Un nuevo estudio de la Universidad de Nueva York documenta el
terror sufrido por los civiles pakistaníes a causa de los bombardeos
estadounidenses con aviones no tripulados
The Guardian
Los investigadores de las
Facultades de Derecho de la Universidad de Stanford y de la Universidad de Nueva
York han publicado un nuevo informe , de fundamental importancia y prolijamente
documentado, acerca del impacto de la campaña de Obama en Pakistán de ataques
con aviones teledirigidos. Titulado “ Living Under Drones : Death,
Injury and Trauma to Civilians From US Drone Practices in Pakistan ”, el
informe detalla los aterradores efectos de los ataques de los aviones no
tripulados de Obama, así como las numerosas declaraciones públicas, altamente
engañosas, de los funcionarios de la administración sobre esa campaña. El
objetivo del estudio era llevar a cabo una “investigación independiente sobre si
los ataques en Pakistán de los aviones no tripulados, y en qué medida, se
ajustaban al derecho internacional y si causaban daños y heridas a los civiles”.
El informe se “basa en unas 130 detalladas entrevistas con víctimas y
testigos de la actividad de esos aviones, con miembros de sus familias, con
actuales y anteriores autoridades del gobierno pakistaní, representantes de los
cinco principales partidos pakistaníes, expertos en la materia, abogados,
profesionales médicos, académicos y periodistas”. Los testigos “proporcionaron
relatos en primera persona de los ataques de los aviones no tripulados, así como
testimonio sobre toda una gama de aspectos que incluían los ataques mismos con
misiles, los lugares de los ataques, los cuerpos de las víctimas o el miembro o
miembros de la familia asesinados o heridos en los ataques”.
Aquí van los primeros y potentes tres primeros párrafos del informe, que
resumen sus principales hallazgos:
“ En EEUU, la narrativa dominante acerca de la utilización de aviones no
tripulados en Pakistán es la de una herramienta quirúrgicamente precisa y eficaz
que aumenta la seguridad de EEUU al posibilitar el “asesinato selectivo” de
terroristas con mínimos impactos negativos o colaterales”.
Esta narrativa es falsa.
Tras nueve meses de intensas investigaciones –incluyendo dos investigaciones
en Pakistán, más de 130 entrevistas con víctimas, testigos y expertos, y de
revisar miles de páginas de documentación y de noticias aparecidas en los
medios, este informe ofrece pruebas de los daños y efectos contraproducentes de
las actuales políticas estadounidenses de ataques con aviones no tripulados.
Basado en amplias entrevistas con los pakistaníes que viven en las regiones
directamente afectadas, así como con trabajadores de la asistencia sanitaria y
humanitaria, este informe proporciona nuevos testimonios de primera mano acerca
de los impactos negativos que las políticas estadounidenses están teniendo en
los civiles que sufren dichos ataques.”
Aunque se señala que es difícil conseguir información precisa sobre la cifra
de civiles asesinados “debido a los esfuerzos de EEUU para ocultar del control
democrático el programa de ataques con aviones no tripulados “, sin embargo, el
informe concluye: “Aunque EEUU apenas reconoce víctimas civiles, hay pruebas
importantes y fehacientes de que los ataques de los aviones no tripulados
estadounidenses han herido y matado civiles”.
Pero, más allá de los recuentos de víctimas, está el hecho de que “las
políticas estadounidenses de ataques con aviones no tripulados causan daños
apenas reconocidos en las vidas diarias de los civiles normales y corrientes,
más allá de la muerte y de las heridas físicas”:
“ Los aviones planean durante las veinticuatro horas del día sobre las
comunidades del noroeste de Pakistán, atacando hogares, vehículos y espacios
públicos sin previa advertencia. Su presencia aterroriza a hombres, mujeres y
niños, aumentando la ansiedad y los traumas psicológicos entre las comunidades
civiles. Quienes viven en esas zonas tienen que enfrentarse a la constante
preocupación de que en cualquier momento puede producirse un ataque letal y al
conocimiento de que están desprotegidos. Esos temores han acabado por afectar a
la conducta. La práctica estadounidense de atacar una zona múltiples veces y las
pruebas de que también asesina a los rescatadores, hace que tanto los miembros
de las comunidades como los trabajadores humanitarios se sientan aterrados o no
muy dispuestos a la hora de ayudar a las víctimas alcanzadas. Algunos miembros
de las comunidades evitan las reuniones de grupo, incluyendo los importantes
órganos tribales de resolución de conflictos, ante el temor de que puedan atraer
la atención de los operativos de los aviones. Algunos padres deciden mantener a
sus niños en casa, y los niños heridos o traumatizados por los ataques han
dejado de ir al colegio. Los waziríes manifestaron a nuestros investigadores que
los ataques han limitado sus prácticas religiosas y culturales relacionadas con
los enterramientos, consiguiendo que los miembros de la familia sientan pavor a
asistir a los funerales. Además, las familias que han perdido a sus seres
queridos o sus hogares en los ataques de los aviones no tripulados se ven ahora
obligadas a realizar nuevos y añadidos esfuerzos para poder sobrevivir.”
