viernes, 18 de noviembre de 2011

Para muestra un botón. Mercenarios a sueldo. Soldados romanos del Siglo XXI

Naciones Unidas, 18 nov   La condena al uso de mercenarios enfrenta hoy una fuerte resistencia de Estados Unidos y la Unión Europea (UE), según el resultado de una votación sobre ese tema en Naciones Unidas.

  Esa postura quedó evidenciada durante la decisión en torno a un proyecto de resolución titulado "Utilización de mercenarios como medio de violar los derechos humanos y obstaculizar el ejercicio del derecho de los pueblos a la libre determinación".

El pronunciamiento tuvo lugar la víspera en la Tercera Comisión de la Asamblea General al analizar una propuesta impulsada por Bolivia, Cuba, El Salvador, Nicaragua y Belarús y que fue adoptada por 118 votos a favor, 52 en contra y cinco abstenciones.

La negativa a denunciar el uso de mercenarios estuvo liderada por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, más Alemania, Bosnia y Herzegovina y Portugal que hoy ocupan un asiento en ese órgano de 15 asientos.

Como discreto complemento de esa lista aparece la abstención de Colombia, país latinoamericano que forma parte de esa instancia de la ONU hasta finales del año próximo.

Los restantes integrantes del Consejo de Seguridad votaron a favor del documento: Rusia y China (miembros permanentes), más Brasil, Gabón, Líbano, Nigeria, India y Suráfrica.

De los 52 votos en contra de la crítica a los mercenarios, 36 provinieron de países europeos, pertenecientes y no a la Unión Europea.

Por América Latina se registraron 20 sufragios a favor, ninguno opuesto y tres abstenciones (Chile, Colombia y México).

El texto dice que la utilización, reclutamiento, financiación y entrenamiento de mercenarios infringen los propósitos y principios consagrados en la Carta de la ONU.

Asimismo, reconoce que los conflictos armados, el terrorismo, el tráfico de armas y las operaciones encubiertas fomentan la demanda de mercenarios y llama a tomar medidas contra la amenaza que entrañan las actividades de esos elementos.

Al respecto, pide que los Estados adopten providencias legislativas para impedir que su territorio y su nacionales sean utilizados para reclutar, concentrar, financiar, entrenar, proteger o de tránsito de mercenarios.

Destaca que entre las actividades de esos elementos están las acciones dirigidas a obstaculizar el ejercicio del derecho a la libre determinación y a desestabilizar o derrocar gobiernos.

También la destrucción total o parcial de la integridad territorial o la unidad política de Estados soberanos e independientes que actúan de conformidad con el derecho a la libre determinación.

La iniciativa llama la atención sobre el uso de mercenarios por empresas privadas de seguridad militares, y exige que se prohíba la intervención de esas firmas en conflictos armados o acciones encaminadas a desestabilizar regímenes constitucionales.

Más adelante, advierte acerca de los efectos adversos que las actividades de esas entidades tienen para el disfrute de los derechos humanos y reclama que esas empresas y su personal rindan cuentas por violaciones en esa materia.

Y exhorta a los Estados a investigar la posible participación de mercenarios "cuando y dondequiera se produzcan actos criminales de índole terrorista" y a enjuiciar o extraditar a los responsables de conformidad con las leyes nacionales y los tratados pertinentes.

En otro punto, el proyecto rechazado por Estados Unidos y sus aliados europeos condena "cualquier forma de impunidad que se otorgue a quienes perpetran actividades mercenarias" y a los responsables de su utilización, reclutamiento, financiación y entrenamiento.

MEXICO: Primer Encuentro Nacional por la Desmilitarización Inmediata


El 11, 12 y 13 de noviembre del año en curso, se llevó a cabo el Encuentro Nacional por la Desmilitarización Inmediata que reunió al conjunto de organizaciones que hoy, a lo largo de todo el país, están luchando contra la militarización y criminalización de la protesta social. Dicho Encuentro se da en el contexto de una fuerte ofensiva contra las libertades democráticas con la justificación de la “guerra contra el narco” que, en los últimos meses, ha exacerbado la persecución y represión a los luchadores sociales con el asesinato a manos de paramilitares del comunero de Ostula Pedro Leyva y más recientemente con el crimen perpetrado contra el activista y estudiante de la UNAM Carlos Sinhué Cuevas. El reciente fallecimiento del Secretario de Gobernación Blake Mora en un helicóptero donde viajaba con funcionarios de la Secretaría de Defensa Nacional, ha desencadenado distintas hipótesis en los medios de comunicación, los analistas y algunos funcionarios de gobierno, entre las que no se descarta un posible atentado. Y es que Blake Mora es el segundo Secretario de Gobernación que fallece en las mismas circunstancias durante el sexenio, lo cual, es un elemento de mucha vulnerabilidad para el gobierno y puede ser un indicio del nivel de impacto que tiene el narcotráfico en las principales instituciones del Estado Mexicano. A esta barbarie capitalista, que ha dejado más de 50.000 muertos, 25.000 desplazados y cientos de desaparecidos, las organizaciones obreras, campesinas, indígenas y políticas, debemos oponer un programa radical de lucha que enfrente a este Régimen y sus instituciones, hoy corroídas por el llamado “crimen organizado”.


Primer paso por un Movimiento Nacional Contra la Militarización
De este Encuentro, surgió una Coordinadora Nacional contra la Militarización cuyo objetivo es impulsar un gran Movimiento Nacional que tome el camino de la movilización y la lucha para echar atrás la militarización y echar abajo la reaccionaria Ley de Seguridad Nacional que arremete contra las libertades democráticas más elementales. Es decir, se resolvió una política opuesta a la de la dirección del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que en los últimos meses, basó toda su estrategia en la confianza en las instituciones. Se trata de un auspicioso espacio de coordinación entre las principales fuerzas políticas que están luchando contra la militarización como el Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez (recientemente reprimido por la policía de aquella ciudad), Caminatas contra la muerte de Chihuahua y la Coordinadora Metropolitana contra la Militarización del Distrito Federal (de la cual la LTS, la agrupación Pan y Rosas y la agrupación Contracorriente somos parte), además de integrar a otras organizaciones políticas y sociales. En el mismo, se resolvió hacer un llamado a las organizaciones sindicales a sumarse a esta lucha, codo a codo con las organizaciones indígenas, campesinas y de derechos humanos que padecen cotidianamente la militarización. Además se resolvió un plan de acción que ponga entre sus ejes de acción, la lucha contra los feminicidios y los juvenicidios, contra la criminalización de los consumidores de estupefacientes, en solidaridad con las y los trabajadores migrantes, por la ruptura de los acuerdos en seguridad con el imperialismo norteamericano como el Plan Mérida y el Plan Colombia y por defender el derecho de las organizaciones obreras, campesinas e indígenas a la autodefensa. El 25 de noviembre, la recientemente surgida Coordinadora Nacional contra la Militarización, se hará parte de la movilización nacional contra la violencia hacia las mujeres para tomar las calles en repudio a los feminicidios, la represión y la persecución a las mujeres migrantes y la trata.


Un programa para luchar contra la militarización y la “guerra contra el narco”
Desde la LTS, Contracorriente y Pan y Rosas, dimos una pelea para que el Encuentro, además de pronunciarse por la lucha antimperialista y la entrega del país, se pronunciara por la legalización de las drogas, por la expropiación de los bienes del narcotráfico y de los bancos cómplices del lavado de dinero bajo control de los trabajadores. Además, planteamos la necesidad de impulsar comités contra la militarización que organicen la autodefensa, basados en los sindicatos, en los centros de trabajo, las escuelas y las comunidades, para que los explotados y oprimidos podamos defendernos de la violencia que ejercen las bandas de narcotraficantes, los militares y paramilitares. Si bien estos puntos generaron disenso, son propuestas programáticas que seguiremos impulsando junto a la tarea de primer orden de forjar un gran movimiento democrático, que integre a las y los compañeros que se movilizaron con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad de Javier Sicilia y sus alas izquierdas para seguir bregando por la demilitarización y la criminalización de la protesta social.

Asia-Pacífico: EE.UU. intensifica su agenda bélica global


Como un bravucón en el patio de una escuela, el presidente Barack Obama muestra el poderío militar de EE.UU. mientras visita rápidamente la región Asia-Pacífico. El ímpetu nominal del viaje fue la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), realizada en Hawái la semana pasada. Pero en lugar de discutir “economía” (la E en APEC), el enfoque destacado para Obama y su séquito parece hacer sido la “guerra” – y en particular el establecimiento de líneas de batalla frente a China.


