Los médicos y habitantes de Faluya culpan a las armas de Estados Unidos de los catastróficos niveles de malformaciones congénitas en los recién nacidos en Faluya.
Mientras, por un lado, los militares de Estados Unidos se han retirado formalmente de Iraq, por otro, los médicos y habitantes de Faluya culpan a las armas de uranio empobrecido y de fósforo blanco usadas durante dos devastadores ataques estadounidenses contra Faluya en 2004, de lo que se describe como “catastróficos” niveles de defectos y malformaciones de nacimiento.
La doctora Samira Alani, pediatra del Hospital General de Faluya, se ha interesado personalmente por investigar la súbita aparición de malformaciones congénitas que han proliferado desde 2005 a raíz de los asedios estadounidenses.
“[…] Ahora tenemos toda clase de defectos, desde enfermedades congénitas de corazón a graves malformaciones físicas. Ambas, en cifras que no se pueden ni imaginar”, afirmó Alani a Al Jazeera en su despacho del hospital, mientras mostraba innumerables fotos de horrorosas malformaciones congénitas.
El 21 de diciembre, Alani, que lleva trabajando en el hospital desde 1997, declaró a Al Jazeera que ella personalmente había registrado 677 casos de malformaciones congénitas desde octubre de 2009. Justo ocho días después, cuando Al Jazeera visitó la ciudad, el 29 de diciembre, ese número había aumentado ya a 699.
“[…] Ni siquiera hay términos médicos para describir algunos de estos casos, porque nunca los hemos visto hasta ahora”, afirma; “[…] así que cuando los describo, lo único que puedo hacer es relatar los defectos físicos, pero soy incapaz de asignarles un término médico”.
La imposibilidad de vivir
La mayoría de estos bebés de Faluya mueren en los primeros 20 o 30 minutos después de nacer, pero no todos.
Abdul Jaleel Mohamed, de cuatro años, nació en octubre de 2007. Su diagnóstico clínico establece una dilatación de dos ventrículos cardíacos y una protuberancia en la parte inferior de la espalda que los médicos no han conseguido eliminar. Abdul tiene problemas para controlar sus músculos, dificultades para caminar, no puede controlar su vejiga y se cansa con facilidad. Los médicos le dijeron a su padre, Mohamed Jaleel Abdul Rahim, que su hijo tenía graves problemas en el sistema nervioso y que podía padecer acumulación de líquido en el cerebro con la edad, lo cual tendría consecuencias fatales.
“[…] Este es el primer caso de algo así en toda nuestra familia”, dijo Rahim a Al Jazeera. “Nosotros vivíamos en una zona que fue duramente bombardeada por los estadounidenses en 2004, y un misil cayó justo enfrente de nuestra casa. ¿Qué otra cosa pudo producir estos problemas de salud?”
La doctora Alani manifestó a Al Jazeera que en la gran mayoría de los casos que ella había documentado, en la familia no había ningún antecedente de malformaciones congénitas.
Alani mostró a Al Jazeera cientos de fotos de bebés nacidos con fisura del paladar, cabezas exageradamente grandes, un recién nacido con un ojo en el centro de la cara, miembros de tamaño desmedido o sumamente cortos, y malformaciones en narices, orejas y columna vertebral. Habló de casos de “displasia tanatofórica”, una anomalía en los huesos y en la caja torácica que “le imposibilita la vida al recién nacido”.
Rahim dijo que muchos de sus familiares que habían tenido hijos después de 2004 también estaban teniendo problemas. “[…] Uno de ellos nació con aspecto de pez”, dijo Rahim. “También sé personalmente de al menos otras tres familias, que viven cerca de nosotros que padecen igualmente estos problemas.”
De momento, la familia está preocupada por cómo le irá a Abdul en el colegio cuando empiece el próximo año. “[…] La protuberancia en su espalda es tan dolorosa y vergonzosa para él que ¿qué pasará en el colegio?”, dice Rahim. Maloud Ahmed Jassim, abuelo de Abdul, quien añade: “Hemos visto que se producen muchos abortos, y no sabemos por qué”. Jassim está indignado por la falta de una investigación de la crisis sanitaria a fondo. “[…] ¿Por qué el gobierno no está investigando esto?”, pregunta. “Los medios de comunicación occidentales parecen interesados, pero ni nuestros medios locales ni el gobierno lo están. ¿Por qué no?”
En abril de 2011, los legisladores iraquíes debatieron si los ataques de Estados Unidos sobre la ciudad [de Faluya] constituían un genocidio. Sin embargo, las resoluciones que reclamaban un procesamiento internacional no llegaron a ninguna parte.
Pruebas científicas
Alani, junto con el doctor Christopher Busby [1], un científico y activista británico que ha llevado a cabo investigaciones sobre la contaminación radiactiva, recogió muestras de cabello de 25 padres de familias con hijos que tenían defectos de nacimiento y los enviaron a un laboratorio de Alemania para su análisis.
En septiembre de 201, Alani y Busby, junto con otros médicos e investigadores [2], publicaron un estudio con los datos obtenidos al analizar las muestras de cabello, así como muestras de terreno y de agua de la ciudad. Se halló mercurio, uranio, bismuto y otros elementos en pequeñas cantidades [3].
