martes, 22 de enero de 2013


Este martes las urnas avalarán de nuevo la política genocida del estado hebreo
Triunfo de los criminales de guerra en las elecciones israelíes


Las últimas encuentas revelan que la intención de voto para las elecciones del Knesset del día 22 de enero del 2013 otorga la mayoría absoluta a los partidos ultraortodoxos y ultranacionalistas. La sociedad israelí lejos de moderarse, se radicaliza.

Israel tiene una población de 7.500.000 de habitantes donde prevalece una diversidad étnica que se ha configurado en torno a «guetos» entre los que se destacan: asquenazis centroeuropeos, judíos americanos, sefarditas, etíopes, afroamericanos, indios, iraníes, rusos, balcánicos, marroquíes, yemeníes, etc. Se ha fundado un estado exclusivo, «el hogar bíblico para los huérfanos de la diaspora y el holocausto» que basa su existencia en el poderío militar.

A esta elecciones se presentan los siguientes partidos: El Likud encabezado por el actual primer ministro Netanyahu, criminal de guerra, heredero de Abba Ahimier, Zvi Kolist y otros sionistas de ultraderecha que en los años 30 se proclamaban orgullosamente fascistas y apoyaban a Mussolini a Franco o al mismísimo Adolf Hitler. Entre sus filas sobresalen terroristas como Menaghen Beguin, organizador del grupo paramilitar Irgun, Ezer Weizman, Isaac Shamir y Ariel Sharon. Desesperados por arrebatarle votos a los judíos ultraortodoxos ahora se oponen a cualquier tratado de paz con los palestinos. Nada que hablar del desmantelamiento de las colonias en Judea y Samaria (Cisjordania) territorios que ganaron en franca lid en la «guerra de los Seis Días».

El partido religioso ultranacionalista Habait Hayehudí de Neftali Bennet, criminal de guerra, que perteneció a unidades de élite de la IDF (Fuerzas Armadas de Israel) como el Seyeret Matkal y Maglan. El candidato insiste en que el único camino para acabar con la resistencia Palestina es la opción bélica. «El castigo colectivo es necesario para que nuestros enemigos comprendan quien es el que manda». Su filosofía se define en una frase: «con nosotros jamás habrá paz con los palestinos».

Bennet se proyecta como la gran sorpresa en estas elecciones y obtendrá un extraordinario resultado. El odio a los árabes gana muchísimos adeptos. «Seguiremos construyendo colonias porque nadie puede contradecir la palabra escrita en la Torá». Los 1.300.000 judíos rusos, llegados tras la caída del muro de Berlín, se inclinan por las ideas de extrema derecha. Son seguidores del Beitenud Israel cuyo líder es el criminal de guerra Avigdor Liberman - se presenta en alianza con el partido de Netanyahu-.  Una de sus propuestas es arruinar Palestina, cortarles el agua, la electricidad, destruir su economía y luego echarlos a Jordania, «el basurero de los palestinos».

El Partido Ultraortodoxo Sefardí, el Judaísmo Unido de la Torá, y los ortodoxos lituanos del Yahadut Hatora consolidarán sus posiciones en el Knesset. El candidato del Kadima es Shaul Mofaz, criminal de guerra que sirvió en las fuerzas especiales del Tzal. Participó en la guerra de los Seis Días, la guerra del Yom Kippour, la guerra del Líbano y la operación Entebbe. Su rango es el de General de División y ha participado en el diseño de las estrategias más crueles para reprimir al pueblo palestino. Tzipi Livni, candidata por el partido «centrista» Hatnuah, es una mujer de armas tomar pues en su juventud fue teniente de las fuerzas armadas y agente del Mossad. Se inició en el partido Kadima apadrinada por Ehud Olmert y Sharon. Acusada de crímenes contra la humanidad- pues es la reponsable directa de la operación «Plomo Fundido» llevada a cabo en Gaza en el año 2008-2009.

