La ocupación norteamericana de México: igual que en Irak pero sin ataques aéreos con misiles
NIL NIKANDROV – Todos los servicios de seguridad norteamericanos están ocupados en la construcción de una “línea defensiva” antiterrorista y contra el narcotráfico en México. Tuvieron mucho éxito durante la presidencia de George Bush hijo cuando llegaron al poder los presidentes más “maleables” en la historia del país azteca: primero fue Vicente Fox y luego Felipe Calderón. Estos políticos escondían bajo declaraciones patrioteras su afiliación al “internacionalismo neoliberal y se han mantenido en un derrotero pro-imperialista en casi todos los principales asuntos nacionales y de política exterior.
Esto produjo el descenso de México en la arena internacional, especialmente en América Latina. De manera cada vez más frecuente uno escucha a la gente refiriéndose a la ocupación imperial de México como si se tratara ya de un hecho consumado. La analogía que se manifiesta es como si se tratara sencillamente de la ocupación norteamericana de Irak y Afganistán pero sin ataques aéreos con bombas y misiles.
Calderón entregó el país a Estados Unidos de manera sigilosa con el pretexto de la “inevitable expansión” de los carteles de la droga y la amenaza de que ellos podrían tomar el poder en México. La militarización de la lucha contra los carteles de la droga no ha dado hasta ahora ningún resultado prometedor. La tasa de muertes de esta “guerra silenciosa” ya llega a decenas de miles de personas. Los aviones no tripulados norteamericanos que se emplean para detectar las vías de contrabando de la droga desde México hacia Estados Unidos, constituyen un terrible símbolo de la escalada de la guerra.
Washington está haciendo todo lo posible para prolongar el régimen de ocupación. En el mes de julio del próximo año se celebrarán las elecciones presidenciales en México. Los analistas políticos pronostican que luego de estar 12 años en la oposición el Partido Revolucionario Institucional, PRI que dominó la política mexicana durante décadas, podría volver al poder.El gobernador Enrique Peña Nieto es considerado como el más probable candidato del PRI. Se trata de un dirigente partidario de 45 años de edad de buena reputación y aspecto de galán de telenovelas.
Las críticas planteadas en su contra por los competidores giran en torno al origen dudoso de los fondos empleados para realzar su imagen en la campaña. Se han gastado millones de dólares en un automóvil de lujo, trajes caros y un reloj Cartier. ¿Cómo puede este político llevar semejante nivel de vida si no tiene sus propios ingresos? Pero esto no tiene mucha importancia cuando alguien trata de apuntalar a uno de los suyos. Es por esta razón que Washington prefiere a Peña Nieto. La presentación preliminar de Peña Nieto en Estados Unidos se inició con una visita al Congreso donde el político mexicano causó una buena impresión entre los congresantes. Sostuvo reuniones “privadas” con representantes de instituciones influyentes. Peña Nieto fue presentado a los miembros del gobierno Como el “futuro presidente de México” y este prometió a sus interlocutores fortalecer la lucha contra los carteles de la droga y los grupos terroristas que plantean una amenaza para Estados Unidos, como también apoyar las actividades de Washington que apuntan a limitar la influencia de los “países populistas” y su regreso a los “valores democráticos” dentro de las organizaciones regionales no antagónicas.
Peña Nieto dejó en claro a los políticos norteamericanos que él es una “alternativa confiable” a la amenaza de un resurgimiento del populismo mexicano representado por Andreas Manuel López Obrador, jefe del Movimiento de Regeneración Nacional, MRN.
El problema de Obrador es de grave preocupación para Washington. En el año 2006 este problema fue resuelto por medio de un fraude gigantesco en los resultados electorales a favor de Calderón. En el 2012 será mucho más difícil para Washington y los oligarcas mexicanos “nombrar un presidente”. Es por eso que a un año de la elección ya se inició una masiva promoción de Peña Nieto en los medios de comunicación de masas. Se le está promoviendo como el líder nacionalista y en cambio a Obrador se le describe como un “secreto seguidor de Chávez”, político marginal divorciado de las necesidades del pueblo mexicano, condenado a fracasar. No obstante, fue Obrador el que en condiciones de bloqueo viajó por todo el país durante todos estos años después de su “derrota”. Se reunió con sus bases electorales y creó el Sistema MRN y su programa político como una alternativa al modelo neoliberal que apunta a ayudar a México a encontrar una salida a la permanente crisis económica y social.
