La nueva aristocracia financiera
Global Research
Mientras gobiernos en todo el mundo cierran escuelas, despiden trabajadores y
recortan el apoyo a los pobres, ancianos y enfermos, la oligarquía financiera
que gobierna el mundo aumenta su riqueza y su poder.
Los ingresos de los directores ejecutivos bancarios mejor remunerados
aumentaron un 12% el año pasado, según un análisis de los 15 mayores bancos
globales realizados por el grupo de investigación Equilar. Esos ejecutivos
recibieron un promedio de 12,8 millones de dólares per cápita, a pesar de la
baja de los valores de las acciones y de las ganancias de la mayoría de los
bancos.
Jamie Dimon, presidente y director ejecutivo de JPMorgan Chase, nuevamente
lideró la lista al recibir 23,1 millones de dólares, un aumento de 11% respecto
a 2010. Bajo la dirección de Dimon, JPMorgan reveló pérdidas especulativas de
miles de millones de dólares.
Gobiernos de todo el globo han rescatado a estos bancos con billones
(millones de millones) de dólares. Han subvencionado masivamente a esas gigantes
instituciones financieras en manos privadas, y están listos para volver a
rescatarlos cuando sea necesario.
El informe del pago a los banqueros se publicó pocos días después de que el
gobernador de Hawái anunció que el director ejecutivo de Oracle, Larry Ellison,
compró Lanai, la sexta isla hawaiana por un importe de entre 500 y 600 millones
de dólares. Los 3.000 residentes de la isla dependerán de la buena voluntad de
Ellison como los vasallos de la Edad Media dependían de su señor.
Ellison, el tercer individuo más rico en EE.UU., es tristemente célebre por
su extravagancia y su mezquina avaricia. En 2008, obtuvo un reembolso tributario
de 3 millones de dólares de la ciudad de Woodside, California, después que un
tribunal dictaminara que su casa, una reproducción del predio de un emperador
japonés cuya construcción costó 200 millones de dólares, tenía un valor de solo
100 millones en el mercado actual.
El tribunal declaró que nadie, con la excepción de Ellison, podía permitirse
vivir en la casa, lo que le daba “un atractivo limitado en el mercado” y por
ello redujo las contribuciones de bienes raíces del ejecutivo de Oracle.
Los impuestos cuyo pago eluden Ellison y los demás multimillonarios de
California han contribuido al déficit presupuestario de 15.000 millones de
dólares que ahora encaramos mediante recortes en programas sociales vitales que
protegen a millones de personas de la pobreza extrema.
El gobernador de California Jerry Brown, demócrata, y la legislatura estatal
controlada por su partido llegaron a un acuerdo la semana pasada sobre recortes
de los gastos por un mínimo de 8.000 millones de dólares. Las prestaciones
sociales del Estado se reducirán a la mitad y se recortarán 1.000 millones del
programa Medicaid del Estado, 402 millones de los salarios de los trabajadores
estatales y 240 millones de dólares del programa de atención infantil.
Ellison, cuyo patrimonio neto es de 36.500 millones de dólares, podría firmar
un cheque que cubriría el monto de esos recortes… multiplicado por cuatro. Y hay
otros 99 multimillonarios en el Estado.
Otro ejemplo de cómo utilizan los súper-ricos sus vastas fortunas se ha
grabado en un documental que se exhibirá próximamente: La reina de
Versalles. La película muestra los esfuerzos del multimillonario fundador
de Westgate Resorts (alojamientos vacacionales de lujo) y su esposa, exmodelo,
para construir la casa más grande de EE.UU. Con 8.361 metros cuadrados, la
mansión en Orlando, Florida, incluye diez cocinas y una bolera.
La suntuosa casa en Florida se llama Versalles en honor al palacio de Luis
XVI y María Antonieta. El hecho de que la Revolución Francesa decapitase a la
pareja real parece haber sido olvidado por los constructores del nuevo
Versalles.
