12 de Octubre: conquista y saqueo
Hace exactamente 520 años, la
necesidad de un capitalismo todavía en pañales de explorar mercados y rutas de
intercambio mercantil llevó a un visionario navegante, acompañado por un puñado
de aventureros y delincuentes metidos al quehacer de la marinería, a “descubrir”
fortuitamente lo que es hoy Indoamérica.
Desde la llegada de aquel genovés,
arribado desde España a las tierras del Guahanani, la rapacidad civilizatoria
dejó hasta hoy millones de muertos y desheredados, que fueron utilizados durante
siglos y sin contemplación alguna para llevar a cabo las tareas más penosas con
el fin de engordar la panza europea, ávida de metales preciosos que, poco mas
tarde, financiaron el desarrollo industrial del Viejo Mundo. Necesitados de mano
de obra esclava y riquezas naturales extraídas por estos “indios”, los
conquistadores, a la par de ejercer la explotación más brutal sobre ellos y para
no cargar con culpas derivadas de los mandamientos fundamentales de la cultura
judeo-cristiana, les negaron humanidad, considerándolos extraños a la esencia
del hombre. Los originarios, entonces, “los otros”, colonizados, homologados a
la nada, fueron considerados entes desprovistos de cuerpos sufrientes, a los que
se podía lacerar y escarnecer sin arrepentimiento alguno, y hasta de almas,
según pontificaron los representantes teologales de la invasión. Así, la espada
y el arcabuz de los colonizadores, que hirieron y destrozaron carnes con el fin
de hacer prevalecer su poder sobre los invadidos, se simbiotizaron con la cruz
que blandieron los ministros de los cielos, ocupados en convencer a los
insumisos que la voluntad divina no los favorecía por cuanto constituía la
esencia de sus amos.