Si es verdad que Europa sólo progresa a golpe de crisis, la reunión de los líderes de la moneda única celebrada ayer podría ser vista como un gran avance cuyo resultado corresponderá analizar a los mercados financieros. En palabras del presidente francés, Nicolas Sarkozy, la moneda única se dotó anoche de "un fondo monetario europeo" al reformular por completo la política de rescates europea. Según el presidente galo, se trata de un "salto cualitativo" para evitar "el riesgo de contagio" de los problemas de Grecia a Italia y España y el inicio de una nueva etapa en la construcción europea.
Sin embargo, la herida por la que sangró el euro durante más de un año y medio tenía su origen en Atenas y los líderes del euro lograron cerrar un ansiado segundo rescate. El acuerdo llegó pese a anticipar una reacción hostil por parte de los mercados, sobre los que las agencias de calificación tienen una importancia decisiva. Por primera vez desde que comenzaron los rescates de la zona del euro, la ayuda no sólo se asentará en préstamos de fondos públicos, sino que incluirá la participación del sector privado que reclamaba Alemania como condición imprescindible. Los países del euro y el Fondo Monetario Internacional desembolsarán 109.000 millones de euros y suavizarán las condiciones impuestas a Grecia tanto por el primer rescate, que el año pasado comprometió los primeros 110.000 millones, como por el pactado ayer.
En vez de pagar unos intereses del 4,5% por la solidaridad de sus socios, Atenas asumirá alrededor de un 3,5%. En vez de tener siete años y medio para devolver la lluvia de fondos públicos, Grecia dispondrá de entre 15 y 30 para dar tiempo a que la austeridad y la vuelta al crecimiento recomponga las maltrechas arcas públicas. La otra pata del rescate griego incluye la participación de los bancos y aseguradoras privadas, que convertirán la deuda que vence a corto plazo en otra a más largo plazo para evitar a Grecia la misión imposible de buscar nuevos acreedores.
Los responsables de los grandes bancos con más bonos de deuda griega en sus balances, especialmente alemanes y franceses, estuvieron ayer en Bruselas para participar en varias reuniones preparatorias. A pesar de que la canciller Angela Merkel aseguró que su contribución será "voluntaria", el texto de conclusiones de la cumbre ya apunta una participación concreta. Ascenderá hasta 37.000 millones en los próximos tres años en forma de extensión de plazos o intercambio de bonos por otros nuevos, a los que se añadirán otros 12.600 millones a través de una recompra de títulos.
En vez de ver reembolsado a corto plazo parte de lo invertido en deuda griega, la banca esperará alrededor de 30 años, con lo que la losa de deuda se reducirá en hasta 24 puntos del PIB griego. Incluir a los grandes bancos probablemente desencadene una declaración de "impago parcial" o quiebra encubierta de Grecia por parte de las agencias de calificación. El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, señaló que no cree que el segundo programa de ayuda a Grecia desemboque en un impago: "No creo que los expertos que analicen lo acordado consideren que se vaya a llegar a un impago crediticio". Y añadió que los países de la UE "están preparados" en caso de este extremo. Aunque luego insistió "en no prejuzgar si Grecia se declarará en impago".
Una declaración de impago llevaría al BCE a dejar de aceptar deuda griega como aval de las imprescindibles inyecciones de liquidez en la banca griega, sin la que el sector financiero heleno no podría subsistir. Para solventarlo, las conclusiones reservan una parte del fondo de rescate para reforzar ese aval ante la autoridad monetaria y, si es necesario, recapitalizar a la banca helena, neutralizando así los efectos del impago.
Desde Bruselas, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, dio la bienvenida al acuerdo. Dijo que el acuerdo "tendrá un impacto positivo no sólo para Grecia y para Europa pero también para la economía mundial en sentido amplio". Lagarde ha confirmado que el FMI está dispuesto a participar en el segundo rescate.
El rescate de Grecia se daba por hecho durante todo el día de ayer, incluida la participación de la banca, exigida por Merkel. El refuerzo del fondo de rescate actual, rebautizado por Sarkozy como un "fondo monetario europeo", fue la sorpresa de la jornada. Las conclusiones de la cumbre incluyen nuevos usos para el fondo, que hasta ahora se limitaba a articular rescates ante la amenaza de quiebra.
Créditos preventivos
Con la reforma pactada ayer, el fondo podrá "intervenir con un programa preventivo sujeto a la adecuada condicionalidad". En otras palabras: podrá abrir una línea de crédito para países que, sin llegar a la situación de los ya rescatados, sí se vean acorralados por los mercados. Además, el fondo podrá comprar masivamente deuda en el mercado secundario, en el que operan los bancos. La decisión, reclamada desde hace meses por el BCE, permitirá rebajar los precios de la deuda en caso de fuerte especulación y contribuir a relajar la prima de riesgo. Merkel recordó que estas operaciones se producirán tras "la señal que dé el BCE" y su activación sólo podrá decidirse "por unanimidad" de los socios del euro.
Por último, el fondo permitirá "recapitalizar instituciones financieras a través de préstamos a Gobiernos, incluyendo los que no estén en un programa". Esta flexibilización del fondo, que según numerosos analistas podría provocar un refuerzo de los fondos disponibles, convierte al instrumento en un auténtico brazo ejecutivo de la zona del euro frente a la especulación de los mercados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario