lunes, 18 de marzo de 2013


La invasión invisible, la invasión silenciosa y la resistencia necesaria


La expansión del dominio del Capital sobre la superficie mundial,  su posicionamiento geoestratégico, cuenta con el apoyo del complejo industrial militar; cuenta con la práctica de la guerra. En Medio Oriente las fuerzas del capitalismo occidental han logrado un gran avance en el control de las reservas de petróleo, gas y agua, entre otros recursos naturales.dice el Divino Padre Eterno:
El que fué rico, quedará en la más inconcebible pobreza; y el que fué pobre, será hartado; porque a nadie se le mandó tener más, que otro; el Padre mencionó en sus escrituras, la igualdad.
Alfa y Omega.
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Ahora, estas mismas fuerzas, quieren romper el eje del cual forma parte Siria, para poder acceder a Irán y, con ello, mantener a Rusia y a China acorraladas. El dominio militar es decisivo para imponer la civilización occidental. Así lo visualizó el economista de la modernidad, Walt Whitman Rostow a principios de los años 50 del siglo pasado, cuando señaló que, dado el nivel de desarrollo logrado por la sociedad norteamericana, la misma tenía cuatro alternativas a seguir: Continuar ampliando la sociedad del máximo consumo; dedicarse a la sociedad del ocio; desarrollar un sistema asistencialista (economía del bienestar) y, finalmente, ampliar el predominio militar en el resto del mundo.

Rostow, además de ser uno de los economistas del desarrollo más emblemático, se desempeñó como funcionario del Departamento de Estado en temas relacionados con la guerra. Su atracción por el teatro de guerra, iba a la par de su dedicación por recetar las etapas por las cuales un país debe transitar para lograr el desarrollo económico a lo american way life.

Sin embargo, hay unas formas de invasión y de guerra que no necesitan, inicialmente, ni un solo tanque de guerra para controlar el territorio. Es una guerra que se desenvuelve en el plano ideológico, en la confrontación de las ideas, donde se logra someter y controlar las naciones, destruyendo precisamente su idea de Nación. Importa destacar la dimensión económica, y especialmente la dimensión del pensamiento y la ideología económica que acompaña a los cambios estructurales que ha experimentado el capitalismo desde la segunda postguerra.

Me refiero a la ideología neoliberal. Ésta se ha constituido en un ejército invisible de invasión. Empecemos por mencionar las “fábricas de neoliberales”, es decir,  las universidades y los centros educativos de negocios. Estas se empeñan en obtener a un economista o a un profesional apátrida, porque las nociones de Nación y de Patria pasan a ser conceptos obsoletos, ante el predominio de la modernidad y la postmodernidad que acompaña al neoliberalismo; para esta ideología no somos Naciones ni menos aún Patrias, somos simplemente “mercados”.

Los economistas neoliberales y postmodernos, se asemejan aquellos sacerdotes que acompañaron la invasión colonialista española en América Latina, en cuanto a que la campaña colonizadora tenían que reducir a los pueblos a punta de espada y mosquete, pero también macerando sus mentes con las oraciones en latín. Los economistas neoliberales son los modernos sacerdotes que imparten sus liturgias en un lenguaje religioso y desconocido, que se le ha llamado “teoría” económica neoclásica. Son portadores de los códigos de la invasión, son mensajeros del lenguaje de la dominación.

Así que la lucha por el territorio, por parte del imperialismo, empieza o se complementa con el dominio del territorio de las mentes de sus habitantes, haciéndoles sentir apasionadamente la necesidad de parecerse al mundo occidental, moderno y lleno de progreso. Para que busquen obsesivamente el estilo de vida y el sistema político americano como el modo de vida más avanzado. Ser “mercado emergente” es un motivo de orgullo por encima que ser una Nación. Desintegrar la unidad nacional, sumergir a su población en enfrentamientos sectarios y justificar ideológicamente este fraccionamiento, es un objetivo primordial para esta invasión invisible.

Es por eso que el neoliberalismo, en nuestro caso, promovió una ideología de la descentralización y de los gobiernos regionales y locales que llevaba a debilitar al Estado Nacional. Igual ocurre con las políticas de apertura y privatización, ellas llevan a la repartición del territorio nacional y de los recursos naturales estratégicos y de los recursos financieros. En el caso de Venezuela, durante los años 1990, las compañías trasnacionales que controlaron la apertura petrolera, se convirtieron en cabezas de playa; eso lo podemos ver en los contratos de apertura petrolera donde se reducía a 1% la regalía para los que explotaran la Faja del Orinoco.

Por supuesto, nuevamente la academia vuelve a ser cómplice de esta invasión cuando  se da una reforma del pensum de la escuela de economía de la UCV, se eliminan materias que tienen que ver con la política petrolera. De ahí que se produce una aparente y tragicómica paradoja: un país petrolero con economistas que se gradúan sin saber nada de la historia cruenta del petróleo.

