viernes, 10 de mayo de 2013


¿Qué futuro espera a la eurozona?

RussEurope

La fundación alemana Friederich Ebert Stiftung, vinculada al SPD, acaba de publicar un documento que analiza los posibles escenarios futuros en el marco de un proyecto titulado Scenario Team Eurozone 2020[1] . Este documento se redactó a partir de varias reuniones (16 en total) celebradas en diferentes países a lo largo de 2012. Las conclusiones se obtuvieron en el marco de una reunión celebrada en Bruselas el 6 de diciembre de 2012. Aunque este documento no representa la postura oficial de la socialdemocracia alemana y europea (participaron en su redacción participantes de diversos países), es sintomático del punto de vista que existe actualmente en Alemania sobre la cuestión de la eurozona. Eso es lo que lo hace interesante. No consideramos este texto el alfa y omega de la reflexión sobre esta cuestión, sino algo representativo de un estado de ánimo en el resto de Europa y en Alemania que desde este punto de vista contrasta con las opiniones que siguen propagando en la prensa francesa. El documento se abre con una “recapitulación de la situación” y reconoce que el euro debe hacer frente a una crisis generalizada. También reconoce que las medidas adoptadas hasta ahora para hacer frente a esta crisis han demostrado rápidamente ser inadecuadas y haber contribuido a empeorar la crisis.

“Las medidas adoptas en las muchas cumbres sobre la crisis demostraron rápidamente ser inadecuadas y a menudo exacerbar simplemente los efectos de la crisis. En muchos países, especialmente en el sur de Europa, esto se hizo sentir en una dramática intensificación de la situación social, la alta tasa de desempleo (juvenil), la recesión económica y la cada vez mayor frustración de amplios sectores de la población respecto de Europa y las instituciones europeas” (p. 3).
No podemos sino estar de acuerdo con esta constatación. Además, aunque algunas de las medidas se decidieran formalmente, chocan con importantes resistencias en el dominio de su aplicación (caso de la Unión Bancaria que solo con muchas reticencias aceptó Alemania). La intensificación de la crisis, ya sea por medio del aumento dramático del paro en países como Grecia y España, o por medio de la degradación regular de las cuentas públicas en los diferentes países, demuestra claramente que la crisis está cada vez más presente y es más apremiante.
I. Los cuatro escenarios contemplados
A partir de esta constatación se elaboraron cuatro escenarios. Algunas de sus hipótesis son realistas, pero otras parece que lo son menos. Ahora bien, un escenario no es nada sin el realismo de las hipótesis. Vamos a resumirlos rápidamente indicando los puntos sobre los cuales los grupos de trabajo no han adoptado hipótesis realistas o solo han adoptado hipótesis parciales.
(1) Estancamiento en la crisis ( Muddling-trough the crisis)
En este escenario la Unión Económica y Monetaria sigue siendo un meca nismo incompleto. A consecuencia de ello, los países del sur siguen siendo dependientes de planes de rescate por parte de países de la Europa del norte mientras que el BCE continúa e incluso amplía sus compras de deudas soberanas en el mercado secundario para mantener las tasas de interés a niveles soportables. Así, el sur de Europa se instala en una larga depresión y es incapaz de bascular hacia un nuevo modelo de crecimiento debido a la falta de inversión y, añadimos nosotros, debido a la falta de demanda solvente y a la huida acelerada de los mejores cerebros. Los planes de rescate garantizan que estos países permanecen en el euro (a pesar de movimientos cada vez más importantes contra el euro en sus poblaciones), pero son incapaces de encontrar una solución a esta crisis. La Unión Europea está debilitada en comparación tanto con Estados Unidos como con los países emergentes y se vuelve cada vez más dependiente de sus socios.