Las relaciones irascibles con China no son nada nuevo para Washington en vista de las recientes arengas estadounidenses sobre comercio y finanzas, pero lo que señala la altisonancia de Obama es una siniestra intensificación de la agenda militarista hacia Beijing.
Como si incorporara a subalternos y lacayos en su pandilla, el presidente estadounidense ha procedido desde Honolulu con paradas en Australia, Indonesia y otros sitios. En vista de la primacía del poder económico de China en el hemisferio, se podría haber considerado apropiado que Obama hiciera una cordial visita a Beijing para discutir cooperaciones y políticas para reanimar la economía global. Pero no fue así. La omisión de China en ese importante viaje estadounidense parece ser un desaire deliberado hacia Beijing y un mensaje a la región: que hay que aislar y cercar a China. Es la esencia de un belicismo evidente.
Como era de esperar la flagrante agresión es suavizada y presentada de modo agradable por los medios dominantes occidentales. Al informar sobre la beligerancia unilateral de Obama en la APEC, elWashington Post se lamenta: “Por más que trate de concentrar a los dirigentes de Asia y el Pacífico en la forja de nuevas cooperaciones económicas durante una cumbre regional, el presidente Obama ha pasado gran parte de su tiempo en reuniones privadas con sus homólogos discutiendo otra preocupación urgente: la seguridad nacional [es decir, el poder militar de EE.UU.]”


El Financial Times informa fuera de aliento: “Barack Obama no pondrá un pié en China durante su gira por la región de Asia-Pacífico… pero el rápido ascenso económico y los progresos militares de ese país serán el trasfondo de casi todo lo que haga en el viaje”.
Nótese que es la aseveración de que son los “progresos militares” de China los que provocan las preocupaciones de China, no la observación más razonable y realista de que Washington es el que golpea los tambores de guerra.


El FT sigue diciendo: “El Pentágono trabaja silenciosamente en una nueva estrategia apodada concepto Batalla AireMar, diseñada para encontrar modos de contrarrestar los planes chinos de denegar acceso a las fuerzas de EE.UU. a los mares que rodean China”.
En cuanto a “mares que rodean China” hay quien podría pensar que es enteramente aceptable que Beijing “deniegue acceso a fuerzas de EE.UU.” Pero no, parece, para los amanuenses del FT y de otros medios dominantes occidentales, que transforman ofensa estadounidense/defensa china en ofensa china/defensa estadounidense. Se podría imaginar cómo informarían los mismos medios si China anunciara que se propone patrullar con barcos de guerra nucleares frente a California.


Como señalara previamente Michel Chossudovsky en Global Research, las reservas inexplotadas de petróleo y otros minerales del Mar del Sur de China constituyen un importante motivo de las maniobras de EE.UU. China puede tener derechos territoriales naturales a esos depósitos y tiene una reivindicación mucho más válida a esa riqueza que EE.UU., cuyas refutaciones al respecto parecen arrogantes en el mejor de los casos y provocadoras en el peor. De nuevo, uno podría imaginar la reacción de EE.UU. y de los medios dominantes si China le echara el ojo a los campos petrolíferos y de gas frente a Alaska.


Pero en esto existe una agenda geopolítica mayor, como ha analizado consistentemente
Global Research. El creciente militarismo de EE.UU. en Asia-Pacífico es uno con la globalización de la guerra por EE.UU./OTAN y sus aliados. El cambio de política es, como nos dice sin convicción elWashington Post: “que EE.UU. se reafirma como líder en Asia-Pacífico después de años de concentrarse en guerras [ilegales] en Medio Oriente”.
Sin embargo, no se trata de una dinámica que pueda ser vista como de alguna manera normal y aceptable. Es, como hemos señalado, una escalada de la agresión por potencias “adictas a la guerra” como norma.


Arriba en la lista negra está China. Las guerras criminales de Washington en Iraq y Libia han apuntado en particular a aislar a China de sus legítimas inversiones en energía en Medio Oriente y el Norte de África (y África en general). Esto en sí tiene que ser visto por Beijing como un flagrante ataque contra sus activos en el exterior. No satisfecho, al parecer, con el logro de ese desposeimiento de vitales intereses energéticos chinos, Washington lanza ahora su insaciable apetito directamente al dominio de China. Pero semejante agresión sin precedentes es presentada por el gobierno de EE.UU. y los obedientes medios dominantes como un derecho natural en el cual la negativa de la otra parte es presentada de modo perverso como “planes militares para denegar acceso”.


La visita de Obama a Australia en esta semana apunta indudablemente a darle un vuelto a la amenaza contra China. En Darwin, el presidente de EE.UU. está supervisando la apertura de una base que presenciará por primera vez a marines de EE.UU. capaces de realizar juegos de guerra en suelo australiano. A miles de kilómetros de China, este evento puede parecer trivial a primera vista. Pero luego se nos dice que la acción tiene el propósito de estacionar a militares estadounidenses “fuera del alcance de misiles balísticos chinos”. La insinuación es inequívoca y amenazante: China es una amenaza inminente. De alguna manera, sin lanzar ninguna acción agresiva, se hace que repentinamente China parezca como si estuviera dispuesta a lanzar misiles balísticos contra instalaciones de EE.UU.


Es tentador calificar de “inoperante” esta dinámica de la guerra global encabezada por EE.UU. Pero, de modo inquietante, no es solo inoperante. La dinámica de la guerra global es una función del colapso del capitalismo y de la democracia en EE.UU. y Europa (la brutal represión policial contra manifestantes de Ocupad en todo EE.UU. es una evidencia de esto último). La guerra contra el mundo es el resultado lógico de este sistema fracasado, como ya nos lo ha mostrado la historia con los horrores de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial.
Karl Marx señaló una vez: “La historia se repite, primero como tragedia, después como farsa”. Para impedir otra “farsa” en la cual se repitan los horrores de la historia, tenemos que cuestionar de una vez por todas la raíz del problema: el capitalismo. 

La situación del movimiento obrero en China y sus perspectivas de futuro


El movimiento obrero chino se ha desarrollado rápidamente, a veces de manera dramática, en los últimos tres años en una situación de recuperación económica y de giro gubernamental de una política de rápido crecimiento de los sectores para la exportación a un modelo más sostenible sobre la base de un desarrollo de la demanda interna. El movimiento fue impulsado por un aumento continuo del coste de la vida y una sensación creciente de que se niega a los trabajadores la parte que en justicia les corresponde, no solo en relación con los beneficios de las empresas en las que trabajan, sino también del desarrollo en conjunto de la sociedad.

Aunque no existen estadísticas públicas anuales sobre el numero de huelgas y protestas laborales en China, la cifra de unas 30.000 conflictos colectivos laborales para 2009 parece razonable. Y no hay ninguna razón para suponer que el numero de huelgas ha disminuido. Por ejemplo, la cifra de conflictos laborales, tanto individuales como colectivos, que han sido tramitados por las instituciones de arbitraje o judiciales sigue siendo muy alto: más de un millón de casos en 2010.


La respuesta del gobierno a las protestas de los trabajadores continua siendo una mezcla de mediación, arbitraje, conciliación y represión. Algunas provincias, como por ejemplo Cantón, buscan desarrollar estrategias nuevas, más flexibles y realistas, para resolver los conflictos laborales. Pero en otras zonas del país siguen utilizando métodos más represivos y considerando su prioridad absoluta el mantener la "estabilidad" social. Las huelgas y protestas en 2010 fueron, sin embargo, un aldabonazo en la puerta de los sindicatos oficiales chinos, la ACFTU, que últimamente intenta recuperar parte del terreno perdido gradualmente en las tres últimas décadas de reforma económica.


Aunque el movimiento obrero en China sigue siendo muy complejo y dado a fuertes cambios, este informe ha identificado una serie de características y tendencias centrales, que serían:


Ha aparecido una nueva generación de trabajadores emigrantes internos , que se ha convertido en una de las fuerzas esenciales del movimiento obrero chino. Nacidos en los años 80 y 90, tienen una mejor educación y son más articulados que la generación de sus padres, con mayores expectativas y más oportunidades para perseguir sus objetivos y ambiciones. Están más presionados socialmente para triunfar y sienten una intensa frustración cuando intentan instalarse en las ciudades y organizar su vida porque siguen siendo clasificados y considerados residentes rurales. Contratados en las empresas industriales más modernas, se han convertido en el núcleo esencial de la clase obrera china.


La vieja generación de antiguos trabajadores de las empresas estatales continúan su larga lucha por la justicia , tras los despidos masivos de finales de los años 90 y comienzos del 2000. Se suelen sumar a sus protestas sus compañeros que aun siguen contratados en el sector, que sufren la congelación de sus salarios y están amenazados por los despidos provocados por las reestructuraciones y las privatizaciones. Los dos grandes conflictos en 2009 en las siderurgias de Tonghua y Linzhou han vuelto a poner de manifiesto hasta que punto sigue siendo explosiva la reestructuración de las empresas estatales.


La capacidad de organización de los trabajadores mejora . El sentimiento creciente de identidad colectiva entre los trabajadores industriales, combinado con el uso de teléfonos móviles y redes sociales virtuales, han hecho mucho más fácil para los trabajadores iniciar, organizar y mantener sus luchas. Los trabajadores han sido apoyados por grupos de defensores de los derechos laborales, abogados laboralistas y académicos, que les han ofrecido su solidaridad y conocimientos, así como por periodistas y blogueros, que pueden difundir información sobre las huelgas y protestas a lo ancho de toda China, recogiendo el apoyo popular y animando a otros trabajadores a la lucha.


Las protestas estallan en regiones e industrias específicas . Los intereses compartidos y las experiencias comunes de los trabajadores han estimulado y facilitado la rápida extensión de las protestas obreras de una región a otra, de un sector a otro. El ejemplo más evidente fue la huelga de las industrias del automóvil en Cantón y en las empresas de propiedad extranjera de Dalian en 2010, pero también hubo numerosas huelgas de conductores de camión y trabajadores en los servicios de limpieza. La amplitud de estas protestas supuso tensiones adicionales para los gobiernos locales, que buscan a toda costa mantener la estabilidad social. También demostraron los limites de los métodos tradicionales de control social empleados.


Los trabajadores están tomando la iniciativa . Si en el pasado los trabajadores tendían a esperar a que sus derechos fueran violados antes de pasar a la acción, ahora son mucho más proactivos. Los trabajadores han demostrado que en muchas ocasiones no se contentan con esperar a que el gobierno mejore su situación mediante nuevas elecciones, nuevas políticas o aumentos graduales de los salarios mínimos. Por el contrario, toman los asuntos en sus manos y convocando huelgas por aumentos salariales, mejores condiciones de trabajo y, sobre todo, más respeto. Muchas protestas por aumentos salariales son producto de la pura necesidad económica, pero otras responden a la sensación de que se les niega una parte justa de los beneficios empresariales.


Las protestas de los trabajadores cada vez tienen más éxito . Las protestas más recientes han obtenido aumentos sustanciales de los salarios y mejoras notables en las condiciones de trabajo. han obligado a los empresarios a abandonar prácticas laborales explotadoras e impopulares. Incluso han llegado a obligar a las autoridades a frenar la privatización de algunas empresas estatales. Pero sobre todo, las protestas han obligado a algunos empresarios a cambiar su actitud hacia sus trabajadores. En el pasado, los empresarios dictaban a su antojo los términos y las condiciones de trabajo de sus trabajadores. Pero en los últimos años, las huelgas y protestas les han obligado a abrir negociaciones laborales formales. Y en este proceso se ha comenzado a reducir el inmenso abismo de status social y económico que separaba a trabajadores y empresarios. Es evidente que no todas las protestas han tenido éxito, que algunas solo han conseguido mejoras marginales y que, en otras, la patronal se ha negado a hacer cualquier concesión. E incluso cuando las protestas tienen éxito, no suele ser raro el despido inmediato de los dirigentes de las huelgas.


Las protestas han dado lugar a una incipiente y elemental negociación colectiva . A corto plazo, las negociaciones pos-conflicto a las que hemos hecho referencia han beneficiado a los trabajadores, pero si se permite que el sistema se desarrolle e institucionalice a largo plazo, también puede resultar beneficioso para la patronal y las autoridades. Al institucionalizar un sistema formal de negociación colectiva, se reducirá probablemente la presión huelguística, ahorrando a las empresas millones de yuanes en perdidas productivas. Es más, dado que la negociación colectiva siempre concluye en acuerdos salariales por encima del salario mínimo, ayudará a aumentar los niveles salariales en cada uno de los sectores industriales y a aplicar la política gubernamental de relanzar el consumo doméstico.


Si bien estas tendencias son alentadoras, es importante no perder la visión de conjunto. Los trabajadores chinos siguen teniendo muy pocos recursos económicos y carecen de derechos cívicos básicos como la libertad de asociación o de expresión. La mayoría de las protestas son respuestas a la represión, la injusticia, la explotación, de corta duración y espontáneas. Las organizaciones obreras que aparecen durante los conflictos suelen disolverse una vez que han conseguido sus reivindicaciones. Algunos de los dirigentes obreros son despedidos, otros piden el finiquito por voluntad propia, mientras que los que suelen quedarse intentan hacerse notar lo menos posible para no ser clasificados como problemáticos.


La cuestión central para la sostenibilidad y el desarrollo a largo plazo del movimiento obrero chino es precisamente la naturaleza fragmentaria y transitoria de los conflictos laborales. Los trabajadores adquieren una experiencia inestimable en la organización de las huelgas y en las negociaciones posteriores con la patronal, pero esa experiencia se pierde continuamente tras las protestas porque los trabajadores implicados tienen muy escasas o ninguna posibilidad de convertirse en organizadores sindicales permanentes. Teniendo en cuenta este problema, China Labour Bulletin (CLB) esta trabajando sobre el terreno en China con grupos de trabajadores para garantizar que no se pierden las lecciones aprendidas y las experiencias ganadas en los últimos acontecimientos del movimiento obrero.


Hay limites evidentes de que se puede conseguir en este área por parte de las ONGs y grupos de derechos laborales. Lo fundamental es si los sindicatos oficiales chinos, la ACFTU, se implicará y en que medida colmará este vacío, animando y apoyando a los trabajadores en lucha a que se presenten a las elecciones sindicales a nivel de empresa, que estas sean democráticas y transparentes y que después les dé apoyo y asesoramiento para poder participar en negociaciones colectivas auténticas con los empresarios. Lo más cerca que la ACFTU ha estado de jugar este papel ha sido en la reorganización de la sección sindical de la fábrica de Honda en Nanhai y en la subsiguiente dura lucha y negociación colectiva en el primer trimestre de este año. Pero la Honda de Nanhai es solo una fábrica entre millones y la ACFTU tiene aún mucho que hacer antes de que gane la confianza de los trabajadores y dote de la suficiente base organizativa y asesoramiento técnico al movimiento obrero para que pueda desarrollarse. Los informes previos de CLB sobre el movimiento obrero concluían que el movimiento obrero chino y los sindicatos oficiales eran dos mundos separados que tenían muy poco en común. Las huelgas de 2010 han reforzado este punto de vista de la manera más enfática posible, y la ACFTU por fin parece darse cuenta que el momento de actuar es ahora o nunca. La distancia entre el movimiento obrero y los sindicatos oficiales ha disminuido ligeramente a lo largo del año pasado, pero todavía queda mucho por hacer.


Finalmente, serán los trabajadores y trabajadoras chinos, por supuesto, no la ACFTU ni el gobierno, los que decidan la futura dirección de su movimiento. Y hay motivos para el optimismo. Los trabajadores son cada vez más proactivos y están más decididos a defender sus intereses, sin que haya indicios de que esta tendencia revierta en un futuro próximo. Una de las consecuencias más importantes de esta nueva determinación de luchar por mejores salarios y condiciones de trabajo, y de negociar con la patronal en términos de mayor igualdad, ha sido la disminución del abismo que separaba a trabajadores y empresarios. Ello ayuda, sin duda, a la consecución de los objetivos políticos globales del gobierno central para aumentar la demanda interna y reducir la desigualdad social. El movimiento obrero es una de las fuerzas centrales que lucha por la justicia económica y social y es obvio el interés que debería tener el gobierno chino de alentar su desarrollo. 


China Labour Bulletin, (www.clb.org.hk) es un grupo en defensa de los derechos laborales en China, que fue fundado en 1994 en Hong Kong por Han Dongfang y Robin Munro. Han Dongfang, obrero ferroviario, fue el principal organizador durante las jornadas de Tienanmen de la Federación Autónoma de Trabajadores de Beijing. Su historia esta recogida en una larga entrevista publicada en la New Left Review (http://newleftreview.org/?view=2571). Robin Munro es un respetado sinólogo, que ha dedicado su carrera académica al estudio de los movimientos alternativos en China desde el final de la Revolución Cultural. El texto reproducido en SinPermiso son las conclusiones de su último informe sobre la situación del movimiento obrero chino, que se puede consultar, completo, en inglés enhttp://www.clb.org.hk/en/node/101134
Traducción de Gustavo Búster.


CHILE: Derrotar el capitalismo implica superar el individualismo en la izquierda

En la carta de despedida que Ernesto Che Guevara escribió a sus hijos, les dice: “Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada”. Sus palabras cobran hondo sentido hoy cuando la humanidad despierta de un letargo de 20 años de oscurantismo neoliberal, donde el individuo es el centro de todas las cosas y lo colectivo es negado de manera absoluta.


Pero cuando uno se refiere a ese despertar es importante aclarar que la pesadilla del dominio capitalista, sin contrapeso alguno aún está lejos de terminar. Si bien, la realidad demuestra que el sistema avanza hacia una crisis terminal, es fundamental no sacar cuentas alegres y apresuradas. El fin del capitalismo sólo será una feliz realidad si la humanidad asume una lucha conciente y colectiva, que sitúe en el centro la construcción de un modo de producción alternativo al actual, que reduce al ser humano y a la naturaleza a nivel de simple mercancía.
Avanzar en ese proceso en las últimas dos décadas ha sido infructuoso debido al inmovilismo y a la profunda dispersión de la izquierda. La caída de los socialismos reales y la tesis absurda del Fin de la Historia y las Ideologías, pregonada por el totalitarismo ideológico capitalista, generaron las condiciones para imponer un proceso expansivo de explotación y acumulación de riqueza sin precedentes. El nuevo orden impulsado por el imperialismo norteamericano, fue rápidamente aceptado por amplios sectores de la izquierda en el mundo, en algunos casos por una evidente debilidad ideológica y de principios, y en muchos otros, por simple oportunismo.


La ideología capitalista en su versión neoliberal, anunció en forma hipócrita el fin de las ideologías y caló hondo en la subjetividad de los pueblos. Los medios de comunicación en manos del imperialismo, impusieron a través de un bombardeo mediático continuo la idea falaz del neoliberalismo como única alternativa. El “cacareo” permanente de los agoreros del capital, las demostraciones de fuerza de Estados Unidos en Panamá, Afganistán e Irak y la progresiva descomposición política y social en los países socialistas que abrieron de par en par sus puertas al dogma neoliberal, sumieron a vastos sectores de la humanidad en una derrota de carácter subjetiva.
No obstante, ya en la década de los 90 comenzó a emerger de manera espontánea un movimiento de resistencia que expresó en diversas partes del mundo, su rechazo al proceso de globalización neoliberal impulsado por Estados Unidos y sus aliados. El clímax de esa resistencia se vivió en Argentina en 2001, producto de la grave crisis económica, política y social a la cual condujo el recetario económico del Fondo Monetario Internacional (FMI). Si bien, la rebelión popular tumbó consecutivamente a los gobiernos de Fernando De La Rúa y de Adolfo Rodríguez, el carácter espontáneo del movimiento y la falta de conducción política, impidieron que la furia contestataria de los descontentos se transformara en una fuerza capaz de liderar un proceso revolucionario.
Diez años más tarde, en el contexto de una nueva crisis del capitalismo que estalló en 2008 en Estados Unidos con la “burbuja” inmobiliaria, asistimos a una ola de protestas que expresan un rechazo visceral al sistema en Grecia, España, Francia, Inglaterra, Japón, Israel, Estados Unidos, Chile y recientemente en Colombia, los estudiantes también han salido a la calle a luchar contra la privatización y el lucro en la educación. La diferencia con el movimiento anti globalización de los noventa radica no sólo en el carácter masivo de las protestas de los “indignados”. Esta vez la crítica va dirigida a la estructura del modelo: lucro excesivo, creciente desigualdad social, aumento de la pobreza, concentración ilimitada de la riqueza, incremento de la explotación y deterioro ambiental progresivo, entre otros aspectos.
Sin embargo, la similitud con los movimientos anti globalización y con el proceso de Argentina en 2011, es preocupante. El carácter espontáneo y reactivo, la falta de conducción política y de un proyecto de construcción alternativo al capitalismo, son el talón de Aquiles de los indignados. La rabia y la indignación son claramente insuficientes para derrotar al capitalismo, porque jamás existirá tal derrota sin un proyecto y una fuerza política que permita construir una sociedad superior desde el punto de vista productivo y moral. Mientras en la lucha contra el sistema primen el espontaneísmo y visiones individualistas propias del anarquismo, el capitalismo sobrevivirá.
El caso chileno
En Chile, el movimiento estudiantil ha liderado y sentado las bases para un cambio estructural, que sin duda requiere de la participación activa del resto del pueblo, principalmente de los trabajadores, que deben asumir el rol histórico que les corresponde. Los estudiantes en su lucha contra el lucro y por una educación pública gratuita y de calidad, han apuntado al corazón de un modelo fracasado, que hace de la ganancia y la especulación un fin en sí mismo. La realidad es elocuente: el 70 por ciento de la población no cuenta con los medios para que sus hijos accedan a la educación superior. La salud digna y de calidad es un privilegio de la minoría y la previsión de los chilenos ha sido esquilmada por las Administradoras de Fondos de Pensiones ( AFP). Sólo entre abril y septiembre de 2011, dilapidaron $ 25 mil millones, asegurando para sí millonarias ganancias con el fruto del trabajo de los chilenos. Los ingresos escandalosos de la banca ($ 1.170 millones) y de las isapres ($ 45 mil millones) en el primer semestre de 2011, completan el cuadro de descomposición profunda del modelo de acumulación impuesto por el imperialismo en 1973, legitimado y administrado por La Concertación.
En este marco, el apoyo a las demandas estudiantiles ha sido masivo. Los chilenos comprenden progresivamente que no se trata de un problema de carácter sectorial. El lucro, la explotación y la especulación son consustanciales a un sistema fracasado que ya no resiste soluciones de parche. Los estudiantes tienen clara la profundidad y proyección que puede tener un movimiento, que a diferencia de otros procesos similares en el mundo, no es espontáneo. La dirigenta Camila Vallejos lo expresó claramente en Europa al señalar que “el movimiento estudiantil chileno no es espontáneo, sino un proceso largo basado en un análisis profundo de lo que sucede en Chile, de la injusticia, indicó. “Ahora, hay que mirar enfrente, construir una alternativa para el país y proyectar políticamente este movimiento, porque por primera vez, una demanda sectorial pasó a ser un movimiento social que incluye a muchos sectores”, concluyó.


Por ello, resulta central comprender que la derecha pinochetista y la Concertación, que en forma oportunista radicaliza sus posturas y hace denodados esfuerzos de último momento para subirse al carro del descontento popular, nada tienen que ofrecer al país. Son el águila bicéfala que gobernó el país los últimos 38 años, a través del genocidio, la traición, la apropiación indiscriminada de los recursos naturales de los chilenos y de una sumisión pusilánime a los intereses del imperialismo. Es de esperar, que los estudiantes profundicen el movimiento y efectivamente, junto a otros sectores sociales como los trabajadores, lo proyecten políticamente. Para lograrlo, deberán actuar con firmeza frente a las presiones del Partido Comunista que pretende bajar la intensidad del movimiento para negociar migajas electorales de corto plazo y continuar actuando en el marco de un sistema espurio.


Hoy es importante dar un salto cualitativo en la lucha. Pasar de la resistencia contestataria a la construcción de un proyecto socialista, que asuma el desafío de representar los intereses del pueblo, sin ambigüedades de ninguna índole. Una democracia popular de carácter participativa que nos permita avanzar en la nacionalización de los recursos natulares, empresas de servicios básicos y la banca. Es fundamental estatizar las Isapres y las AFPs, para terminar con el robo institucionalizado a millones de trabajadores chilenos. La Presidenta Cristina Kirchner estatizó las AFPs en Argentina, entre muchas otras medidas que contravienen el ideario neoliberal, y ha sido reelegida por abrumadora mayoría.


También es esencial realizar un cambio estructural en las fuerzas armadas y expulsar a los golpistas, a quienes participaron directa o indirectamente en violaciones a los derechos humanos. La misma suerte deben correr los miembros de Carabineros que reprimen de manera brutal las movilizaciones estudiantiles y del pueblo mapuche. Es fundamental eliminar la Doctrina de Seguridad Nacional impuesta por Estados Unidos durante la Guerra Fría, que organiza y prepara a los ejércitos latinoamericanos, entre ellos al chileno, para reprimir al pueblo y cautelar los intereses del imperialismo. El carácter de la seguridad nacional debe supeditarse directamente a los intereses del pueblo y de la región, donde los países hermanos avanzan en la construcción de una alternativa al neoliberalismo y hacia una integración plena.


Lo anterior, involucra necesariamente el fin de la constitución pinochetista y la redacción de una nueva carta fundamental que exprese y al mismo tiempo sea resultado de un cambio estructural real. Quienes pretenden modificar la constitución para luego cambiar la realidad, no comprenden que toda constitución es síntesis y expresión de los cambios materiales concretos que imponen las clases en pugna, organizadas como fuerzas políticas, en un determinado momento histórico. Esta imposición puede ser a través de elecciones o por la vía violenta. El imperialismo, de acuerdo a sus intereses, utiliza ambas de manera permanente con la destreza del mejor de los prestidigitadores.


Lo importante es entender que en Chile están dadas las condiciones para avanzar en la conformación de una fuerza de izquierda capaz de acometer los desafíos antes señalados. Para ello, es esencial contar con un proyecto político que aglutine a una mayoría amplia y perfilar un liderazgo que represente a quienes apostamos por construir una alternativa al capitalismo. Ello nos permitirá acumular fuerza y actuar en distintos ámbitos del quehacer político nacional, incluidas las elecciones presidenciales.


Si por el contrario, permanecemos aferrados a los límites estrechos de la lucha reivindicativa, apostando al logro de prebendas económicas específicas de carácter sectorial, prevalecerá el sistema aún en crisis. El individualismo instalado a nivel social - además del poder de fuego del imperialismo, que en plena crisis se prepara para la guerra - ha jugado un rol central en la reproducción del modelo. De la superación de ese individualismo consustancial al capitalismo, que hasta ahora también predomina en el accionar de la izquierda, dependerá la construcción de una alternativa.