En resumen, que los pueblos que viven en las zonas atacadas por la campaña de
Obama de ataques con avio nes no tripulados están siendo sistemáticamente
aterrorizados. No hay otra palabra para definir la situación. Es una campaña de
terror –de terror muy eficaz- sin que importe qué sentimientos nobles o
progresistas uno desee creer que existen en el corazón del dirigente que los
ordena. Y por eso precisamente el informe, para gran honor suyo, utiliza ese
término para describir la política de Obama: la campaña con aviones no
tripulados “aterroriza a hombres, mujeres y niños”.
Nótese que, a lo largo de esas mismas líneas, el informe confirma lo que ya
estaba anteriormente documentado : el vil (y probablemente criminal)
ataque de la campaña de Obama contra los rescatadores que acuden para
proporcionar ayuda a las víctimas del ataque inicial. Se señala también que
incluso los funerales de las víctimas de los ataques de esos aviones se
han convertido en blanco del programa de Obama, por lo cual, según el informe
documenta, EEUU ha “conseguido que los integrantes de la familia sientan miedo
de asistir a los funerales”. El resultado de esta táctica es tan previsible como
atroz:
“Los se gundos ataques desaniman a los civiles normales de acudir en ayuda de
la persona alcanzada e incluso inhiben a los trabajadores humanitarios a la hora
de proporcionar ayuda médica de emergencia.”
En la jerarquí a de los crímenes de guerra, atacar de forma deliberada a
rescatadores y funerales provocando que los trabajadores de la ayuda humanitaria
se sientan aterrados de tratar de ayudar a los heridos, intimidando también a
los integrantes de las familias de asistir al duelo por sus seres queridos, se
sitúa muy arriba, por decirlo suavemente. En efecto, los mismos EEUU llevan mucho tiempo manteniendo que esos “ataques secundarios” son el
principal distintivo de algunos de los más despiadados grupos terroristas del
mundo.
Como el informe detalla ampliamente, quizá lo peor de todo sea que la
principal excusa ofrecida por los defensores de Obama ante esta matanza
continua: -Hace que EEUU sea un país más seguro al matar a Los Terroristas- es,
“cuando menos”, discutible; en efecto, es mucho más probable que ocurra lo
contrario:
“ El porcentaje de objetivos de “alto nivel” asesinados en el total de
víctimas es extremadamente bajo, se estima que solo un 2%. Además, las pruebas
sugieren que los ataques de EEUU han potenciado el reclutamiento de los grupos
armados violentos no estatales, y provocado más ataques violentos .”
Retrocediendo a 2004, el Pentágono de Rumsfeld encargó un estudio para
determinar las cau sas del terrorismo antiestadounidense, e incluso ahí
se llegaba a la siguiente conclusión: “Los musulmanes no ‘odian nuestra
libertad’, lo que odian son nuestras políticas”. Corretear por todo el mundo
golpeándose el pecho y bramando “¡Estamos en guerra!”, mientras bombardeas
múltiples países musulmanes no le hace a uno más seguro. Consigue,
palmariamente, todo lo contrario, ya que asegura que incluso la persona más
racional calculará que atacar violentamente a los estadounidenses en respuesta a
sus actos es algo justo y necesario para disuadir de nuevas agresiones.
Un ataque de un día en suelo estadounidense hace once años desencadenó una
interminable campaña de violencia por todo el mundo por parte del objetivo y sus
aliados. ¿Es realmente tan difícil comprender que los continuos bombardeos y
ataques matando civiles durante muchos años, en muchos países musulmanes, no
harán sino generar el mismo deseo de agresión y venganza contra EEUU?
Una y otra vez, quienes han intentado perpetrar algún ataque sobre suelo
estadounidense han citado a los niños musulmanes y a otros seres humanos
inocentes a quienes los aviones no tripulados de Obama se encargan de liquidar.
