En las últimas semanas el precio de los alimentos ha subido un 40% y ha aumentado el desempleo y la inflación
La estrategia detrás del embargo contra Irán
El domingo 29 de enero, una delegación de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés) aterrizó en Teherán para continuar la inspección de las instalaciones nucleares iraníes y comprobar si el país posee la capacidad de desarrollar armas nucleares.
La visita se produce una semana después de que la UE aprobara las sanciones económicas que imponen un embargo a las importaciones de crudo iraní y la congelación de los bienes del Banco Central de este país. Estas medidas se suman a las adoptadas por el Congreso de EE UU en diciembre del 2011, que penalizan al Banco Central iraní y a aquellos países que quieran comerciar con el Gobierno de Teherán.
Un informe sin pruebas
La política de confrontación económica adoptada por las potencias occidentales es parte de un proceso que trata de detener la supuesta utilización de uranio enriquecido con fines militares, y se fundamenta, en parte, en el informe de la IAEA de noviembre de 2011.
El documento, sin embargo, no presentaba pruebas fehacientes que demuestren que el propósito del programa fuera la creación de armas nucleares y únicamente se refiere a etapas previas de investigación que cesaron en 2003. Según el informe, las actividades del país del Golfo tras ese año fueron mucho más reducidas, y en la mayor parte de los casos la finalidad podría ser para uso civil. Las sanciones económicas han despertado similitudes con el proceso que condujo a la segunda guerra del Golfo: “Se comienza con acusaciones de posesión de armas, se continúa con operaciones encubiertas a las que siguen sanciones económicas para terminar con un ataque militar”, declaraba el laborista John McDonnell en una intervención el 28 de enero frente a la embajada estadounidense en Londres, durante una manifestación convocada por el grupo pacifista Stop the War Coalition.
Mortalidad infantil
El efecto de las sanciones económicas a Iraq desde 1990 a 2003 costó la vida de cientos de miles de personas y supuso un incremento dramático de la mortalidad de niños menores de cinco años, que pasó de 56 a 131 muertes de cada mil, en sólo diez años. “Las sanciones no podrían ser
El documento de la AIEA de 2011 no cuenta con pruebas de la utilización de uranio enriquecido con fines militares por Irán
aplicadas en peor momento”, comentaba hace unos días en una entrevista en la BBC Peter Jenkins, ex-representante del Reino Unido en la IAEA: “Hace un año, el ejecutivo iraní retiró los subsidios sobre los productos básicos, reemplazándolos por una paga directa a los 70 millones de iraníes más pobres, que difícilmente podrá afrontar si los ingresos del Estado declinaran significativamente”, concluía Jenkins, en relación a la pérdida del 40% de exportaciones de crudo que supondrá el embargo de la UE y al que se unen Corea del Sur y Japón.
Como consecuencia de esta drástica medida, en Irán los precios de la comida han aumentado un 40% en las últimas semanas, a lo que se añade altos niveles de desempleo e inflación, por lo que las malas condiciones de vida de los sectores sociales más desfavorecidos se agravarán debido a las sanciones internacionales.
Santiago Alba Rico, editor del diario digital rebelión.org y analista del mundo árabe, matiza que Irán no se encuentra tan aislado como en su día estaba Iraq y podría amortiguar las consecuencias si China, India y Rusia continúan apoyándolo. “En todo caso, los efectos negativos los sentirá una población ya castigada por las políticas de Ahmadineyad”, explica Alba Rico a DIAGONAL.
“Las sanciones son contraproducentes, fútiles y peligrosas. Contraproducentes porque la experiencia demuestra que Irán no reacciona al lenguaje de amenazas e intimidación, sino a la diplomacia; fútiles porque la historia enseña que los embargos económicos contribuyen al empeoramiento de la situación en lugar de a un diálogo constructivo, y peligrosas porque incrementan la presión en un período en el que la UE debería haber jugado el papel de interlocutor entre Irán y EE UU”, afirma a este periódico Arshin Adib-Moghaddam, profesor de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres y autor de Irán y la política mundial: la cuestión de la república islámica.
Con esta conclusión coincide Alba, quien considera que tras las medidas parece esconderse la búsqueda de una respuesta que eventualmente pudiera considerarse un casus belli. Esta estrategia podría conducir al cierre del Estrecho Ormuz por parte de las autoridades de Teherán, como advirtió Mohammad Kossari, líder del Comité deSeguridad Nacional y relaciones internacionales del parlamento iraní.
El 20% del abastecimiento de crudo mundial atraviesa el paso marítimo, y el resultado podría ser el comienzo de las hostilidades y una subida significativa de los precios del petróleo. Sin embargo, un informe del think tank británico, Chatham House, cuestiona que se produzca el bloqueo del estrecho, ya que impediría la capacidad de Irán para exportar su propio crudo, del que tanto depende, y, mientras que la amenaza de cierre actúa como elemento disuasorio, si se llevara a cabo conduciría a un ataque de EE UU o Israel que tampoco interesa al Gobierno de Teherán.
Distraer la atención internacional
“Irán no tiene interés en un enfrentamiento directo. Sin embargo, está siendo atacada económicamente y sus científicos son asesinados”, dice Adib-Moghaddam, profesor de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres, que considera que el verdadero peligro reside en la postura israelí: “A Netanyahu le beneficia dar la imagen de Irán como amenaza porque le ayuda a retener poder doméstico y distrae la atención sobre los asentamientos ilegales y la continua subyugación de los palestinos que Obama ha criticado”. Esta semana, en el foro de Davos, el ministro de defensa israelí Ehud Barak ha acusado a Irán de intimidar a los Estados del Golfo y ha solicitado sanciones más duras.
El exjefe del Mossad hasta 2011, Meir Dagan, considera que la amenaza iraní no es inminente y que un ataque militar de Israel a Irán sería catastrófico. Dagan añade que la postura de Barak y Netanyahu trata de ganar puntos a costa de la seguridad nacional.
“Lo indudable es que Israel, quetiene cabezas nucleares desde hace décadas, supone una amenaza mucho mayor a la paz que Irán”, alega Santiago Alba Rico, postura que comparte Adib-Moghaddam, que propone otra hoja de ruta: “Atar a Irán a una arquitectura en el marco de una iniciativa política con el objetivo de conseguir una región sin armas de destrucción masiva, aunque esto requiera enfrentarse al problema del arsenal nuclear de Israel sin la hipocresía actual”.
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