El estado turco al asalto contra el movimiento
obrero
En los últimos meses ha habido un
incremento de la siempre presente presión del estado turco hacia los sindicatos,
y en particular las organizaciones sindicales más a la izquierda. Pese a que en
las prisiones turcas languidecen centenares de sindicalistas, periodistas y
activistas pro-Derechos Humanos no ha aparecido prácticamente ninguna noticia en
la prensa en español sobre estos hechos, cosa que contrasta bastante con la
mediatización de grupos de rock u otras víctimas de estados represivos, pero hoy
en día parece que defender derechos sindicales no es portada de ningún
periódico.
Desde las elecciones de junio 2011, donde el AKP (Partido por la Justicia y
el Desarrollo) revalidó su mayoría absoluta (absoluta pero insuficiente para
modificar completamente la constitución, que era el objetivo de su programa
electoral), se inició un ataque contra toda organización sospechosa de poder
convertirse en un vehículo de contestación social. De hecho, varios diputados
electos lo fueron desde diferentes prisiones y durante meses otros diputados no
pudieron recoger su acta al querer hacer la jura del cargo en kurdo (su lengua
natal). Los resultados muestran que la política del AKP, partido islámico
autoproclamado moderado, de represión y asimilación ha tenido un efecto
contradictorio en el Kurdistán turco pese a la creciente criminalización de todo
movimiento social. Donde sí ha tenido más éxito, gracias también a las
limitaciones políticas del movimiento nacionalista turco escorado a la
izquierda, es entre los kurdos no residentes en Kurdistán que lo hacen en las
grandes metrópolis, sobre todo Estambul y que expresan electoralmente a través
del AKP, lo que les da un gran base electoral que podemos llamar ‘prestada’. Una
de las pocas organizaciones de talla nacional [o de todo el estado turco] son
los sindicatos y en particular los sindicatos del sector público donde los
kurdos son prácticamente mayoritarios.
Desde las mencionadas elecciones y pese al cambio de política del PKK
(Partido de los trabajadores del Kurdistán), pasando de la defensa de una
independencia a ultranza a autonomía política y cultura, el estado turco y
particularmente el ejército (teóricamente el garante de la laicidad)
conjuntamente con el gobierno (teóricamente con intereses diferentes al estado)
han lanzado un ataque masivo contra el PKK y lo que ellos consideran su rama
urbana, el KCK (Confederación de Pueblos del Kurdistán) que ha tenido
como principal víctima a los organizaciones sindicales turcas. Hay que decir que
el KCK es, sólo según la mente calenturienta de los fiscales turcos, la rama
urbana de un grupo terrorista.
Es interesante notar que como en todos lados, los estados usan la legislación
anti-terrorista para aplastar todo tipo de organizaciones que sean consideradas
molestas, pese a no tener nada que ver con el supuesto tipo de la lucha contra
‘el terrorismo’.
El AKP ha hecho varias razias de arrestos en 2012 contra el sindicato del
sector público KESK, siempre acusando a sus miembros y líderes de pertenecer al
KCK, considerado como una organización terrorista, al mismo tiempo que varias
empresas importantes y de propiedad estatal han iniciado a su vez una campaña de
victimización y despido de delegados sindicales y activistas de los sindicatos
que son percibidos como “izquierdistas”.
En ese sentido no es solamente las dos centrales sindicales (del sector
público y privado) llamadas revolucionarias, KESK y DISK. Sino la plataforma
progresista en el seno de la confederación sindical más grande y de orientación
‘kemalista’, TURK-Is, las que están en el punto de mira del gobierno.
En ese sentido, el sindicato Deri-Is (afiliado a a Turk-is) y que organiza
trabajadores en el sector del textil ha lanzado una campaña internacional ya que
35 trabajadores han sido despedido por afiliarse al sindicato [http://www.labourstartcampaigns.net/show_campaign.cgi?c=1494].
Tumtis (también afiliado a Turk-is) también ha visto despedidos a sus
sindicalistas que intentaban organizar el sindicato en la compañía de logística
internacional DHL (cuyo principal accionista es la empresa de correos con
capital púbico alemán) [http://www.labourstartcampaigns.net/show_campaign.cgi?c=1533].
Quizás estos casos puedan parecer anecdóticos, pero con el clima actual de
criminalización del movimiento obrero y el encarcelamiento de sindicalistas,
dichos ataques se convierten en un cruce de caminos para el movimiento sindical
y obrero turco. Además tenemos una lucha también clave, la de la pérdida del
derecho a huelga del sector de la aviación del que hablamos más abajo.
Kurdistán como excusa
Ya hemos hablamos del caso de los sindicalistas revolucionarios del sector
público, KESK, ahora mismo hay 67 sindicalistas en prisión, algunos ya han sido
liberados como su a su Presidente y su Secretario General, pero hay una larga
lista de miembros dirigentes y dirigentes locales, muchos de ellos mujeres que
tendrán sus audiencias en 2013. El pasado 4 de octubre 9 mujeres sindicalista
pasaron a audiencia judicial y 3 siguen en prisión sin motivo aparente. Los
otros sesenta y pico van a pasar casi 12 meses en prisión sin ningún tipo de
presunción inocencia. Esta es la Turquía con la que la Unión Europea sigue
negociando acuerdos comerciales sin reparo alguno.