(2) La fragmentación de la eurozona ( Break-up of the Eurozone )
En este caso la ge stión de la crisis es aún más conservadora que en el anterior escenario en el que se admite un compromiso importante del BCE. Aunque formalmente establecida, la Unión Bancaria solo es poco eficaz debido a que muchos países son reticentes a su aplicación. El empeoramiento de la situación económica en los países del sur de Europa se combina con una nueva versión del Pacto de Crecimiento y Estabilidad que exige cada vez más esfuerzos a estos países con vistas a una reducción de los déficits y de la deuda. Además, no hay ni política de inversión a nivel europeo ni política industrial ni política comercial. El resultado de todo ello es que las tensiones sociales se vuelven incontrolables y llevan a unas salidas no coordinadas de la eurozona. El resultado de esto es una división monetaria en tres de Europa al dividirse en una eurozona “mantenida” en torno a Alemania (de hecho, una zona marco), une Unión Monetaria del Norte en torno a Gran Bretaña y una Europa del sur donde cada país ha recuperado su soberanía monetaria. Hay que señalar que, en realidad, la llamada “Unión Monetaria del Norte” es muy poco probable.
Gran Bretaña no tiene interés en una Unión Monetaria. Existe la posibilidad de que se constituya una “zona esterlina”, pero el grado de probabilidad es muy débil. La salida que consideramos más probable es por una parte la constitución de una “zona marco” que se extienda directa e indirectamente a algunos países de Europa Central y una vuelta a las soberanías monetarias para el conjunto de los demás países. En este escenario se cuestiona la Unión Europea tanto en el exterior, donde está debilitada su postura frente a Estados Unidos, pero también a China y Rusia, como en el interior debido al ascenso de movimientos políticos que cuestionan radicalmente la propia existencia de instituciones europeas.
(3) El repliegue sobre el núcleo duro de Europa ( Core Europe )
En este escenario se tendría por una parte un “núcleo” europeo en el marco de un nuevo tratado que incluya la Unión Bancaria pero también la Unión Presup uestaria y, por otra parte, aquellos países que han rechazado este tratado y constituyen un segundo nivel de la UE reducida esta vez a una zona de libre comercio. Por supuesto, el estudio de la FES incluye a Alemania y Francia en los países del núcleo y apuesta a que en torno a estos dos países se unirán varios de los otros países sobre la base de un acuerdo político (calificado de Pacto Euro Plus ) que incluye la renuncia a la austeridad y unas reglas sociales y fiscales comunes para evitar el dumping social y fiscal. “[…] S e implementó el Pacto Euro Plus, con sus compromisos de una mayor convergencia de la tasación corporativa y los complementos/beneficios sociales, pero solo en el grupo central. Tiene que protegerse de un cada vez mayor dumping fiscal y social de los demás países. Nuevos recursos financieros para la inversión combinados con una política industrial europea, el Mercado Único y las reformas estructurales adecuadas fomentaron la transición a una economía más verde, más inteligente y más inclusiva en el grupo central” (p. 8).
Este núcleo tendría entonces una fuerte coherencia y podría conocer un desarrollo más armonioso. Para los demás países la situación sería menos de color de rosa y seguiría siendo necesaria la llamada acción “no convencional” del Banco Central Europeo. Del mismo modo, también sería necesario el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES) y se desarrollarían sus medios de intervención para hacer frente a las crisis que sobrevinieran en los países que no fueran miembros del “núcleo duro” al tiempo que tendrían una condicionalidad aún más reforzada. Irían aumentando las diferencias entre los países del “núcleo duro” y el resto de la Unión Europea. En última instancia, se podría ver desarrollarse un fuerte antagonismo entre los países del “núcleo duro” y los demás países de la Unión Europea.
“Los Estados miembros de la periferia son propensos a medidas proteccionistas, mientras que los Estados del centro se enfrentan a una presión cada vez mayor en términos de competitividad debido a sus altos niveles sociales. Esto lleva a una hostilidad cada vez mayor y a un popularismo antieuropeo dentro y fuera del centro” (p. 8).