Recuerden las palabras del pakistaní-estadounidense Faisal Shahzad, quien
intentó colocar una bomba en Times Square; en la vista para recibir sentencia,
cuando la juez federal que presidía su caso, Miriam Goldman Cedarbaum, le
preguntó incrédulamente cómo era posible que fuera capaz de utilizar una
violencia que habría causado multitud de muertos incluso de niños inocentes,
mientras pasaba totalmente por alto que su propio gobierno hace constantemente
eso, Shahzad le respondió:
“Bien, los aviones no tripulados que machacan Afganistán e Iraq no ven niños,
no ven a nadie. Matan mujeres, matan niños, matan a todo el mundo. Es una
guerra, y en una guerra, matan a la gente. Están asesinando a todos los
musulmanes…
Yo soy la respuesta al terror de EEUU contra las naciones y los pueblos
musulmanes. Y, en nombre de todos ellos, trato de vengar esos ataques. Como
viven en EEUU ,
los estadounidenses solo se preocupan por su propio pueblo y les trae sin
cuidado que mueran los pueblos de otros lugares del mundo”.
En el momento en que fue apresado por las autoridades estadounidenses,
Shahzad, como informó el Washington Post , dijo a los agentes “que lo que le impulsó a
actuar era oponerse a la política de EEUU en el mundo musulmán, según
manifestaron los testigos. Una de las primeras cosas que dijo fue: ‘¿Cómo se
sentirían Vds. si el pueblo estadounidense fuera atacado? Vds. están atacando a
un país soberano, Pakistán’”.
Lo que es quizá más importante es que el informe documenta los niveles
extremos de propaganda utilizados por la prensa occidental para engañar a sus
ciudadanos y hacerles creer cosas que no son sino puros mitos sobre la campaña
de los aviones no tripulados. Como he expuesto con anterioridad , lo peor de esos mitos es el
mimetismo periodístico del término “militantes” para describir a las víctimas de
los aviones no tripulados incluso cuando esos medios no tienen ni idea de quién
ha muerto o de si ese término es exacto (en efecto, el mismo término es casi tan
impreciso como el de “terrorista”). Esta práctica de los medios se vuelve
especialmente inexcusable después de que el New York Times revelara en mayo que el “Sr. Obama había adoptado un método
controvertido para contar las víctimas civiles que consiste en considerar como
combatientes a todos los hombres en edad militar que se encuentran en una zona
de ataque”.
De forma increíble, incluso después de que se revelara esa radical
redefinición e incluso después de que la administración Obama fuese pillada in
fraganti arrojando falsedades que podían demostrarse como tales sobre la
identidad de las víctimas de los aviones no tripulados, los medios
estadounidenses continuaron utilizando el término “militante” para describir a dichas víctimas. El nuevo informe
insta a que se ponga fin a esa práctica:
“ Los periodistas y los medios deberían olvidar la práctica usual de
referirse sencillamente a muerte de “militantes” sin más explicaciones. Todos
los informes del gobierno acerca de muertes de “militantes” deberían incluir el
reconocimiento de que el gobierno de EEUU considera “militantes” a todos los
hombres adultos asesinados por los ataques, sin que medie prueba alguna . Los
relatos de los medios que confían en fuentes anónimas gubernamentales deberían
también subrayar el hecho de que solo disponen de una fuente, así como del
pasado historial de informes falsos por parte del gobierno.”
S ignificativamente, el informe dice que el principal culpable de esos males
es lo que define como “escalada espectacular” de la campaña con aviones no
tripulados por parte del Premio Nobel de la Paz de 2009, escalada no solo en
puros números (en menos de cuatro años, “se ha informado que Obama ha superado
en más de cinco veces la cifra de ataques ordenados por Bush en ocho años”),
sino más aún: en la naturaleza indiscriminada de los ataques. Como afirmaba el
martes un artículo del Guardian sobre este informe: “En él se
culpa al Presidente de EEUU, Barack Obama, de la escalada de ‘ataques con firma’
en los que se selecciona a grupos únicamente a través de un análisis remoto del
‘modelo de vida’”.
El informe condena igualmente a la administración Obama al documentar los
intentos de ésta para suprimir la información sobre las víctimas de esos
aviones, y lo que es aún peor, por inducir activamente a error cuando finalmente
se dignan a ofrecer selectivamente alguna información. Aún reconociendo la
dificultad de determinar el número de civiles muertos con exactitud –debido a
“la opacidad del gobierno estadounidense sobre su programa de asesinatos
selectivos”, así como a la inaccesibilidad de la región-, no obstante, documenta
que “las cifras de civiles asesinados son indudablemente mucho más altas que las
escasas concedidas por las autoridades estadounidenses”. Es decir, que, “
indudablemente”, son falsas las declaraciones públicas de la administración. Así
resumen hoy Los Angeles Times los hallazgos del estudio: “Los ataques de
los aviones no tripulados han asesinado en las áreas tribales de Pakistán muchos
más civiles de lo que han reconocido las autoridades estadounidenses encargadas
de las actividades de contraterrorismo”.