La «izquierda» presenta como cabeza de lista a Shelly Yachomovich del partido Avodá (laborista). Hija de supervivientes del holocausto, admiradora de Golda Meir busca conseguir un resultado positivo en Knesset aprovechando el descontento social provocado por la crisis económica. Pero de cualquier modo la izquierda es muy voluble y en cualquier momento se derechiza en defensa de los «sagrados intereses de la patria». El mejor soldado de Israel Ehud Barak, criminal de guerra, del partido Atzmaut, tras 47 años de servicio activo abandona la política y no se presenta a las elecciones. Ha cumplido su «heroica misión» y se merece el descanso del guerrero.

Hay partidos minoritarios que pregonan la paz y el entendimiento con los palestinos como es el caso del Meretz, la izquierda pacifista de Zehava Galon, que apenas conseguiría unos 5 ó 6 escaños, el Hadash, partido judeo-árabe de tendencia comunista alcanzaría cuatro escaños, el partido Shinuhi laico y antiortodoxo se quedaría sin representación. Los 1.300.000 árabes-ísraelíes se agrupan en el partido Al Balad y Raam Taal y en estos últimas semanas les han sido impugnados varias veces sus candidatos pues la corte de justicia israelí les acusa de tener nexos con terroristas de Hamas y la OLP. Las encuestas les proporcionan 10 escaños en el Knesset aunque de poco les sirve pues carecen de peso específico y son boicoteados por los partidos mayoritarios.

En esta campaña ha salido igualmente a relucir el peligro del programa nuclear iraní y el apoyo de los ayatolas al gobierno de Hamas en la franja de Gaza. Democráticamente se legitimará una vez más el uso de la fuerza; los bombardeos, los asesinatos selectivos, las detenciones, el genocidio y la ocupación de Palestina. Los judíos seguirán aplicando su puño de hierro con total impunidad. Algunos candidatos ultraortodoxos aseguran que «Palestina no existe. ¿han oído hablar de ella? es una mera ilusión de unos cuantos lunáticos».

Los votos depositados en las urnas se traducirán en nuevos muros, alambradas, fosos, cercas electrificadas, checkpoints, en fin, la solución final es la exclusión y el apartheid. Se impulsará la con más ansias la carrera armamentista: metralletas, tanques, bombas, helicópteros, aviones de combate. Es decir, la prioridad es brindarle seguridad al pueblo elegido por Dios. Por eso gozan de carta blanca para reprimir, torturar y eliminar al enemigo. Estos invasores despiadados y arrogantes que han ocupado un territorio que no les pertenece saben que su supervivencia está amenazada y sin ningún remordimiento arrojan bombas de fósforo blanco sobre la población de Gaza o descuartizan niños, jóvenes o ancianos a punta de misiles.

La comunidad interrnacional ha emitido a través de la ONU múltiples resoluciones de condena a la construcción de asentamientos en los territorios ocupados y al bloqueo permanente al que someten a la población civil palestina. Los judíos no comprenden cómo pueden darle la razón a los «terroristas» y por lo tanto ellos piensan que son las «víctimas de un complot antisemita».

La población israelita, los proletarios y trabajadores igual que en otras partes del mundo hoy sufren los efectos de las políticas neoliberales aplicadas por los gobiernos ultraderechistas. La marginación social y precariedad laboral es muy alta. El costo de la vida ha alcanzado cotas inadmisibles. Sin ir más lejos el año año pasado se organizaron en diferentes ciudades del país multitudinarias manifestaciones de «indignados» exigiendo que se reduzca el gasto militar y los impuestos, también que se resuelvan los problemas de paro, vivienda, educación y sanidad pública. Los recortes sociales han dejado en la cuneta a miles de familias que necesitan ayudas gubernamentales para poder subsistir.

En resumen este es el panorama electoral de un país como Israel que se jacta de ser «la única democracia en Oriente Medio». El triunfo de la ultraderecha significa echarle más leña al fuego en una zona ya de por si muy tensa donde en cualquier momento se puede desatar una hecatombe. Se preparan para la guerra antes que abordar un proceso de paz justo y duradero. Al pueblo palestino no le dejan otra alternativa que la resistencia armada. Los judíos son muy astutos y saben que el tiempo corre a su favor ya que cuentan con aliados poderosos cómplices de su política criminal y genocida.

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