Por nuestra parte, este escenario nos parece poco probable ya que presupone un acuerdo político de fondo y no de simple fo rma con Alemania, mientras que el conflicto entre Francia y Alemania está ascendiendo en potencia y eso diga lo que diga el gobierno [francés]. Ahora bien, si bien no es posible un acuerdo de fondo entre Alemania y Francia, y en vista de las actuales divergencias, esta parece la solución más probable, la solución para nuestro país [Francia] será o bien dar la razón a Alemania sobre la austeridad o bien abandonar el euro. Así pues, volvemos o bien al primer escenario (el estancamiento) o bien al segundo (la fragmentación).
(4) La consecución de la Unión Presupuestario ( Fiscal union completed) .
En este escenario, Alemania después de Francia y a continuación los demás países de la eurozona sienten la necesidad común de acelerar el movimiento hacia una Europa fe deral al tiempo que se reduce sensiblemente la austeridad que padece el sur de Europa. Se establece un fondo de estabilización común (una mutualización de las deudas) mientras que la eurozona se dota de una agencia capaz de emitir sus propios préstamos para financiar unas inversiones generalizadas en el conjunto de los países bajo la égida de una autoridad de vigilancia común.
“La vigilancia macroeconómica va acompañada de recursos más fuertes para la recuperación: no solo una implementación más rápida de los fondos estructurales sino también un Fondo Europeo para la Estabilización Económica para tratar los choques asimétricos. También se fomentan el diálogo y la negociación sociales a nivel nacional y europeo para alinear mejor los salarios y la productividad” (p. 9) .
El problema con este escenario es que no cifra las necesidades financieras en transferencias anuales más allá de la cuestión de las inversiones. Este es, además, un problema recurrente en todos los escenarios federalistas [2] . El federalismo implica transferencias, a lo que se niega Alemania, pero también Finlandia y Austria [3] . Ahora bien, la cantidad de las transferencias para garantizar la simple recuperación de cuatro de los países que tiene más dificultades (España, Grecia, Italia y Portugal) es del orden de 240.00 a 250.000 millones de euros al año durante diez años [4] . Además, es muy probable que este nivel de transferencia se vuelva perenne como se ve hoy en el interior de los Estados naciones y para Francia con el caso de los DOM-TOM. Por consiguiente, no se trataría de transferencias durante un periodo corto y es totalmente iluso pensar en financiarlo por medio del préstamo.
II. La evolución probable de la situación la eurozona.
Al leer este documento se percibe claramente que han salido a la luz serias divergencias en la evaluación de los fut uros posibles y de sus grados de probabilidad. Esto es particularmente visible en las rupturas de coherencia que se pueden observar en el análisis de los diferentes escenarios. No obstante, se desprende una impresión general, la de un gran pesimismo en lo que se refiere al futuro de la eurozona.
(1) De la imposibilidad de continuar la política actual a riesgo de una explosión de la eurozona.