(El informe es especialmente mordaz con la patente falta de fiabilidad de la
New America Foundation y del destacado animador de los aviones no tripulados y
de Obama, Peter Bergen, también de la CNN, a quien la administración que con
tanta diligencia defiende ha recompensado ampliamente permitiéndole un lucrativo acceso . El informe, haciéndose eco de un reciente artículo de Conor Friedersdorf , en The Atlantic, y
de un análisis aparecido en The Bureau of Investigative Periodism , concluye que al
analizar las principales afirmaciones de Bergen “han salido a la luz una serie
de omisiones e inconsistencias en el conjunto de datos ofrecidos por la New
American Foundation, lo que pone en duda sus ampliamente difundidas
conclusiones”. Documenta “varias otras flagrantes omisiones de los datos de la
New America Foundation” utilizados para describir la campaña de aviones no
tripulados de Obama de forma mucho más benigna de lo que realmente es.)
Por último, el informe señala la amenaza que para la responsabilidad
democrática supone la negativa de la administración Obama a permitir que se
lleve a cabo cualquier supervisión judicial transparente acerca de a quién
mataron las órdenes del Presidente: “La posición de opacidad del gobierno
estadounidense sobre las víctimas civiles es también emblemática de vacío
democrático y vacío de responsabilidad”. A ese respecto, el informe –en su
párrafo final- cita la pregunta a la que a menudo me he referido en relación a
este estado de cosas, una respuesta que nunca he escuchado de labios de los
defensores del programa de ataques con aviones no tripulados de Obama:
“A la luz de estas preocupaciones, el escritor, comentarista político y ex
abogado constitucionalista Glenn Greenwald, se pregunta explícitamente: “Si Vds.
creen que el Presidente debería tener poder para ordenar que se ejecute a gente,
incluidos los mismos ciudadanos estadounidenses, sin el proceso debido y sin
siquiera algún control o transparencia, ¿ cuál es entonces el poder que Vds.
creen que no debería tener ?”.
Lo que ha hecho que para mí ésa sea una cuestión especialmente apremiante es
que los progresistas estadounidenses vitorearon a voz en cuello cuando Al Gore lanzó una pregunta parecida en un discurso de 2006 ,
ampliamente celebrado, ofrecido en el Washington Mall para denunciar el ataque
de Bush/Cheney contra las libertades civiles:
“Si el Presidente tiene la autoridad inherente para espiar a los ciudadanos
estadounidenses sin una orden judicial, encarcelar a los ciudadanos
estadounidenses en función de su vo luntad, secuestrar y torturar, entonces,
¿qué es lo que no puede hacer?”.
Lo que siempre me ha sorprendido en cuanto a esa declaración es que,
entonces, Gore estaba simplemente condenando el espionaje de Bush a los
estadounidenses y su detención sin orden judicial. Sin embargo, ahora, Obama
está proclamando tener poder para decidir a quién hay que matar sin una pizca de
transparencia, supervisión o proceso debido –un poder que se está utilizando
continuamente para asesinar a civiles, incluyendo niños- y muchos de esos mismos progresistas están ahora jaleándole realmente para que lo haga.
Los demócratas se pasaron varios días en su convención de hace dos semanas animando y celebrando como locos el uso de la violencia y de
la fuerza que hace el Presidente Obama. Están festejando a un dirigente dedicado
a aterrorizar diversas zonas del mundo musulmán, asesinando repetidamente a
niños, atacando a las personas que se dedican a rescatar a las víctimas, a las
personas que entierran a sus seres queridos, atrincherando su autoridad para
ejercer los poderes más extremos con total secretismo y sin la más mínima
responsabilidad, todo ello logrando que no disminuya sino que aumente la
probabilidad de futuros ataques. El nuevo informe de las Universidades de
Stanford y Nueva York no es sino el último de una larga línea de pruebas que
demuestran todo lo anterior.
Glenn Greenwald es un ex abogado constitucionalista estadounidense,
columnista, bloguero y escritor. Greenwald trabajó como abogado especializado en
derechos civiles y constitucionales antes de convertirse en un colaborador
(columnista y bloguero) de Salon.com , donde se centró en el análisis de temas políticos
y legales. También ha colaborado con otros periódicos y revistas de información
política como The New York Times, Los Angeles Times, The Guardian, The American
Conservative, The National Interes e In These Times. En agosto de 2012, dejó
Salon para colaborar con The Guardian
No hay comentarios:
Publicar un comentario