La conclusión del informe declara:
“[…] Aunque hay que ser cautos a la hora de excluir otras posibilidades, porque no existen informes de que ninguno de los elementos encontrados en exceso causen enfermedades congénitas y cáncer, salvo el uranio, estos hallazgos sugieren que la exposición al uranio enriquecido es la causa principal o bien está relacionada con la causa del aumento de anomalías congénitas y cáncer. Se plantean, pues, interrogantes sobre las características y composición de las armas que están siendo desplegadas en los modernos campos de batalla”.
“[…] Como médicos, sabemos que el mercurio, el uranio y el bismuto pueden contribuir al desarrollo de malformaciones congénitas y creemos que esto podría estar relacionado con el uso de armas prohibidas por parte de Estados Unidos durante estas batallas”, afirma Alani. “[…] Expuse esta conexión en la investigación judicial llevada a cabo en [el condado inglés de] West Midlands por la muerte de un veterano de la primera guerra del Golfo […] y un jurado de instrucción aceptó mi declaración”, dijo a Al Jazeera.
“[…] Un tribunal de instrucción falló que el cáncer fue provocado por la exposición a uranio empobrecido”, añade Busby. “En los últimos diez años ha salido a la luz investigación que ha dejado bien claro que el uranio es una de las sustancias conocidas más peligrosas para el ser humano y, por supuesto, en la forma que adopta cuando se usa en estas guerras.”
En julio de 2010, Busby publicó un estudio que demostraba que desde los ataques de 2004 se había producido un aumento de 12 veces más del cáncer infantil en Faluya. El informe también demostraba que la ratio por sexos había disminuido desde unos valores normales a una relación de 86 niños por cada 100 niñas, junto con una propagación de las enfermedades indicativa de un daño genético similar al de Hiroshima aunque de mucha mayor incidencia.
La doctora Alani visitó Japón recientemente, donde se reunió con médicos japoneses que estudian las tasas de malformaciones congénitas, que creen que están relacionadas con la radiación de los bombardeos nucleares estadounidenses de Hiroshima y Nagasaki. Le dijeron que la tasa de incidencia de defectos al nacer es allí entre un 1 y un 2 por ciento. El registro de casos de malformaciones congénitas de la doctora Alani supone una tasa del 14,7 por ciento de todos los bebés nacidos en Faluya, más de 14 veces la tasa de las zonas afectadas de Japón.
¿Un país contaminado?
En la provincia de Babilonia, al sur de Iraq, el doctor Sharif al-Alwachi, director del Centro de Cáncer de Babilonia, afirma que las tasas de cáncer han ido aumentando hasta niveles alarmantes desde 2003 y culpa de ello al uso de armas de uranio empobrecido por las fuerzas de Estados Unidos durante la invasión de 2003 y años posteriores. “[…] El medio ambiente pudo verse contaminado por armas químicas y uranio empobrecido a consecuencia de la guerra en Iraq”, dijo el doctor al-Alwachi a Al Jazeera. “[…] El aire, la tierra y el agua están contaminados por estas armas, y al entrar en contacto con el ser humano resultan venenosos. Esto es nuevo en la región y la gente está sufriendo.”
Los militares estadounidenses y británicos han dado informaciones confusas sobre los efectos del uranio empobrecido, pero médicos iraquíes como al Alwachi y Alani, junto con otros investigadores, culpan a las armas del aumento de la tasa de cáncer y malformaciones congénitas [4].
Abdulhaq al-Ani, autor de Uranium in Iraq, ha investigado los efectos del uranio empobrecido en los iraquíes desde 1991. Contó a Al Jazeera que él mismo midió los niveles de radiación en la ciudad de Kerbala, así como en Basora, y su medidor Geiger se puso a dar pitidos porque “el indicador sobrepasó todos los niveles”.
La doctora Alani explicó que ella es la única médico de Faluya que registra los casos de malformaciones congénitas. “[…] No disponemos de ningún sistema para registrarlos todos, así que nos faltan muchos casos”, afirmó. “Ayer mismo, una colega me habló de un recién nacido con displasia tanatofórica y ella no lo registró. Creo que sólo conozco entre un 40 y un 50 por ciento de los casos, porque muchas mujeres dan a luz a sus hijos en casa y de estos casos nunca nos enteramos, y porque otras clínicas no los están registrando tampoco.”
El hospital donde trabaja Alani fue construido en el distrito Dubad de Faluya en 2008. Según Alani, ese distrito fue bombardeado intensamente durante el asedio de noviembre de 2004. “[…] Hay también una escuela de primaria que se construyó cerca y sólo de esa escuela hubo tres profesores que desarrollaron cáncer de pulmón y ahora dos de ellos están muertos”, afirma Alani. “Tenemos muchos casos en esta zona, justo donde está el hospital.”
Incluso contando con una enorme cantidad de pruebas concretas, hoy por hoy, la causa exacta de la crisis sanitaria de Faluya no se puede establecer de forma concluyente sin un estudio completo y en profundidad, que aún está por realizar. Sin embargo, a pesar de la falta de apoyo gubernamental y del poco apoyo que recibe del exterior de Iraq, Alani está decidida a continuar su labor. “[…] No dejaré este asunto. No pararé”, afirma a Al Jazeera.