Tal como planteó el Che a sus hijos, no hay que olvidar que lo importante es el proceso colectivo a construir y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada.
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Perú, la Ley de Consulta Previa en grave riesgo


En el Perú se viene librando una batalla encarnizada entre el lobbie minero y la movilización social que recientemente se ha manifestado de forma contundente, siendo el principal escenario de este enfrentamiento la Reglamentación de la Ley de Consulta Previa. Para ayudar al entendimiento de la actual coyuntura política y los intereses económicos que se mueven, publicamos el presente artículo que explica la articulación de sus operadores que motivan decisiones y cambios o remoción de los enemigos de los intereses mineros, dentro del aparato del Estado.


Esta semana debe ser presentado el proyecto de reglamento de la Ley de Consulta Previa, norma que se encuentra bajo el acecho del lobbie minero que actúa sincronizadamente en los medios de comunicación, el aparato estatal y tiene como una de sus principales operadores a burócratas enquistados en el aparato del Estado, que actúan a favor de sus intereses.

Su presencia en la campaña electoral fue notoria con el respaldo que le otorgó la ONG “Reflexión Democrática”, del propietario de Yanacocha Roque Benavides, a más de una treintena de candidatos al Congreso, muchos de los cuales ocupan cargos expectantes en el actual Parlamento.


El lobbie minero logró colocar además a la máxima autoridad administrativa del Congreso, la Oficial Mayor Guiliana Lastres, la misma funcionaria que cuando trabajaba como asesora de Martha Hildebrandt elaboró el dictamen que facilitó la destitución de tres magistrados del Tribunal Constitucional durante la dictadura fujimorista.


Ella habría tenido un papel principal en el frustrado acceso de Javier Diez Canseco a la presidencia de la comisión investigadora de los latrocinios del gobierno de Alan García, tras señalar que el candidato de ese grupo de trabajo debería ser elegido por consenso. La decisión no solo provocó el aplauso de los apristas sino de los grupos mineros que temen ser investigados..


Pero hay otros personajes que tienen que ver con la crisis generada tras la caída del viceministro de Interculturalidad, el sociólogo Vicente Otta, quien fue dado de baja luego que declarara que los contratos suscritos sin previa consulta debían ser anulados. (La Primera. 25.10. Pág. 8).


Entre esos burócratas que planearon la salida de Otta se encontraría, según fuentes del nacionalismo, Cecilia Flores Castañón, asesora legal de Perúpetro y esposa del ministro de Justicia, Francisco Eguiguren, quien movió cielo y tierra para que el encargo de elaboración del reglamento de la Ley pase, en la práctica, a manos de la Presidencia de Consejo de Ministros.


Otro de los promotores del cambio sería nada menos que el encargado de la Prevención de Conflictos de la PCM, Víctor Caballero, quien es conocido por ponerse de lado de las grandes empresas y no de los pueblos afectados por la minería o por la voracidad de grupos de poder.


Ambos personajes participaron en la comisión multisectorial que debió llevar adelante el proceso de reglamentación y que feneció tras la salida de Otta. Ahora el trabajo de redacción del documento se hace en total reserva. El objetivo sería darle el control de la elaboración del reglamento de la Ley 29785 a grupos cercanos a las empresas mineras, dejando a un lado al Viceministerio de Interculturalidad.


Dirigentes nativos conocen bien a este par de angelitos. A Cecilia Flores Castañón, muchos dirigentes la recuerdan como una de las más férreas opositoras a la aprobación de la Ley de Consulta, luego de ocurridos los sucesos de Bagua.


El año 2007 Cecilia Flores fue contratada por Perúpetro para desarrollar normas legales que permitieran el desarrollo de actividades de hidrocarburos “en zonas protegidas” por gobiernos regionales, locales, entidades del Estado y el SINAMPE. Es decir, zonas prohibidas para la explotación minera.


Como se recuerda una de las últimas medidas de INDEPA, durante la gestión Otta, fue anular el proceso de exploración otorgado durante el gobierno aprista a Pluspetrol en el lote 88 de Camisea, donde existen pueblos no contactados. Esta autorización provenía de la administración aprista y le había costado al Estado una serie de demandas ante tribunales internacionales en las que participó Eguiguren como abogado. Así lo indica la RM 482-2007-MEM que lo designó representante legal.


Desde entonces, la esposa del ministro se dedicó a acabar con todo el ordenamiento existente. El contrato 004-2007-MEM la autorizaba además a evaluar la normatividad sobre usos de suelo y zonificación establecidos en los planes de ordenamiento territorial y planes maestros para establecer compatibilidades con las actividades de hidrocarburos. También se le facultaba a coordinar con las autoridades ambientales la ejecución de actividades extractivas.


Sin duda, con estos personajes participando en la elaboración del reglamento de la Ley de Consulta Previas, los pueblos nativos tienen mucho que temer. 

Millonarios de EEUU piden pagar más al fisco


La semilla plantada por el multimillonario Warren Buffett (la tercera fortuna del mundo, según la revista Forbes) ha germinado en otros ricos estadounidenses. Un centenar de ellos ha pedido por carta a la Casa Blanca y al Congreso que eleven sus impuestos "por el bien de la nación".

En concreto, la carta la firman los 138 miembros de un grupo autodenominado Millonarios Patrióticos por un Refuerzo Fiscal, creado hace un año durante el proceso en el Congreso para poner fin a los recortes de impuestos de los que disfrutaban las personas con rentas altas, y que no pasó el trámite parlamentario.


En su carta, los millonarios (la mayoría, desconocidos fuera de EEUU) señalan que ellos se beneficiaron de una economía sólida y que ahora quieren que otros también lo hagan. El grupo dirige su propuesta al llamado supercomité del Congreso, formado por 12 miembros (seis demócratas y seis republicanos), que está intentando alcanzar un acuerdo para recortar el déficit en al menos 1,2 billones de dólares (892.000 millones de euros) durante la próxima década.


El Partido Demócrata ha estado apostando por un incremento de los impuestos entre las fórmulas para bajar el déficit, pero los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, se niegan, argumentando que provocarían un recorte en el empleo. Millonarios Patriotas rechaza este argumento.


El debate sobre los ricos y los impuestos lo lanzó Buffett en septiembre, con una carta en The New York Times, en la que pedía a Washington que dejara de "mimar" a los ricos con impuestos bajos.


En España, las grandes fortunas y los directivos de las mayores empresas, agrupados en el llamado Consejo de Competitividad, debatieron de forma oficiosa si realizar un pronunciamiento en este sentido. Finalmente, evitaron emitir una opinión formal sobre el tema, por temor a tomar una postura que les perjudique en un tema que provocó una marejada política en el PP y el PSOE. 

Cuatro tesis acerca del trabajo en el capitalismo


La crisis del presente ha centrado la dicotomía entre trabajadores y parados; con ello, opaca la reflexión sobre las diversas formas de trabajo que se despliegan en la actualidad y su relación conflictiva con las clases propietarias. Nos encierra en la trampa de una división interna entre los que disponen de un “empleo” y los que no lo disponen, como si la inclusión en el mundo actual del trabajo fuera una garantía contra la exclusión social (1). El habitual diagnóstico de la crisis, al centrarse en esta dicotomía, culmina en una crisis de diagnóstico: impide el análisis de las múltiples variantes del trabajo subordinado.


Por el contrario, debemos enfatizar que el desempleo es una alternativa precaria entre otras. Con independencia a la multiplicidad de figuras laborales, en todos los casos están sujetas tendencialmente a un proceso de precarización radical: el “temporero”, el “periférico”, el “subcontratado”, el “irregular” y, en última instancia, también el “indefinido” son ejemplos más o menos manifiestos de esa tendencia. Podrían buscarse otras variantes, pero lo decisivo aquí es que cualquier trabajador está afectado por las crecientes restricciones salariales y el deterioro de las condiciones de trabajo en contextos de crisis sistémicas regulares. Al respecto, sigue teniendo vigencia, en esta dimensión, la formulación de los Manuscritos: “(...) el que no trabaja [en referencia al propietario] hace con el trabajador todo lo que el trabajador hace contra sí, pero nada de lo que hace contra el trabajador lo hace contra sí mismo” (Marx, 1988: 165 [2]).


