Juego de ajedrez en Eurasia
Asia Times Online
Todavía no se sabe cuál será la gran historia de 2011. ¿Será la Primavera Árabe? ¿La contrarrevolución árabe, desencadenada por la Casa de Saud? ¿Los “dolores de parto” del Gran Medio Oriente en un remix de cambios sucesivos de régimen? ¿La R2P (“responsabilidad de proteger”) que legitima los bombardeos “humanitarios”? ¿La congelación del “reajuste” entre EE.UU. y Rusia? ¿La muerte de al Qaida? ¿El desastre del euro? ¿El anuncio estadounidense de ‘un Siglo del Pacífico’ junto con una nueva Guerra Fría contra China? ¿La preparación de un ataque a Irán? (Bueno, esta última comenzó hace tiempo con George, Dick y Rummy…)
Bajo todos estos guiones interrelacionados -y la histeria acompañante de titulares al estilo de la Guerra Fría– hay una interminable novela de suspense que flota río abajo: "Ductistán". Es el tablero de ajedrez en el que se juega el gemelo medio oculto de la “guerra prolongada” del Pentágono. Virtualmente todos los actuales eventos geopolíticos se relacionan con la energía. Por lo tanto ajustaos los cinturones de seguridad, es hora de volver a visitar el “grandioso tablero de ajedrez” de Eurasia del doctor Zbigniew Brzezinski para descubrir quién está ganando las guerras del Ductistán.
¿Tenéis entradas para la ópera?
Comencemos por Nabucco (la ópera del gas). Nabucco es sobre todo un tejemaneje estratégico en clave occidental: cómo entregar gas del Mar Caspio a Europa. Los ejecutivos de la energía lo llaman “abrir el Corredor del Sur” (del gas). El problema es que este Ábrete Sésamo solo dará resultados si se suministra con un tsunami de gas de dos “estanes” clave: Turkmenistán y Azerbaiyán.
El Nabucco de 3.900 kilómetros pasará por cinco países –Austria, Bulgaria, Hungría, Rumania y Turquía– y puede terminar por costar unos asombrosos 26.000 millones de euros (33.700 millones de dólares) [1].
Es posible que la construcción –demorada interminablemente– comience en 2013. Esencialmente todo sigue siendo un lío descomunal. Nadie conoce los precios, o los detalles de los derechos de tránsito. Turquía también está ansiosa de revender el gas por cuenta propia. Además, si Bakú y Ankara deciden desarrollar en tándem los campos de la fase Shah Denz II [2] de Azerbaiyán para proveer el gasoducto, necesitarán otros 20.000 millones de dólares de inversiones.
El presidente de Turkmenistán, que lleva el espectacular nombre Gurbanguly Berdymukhamedov, se ajusta a su característico guión inestable (comprobadlo escuchándolo cantar su éxito original “Para ti, mi blanca flor”). Siempre dice que la miríada de propuestas de la Unión Europea “se estudiarán” y que la cooperación con los europeos es “una prioridad estratégica” de su política exterior. Pero el Santo Grial de la UE –un acuerdo inflexible para obtener el gas– es aún más elusivo. Los rusos e incluso los azeríes apuestan a que nunca tendrá lugar.
Nuestro hombre Gurbanguly, siendo un operador despabilado, preferiría incubar sus huevos en un canasto chino, en vez de en esas lejanas tierras euro-liosas. Por eso se tambalea fingiendo que está abierto a toda oferta. Sabe mejor que nadie que para los europeos Nabucco es la clave para liberarse (un poco) de la dependencia de la rusa Gazprom. Al mismo tiempo piensa en cómo maximizar sus beneficios chinos sin enfrentarse a Rusia.
Toda burocracia europea (in)digna de su nombre apoya Nabucco [3], y sobre todo la ansiosa Comisión Europea (CE), la rama ejecutiva de la UE infestada de descomunales salarios. La prioridad estratégica –todo o nada– es conectar el puerto turkmeno de Turkmenbashi con la península Absheron en Azerbaiyán mediante un gasoducto trans-caspio (TGGP) [4]. Es facilísimo: hice el viaje en un barco de carga azerí infestado de vodka y duró solo 12 horas.
¿Pero cómo lograrlo? Moscú se aseguró todo el gas azerí. Gazprom se aseguró todo el excedente de gas de Turkmenistán. La única opción sería Irán. Vaya a decirle eso al Senado de EE.UU., que ha declarado la guerra económica [5] a Irán.
