación mal dirigidas, ayudar a los incontables afectados y encabezar el avance hacia un futuro mejor.

El chantaje en Grecia y el gasto militar

Desde la entrada en funcionamiento del euro, y según la agencia Eurostat de la UE, Grecia no había contabilizado en sus presupuestos anuales algunos gastos de carácter militar: por ejemplo, en 2001 no contabilizó un importe de 1.600 millones de euros. Ahora, con la grave crisis económica que atraviesa y para poder recibir ayudas de la UE, Grecia ha sido presionada para que reduzca su déficit público. Entre las medidas anunciadas para recortar gastos, además de las de carácter antisocial, que han levantado masivas protestas de la población, Grecia también ha tenido que abordar recortes en el gasto militar.
Hace falta recordar que Grecia es uno de los países más militarizados de la UE. Dedica un 3,6% del PIB a gasto militar y ocupa el quinto lugar en el ranking mundial de compradores de armas. Ahora el gobierno de Papandreu ha anunciado que reducirá en un millón de euros el presupuesto del Ministerio de Defensa de este año y que en años sucesivos rebajará el porcentaje del PIB hasta un 1,7%. Esto quiere decir renunciar a continuar invirtiendo en compras de armas. Entre los países afectados por la reducción de inversiones en armas se encontraban Francia y Alemania, que habían firmado recientemente importantes contratos de suministro. En el caso de Alemania, por ejemplo, se habían contratado con la empresa Thyssen Krupp dos submarinos y había cuatro más en negociación, con un coste total de 1.800 millones de euros. En el caso de Francia, seis fragatas, helicópteros y aviones de combate Mirage y Rafale por valor de 3.000 millones de euros. Ante la posible anulación de los contratos, la reacción de los gobiernos de Angela Merkel y Nicolás Sarkozy ha sido de presionar al gobierno griego para impedirlo, avisando que podrían poner en peligro las ayudas anunciadas de la UE. Por ejemplo, el gobierno de Alemania aprobó el pasado verano ayudas de 24.000 millones de euros para contribuir al rescate de la economía griega.
El Plan de Rescate elaborado por el FMI obliga a Grecia a ahorrar en defensa, pero al mismo tiempo exige respetar los contratos con empresas de armas, principalmente alemanas, también francesas y norteamericanas.
Resulta perverso que los países que más presionan a Grecia para poner su economía en “orden”, es decir, que están de acuerdo en que se recorten los salarios de los trabajadores y las ayudas sociales a la población, son a la vez sus principales proveedores de armas. Pero en cambio, Francia y Alemania no quieren perder sus contratos de ventas de armas. Cuando, precisamente, el gasto militar ha sido uno de los factores que ha llevado a Grecia a la quiebra, y ahora que el gobierno griego decidía recortarla, aparece el chantaje de los dos líderes europeos de la UE.

Crisis internacional y desafíos de la deuda en el Sur y en el Norte

I. Algunos datos sobre la deuda externa de los países en desarrollo (PED) y de los países mas industrializados
Volumen de las deudas:
Deuda pública externa de todos los PED [3]. 1,5 billones de dólares (1.500.000.000.000 dólares)
Deuda pública externa del África subsahariana: 100.000 millones de dólares.
Deuda pública externa de América latina: 406.000 millones de dólares (406.000.000.000 dólares)
Deuda pública externa de Francia: 1,2 billones de dólares (1.200.000.000.000 dólares) -esta cifra incluye solamente la deuda del gobierno central- [4]
Deuda pública externa de España: 318.000 millones de dólares.
Deuda pública externa de Estados Unidos: 3,5 billones de dólares (la deuda total interna y externa de todas las administraciones públicas de Estados Unidos es de unos 15 billones de dólares).
Otro concepto a tener en cuenta: la deuda total externa es la suma de la deuda pública y de la deuda privada, y se compara con el PIB (producto interior bruto).
Deuda externa de América Latina: cerca del 40% del PIB.
Deuda externa de Irlanda: 1.100% del PIB.
Deuda externa de España: 169% del PIB.
Deuda externa de Portugal: 233% del PIB.
Deuda externa de Grecia: 162% del PIB.
Deuda externa de Estados Unidos: 100% del PIB.
Deuda externa de Reino Unido: 400% del PIB.

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Las elites diseñan la Europa neoliberal del futuro

Desde la crisis del euro y de la deuda pública europea de Mayo de 2010 las clases dirigentes europeas han acelerado notablemente su proyecto de rediseñar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) Europeo y el sistema entero de gobierno económico europeo.

La motivación es obvia, evitar que el sistema vuelva a encontrarse al borde del precipicio si emergen nuevos episodios de inestabilidad como los suscitados por la crisis griega de mayo.

Este era el empeño principal de la reunión de los líderes de la UE del 28-29 de Octubre en Bruselas, que aprobó las propuestas del "Task force on economic governance".

Los contenidos de las propuestas se pueden dividir en dos grandes áreas: 1) endurecer notablemente  la disciplina fiscal impuesta por el PEC sobre los gobiernos de la zona euro; 2) crear un mecanismo permanente de resolución de crisis que sustituya al Fondo de Estabilidad Financiera Europea (EFSF por sus siglas en inglés) y al Mecanismo de Estabilidad Financiera Europea (EFSM por sus siglas en inglés) que se crearon en mayo de 2010 y caducan a mediados de 2013. Además de esto se empieza a discutir sobre la propuesta alemana de crear un mecanismo que permita la reestructuración y el impago de la deuda pública.

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