“Rechazamos toda forma de ingerencia norteamericana –sostiene Obrador constantemente. No queremos ser un protectorado, una colonia regida por un gobierno extranjero.” Obrador se opone al curso de los liberales modernos mexicanos acerca de la cooperación militar con Estados Unidos y aboga por priorizar las relaciones comerciales y económicas.
“En vez de la Iniciativa de Mérida y de regalarnos armas y helicópteros, dice Obrador, nosotros le ofrecemos al gobierno norteamericano –si es que este realmente quiere ayudar a México—suministrarnos préstamos sin usureros y humillantes intereses. Este financiamiento nos ayudaría a estimular la economía nacional creando puestos de trabajo y creando las condiciones para una reducción de la emigración de nuestros ciudadanos hacia Estados Unidos.”
Obrador rechaza la actual estrategia de la “guerra contra los carteles de la droga” empleada por Washington y el gobierno de Calderón para justificar el empleo de tropas mexicanas y norteamericanas en territorio mexicano.
La lucha contra las mafias de la droga es una tarea de la policía y las agencias de seguridad. De ahí que Obrador –si gana las elecciones—promete declarar nulos los acuerdos que vulneran la soberanía nacional que Calderón firmó con Estados Unidos, los cuales establecen de facto un régimen de ocupación por parte del Pentágono.
Se firmaron muchos acuerdos de este tipo. Washington aprovechó la incompetencia política de Calderón para alcanzar sus metas geopolíticas ya que a México junto con Colombia se le considera como una “cabeza de playa” para combatir los regímenes “populistas” de los países miembros del ALBA. De hecho, México ahora tiene instituciones de gobierno paralelo encabezadas por diplomáticos norteamericanos. Estos controlan a miles de organizaciones no gubernamentales, ONGs “voluntarios” de los Cuerpos de Paz, contratistas bajo diferentes coberturas, estructuras de “quinta columnas”, etc.
El cuartel general de la Iniciativa de Mérida, desde donde se coordina la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, está ubicado en el Paseo de la Reforma #225 no muy lejos de la embajada norteamericana. Representantes de los servicios especiales norteamericanos –DEA, CIA, FBI, Oficina de Control de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, ATF (sigla en inglés) inmigración y control aduanero, son los que mandan ahí. Meticulosamente revisan a sus “socios” mexicanos con el objeto de no permitir que aliados de los barones mexicanos de la droga y pandillas de delincuentes se infiltren en el centro de planificación de las operaciones conjuntas. Por supuesto que los norteamericanos no informan a sus socios mexicanos acerca de todas sus operaciones.
Por ejemplo, una de las operaciones se llevó a cabo a través de la ATF en Estados Unidos. El “suministro controlado” a México de dos mil fusiles de asalto AK-47 y fusiles de precisión para francotiradores fracasó. Los funcionarios a cargo perdieron el control sobre la mayor parte del envío. Los observadores señalan que los envíos a México se hacen por diferentes vías “controladas” y “no controladas” sin que estos encuentren la menor resistencia especial de parte de los policías fronterizos norteamericanos ni de las agencias especiales.
Diariamente, los clientes mexicanos reciben entre mil quinientas y dos mil armas de fuego. El número de armas requisadas es mucho menor, pero ellos tienen que producir algo para demostrar que están trabajando.
El presidente norteamericano Barack Obama envió a Earl Anthony Wayne como el nuevo embajador de Estados Unidos en México. Su misión es asegurar la victoria del “candidato norteamericano” en las próximas elecciones presidenciales. Como muchos de los diplomáticos norteamericanos, Wayne tiene una sólida formación militar.
Todo esto confirma la versión que la embajada norteamericana se está preparando para trabajar en circunstancias difíciles. Deberá tenerse en cuenta que a iniciativa del Partido Revolucionario Institucional, PRI la agenda de los poderes ejecutivo y legislativo contempla la reforma de la ley sobre seguridad nacional. El proyecto de ley incluye otorgar al presidente de la república atribuciones adicionales para suspender las garantías constitucionales y emplear al ejército para reprimir la “violencia callejera” es decir, las protestas sociales.
Algunos analistas políticos creen que la adopción de esta ley será coordinada con la presidencia de Peña Nieto. Peña Nieto tendrá que aplicar numerosas medidas antipopulares que él prometió en Washington, incluyendo la autorización para que las fuerzas armadas norteamericanas empleen el territorio, el espacio aéreo y las aguas de México en su lucha contra potenciales enemigos en la región. ¿Será necesario nombrar a estos enemigos otra vez?
Fuente: Strategic Culture Foundation / Aporrea
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