Entre los afiliados de KESK se encuentra el sindicato de la educación
Egitim-Sen, que cuenta con 23 encarcelados entre ellos sus máximos dirigentes,
todo esto en medio de la campaña del gobierno por modificar la ley educativa,
haciéndola menos dura con las minorías étnicas y culturales en Turquía. Existe
también una campana de firmas para su apoyo. [http://www.labourstartcampaigns.net/show_campaign.cgi?c=1466].
La política del gobierno y del estado son de criminalizar la contestación
social aislando a los sindicatos progresistas y acercar al sindicalismo
histórico a las organizaciones sindicales que son el brazo sindical del régimen
como son los sindicatos Memur-Sen y Hak-Is que son sindicatos de corte islamita
próximos al AKP.
Y todo ello con el manto de la lucha contra el PKK. El mayor problema es que
las dos tendencias, una hacia la militarización de la sociedad turca [aún más si
cabe] dado el conflicto y gracias a las acciones de los kurdos sirios durante
los 18 meses de conflicto en ese país y, otra, la represión contra los
movimientos sociales no incitan a una alianza sobre el terreno y la izquierda
turca y kurda sigue tremendamente divida. Esto lleva a los analistas, incluso de
izquierdas, a leer el conflicto turco-kurdo y la política del gobierno sólo en
clave geoestratégica y no desde un punto de vista de la lucha de clases y el
papel de la clase obrera. Pereciera que dicha clase no existe en Turquía, y lo
que estamos viendo es como se está gestando una división en el seno del
movimiento obrero que lucha por su supervivencia organizativa, corto, la lucha
de clases sigue ahí latente.
Turkish Arilines como icono de un cambio de época
Ahora mismo, además de las decenas de sindicalistas encarcelados y las
dificultades por continuar a trabajar en dichas condiciones para los miembros de
los sindicatos más progresistas existe un caso que puede convertirse en
emblemático de la lucha de la clase obrera turca. De la misma manera que la
lucha de la fábrica de cerveza Tekel pudo haberse convertido en el elemento que
cambie la tendencia negativa en el seno del movimiento obrero.
305 sindicalistas de la compañía Turkish airlines [http://www.labourstartcampaigns.net/show_campaign.cgi?c=1410]
han sido despedidos. El gobierno ha prohibido las huelgas el sector de la
aviación por decreto y ha despedido a aquellos que se opusieron en los centros
de trabajo a esta decisión. Todo esto durante la negociación y el bloqueo por
parte de Turquía a discutir derechos sociales básicos con la Unión Europea, cosa
que esta aceptó sin poner muchos reparos, ya que tampoco tiene un interés
ardiente a discutir tales derechos.
Durante esta campaña de acoso al sindicalismo más activo, el gobierno ha
propuesto una reforma del mercado de trabajo, que en breve flexibiliza más la
fuerza de trabajo y permite contratar a esquiroles durante los períodos de
huelga. Esta nueva legislación junto con la ola de ataques que el gobierno está
realizando son una prueba más de su intención de destrozar a los dos sindicatos
que, según su manera de ver, pueden oponerse al AKP por razones ideológicas.
Dadas dichas condiciones los sindicatos del transporte han lanzado una
campaña internacional. Un paso a saludar, pero tímido e insuficiente. Turkish
Airlines patrocina al FC Barcelona y Manchester United ¡ahora se les pedirá a
dichos clubs que salgan a apoyar 300 sindicalistas! Si los sindicatos piensan
que clubs que mueven millones de euros y que necesitan de dichos sponsors van a
abandonarlos porque sí, demuestra lo alejados que están de la realidad de los
trabajadores y de sus propias tradiciones.
Si las organizaciones sindicales del transporte quisieran llenar de sentido a
las palabras internacionalismo y solidaridad harían paros coordinados en
solidaridad con los sindicalistas turcos en aquellos aeropuertos que pudieran
tener un sentido simbólico. Un paro en Barcelona, Valencia y Manchester con
objetivos dobles [pidiendo demandas locales para evitar la ilegalización de la
lucha] y aludiendo a la lucha de Turkish Airlines como primer paso daría más
publicidad que 10.000 mails y comenzaría a dar contenido a la retahíla de
organizaciones sindicales europeas, transnacionales e internacionales que a
veces uno no sabe muy bien a qué sirven.
Resumiendo brevemente, la lucha de Turkish Airlines, DHL y Calzados Togo
junto con la ola de arrestos en el sector público ponen al movimiento organizado
turco ante una nueva etapa. Deben de estar a la altura de las circunstancias y
el movimiento obrera internacional debe jugar su papel ante dicha situación.
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