¡Y ahora TAPI!
Se justifica un desvío a AfPak. Ni siquiera las deidades que dominan el Hindu Kush saben si el gasoducto TAPI (Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India) de 1.735 kilómetros por 7.600 millones de dólares (y es solo el comienzo), se construirá algún día.
Según el Ministro de Petróleo y Gas de Turkmenistán, Bayramgeldy Nedirov: “No cabe duda de que este proyecto [TAPI] se reañozará” [6]. Pakistán e India –después de infinitos regateos– se pusieron finalmente de acuerdo en los precios. Aproximadamente un tercio del coste del gasoducto será financiado por el Asian Development Bank, basado en las Filipinas, ya que tanto Afganistán como Pakistán están prácticamente en bancarrota.
Imaginad una serpiente de acero que entra en Afganistán occidental hacia Herat, se dirige al sur por debajo de la tierra (para evitar atentados terroristas), paralela a la carretera Herat-Kandahar, luego toma un desvío a través de Quetta –hogar del jefe supremo de los talibanes, Mullah Omar– hacia Multan en Pakistán y termina llegando a Fazilka, en la frontera india.
Citando a Sam Spade en El Halcón Maltés, “es el sueño de todo ser viviente”, desde el gobierno de Bill Clinton, mucho antes del 11-S y la virtualmente extinta GWOT (“guerra global contra el terror”). Los cínicos podrán interpretarlo como una república de gas. Turkmenistán –dueña de las cuartas reservas del mundo– hace más por promover el desarrollo económico y la seguridad en Afganistán que 100.000 soldados estadounidenses.
El gas para TAPI provendrá del nuevo campo Tolotan de Sur-Osman que ya suministra a China (según el auditor británico Gaffney, Cline & Associates se trata del segundo yacimiento más grande del mundo [7] después de South Pars en Irán). El mencionado Gurbanguly, a propósito, emitió un decreto cambiando el nombre del campo de gas a Galkynys –"renacimiento" en turkmeno-; después de todo el reino de Gurbanguly se ha bautizado como “La época del nuevo renacimiento y las grandes transformaciones”. Esas “transformaciones” no tienen nada que ver con la Primavera Árabe.
Y así estamos ante otra astuta jugada del llamado Gurbanguly. Mantiene una puerta abierta a Nabucco al liberar el gas del campo Dauletabad en el sudeste de Turkmenistán para que fluya a través de un gasoducto interior hacia el Caspio, y luego a la tan elusiva TGGP. Incluso los (deliciosos) esturiones del Caspio saben que sin un TGGP, Nabucco está DOA (muerto al llegar al hospital).
Hace por lo menos un año el susodicho Gurbanguly ha estado diciendo a todo diplomático y alto ejecutivo petrolero a la vista que rechaza la interferencia de Rusia en la estrategia de gas de Turkmenistán [8]. Pero aparentemente se le olvidó informar a los rusos.
El presidente ruso Dmitri Medvedev visitó Ashgabat –el Las Vegas de Asia Central– para discutir negocios [9]. Y entonces, ¡en una atrevida vuelta de la trama, Gazprom proclama repentinamente su amor por TAPI! Imaginadlo: los estadounidenses han estado soñando con TAPI desde 1996, y su rival GAZPROM se entromete en horas extra. Nadie supo lo que Medvedev ofreció a Gurbanguly para que no siguiera soñando con lujosas ideas de Louis Vuitton. Tal vez nada. Hablaremos de eso en un minuto.
Preguntad a las muñecas rusas
La competencia directa de TAPI es IPI, el gasoducto Irán-Pakistán-India (India, presionada por EE.UU., prácticamente se ha retirado del proyecto; China está dispuesta a lanzarse y convertirlo en IPC). Bueno, ¿quién otro si no Gazprom iba a querer ahora participar también en la rutina IP [10], junto a CNPC de China? Otra jugada de ajedrez rusa, y Washington nunca contó con ella.
Incluso una babushka [muñeca rusa] de madera sabe lo que quiere Moscú: que desaparezca la parte afgana del imperio de bases estadounidenses. Y luego viene el cambio de régimen en Siria (con el fin implícito del uso del puerto de Tartus por la flota rusa del Mar Negro). Los progresos de la OTAN en el Mar Negro. La continua expansión (por lo menos retóricamente) de la defensa de misiles estadounidense y la jugada de la “Nueva Ruta de la Seda” de EE.UU. para volver a penetrar en Asia Central [11].