Un detalle encantador revelado en la cinta sobre el estilo de vida en el
nuevo Versalles es que nunca han educado a los perros de la familia porque
siempre hay un pequeño ejército de sirvientes a mano para limpiar sus residuos.
Aristocracia, según su raíz griega, significa “gobierno de los mejores”. Sin
embargo la oligarquía financiera, cuyos intereses egoístas determinan las
políticas de los gobiernos del planeta, incluye a los segmentos más ignorantes y
depravados de la sociedad moderna. “La basura se separa flotando hacia arriba”,
dijo Marx sobre los especuladores y estafadores de su época.
“La aristocracia financiera”, agregó, “en su modo de adquisición así como en
sus placeres, no es otra cosa que el renacimiento del lumpen-proletariado en las
alturas de la sociedad burguesa”.
Las décadas que precedieron al crac Wall Street de 2008 presenciaron un
dramático enriquecimiento de ese elemento social y la remodelación de la
política para ajustarla a sus necesidades. La oligarquía financiera ejerce una
influencia monopolista en la vida política y los mecanismos policiales del
Estado, reforzados desde 2001, se han establecido en gran parte para proteger su
riqueza.
El propio gobierno de Obama es una expresión de este proceso. En 2008, Barack
Obama recibió más dinero de la industria financiera que cualquier otro candidato
de la historia de EE.UU. Y después de su elección, procedió a llenar su gabinete
de antiguos ejecutivos de Wall Street. Una vez asumido el mando, Obama puso
millones de millones de dólares a disposición de los bancos y protegió a los
responsables del crac de 2008 de una investigación criminal o procesamiento.
La concentración de esta gran riqueza en manos de una aristocracia financiera
se hace directamente a costa del resto de la sociedad. Una de cada dos personas
en EE.UU. es pobre o casi pobre, y la riqueza de un grupo familiar promedio cayó
un 39% entre 2007 y 2010.
Millones de personas tienen dificultades para que les alcance el dinero y el
aumento de los que viven en una pobreza extrema es impresionante. La proporción
de la población que vive en “pobreza extrema” ha aumentado un 50% desde 2000, de
4,5% a 6,7%. La calificación de extremadamente pobre es cuando un individuo
percibe menos de 5.851 dólares y una familia de cuatro menos de 11.509 dólares.
Como escribió Mark Twain: “Nunca hubo una revolución a menos que hubiera
algunas condiciones opresivas e intolerables contra las cuales hacerla”.
Todos los años se desperdician billones de dólares en yates, mansiones y
clubes de campo de los ricos y la microeconomía que crean a su alrededor. Vastos
recursos se dedican a la especulación financiera, canalizados al casino de juego
de Wall Street. Si esta riqueza recibiera un uso racional contribuiría
considerablemente a la erradicación del desempleo, la pobreza y la enfermedad.
El fin de la anarquía y de la explotación en el corazón del sistema
capitalista, que encuentran una expresión particularmente nociva en la
concentración de obscenos niveles de riqueza en la cima, permitiría que la
humanidad movilizara y desarrollara las fuerzas productivas, incluidas la
ciencia y la tecnología, para aumentar enormemente el nivel material y cultural
de la sociedad humana y eliminar la desigualdad.
Y no obstante el grito universal de la política oficial es que “no hay
dinero” para financiar programas sociales o pagar salarios decentes, y los que
trabajadores, incluidos los más pobres y más vulnerables, deben “apretarse el
cinturón”.
Es el carácter de las clases gobernantes en bancarrota histórica. El problema
no es solo su riqueza personal, sino, más fundamentalmente, su dominio de las
fuerzas productivas de la sociedad. Hay que arrancar las gigantescas
corporaciones e instituciones financieras de las manos privadas y dirigirlas
democráticamente para reconstruir la sociedad que los súper-ricos han devastado.
Fuera de la revolución socialista no existe ningún camino para limitar el
poder político y económico de la nueva aristocracia que saquea la sociedad para
su enriquecimiento personal.
© Copyright Andre Damon, World Socialist Web Site, 2012
Fuente original: http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=31706
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