En el primer escenario, el del estancamiento en la crisis, encontramos en particular este pasaje muy contradictorio: “ En general se consideraba que el primer escenario, “estancamiento en la crisis”, era insostenible, pero había una variación seria en el marco de la cual podía durar, a saber, una especie de “escenario japonés”. Esto significaría un largo periodo de estancamiento, deflación y alto endeudamiento. Este escenario sería el resultado de la gestión de la crisis preponderante hasta entonces y caracterizada como “demasiado poco, demasiado tarde”, combinado con el dominio del método intergubernamental en vez del método Comunitario (p. 10)
La primera reacción, que consiste en decir que este escenario no es duradero y no tiene perennidad, la contradice la referencia, introducida al final, a un “escenario japonés”. Ahora bien, este último escenario, que hace referencia a una “década perdida” en Japón, no tiene en cuenta el hecho de que la eurozona no es un país sino un conjunto de países, lo que además pone de relieve la referencia al “método intergubernamental”. La única solución para que se pueda dar una cierta perennidad al escenario del estancamiento consiste en admitir unos flujos de transferencias sin duda inferiores a los montantes necesarios para la hipótesis federal pero que, no obstante, seguirían siendo significativos. Ahora bien, está claro que Alemania no solo se negará a pagar estos montantes, sino que se opone de manera cada vez más abierta a la evolución a la que estamos asistiendo en el BCE con la llegada de Mario Draghi [5] . En realidad, el segundo escenario, el de una fragmentación de la eurozona, parece mucho más probable, pero a su vez se divide en un escenario “negro” calificado de “yugoslavo” y un escenario más rosa, calificado de “soviético”:
“Como hemos visto, el segundo escenario (ruptura de la eurozona) podría ser el resultado del actual e infructuoso enfoque del estancamiento adoptado hasta el momento . Esta ruptura puede ocurrir de dos maneras: primera, el síndrome yugoslavo, que supone una separación violenta y un vacío de toma de decisión en los que los acontecimientos, simplemente, siguen su propio curso. Por supuesto, este sería el peor de los peores escenarios posibles y no resulta sorprendente que lo planteara un participante de la antigua Yugoslava. Se debería tomar en serio porque aunque nadie lo desee, simplemente podría ocurrir […] ” (p. 10), y:
“La segunda imagen de ruptura sería una pacífica, como la disolución de la Unión Soviética en la que unos dirigentes “sabios” reconocieron que el coste de mantener la Unión Soviética sería mucho más alto (y probablemente imposible) que el de dejar que se desmoronara al tiempo que se mantenía intacta una parte central (en el caso EMU, la decisión de estos dirigentes “sabios” llevaría lógicamente al escenario de la Europa central” (p. 10).
(2) La hipótesis de un “núcleo duro europeo” y sus contradicciones.
Así pues, el tercer escenario examinado se podría desprender del segundo. El “núcleo duro” europeo estaría formado por los países que hubieran conservado el euro y, de hecho, es el esc enario que consideran más plausible la mayoría de los participantes en las diferentes reuniones organizadas por la Friederich Ebert Stiftung . Pero no podemos sino observar una incoherencia sobre este punto: para que se constituya en “núcleo duro” que prevé el tercer escenario es imperativo que Francia pertenezca a él. Si el “núcleo duro” está constituido por la antigua “zona marco”, nos encontramos de hecho ante una de las variantes del escenario de la explosión de la eurozona ya que es evidente que Alemania y sus satélites no tendrían ni voluntad ni interés en poner en marcha las reformas que implica el “núcleo duro”. Ahora bien, Francia solo puede permanecer en una “eurozona mantenida” a condición de que Italia (y quizá España) formen parte de ella. Para la industria francesa serían muy dramáticos los efectos de una pertenencia al euro de la que no formaran parte ni Italia ni España. Pero un “núcleo duro” que agrupe en torno a él a Alemania, Francia e Italia no es muy diferente de la configuración actual. Si Grecia y Chipre salieran del euro tendría poca importancia económicamente (financieramente sería otra cuestión). Ahora bien, es evidente que la situación económica de España e Italia está muy degradada. Por consiguiente, para que el “núcleo duro” se constituya como algo diferente de una zona marco con un nombre nuevo, Alemania tendría que aceptar las transferencias que hoy rechaza. Por lo tanto, nos volvemos a encontrar en la situación precedente.
“ Así pues, como se mencionó antes, este tercer escenario (la Europa central) podría derivarse de los otros dos. Muchos lo consideraron el escenario más probable, aunque con muchos riesgos, especialmente en lo que respecta a su carácter potencialmente no democrático, que podría ser producto del enfoque intergubernamental de la gestión de la crisis implementado por el gobierno Merkel” (p. 10).
Otro problema que se planteó es el de la ausencia de democracia en caso de que se constituyera un “núcleo duro” en torno a Alemania. Efectivamente, es uno de los problemas, au nque sea ajeno a la economía. Esta claro que la única lógica del establecimiento de instituciones controladas por el gobierno alemán sería transformar los países europeos que lo aceptaran en protectorados (en el mejor de los casos) o en colonias (en el peor) de Alemania.