Rusia fue la que autorizó la Red de Distribución del Norte (NDN) para suministrar a las tropas de EE.UU. y de la OTAN en Afganistán [12], un interminable viaje por Eurasia, incluido Uzbekistán –cuya abominable dictadura fue elogiada por la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, por su “progreso” político– y Tayikistán. Presionar demasiado a Moscú no es exactamente una estrategia victoriosa.
Moscú también ve cómo Washington se ha enfrentado prácticamente con todos en Pakistán con la incesante “guerra de los drones”, las continuas violaciones de la soberanía territorial, las continuas amenazas de entremeterse y de “apoderarse de vuestro arsenal nuclear”. La prioridad de Washington es que Islamabad ataque a los talibanes paquistaníes en Baluchistán y que sea arrastrado a una guerra civil no solo contra los pastunes sino también contra los baluchis. Mientras Moscú –y Pekín– estudian el campo de batalla, todo lo que tienen que hacer es esperar su hora tomando té verde.
Cuando los ex rojos ven rojo
La entente rusa-china no es siempre una danza del Bolshoi.
Rusia quiere vender gas a China a 400 dólares por 1.000 metros cúbicos (cm), el mismo precio que cobra a Europa. Los astutos turkmenos cobran a los chinos solo 250 dólares. Pekín ya gastó 4.000 millones de dólares en Sud Yolotan (y suma y sigue): quieren todo el gas que puedan conseguir para proveer el inmensamente exitoso gasoducto Turkmenistán-Uzbekistán-Kazajstán-China (que ellos construyeron), y que ahora funciona desde hace dos años [13]. Pekín es insaciable; la principal petrolera CNPC quiere importar por lo menos un 500% más de gas de Asia Central en 2015 [14].
Esto significa que es posible que el acuerdo de gas con Rusia por 30 años, por un valor potencial de 1 billón (millón de millones) de dólares, no sea tan imperativo para China [15]. La estrategia de Gazprom termina en dos gasoductos de Siberia a China. Para Rusia, esto es absolutamente esencial para ganar dinero en Siberia. Las ramificaciones geopolíticas son inmensas. Un estrecho cordón umbilical de acero entre Rusia y China puede interpretarse en Europa –rehén virtual de Gazprom– como una señal de que necesita a Irán más que nunca. Al mismo tiempo, Rusia se sigue sintiendo poco cómoda ante el avance energético de China en toda Asia Central.
La posición de Pekín, en resumidas cuentas, es la siguiente: No pagaremos precios europeos por gas turkmeno. Y no queremos un TGGP a Europa. China, Rusia, incluso Irán, nadie aparte de la OTAN quiere el TGGP [16]
El asunto se puede desglosar como sigue: Los turkmenos pueden vender gas a China e Irán. Incluso pueden vender gas al Sur de Asia vía TAPI (después de todo Gazprom se sumó a la fiesta). Pero olvidad ventas de gas a Europa, donde domina Gazprom. Nadie sabe si nuestro amigo Gurbanguly entendió el mensaje.
¡Salve, zar del gas!
Desde cualquier punto de vista, existe el sentimiento inevitable de que el Zar de Ductistán es Vladimir Putin (y que como Terminator volverá, el próximo mes de marzo, como presidente, sea cual sea su actual predicamento). Después de todo, Rusia produce más petróleo que Arabia Saudí (por lo menos hasta 2015) [17] y tiene las mayores reservas conocidas de gas natural del mundo. Casi un 40% de los fondos estatales proviene del petróleo y del gas.
El plan de Putin es engañosamente simple: Gazprom “se encarga” de Europa Occidental y así neutraliza a la OTAN.
La prueba Nº 1 es Nord Stream, un gasoducto doble de 1.224 km, por 12.000 millones de dólares, que respeta líneas directivas extraordinariamente complejas en el aspecto ecológico, lanzado en septiembre pasado. Es gas de Siberia entregado por debajo del Mar Báltico, soslayando la problemática Ucrania, directamente a Alemania, Gran Bretaña, Holanda, Francia, Bélgica, Dinamarca y la República Checa (el 10% de todo el consumo anual de gas natural de la UE, y un tercio de todo el consumo actual de gas de China). El ex canciller alemán Gerhard Schroeder dirige el consorcio Nord Stream.