El  Presidente (Hugo) Chávez, desde el principio del Gobierno Bolivariano, se concentró en lograr la recuperación de la soberanía sobre la industria petrolera nacional, como condición necesaria para la distribución popular de la renta petrolera.  Rescatar la propiedad estatal del recurso natural, orientar la renta petrolera hacia la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población y del logro del desarrollo nacional, llevó al  Comandante a declararse antimperialista y socialista.

Cuando toma conciencia que el enemigo principal de la humanidad y de la vida es el sistema capitalista, no duda por optar por la revolución socialista, no duda por estrechar lazos con los pueblos de América Latina y las otras regiones del Sur dominado.  No duda en proponer la Unión frente a la desintegración del proyecto neoliberal que impulsa los tratados de libre comercio.

Un momento cumbre, de este proceso de recolonización, fue cuando los gobiernos de los países del llamado Tercer Mundo, comenzaron a aplicar las medidas económicas neoliberales, abandonando los intentos nacionalistas y desarrollistas. Esta conversión generalmente suele acompañarse con un tutelaje del FMI y la intervención de los poderes fácticos del capital financiero internacional en los centros de decisión estatal de los países dependientes.
Es decir, de entrada esto significó una pérdida de soberanía para hacer política económica.  Curiosamente, gobiernos que habían tenido cierto grado de progresismo son en algunos casos los más fervientes defensores de estas medidas, y quienes terminan abriéndole la puerta al ejército invasor, así pasó con el partido socialdemócrata criollo (AD), o con el Partido Socialista Español, o con otros partidos “socialistas”. Este posicionamiento internacional cuenta con una base de apoyo constituida por el ala de derecha de éstos partidos, la cual empieza a imponer la ideología neoliberal, justificándose en el pragmatismo y en la necesidad de integrarse al progreso que trae la globalización.

La apertura económica hacia los mercados, significó realmente la desintegración de lo poco que quedaba de economía interna en los países periféricos y el sometimiento a mecanismos de dependencia como la deuda externa. El desmontaje de la planificación estatal, de la capacidad reguladora y estratégica del sector público, junto con la aplicación de medidas de ajustes que perjudican a los sectores laborales y a las clases medias, se convierten en armas letales que empiezan a socavar el apoyo social de éstos gobiernos, que en su momento tuvieron un rasgo nacionalista y desarrollista. 

El gobierno de Chávez se resistió desde el principio a esta hegemonía, e incluso cuando estaba en su peor condición financiera (en 1999), se negó a elaborar una política económica en complicidad con el FMI. Además, hizo esfuerzos gigantescos por crear una estructura estatal que respondiera a las necesidades sociales y productivas. De ahí, destaco -a manera de ejemplo- la creación de una red de misiones sociales, de la reforma de la Ley de Hidrocarburos y de la Ley del Banco Central, entre otros cambios institucionales.

Hablando de éstos últimos, los Bancos Centrales, la situación más ideal para las aspiraciones neoliberales es terminar dolarizando su economía y desmontando la soberanía monetaria. Los casos de la aplicación de Caja de Conversión en la Argentina de Menem y la dolarización de economías como la ecuatoriana y la salvadoreña, fueron el experimento máximo de los neoliberales ortodoxos. En todos estos casos se eliminaba de facto  al Banco Central.  Recordemos que en el caso de la invasión y control de Libia, una de las primeras acciones imperiales fue crear un Banco Central dirigido por los invasores, y de esta forma apropiarse de las reservas internacionales que el régimen de Gadaffi había atesorado. La repartición de este botín contó con la complicidad de los países “desarrollados” y del Consejo de Seguridad de la ONU.

A propósito de esto, este lunes, apareció un artículo en el periódico El Universal de un economista norteamericano llamado Steve Hanke, el artículo de titula “El fallecimiento de Chávez…¿y de su moneda?” (El Universal, 11/03/03, sección de Política, página 1-11). Para los que tenemos memoria, Míster Hanke estuvo  promocionando, a finales de la década del 90, la aplicación de la Caja de Conversión y de la dolarización.

Para ello contó con la complicidad interna de economistas criollos, de PHD´s que se convirtieron en defensores a ultranza de este esquema. Ante la confusión ideológica que logra el neoliberalismo y su ortodoxia neoclásica, no me queda duda que este Pastor monetarista encontrará algunos feligreses locales, y no es de sorprender que encuentre eco en algunos asesores que, por ignorancia o por conveniencia, empiecen a promocionar esta movida del ejército de ocupación invisible: la dolarización y la muerte de la moneda nacional.

El control de los recursos naturales y de los territorios geoestratégicos requiere de invasiones que se apoyen en las armas y en los ejércitos mercenarios. Curiosamente estas invasiones bárbaras, que en nombre de la modernidad occidental pulverizan los Estados Nacionales, cuentan con las armas de destrucción masiva del neoliberalismo como ideología.

Para esta invasión invisible hay que tener una estrategia de resistencia, y desarrollar propuestas creativas. En esto la revolución bolivariana y el pensamiento de Hugo Chávez ha sido pionera.

*Economista, director del Banco Central de Venezuela. Palabras pronunciadas en el Foro organizado por la Universidad Bolivariana de Venezuela el día miércoles 13 de marzo de 2013

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