Finalmente, los participantes consideraron el último escenario, el de un federalismo presupuestario muy avanzado, el mejor pero el menos probable de los escenarios. No podemos sino compartir la opinión que se expresó entonces referente a la viabilidad de este federalismo.
(3) Los determinantes de la indecisión alemana
Por consiguiente, de este cuadro elaborado por los expertos de la Friederich Ebert Stiftung se desprende una constatación que a algunas personas les parecerá pesimista pero que, en realidad, es realista. La postura de Alemania condena a corto plazo a la eurozona y la mejor solución residiría en una disolución concertada de esta que permitiría salvaguardar un núcleo institucional europeo. Por lo tanto, hay que reflexionar sobre “a quién interesa el euro” en Alemania.
Se trata claramente de una alianza entre unas industrias cuyos mayores mercados están en los países europeos y unos banqueros que tienen mucho que perder con una desaparición del euro. Para los primeros el euro en su forma actual es la garantía de una moneda que no esté demasiado sobrevalorada. Si Alemania volviera al marco, este no solo se apreciaría fuertemente frente al dólar y al yen (con una tasa de cambio de un marco por 1,50 dólar), sino que las monedas de los principales clientes de Alemania en Europa, Francia, Italia y España, se depreciarían libremente. No solo se dispararía el excedente comercial alemán, sino que no es imposible que creciera en déficit del 1% al 2% del PIB. En cambio, a una parte de la población y de las personas jubiladas les interesa claramente que Alemania abandone la eurozona para garantizar el valor patrimonial de su ahorro. En cualquier caso, esta parte de la población se opone ferozmente a cualquier transferencia de Alemania hacia los países del sur de Europa. Esta ambigüedad explica la política de Angela Merkel, que afirma querer conservar el euro (y al hacerlo tiene en cuenta los intereses de los industriales y de los banqueros) pero que también afirma que no se trata de pagar, ya sea directa o indirectamente, ya que con ello defiende los intereses de su electorado. Hay que añadir que si decidiera sacrificar los intereses de su electorado, los industriales le recordarían que la competitividad alemana se basa también el hecho de que se reinvierta una parte de los excedentes comerciales.
Cuadro I
Postura de los grupos alemanes frente a la perspectiva de la crisis del euro
Grupo social o claseContinuación de la situación actualFederalismo completo (retenciones de 8% a 10% al año)Explosión de la eurozona Euro (y marco 1,50 dólar)
Gran industria globalizadaSituación más bien favorable.Situación muy desfavorable debido a la presión sobre los beneficios para alimentar las transferencias.Situación más bien desfavorable pero que se puede controlar por medio de una aceleración de las deslocalizaciones para librarse del “marco fuerte” hacia China y Estados Unidos.
Pequeñas y medianas empresas.Situación muy favorable debido a la subida de la moneda controlada y no marco fuerte.Situación muy desfavorable debido a la presión de sobre los beneficios.Situación muy desfavorable debido a pérdidas de competitividad por el “marco fuerte”.
Sector bancario.Situación muy favorable.Situación medianamente favorable.Situación muy desfavorable debido a las pérdidas del valor sobre el activo.
Administración del Banco Central y semejantesSituación desfavorable debido al cuestionamiento latente del estatuto del Bundesbank y de su autoridad a nivel europeo.Situación muy desfavorable ya que implica un cuestionamiento abierto del estatuto y de la autoridad .Situación muy favorable con vuelta de la autoridad interna y externa del Bundesbank.
Ahorradores y jubilados.Situación medianamente desfavorable con un riesgo de erosión del valor patrimonial de l os activos.Situación muy desfavorable con fuerte ataque a los ingresos y potencialmente al capital.Situación muy favorable , con ganancias en activos debido al “marco fuerte”.