En las condiciones del capitalismo actual, a mi entender, necesitamos complementar esas tesis con algunas otras, especialmente a raíz de la presión creciente que ejerce la tasa de paro (notablemente elevada) sobre las clases trabajadoras:
  1. El terror de los trabajadores ante el creciente desempleo es funcional a la precarización laboral. Como forma disciplinaria, el paro permite el mantenimiento de los salarios en un nivel relativamente bajo y la disminución de expectativas y exigencias con respecto a las condiciones del trabajo por parte de los trabajadores. Puesto que hay “un ejército de reserva” –tal como anticipó Marx- dispuesto a sustituirnos, cualquier reivindicación de los trabajadores puede ser sancionada –y así ocurre habitualmente- mediante la amenaza, el despido o la degradación laboral. En vez de radicalizar las luchas políticas por unos derechos colectivos y, en particular, por la transformación de las relaciones de producción, dicho terror consolida la subordinación del trabajo al capital. Una de las consecuencias drásticas de este terror es la creciente adhesión al antisindicalismo, liderado por las federaciones empresariales. Al secundar este cuestionamiento, los trabajadores erosionan los órganos clásicos de representación que permiten presionar para un cambio real en las relaciones de trabajo. Aunque ciertamente hay que cambiar las prácticas sindicales dominantes, suprimir cualquier modo de organización representativo de los intereses colectivos de las clases trabajadoras, incide tanto en la destrucción de la solidaridad de clase como en el deterioro de la calidad de empleo.
  1. El deseo del trabajador parado por recuperar el trabajo (precarizado) que percibe como parte de su humanidad afianza un sistema que deshumaniza tanto a trabajadores como a no trabajadores. Perdiendo de vista otras dimensiones de la existencia social, el trabajador parado vive como privación no poder acceder a un trabajo precario que lo priva de dimensiones centrales de sí mismo. El estigma del paro se transfiere al sujeto que (sobre)valora lo que le falta y menosprecia lo que tiene. Aunque podría con Lafargue defender el derecho a la pereza (en una sociedad técnicamente preparada para reducir la jornada laboral) consideraría esa defensa como una broma pesada: su voluntad de trabajo, incluso si ese trabajo lo priva de su tiempo de vida, parece inamovible. Que la amplia mayoría de trabajos a los que puede aspirar estén marcados por la precariedad absoluta no parece ser impedimento para este deseo autonomizado con respecto a la necesidad específica de un medio de ingreso relativamente estable. La disposición de tiempo de vida es vivido como privación: un sobrante de la ausencia de tiempo de trabajo.
  1. En nuestra cultura del trabajo, el trabajador activo y el trabajador parado están atrapados por esta centralización del trabajo como dimensión identitaria. Así como los parados se sienten despojados de su «humanidad» ligada al trabajo, los trabajadores activos no dejan de sentirse negados a sí mismos en dicho proceso laboral. Si a uno le falta esa dimensión identitaria, al otro le sobra: no sólo hay problemas de desempleo, sino también de subempleo y sobreempleo. El desajuste entre trabajo y necesidades vitales se realiza en todos los casos. La falta o escasez de trabajo remunerado para algunos se convierte en un excedente de trabajo (no remunerado) para otros; en ambos casos, la apropiación de esa plusvalía por parte del no-trabajador se mantiene.
  1. En el capitalismo, los trabajadores se extrañan no sólo de otros trabajadores en activo (una de las dimensiones centrales del proceso de enajenación del trabajo) sino también de los trabajadores parados, vividos como amenaza a la propia estabilidad laboral. Los “profesionales” no son más que trabajadores intelectuales extrañados de otros trabajadores (reducidos al “trabajo manual”). Aunque puedan distinguirse diversas orientaciones en la producción social, la falacia instituida fija los presuntos “trabajos manuales”, ipso facto, como no cualificados, cuando en última instancia son meramente no-calificados. Que un trabajo no cuente con aval institucional (escolar o universitario) no lo descualifica sino, a lo sumo, lo desautoriza para las clases dominantes (situándolo en lo más bajo de una jerarquía laboral). La división social y sexual del trabajo, como condición de existencia del capitalismo, produce otras divisiones diversas, además de la referida antes: entre trabajadores locales y extranjeros, entre trabajadores y trabajadoras, entre temporales e indefinidos. El desconocimiento mutuo entre trabajadores en activo y parados se transforma en un reconocimiento hacia los propietarios.
Aunque no pueden derivarse de forma mecánica otras consecuencias, no hay dudas que estas tesis contribuyen a explicar algunos fenómenos crecientes: la lucha de pobres contra pobres, el aumento de múltiples formas de discriminación laboral (xenofobia, racismo, sexismo, entre otras) y modos sintomáticos de padecer la crisis (alcoholismo, suicidios, drogadicción, violencia de género y familiar, por mencionar algunas). No cabe desconocer la incidencia de una configuración cultural hegemónica que construye modelos de identificación distantes a las clases sociales mayoritarias, exaltando las cualidades que sólo una minoría social “distinguida” posee.


Con todo, estas cuatro tesis contribuyen a interrogar lo que significa hoy el «trabajo», incluso el que presupone el trabajo del pensamiento o el pensamiento como trabajo. Si trabajar es transformar socialmente una materia específica para convertirla en producto humano, esto es, actividad productiva, el trabajo del pensamiento no es sino una actividad conceptualizadora, irreductible al cálculo o al control de informaciones. El trabajo del concepto es elaboración reflexiva y crítica de unas significaciones sociales heredadas. La escasez de un trabajo intelectual crítico-reflexivo, que permita poner en cuestión las formas actuales del trabajo en el contexto capitalista, forma parte de la dificultad para elaborar un trabajo emancipado con respecto a la subalternización de las relaciones actuales de trabajo.


En un mundo político gobernado por expertos y administradores de la crisis de oportunidades sociales, poder dar cuenta de esas formas de dominación activa, contra las que se alzan resistencias y limitaciones externas históricamente cambiantes, forma parte del trabajo imprescindible para transformar lo existente. Las profesiones -y las nuevas profesiones derivadas de las ciencias sociales en especial- tienen un lugar central en la producción y transformación de esta formación social que, bajo el nombre de “democracia”, no hace más que apelar a una “tecnocracia” inequívocamente al servicio del capital empresarial y financiero.


Es nuestra tarea desplazarnos de esos lugares a los que somos llamados a ser desde el mercado capitalista. Desplazarse es participar en una interacción que pone en cuestión la subordinación unilateral de los sujetos profesionales al mercado. Supone más bien una intervención que incluye elementos políticos subversivos. En vez de expertos del ajuste y guardianes del orden que justifican sus decisiones políticas en nombre de presuntas necesidades técnicas, hay que invertir la relación, para que cada decisión técnica sea remitida al proyecto político al que responde.


También hay que hacer responsables a los que, en nombre de la responsabilidad, hacen política irresponsable desentendiéndose de sus consecuencias sociales. El animal político puede hacer política irracional, aunque cabe también la posibilidad de una política racional aberrante. La racionalidad de la política no necesariamente es una virtud, si se considera que las grandes fábricas del genocidio se crearon sobre la base de la razón técnica. Nada garantiza la buena vida que los humanos buscamos, pero sabemos que esa vida no puede ni debe estar determinada por la apropiación radicalmente desigual de la riqueza social. El acceso colectivo a condiciones materiales y simbólicas de vida más igualitarias es nuestra política de vida.


El animal político es irreductible al animal racional. Su acción política no se desprende lógicamente de una racionalidad universal, lo que no significa que no debamos dar cuenta de forma razonable de nuestra acción. En la actualidad, gobernados por la significación de un «dominio racional del mundo» (en términos de Cornelius Castoriadis), estamos erosionando otra significación social central en la modernidad: la significación de la autonomía individual y colectiva.


En vez de menospreciar lo irracional o lo arracional -las emociones, el universo-, propio de una razón instrumental que desprecia lo que no se le reduce sin violencia, es deseable un pensamiento que se autolimite en sus pretensiones de dominio, dando lugar a un diálogo con las emociones y pasiones humanas, con las fuerzas de la naturaleza -que no son meros recursos-, con los otros humanos.


El neoliberalismo pretende reducir los conflictos sociales a una competencia interindividual por la apropiación de beneficios económicos. En vez del interés por el bien común, sostienen que sólo existenhomus economicus, sujetos calculadores y egoístas que sólo aspiran a su bienestar propio. Pero estas doctrinas necesitan desconocer cualquier atisbo de otra vida posible y reducir a meras fantasías otros proyectos político-existenciales.


Nosotros, en vez de adaptarnos dócilmente a las prescripciones mercantiles y administrativas, podemos lanzar un desafío que sólo está derrotado cuando ya nadie lucha. Mientras existan sentidos comunitarios que aspiren a una sociedad igualitaria (que no uniforme), habrá cuestionamiento de esta realidad histórica, no sólo mostrando su contingencia, sino construyendo desde el presente esa sociedad deseada.

La guerra del ciberespacio

Hay gobiernos que trinan y no precisamente con dulzura. Japón sufre ciberataques varios: la Cámara de Diputados y aun algunas embajadas en el exterior han recibido e-mails con virus que infiltraron el Ministerio de Relaciones Exteriores. El Ministerio de Industria y Comercio fue espiado (www.wsj.com, 27-10-11). La policía investiga, pero Tokio está preocupado por la vulnerabilidad de sus sistemas cibernéticos. También Israel.


El domingo 6, los dominios de Internet del Shin Bet, el Mossad y de los Ministerios del Interior y Salud Pública fueron inaccesibles para quien quisiera “visitarlos”. Dos días antes, el grupo Anonymous había amenazado con hackearlos porque la marina israelí interceptó dos naves portadoras de ayuda para Gaza (www.jpost.com, 6-11-11). La voz de un video que el grupo subió a YouTube acusó a Israel de “piratería en alta mar” y señaló que “no había otra alternativa” que atacar si el gobierno israelí mantenía el cerco de Gaza. El verbo “atacar” suele formar parte del glosario bélico. En este caso, sin bombardeos, cañonazos o invasiones terrestres.


El desasosiego es mayor y más explícito en Gran Bretaña y EE.UU. “El volumen de los delitos y ataques por e-mail al gobierno y a la industria sigue siendo perturbador”, señaló Iain Lobban, director de la oficina de espionaje de las comunicaciones del Foreign Office. “Puedo dar testimonio –agregó– de los intentos de robar ideas y diseños británicos en los sectores de la defensa, energía, tecnología, ingeniería y otras industrias para obtener ventajas comerciales o aprovechar el conocimiento de arreglos contractuales secretos” (www.timesplus.co.uk, 31-10-11). Lobban lanzó un alerta: todo ello es una amenaza a la economía del país.


Una reciente investigación del Anti-Phi-shing Working Group revela que el número de dominios, falsos o reales, dedicados al espionaje cibernético, así como el de sus ataques, se incrementa en todo el mundo a pasos acelerados. En el período que se extiende de 2009 al primer semestre de este año, la cantidad de robos informáticos pasó de 55.698 a 115.472, y la de dominios, simulados o no, de 34.513 a 94.383 (www.fiercegovernmentit.com, 8-11-11). Los phishers han encontrado métodos para infectar “decenas, centenares y hasta miles de sitios a la vez, dependiendo del servidor”, subraya el estudio.


Un informe del Ejecutivo Nacional de Cointrainteligencia de EE.UU. destaca que el espionaje cibernético es la amenaza principal que se cierne sobre la economía estadounidense (www.odni.gov, octubre 2011). Indica que los servicios de inteligencia, las empresas privadas, las instituciones académicas y de investigación y ciudadanos de numerosos países saquean la información económica y tecnológica del país. Desde adversarios persistentes como China y Rusia hasta “algunos aliados... que gozan de un amplio acceso a los organismos del gobierno”. Lo hacen mediante todas las técnicas de espionaje conocidas (Humint) y con métodos cibernéticos de vanguardia, como Rusia.


Las consecuencias de esta situación pueden ser catastróficas, según Richard Clarke, ex asesor de tres presidentes y ex jefe de los servicios de seguridad cibernética de EE.UU. Aseguró que, si continuara en su cargo, “aconsejaría al presidente que se abstuviera de atacar (militarmente) a otros países, porque mucho de ellos, incluidos China, Corea del Norte, Irán y Rusia, podrían responder con ataques cibernéticos que devastarían plantas de energía, redes bancarias o sistemas de transporte... Todo el sistema económico estadounidense podría ser aplastado, porque no tenemos hoy la manera de defenderlo” (www.nytimes.com, 7-11-11).


Hay quienes han propuesto métodos para evitar esos desastres eventuales. El ingeniero ruso Eugenio Kaspersky, especializado en seguridad antivirus, explica que “todo el mundo debería tener una identificación, un pasaporte de Internet” (www.theregister.co.uk, 7-11-11). Sería un excelente instrumento para detectar y clausurar las críticas a los gobiernos que los blogs y las redes sociales difunden. China anunció nuevos ajustes en la materia: el número de participantes en esos medios ascendió a 195 millones de personas a fines de junio, el triple de medio año atrás (www.guardian.co.uk, 26-10-11).


Días después, el subsecretario del Departamento de Seguridad Interior de EE.UU., Caryn Wagner, “declaró que el gobierno teme una inquietud social como la de Túnez en diciembre pasado y que desea utilizar los servicios de los medios sociales como Twitter para monitorear a su propia población” (www.corbettreport.com, 10-11-11). El premier británico David Cameron habló ya de la necesidad de establecer un equilibrio entre la ciberseguridad y la libertad de palabra (www.theregister.co.uk, 1-11-11). No hace falta mucha especulación para saber adónde esto conduce.

Ataque a Irán, preludio del caos mundial


    «Si Irán sigue con su programa de desarrollo de la bomba atómica, le atacaremos. Las sanciones no son eficaces… Un ataque a Irán para detener sus preparativos nucleares será inevitable» (Shaul Mofaz, Ministro de Defensa israelí, junio de 2008)
El ruido de sables con respecto a Irán no es una novedad. El ataque inminente a la República Islámica espera desde hace ocho años, y como dice un militar occidental: «Desde hace ocho años Irán está a un año de tener a punto la bomba atómica». Este preámbulo es un apunte para mostrar, una vez más, un escenario de déjà-vu. Periódicamente se saca a pasear el asunto iraní y se movilizan los engranajes de la maquinación para satanizar a Irán. Esta vez el triste papel de lanzallamas se ha confiado al actual director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).


A lo largo del año y de una forma reiterativa, la matraca respecto a Irán se ha convertido en la música de fondo. Nadie plantea la cuestión de por qué Israel nunca ha querido firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear, del que se burlan alegremente sus creadores (Estados Unidos y Francia) hasta el punto de no permitir visitas a sus instalaciones. Israel posee un arsenal nuclear impresionante. El Baradei, a quien se autorizó a que viera de lejos la central, dijo «no veo humo en el cañón de la pistola», así que miraré en otra parte…


Esa es la integridad del Organismo Internacional de la Energía Atómica después de Hans Blix, que se enfrentó a Bush rechazando avalar la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, luego la posición vacilante de Mohamed El Baradei y ahora el alineamiento incondicional del actual director general Yukiya Amano con las posiciones occidentales. Tanto es así que el informe del OIEA no se basa en las investigaciones de sus propios inspectores, que se pasean a sus anchas por Irán, sino en los informes de los servicios secretos de los países occidentales. Incluso enviadas como anexos, esas informaciones están ahí para crear el caos…


En los países occidentales tampoco nadie se plantea la cuestión de por qué Occidente apoyó en principio al Sha para la instalación de energía nuclear civil hasta el punto de que bajo el gobierno de Valéry Giscard d’Estaing Irán se convirtió en accionista de Eurodif y la empresa alemana Siemens iba a comenzar la construcción de la central. ¿Por qué después de la revolución iraní hubo un giro de 180 grados? Hay que impedir que el país de los mulás disponga de tecnología nuclear, aunque sea para uso civil, como no dejan de recalcar los iraníes. Han sido necesarios 35 años para que, a pesar de todos los bloqueos relativos a los combustibles, la central de Bouchehr arrancara en febrero de 2011 y empezase a producir electricidad con combustible, de momento ruso, que los iraníes desean producir justamente concentrando el uranio natural. Para eso necesitan centrifugadoras…


¿Está amenazado Israel?
Si se plantea seriamente, esta cuestión hace reír. Sin lugar a dudas Israel es el quinto ejército del mundo en términos de operatividad, y sobre todo de guerra tecnológica. Dispone de más de 200 bombas atómicas que están ahí más para disuadir que para lanzarlas y producir los daños que todos conocemos. Gracias a Francia, Israel instaló una copia perfecta del programa nuclear galo. Simón Peres, el actual Presidente israelí, tenía un despacho propio en el Ministerio de Defensa en la época del gobierno de Guy Mollet. Después Estados Unidos tomó el relevo, en especial tras el frenazo decidido por el general De Gaulle. Luego, finalmente, lo tomó Alemania en nombre de su deuda inextinguible y equipó al ejército israelí de submarinos nucleares Dolphins (dos gratis y otro subvencionado en un tercio).
En esas condiciones no se puede afirmar que Israel esté amenazado. Irak, que constituía una amenaza, vio su reactor nuclear de Osirak reducido a cenizas, precisamente por los israelíes. Después Israel lo demolió completamente y ha sido necesaria una generación para recuperar su nivel de hace 20 años. Ironía de la historia, el 16 de marzo del año 597 a. C., Jerusalén cayó en manos de Nabucodonosor. El poderoso rey de Babilonia recibió la sumisión del reino de Judá y deportó a la familia real y a la élite judía a su país, entre los ríos Éufrates y Trigris (el actual Irak). En el año 587 a. C., tras una última revuelta, toda la población de Jerusalén se envió a Mesopotamia y destruyeron el prestigioso Templo de Salomón.


Ningún país de Oriente Medio puede compararse con Israel en el caso de una guerra relámpago. Irán es otra cosa, es un país «de peso» que tiene 80 millones de habitantes «formados» que, según la matraca de la propaganda occidental, avanzan. Es un país tecnológicamente avanzado en todos los ámbitos. La historia demuestra que Irán no ha agredido nunca a sus vecinos. En el año 537 a. C. cuando Ciro, el rey de Persia, conquistó Babilonia, una parte de los hebreos regresó a Palestina para construir un segundo templo, permaneciendo siempre bajo la tutela de los persas. ¿Se podría decir que Israel no olvida nada y ajusta sus cuentas 2.500 años después?


