martes, 19 de julio de 2011

Nelson Manrique analiza la reacción de Humala en el caso de su hermano Alexis

En la columna de hoy,Nelson Manrique analiza paso a paso la reacción que tuvo Ollanta Humala para tratar el affaire en donde estuvo involucrado su hermano menor Alexis. Además avizora que "la credibilidad del gobierno durante los cruciales primeros 100 días se jugará en el terreno de la fidelidad a sus promesas de mejorar la situación económica de las mayorías nacionales".
De cal y arena, por Nelson Manrique
Finalmente el pasado domingo, en una entrevista en TV, el presidente electo encaró la crisis provocada por el viaje de su hermano Alexis a Rusia. Declaró que este “cometió una tremenda metida de pata, un error tan grave que ni entrenando lo hubiera podido hacer mucho mejor”, negó estar enterado del viaje y aseguró que Alexis y quienes lo acompañaron tendrán que asumir la responsabilidad de sus actos. Analizando sus declaraciones, no hay nada que no pudiera haber dicho hace dos semanas. Pero la demora le ha costado, según la última encuesta de Ipsos/Apoyo, una caída en su respaldo del 70% al 41% y un incremento de la desconfianza del 17% al 31%. La falta de reflejos para encarar inmediatamente el escándalo, cerrando el paso a las especulaciones, permitió el amplio aprovechamiento del incidente por quienes apuestan a que fracase en su mandato.
A 9 días del cambio de mando la coyuntura está crecientemente marcada por la disputa en torno a la línea política que seguirá el nuevo gobierno y las presiones que sobre él ejercen para inclinarlo en una u otra dirección. La decisión de Humala de ratificar a Julio Velarde como presidente del BCR y la posibilidad de que el ex viceministro de Economía Luis Miguel Castilla asuma la dirección del MEF (su renuncia a su cargo actual en el gobierno aprista se ha prestado a estas especulaciones) son vistas como señales de que Humala optará por la continuidad en el modelo económico neoliberal. Abona a favor de esta hipótesis que Velarde ha sido categórico en el rechazo a la promesa electoral del presidente electo de incrementar la RMV de S/. 600 a S/. 750, lo que, según el presidente del BCR, ahuyentaría a la inversión extranjera. Se trata pues de la defensa del “cholo barato” como la principal ventaja comparativa del país, bajo el amparo del argumento de que nuestra productividad es muy baja.
¿Es eso verdad? La investigación desarrollada por el profesor Michael Kuczynski, de la Universidad de Cambridge, muestra un panorama completamente diferente. Kuczynski, comparando la Productividad Total de Factores PTF (que mide el dinamismo de la economía en materia de organización productiva y tecnología) de un conjunto de países en el periodo 1989-2008, muestra que hemos alcanzado una de las productividades más elevadas del mundo: 2.41, solo superada por China (2.57) y Corea (2.92), por delante de Taiwán (2.31), India (1.89), Argentina (1.79), EEUU (0.57) y, ciertamente, Chile (0.10) (http://bit.ly/mS9CMQ). Hasta aquí, el empresariado ha venido sosteniendo que el monto de las remuneraciones de los trabajadores debiera estar atado a la productividad alcanzada por la economía. Estando nuestra productividad entre las más elevadas del mundo no existe ninguna razón que justifique que los salarios permanezcan deprimidos al nivel en que actualmente se encuentran. Es un escándalo que estén entre los más bajos del continente.
Una hipótesis con relación al derrotero que seguirá el próximo gobierno, a la luz de la escasa información disponible, podría ser que Humala opte por una política conservadora en lo económico, que en lo sustancial sería persistir en el actual modelo neoliberal, combinada con medidas liberales en lo político y social. En esa dirección podría señalarse, como contrapeso de las malas noticias en materia económica, las declaraciones de Sinesio López –asesor del presidente electo– en el sentido de que se daría un espacio televisivo a César Hildebrandt en el canal del Estado. Por supuesto esta sería una excelente noticia, y ayudaría a contrarrestar el asfixiante monopolio informativo ejercido en la TV por los poderosos grupos mediáticos que mantienen alejado de la pantalla al periodista con mayor credibilidad del país y que durante los últimos meses se han encargado de despedir a aquellos periodistas que no se alinearon con la candidatura presidencial de Keiko. Pero la credibilidad del gobierno durante los cruciales primeros 100 días se jugará en el terreno de la fidelidad a sus promesas de mejorar la situación económica de las mayorías nacionales. Ojalá Ollanta Humala lo tenga presente.

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