sábado, 16 de octubre de 2010

La pesadilla de las atrocidades de la invasión de Iraq

    “Aquellos que pueden hacerte creer cosas absurdas, son también capaces de hacer que cometas atrocidades” (François-Marie Arout, -Voltaire-)
Creo profundamente que el deber de todo analista es, con lo mejor de sí mismo que pueda ofrecer, recoger, iluminar los lugares a menudo oscuros, actuar como voz de todos aquellos cuya propia voz, temores y penosas situaciones no pueden ser escuchados ni conocidos. Cuando una intenta escribir sobre emociones, tiene en ocasiones la sensación de tocar una especie de anatema y de que se trata, en cualquier caso, de una redundancia. El objetivo es tratar de llamar la atención sobre las injusticias, no lloriquear sobre los efectos que puedan tener y, de todas formas, la vida privada debería ser sólo eso. Si los políticos desean despojarse de su dignidad y aludir a cualquier aspecto, desde su vida sexual a la utilización de sus conflictos privados para conseguir un voto de simpatía, los seres con una pizca de dignidad no desean en absoluto emularles. Aquí estoy rompiendo uno de mis tabúes y tengo una razón para hacerlo así.

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