Más allá de la distracción que puede procurar la huida hacia delante con el desencadenamiento de un conflicto, parece que el tándem Obama-Netanyahu, al contrario de lo que se piensa, se entiende bien y podría realizar el sueño de un Gran Oriente Medio completando el trabajo de Bush. Después de Irak y Afganistán, queda el «hueso», el que puede bloquear el estrecho de Ormuz, la arteria de desagüe del petróleo, el que impide el revoloteo saqueador y se permite la insolencia –al contrario que los reyezuelos del Golfo instalados en épocas obsoletas que se ponen en sus manos y no usan sus neuronas- de luchar de una forma científica y tecnológica yendo a marchas forzadas hacia el desarrollo. En ningún sitio habla Irán de atacar a los judíos, las palabras de Ahmadineyad nunca han confirmado las interpretaciones de las agencias que voluntariamente han tergiversado sus declaraciones.


Una vez más aparece la escalada de declaraciones belicistas entre Israel y la República Islámica. El Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu declaró el pasado 31 de octubre en la Knesset que Irán constituye una amenaza no solo para Israel, sino también para el resto del mundo. Por la parte iraní, el gobierno se defiende afirmando que su programa nuclear es totalmente civil. El presidente Mahmud Ahmadineyad declaró el 8 de noviembre que «Irán no necesita la bomba atómica», pero que no «retrocederá nunca» ante los occidentales. «¿Es un informe del Organismo Internacional de la Energía Atómica o un dictado estadounidense a Yukiya Amano?», se pregunta un periódico de Teherán. Según el diario The Guardian, el ministerio de Defensa británico se estaría preparando para participar en un eventual ataque militar estadounidense a Irán. Estados Unidos podría «pasar rápidamente a la acción» contra las instalaciones iraníes vulnerables.


La guerra secreta
Se sabe que los occidentales han intentado bloquear el programa nuclear iraní. El virus informático Stuxnet, famoso por provocar el frenazo de una quinta parte de las centrifugadoras atómicas instaladas por Teherán, habría sido desarrollado por Israel y Estados Unidos. «Estamos en guerra contra Irán. La mayor parte de esta guerra es secreta. Y ambas partes tienen interés en que siga siendo secreta», afirmaba el martes Efraim Halevy, exdirector del Mossad, los servicios de inteligencia israelíes, invitado del Center of Political and Foreing Affairs (CPFA). Al infectar un software Siemens utilizado por el programa, el virus saboteó el funcionamiento de las centrifugadoras iraníes que producían uranio enriquecido. Después de una rápida progresión de las actividades de enriquecimiento en 2007 y 2008, los trabajos nucleares iraníes se ralentizaron (1).


El informe de la OIEA muestra claramente que la marcha iraní hacia la bomba atómica, ralentizada en 2010 por el virus informático Stuxnet, actualmente se mantiene por medio de nuevas centrifugadoras que permiten producir más uranio enriquecido y ha recuperado su ritmo de crecimiento. El programa ya está tan avanzado que algunos expertos estiman que el régimen iraní posee el conocimiento, la tecnología y los recursos suficientes para ensamblar una o dos bombas atómicas en pocos meses si así lo decide. También las operaciones secretas atribuidas al Mossad ralentizaron considerablemente el programa: al menos tres científicos atómicos iraníes han sido asesinados misteriosamente en los dos últimos años; el extraño virus informático Stuxnet averió las centrifugadoras que producían uranio enriquecido y además unas misteriosas explosiones sabotearon las instalaciones subterráneas iraníes en octubre de 2010.


Las razones de las amenazas
Parece que Barack Obama no desea una aventura militar antes de las elecciones de noviembre de 2012. Según el periódico iraní Mardomak, «los israelíes multiplican las advertencias a Teherán y parecen a punto de pasar a la acción (…) Por su parte Ehud Barak, el Ministro de Defensa israelí, ha recordado que Israel no puede permitirse el lujo de enfrentarse a un Irán nuclear (…) La evocación del plan de ataque militar a Irán llega al mismo tiempo que el anuncio de la retirada total de los 39.000 soldados estadounidenses de Irak (…) Teherán siempre ha temido que la presencia de las fuerzas de ocupación en suelo iraquí desemboque en la firma de un pacto de seguridad entre Bagdad y Washington y en la instalación de bases militares permanentes estadounidenses en la frontera iraní (…) Parece que Nouri Al-Maliki, el Primer Ministro iraquí, se opone a cualquier prolongación de la presencia militar estadounidense en Irak. La retirada total de las fuerzas estadounidenses no solo tranquilizaría a Irán respecto a sus fronteras con Irak, sino que además alentaría sus esfuerzos para llenar el vacío militar y de seguridad iraquí (…)» (2).


«Para los estadounidenses y los israelíes, un Irak aliado con Teherán ofrecería en el eje Irán-Siria un vasto territorio que se extendería desde Teherán a las orillas del Mediterráneo. Semejante perspectiva representaría un auténtico desafío a Estados Unidos e Israel en la región. Además, la resistencia de Bachar El-Assad al frente de Siria y la perspectiva de no poder derrocarle a corto plazo refuerzan la opinión de un ataque a Irán. El régimen de El-Assad depende esencialmente de Teherán en el plano económico, político y militar. En consecuencia, su caída requiere en primer lugar el debilitamiento de Irán y la formación rápida de un frente contra Siria, constituido por Turquía y los Estados árabes del Golfo Pérsico con Arabia Saudí a la cabeza. Por eso un ataque militar a Irán no solo serviría para aminorar la influencia de la República Islámica en la región, sino también para acelerar el derrocamiento del régimen sirio. Además, un ataque semejante podría destruir el programa nuclear iraní, o al menos ralentizarlo» (2).


Otra hipótesis probable es la de una campaña de intoxicación orquestada a largo plazo. De hecho, a raíz del informe de la OIEA, los occidentales querrían conseguir un endurecimiento de las sanciones a Irán. Esta vez pretenden ir contra el Banco Central iraní, al que intentarían aislar totalmente del resto del mundo de manera que paralizarían la economía del país. La comisión de Asuntos Exteriores del Senado estadounidense decidió proponer al Congreso una ley en ese sentido. Así pues, la operación de intoxicación tendría como objetivo decir a los rusos, a los chinos y a los BRICS que si continúan rechazando la adopción de las sanciones contra el Banco Central de Irán en el Consejo de Seguridad los golpes serán inevitables –verdaderamente inevitables- (3).


Peter Symonds nos informa de que esta vez «será en serio»: «Los artículos aparecidos en los periódicos británicos Telegraph Guardian el miércoles 2 de noviembre revelan preparativos militares de Estados Unidos y Gran Bretaña para un ataque a Irán, que van mucho más allá de los escenarios de rutina habituales. Más fundamentalmente, los preparativos para la guerra contra Irán no están más motivados por las inquietudes sobre su programa nuclear que las invasiones de Afganistán e Irak lo estuvieron por «el terrorismo» o «las armas de destrucción masiva»; o el bombardeo de Libia por parte de la OTAN destinado a «proteger a la población libia». Estados Unidos se lanzó de una forma temeraria a una guerra tras otra durante el decenio pasado, en un intento desesperado de compensar su declive económico, proyectando su hegemonía sobre las regiones ricas en energía de Oriente Medio y Asia Central» (4).


Además no sabemos la reacción de los rusos y los chinos, que no quieren ver hacer y deshacer en lo que ellos pusieron en marcha pacientemente, el pacto asiático. Sobre todo porque el caldero afgano todavía hierve, con Pakistán en una atmósfera de insurrección. Esta es también, en resumen, la opinión de Peter Symonds, que escribe que bajo la influencia de la crisis hay una huída hacia delante: «(…) Lejos de actuar como un freno, el agravamiento de la crisis económica mundial empuja al imperialismo estadounidense a utilizar su potencia militar para consolidar sus intereses económicos y estratégicos a expensas de sus principales rivales europeos y asiáticos. Esa es la lógica tortuosa que subyace tras la prisa por atacar a Irán, considerado en Washington como un obstáculo mayor para las ambiciones estadounidenses en Oriente Medio y la razón principal de sus fracasos en Irak y Afganistán. Además, como en el caso de Libia, una guerra llevada a cabo por Estados Unidos contra Teherán socavaría seriamente los considerables intereses económicos de China y Rusia en Irán, así como sus esfuerzos para forjar relaciones estratégicas más estrechas» (4).
La fijación sobre las bombas atómicas se debe más al pavor de Hiroshima y Nagasaki que a la razón. Las nuevas armas son mucho más peligrosas y eficaces. Todas las bombas concebidas por los países occidentales, especialmente las bombas de fósforo y uranio empobrecido, las bombas GBU de las que disponen Israel y Estados Unidos, a las que hay que añadir los drones, auténticos depredadores, y la guía por satélite, nos dan una idea de las guerras actuales que se libran, especialmente en Afganistán, Gaza y Libia. Peter Symonds tiene la última palabra: «Mientras el capitalismo mundial va titubeando de una crisis política y económica a otra, la rivalidad entre las principales potencias por los mercados, los recursos y la obtención de ventajas estratégicas amenaza con hundir a la humanidad en un conflicto catastrófico que devastaría el planeta» (4). No hay nada que añadir.