Empleados de las grandes empresas.Situación relativamente favorable ya que la patronal se puede permitir distribuir una parte de los beneficios.Situación muy desfavorable debido a fuertes presiones sobre los salarios y los ingresos para financiar las transferencias.Situación muy desfavorable con pérdidas de empleo masivas debidas a las deslocalizaciones.
Empleados de las pequeñas empresas.Situación desfavorable debido a la presión sobre los salarios y a las condiciones laborales resultante de las reformas Harz IV.Situación desfavorable debido al aumento de la presión fiscal.S ituación relativamente menos desfavorable si la producción no es deslocalizable.
Ellos tampoco tienen grandes márgenes de maniobra. Además, se han aislado siete grupos sociales cuyo tamaño es diferente pero cuya influencia en el proceso de decisión es re lativamente comparable ya sea debido a los medios de comunicación que controlan, a su reputación en la sociedad o, simplemente, a su masa electoral. Se enfrentan a tres posibilidades que se abren ante Alemania, es decir, la perpetuación de la situación actual, un federalismo presupuestario importante que impone unos costes de transferencias del 8% al 10% para Alemania y una explosión del euro con una fuerte revaluación del marco. Vemos que la solución del federalismo presupuestario es la más desfavorable para cinco de las siete categorías contempladas. No es realmente ventajosa para ninguna de las categorías. La solución de una explosión de la eurozona es muy desfavorable para tres categorías pero, a la inversa, muy favorable para dos. La solución de la perpetuación de la situación actual es medianamente desfavorable o medianamente favorable para todas las categorías excepto para una, para la cual es muy favorable. Por ello se ha llegado al consenso, en realidad por defecto, en torno a esta opción. Pero a todas luces la opción del federalismo presupuestario es excluida para un poder democrático en Alemania porque es demasiado desfavorable para demasiados segmentos de la sociedad. Ahora bien, la primera de las posibilidades no se puede perpetuar en el tiempo. El documento de la Friederich Ebert Stiftung lo establece de manera convincente. En estas condiciones, nos dirigimos indefectiblemente hacia la tercera de las posibilidades, es decir, dejar que explote la eurozona.
Al no haber comprendido esta situación, al no haber hecho un análisis por categorías sociales y por grupo que tenga una representatividad simbólica importante, un Jean-Luc Mélenchon tiene discursos absurdos en los que pretende que Alemania “quiere” sacar del euro a los países que son sus principales clientes…Lo que Alemania quiere evitar a toda costa es tener que contribuir de forma generalizada a la economía de la eurozona.
(4) ¿La mejor de las soluciones, una disolución ordenada?
Por consiguiente, una lectura atenta de este documento confirma que los diferentes expertos europeos reunidos por la Friederich Ebert Stiftung consideran que ya no es posible proseguir con la política actual y que esta se ha vuelto incluso peligrosa ya que puede llevar en cualquier momento a un estallido incontrolado de la eurozona. Más allá de los problemas de suscitaría, no entra en el dominio de lo posible la realización de un federalismo presupuestario extendido. Este objetivo se debe considerar una utopía en el sentido primero del término. La tercera solución, la denominada del “núcleo duro” se topa con dos contradicciones: la primera es la contradicción entre las políticas alemana y francesa. Si Francia se pliega a las condiciones alemanas, el “núcleo duro” no funciona; si Francia busca el enfrentamiento, se arriesga a que Alemania le tome la palabra y tenga que salir del euro. A continuación se presenta una segunda contradicción. El “núcleo duro” solo tendrá homogeneidad para funcionar si se acerca a la “zona marco”, pero entonces pierde mucho de su interés.
Se ve que la única opción razonable es la de una disolución ordenada del euro que permita subsistir unos mecanismos de concertación monetaria entre los países, pero que les devuelva toda la flexibilidad monetaria que deseen. Esta no es sino la solución que defendí el pasado mes de julio en un documento de trabajo [6] . En adelante se está volviendo sobre ella llevados por la necesidad.

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