La prueba Nº 2 es South Stream (el acuerdo de accionistas ya se ha firmado entre Rusia, Alemania, Francia e Italia). Se trata de gas ruso entregado por debajo del Mar Negro a la parte meridional de la UE, a través de Bulgaria, Serbia, Hungría y Eslovaquia. Contribuyó positivamente al acuerdo el tiempo que Putin pasó con su cercano amigo, el ex primer ministro italiano Silvio "bunga bunga" Berlusconi.
Nord Stream enfureció a Washington. No solo rediseñó la configuración energética de Europa; forjó un inquebrantable vínculo estratégico entre Alemania y Rusia. Putin, mejor que nadie, sabe que los ductos conectan directamente a los gobiernos. South Stream enfurece a Washington porque sin duda alguna supera a Nabucco, y es mucho más barato. ¡Qué batalla geopolítica, y geoeconómica!
A Washington –alarmado por lo que los alemanes llamaron deliciosamente la “cooperación de modernización” con Rusia– no le queda otra cosa que promover la “resistencia” europea al avance de Gazprom, como si Alemania fuera el parque Zucotti y Rusia la policía neoyorquina. Y de nuevo tenemos a Ductistán imbuido de reverberaciones políticas. Por ejemplo, Alemania e Italia se oponen totalmente a la expansión de la OTAN. ¿El motivo? Nord y South Stream. La formidable maquinaria de exportación alemana es alimentada por energía rusa; la consigna podría ser “Pon un Gazprom en mi Audi”.
Como ha observado William Engdahl, autor del fundamental A Century of War: Anglo-American Oil Politics in the New World Order: “Nord Stream y South Stream están próximos a saltar del mundo de la seguridad energética y coreografiar juntos una dinámica del poder totalmente nueva en el corazón de Europa” [18].
La hoja de ruta de Putin es su artículo “Un nuevo proyecto de integración para Eurasia: El futuro en gestación” publicado en Izvestia a principios de octubre [19]. Podrá descartarse por megalómano pero también puede leerse como un ippon –a Putin le encanta el judo– contra la OTAN, el Fondo Monetario Internacional y el neoliberalismo.
Es verdad, el presidente Nursultan Nazarbayev del “leopardo de nieve” Kazajstán ya estaba hablando de una Unión Eurasiática en 1994. Putin, sin embargo, deja claro que esto no sería un territorio deBack to the USSR [De Vuelta a la URSS], sino una “moderna unión económica y monetaria” que se extendería por toda Asia Central.
Para Putin Siria solo es un detalle: lo importante es la integración euroasiática. No es sorprendente que los atlantistas hayan comenzado a enloquecer ante esta sugerencia de “una poderosa unión supranacional que puede convertirse en uno de los polos del mundo actual mientras es un vínculo de conexión eficaz entre Europa y la dinámica región Asia-Pacífico”. Compárese con la doctrina Pacífico del presidente Barack Obama y de Hillary [20].
Os integrareis cuando yo lo decida
Todo está a disposición en esta intersección crucial de geopolítica dura y Ductistán. El sueño de la Nueva Ruta de la Seda de Washington no es exactamente un éxito [21].
Moscú, por su parte, ahora quiere que Pakistán sea miembro pleno de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO) [22]. Eso también se aplica a China en relación con Irán. Imaginad a Rusia, China, Pakistán e Irán coordinando su seguridad mutua dentro de una SCO fortalecida, cuya consigna es “no alineamiento, no confrontación y no interferencia en otros países”. R2P no figura.
Los estorbos abundan. Para China, la SCO tiene que ver sobre todo con economía y comercio [23]. Para Rusia es sobre todo un bloque de seguridad [24], que debe encontrar una solución regional en Afganistán que mantenga bajo control a los talibanes y al mismo tiempo se libere de la subsidiaria afgana del Imperio de Bases estadounidense.
En cuanto a Ductistán, al controlar Rusia, Asia Central e Irán un 50% de las reservas de gas del mundo, y con Irán y Pakistán como virtuales miembros de la SCO, el nombre del juego se convierte en integración asiática, si no eurasiática. China y Rusia coordinan ahora en extremo detalle su política exterior. El truco es conectar China y Asia Central con el Sur de Asia y el Golfo, y que la SCO se desarrolle como una potencia económica y de seguridad. Paralelamente, Ductistán puede acelerar la integración total de la SCO como contraparte para la OTAN.
En términos de realpolitik, eso tiene mucho más sentido que la Nueva Ruta de la Seda inventada en Washington. Pero anda a decírselo al Pentágono, o a un posible próximo presidente de EE.UU. favorable a bombardear Irán, atemorizar a China y guiado por control remoto por los neoconservadores.
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