Decenas de millones de norteamericanos –muchos de los cuales rieron de sus payasadas y meteduras de pata vocales– sienten ahora el impacto del legado de ocho años de George W. Bush. El hombre que facilitó la carrera de comediantes ha tenido su venganza. Por sus reducciones de impuestos –palidecen ante la importancia de la guerra de Irak– se convirtió en el lameculos (justamente en el sitio del hilo dental) de los más altos ejecutivos corporativos y de otros individuos extremadamente ricos (desde la década de 1970 la han pasado bien, pero súper bien bajo Bush). Para 2001, gracias a la reducción de impuestos, Washington vio disminuidos sus ingresos mientras aumentaban los gastos, gracias a las guerras de W.
Los bushistas prestaron poca atención a la burbuja que se expandía en los bienes raíces, derivativos dudosos y otras bromas bancarias solapadas. ¿A quién le importaba en Washington que el gasto gubernamental aumentara y disminuyeran los ingresos? Después de todo, cualquiera que tuviera una vivienda podía refinanciarla. ¡Viva el crédito!
Y entonces, en 2007, Bush “se vio obligado” a rescatar a los bancos, compañías automovilísticas y gigantes de los seguros cuyo desempeño era nulo, un subsidio para los ultra ricos que Obama continuó. Esto obligó a un mayor gasto del gobierno mientras W., como cuestión de principio, insistía en proveer a sus amigos y benefactores de bajos impuestos o de ninguno. Pero los rescates, además de las guerras en curso en Afganistán e Irak, coincidieron con una disminución de los ingresos del estado, Así que los republicanos pidieron prestado. ¡Fantástico!
El primer período presidencial de Bush, recordemos, comenzó con un bostezo. Luego, el 11 de septiembre de 2001, fanáticos –15 de ellos eran saudíes– armados con cortadores de cartón e impulsos suicidas, excitaron al pasivo W y cambiaron la cultura norteamericana. (Es interesante ver que el secretario de Defensa Rumsfeld pronto cumplió una de las exigencias de Al-Qaeda: EE.UU. se retiró de su base en Arabia Saudí.) De manera simultánea, el presidente Bush desató una guerra cara de alta tecnología contra los que atacaron con armas baratas de tecnología elemental. Bush y el vicepresidente Cheney invadieron naciones que poco tenían que ver con los terroristas suicidas. Sí, el gobierno del Talibán permitió a Al-Qaeda tener un campamento en Afganistán. Pero el líder iraquí Saddam Hussein gobernaba un estado seglar y había recibido amenazas de Al-Qaeda. Pero al decir que la invasión era parte de la guerra al terror porque tenía vínculos con Al Qaeda (no era así) y ADMs (no era así), Bush suavizó su belicosa estratagema.
EE.UU. invadió a Afganistán y meses después a Irak –supuestamente para aplastar a Al-Qaeda que no existía en Irak y que rápidamente se había marchado de Afganistán después de que las tropas norteamericanas lo habían hecho poco hospitalario. Ahora en 2011, Al-Qaeda u otros grupos, vinculados o no al Talibán, lo han hecho poco hospitalario para las tropas norteamericanas. El costo de la guerra de aproximadamente $3 billones de dólares, lo cual no incluye la nueva intervención “humanitaria” de misiles por Obama en Libia, no incluye el costo de las guerras de aviones sin piloto contra los “terroristas” en una variedad de países; ni cubre los gastos de los equipos asesinos y las travesuras letales encubiertas (consideradas en su conjunto como guerra al terror). Las “comunidades” de inteligencia y de seguridad interna de EE.UU. gastan unos $80 mil millones al año, fuera de Afganistán e Irak. Sin embargo, “Al-Qaeda y sus afiliados solo tienen unos 4 000 miembros en todo el mundo. Eso significa $20 millones por terrorista al año”, según el ex director de Inteligencia Nacional Dennis Blair (Noah Shachtman, Wired, 31 de julio de 2011).
Como ninguna nación es Al-Qaeda o apoya, se pudiera cuestionar el gasto. Compárese la Guerra al Terror con el costo de más de 40 años de Guerra Fría –que fue menor. ¿Recuerdan los miles de misiles ICBM soviéticos y sus suministros? ¿Millones de soldados y enormes aparatos militares tanto en la URSS como en China? ¿Cómo es posible que 19 individuos con delirio de vírgenes en el Paraíso puedan catalizar el gigantesco gasto que ni siquiera fue visible durante las cuatro décadas de pulseada nuclear? ¿Cómo un solo hecho puede provocar dos guerras que prácticamente no tenían que ver con el hecho? (Ver Sibel Edmonds http://www.boilingfrogspost.com/tag/military-industrial-complex/)
Al no digerir las lecciones de Viet Nam, donde Estados Unidos gastó una década para perder, dos presidentes de EE.UU. han mantenido una ocupación en Afganistán. A principios de agosto, 30 militares de EE.UU. (casi todos SEALs de la Marina) murieron cuando insurgentes del Talibán derribaron su helicóptero con una granada impulsada por cohete.
Una guerra al terror, comentó Gore Vidal, no será ganada cuando se gane la guerra a la caspa. Mientras tanto, consume el tesoro de la nación. La guerra al Talibán, que no es terrorista y a quien se le pudo haber pagado para que eliminara a bin Laden y sus asociados, tiene poco sentido. Sí, no puede decirse que el Talibán sea un dechado de virtudes democráticas o progresistas, pero Al-Qaeda ahora despliega sus pocas fuerzas en otros lugares.
Pakistán, nuestro incierto aliado, no aparece en la lista de estados terroristas, a pesar de los rutinarios atentados con bombas allí. Su gobierno ha permitido a las fuerzas de EE.UU. atacar con aviones sin piloto a objetivos en su territorio nacional y ocasionalmente atacar a algunos grupos del Talibán. A cambio, Pakistán recibe miles de millones de dólares –y algunos civiles pakistaníes muertos.
Nuestros enemigos no tienen fronteras nacionales, fuerzas armadas formales ni equipamiento regular. Un individuo viejo y flaco con riñones podridos que predicaba un Islam fanático aparentemente atraía a algunas personas, quizás a aquellos cuyos familiares cercanos murieron por ataques de aviones sin piloto o fueron objetivos de equipos asesinos, o simplemente los alcanzó la metralla de algún misil o bomba desviado de la OTAN.
Cientos de torturados, sospechosos de ser operativos de Al-Qaeda, aún están en Guantánamo. ¿Con qué fin? EE.UU. no ha acusado a la mayor parte de ellos de ningún delito.
Mientras tanto, estamos sufriendo mucho económicamente, los ciudadanos han perdido la fe en el gobierno mientras la infraestructura se desmorona y el mítico sueño norteamericano es convierte en pesadilla. Guerras eternas, nada de impuestos para billonarios, que se jodan la clase media y los pobres. El legado de Bush. George W. Bush debe de estar en el Salón de la Fama de los Peores Presidentes. Él ha infectado la nación con ENST (enfermedad no sexual transmitida). ¿El chiste? Michos de los que se rieron o burlaron de él han aceptado su herencia.
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