Estados Unidos perdió la categoría de país más solvente del mundo. Por primera vez, los bonos avalados por el Tesoro de ese país fueron degradados. Y aunque se mantuvieron con la calificación de grado de inversión, el solo hecho de que se revisara a la baja la capacidad de pago de esa nación fue interpretado como un revés sin precedente para la mayor economía del mundo.
Standard & Poor’s, la principal firma de calificación de deuda emitida por gobiernos y empresas, redujo ayer un escalón la nota de los bonos emitidos por el Tesoro de Estados Unidos, que desde 1917, cuando se comenzó a realizar este tipo de evaluaciones, habían mantenido la etiqueta de AAA, el máximo grado de solvencia crediticia. El país recibió por primera vez la nota AAA por parte de la agencia Moody’s en 1917, y en 1941 por S&P.
El conflicto político en Washington y las dificultades para atender los problemas fiscales de largo plazo se produjeron junto con una desaceleración del crecimiento de la economía que afecta la industria, los servicios y el consumo en el mercado interno estadunidense como telón de fondo, que se saldó con la semana de más pérdidas en los mercados bursátiles del país en dos años.
El efecto de una decisión como la adoptada por S&P transmite las dificultades financieras al ámbito de la economía del hombre en la calle. La revisión dejó el bono estadunidense en AA+, todavía en el rango del llamado grado de inversión.
La decisión añade tensión para los siguientes meses, pues la firma no sólo redujo la nota, sino que añadió perspectiva negativa a la nueva calificación, pese a que fuentes del gobierno involucradas en las negociaciones con la agencia criticaron su análisis, al que acusaron de tener fallas profundas y fundamentales e intentaron infructuosamente evitar la rebaja. Según el Tesoro estadunidense, el error en el análisis es de 2 billones de dólares.
Un análisis con un error de 2 billones de dólares habla por sí mismo, dijo un portavoz. Asimismo, los reguladores financieros del Tesoro publicaron una circular dirigida a sus bancos afirmando que nada cambiará tras la degradación.
En un momento en que la economía estadunidense se asoma a una segunda recesión en dos años, la disminución en la calificación de su deuda podría subir el costo de endeudamiento del gobierno, que ya enfrenta el mayor déficit fiscal desde la Segunda Guerra Mundial.
También significa que las empresas de Estados Unidos tendrán que pagar más para obtener financiamiento, un lastre en momentos en que el mercado nacional, que aporta dos terceras partes del producto interno bruto (PIB), pasa por su fase de mayor debilidad en dos años. Para los consumidores estadunidenses, el efecto es directo en el bolsillo: subiría el costo de sus hipotecas (en ese país la mensualidad se ajusta conforme cambian las tasas de interés) y el de las tarjetas de crédito.
La calificadora sostuvo que la reducción se debió a preocupaciones ligadas al creciente déficit presupuestario del país y su abultada deuda, que llegó esta semana a 15,5 billones de dólares, equivalente al 102% del PIB.
El presidente de la comisión de calificaciones de S&P, John Chambers, afirmó que Estados Unidos pudo haber evitado la degradación de su calificación si hubiese aumentado más rápido el techo legal de la deuda.
La primera cosa que podría haber hecho era levantar el techo de la deuda de manera oportuna, por lo que se habría evitado el debate, justificó Chambers.
Añadió que en el pasado el límite legal de endeudamiento se aumentó 60 o 70 veces sin tanto debate.
S&P tomó la decisión después de meses de intensos debates entre los políticos de Washington sobre el aumento del techo legal de la deuda pública, que fue resuelto in extremis el lunes pasado, apenas horas antes de que el país entrara en suspensión de pagos.
Los bonos del Tesoro de Estados Unidos, alguna vez vistos como el indiscutible refugio de activos a escala mundial, están calificados ahora por debajo de los títulos emitidos por países como Gran Bretaña, Alemania, Francia y Canadá.
La rebaja en la calificación refleja nuestra opinión de que el plan de consolidación fiscal que el Congreso y el gobierno aprobaron recientemente es insuficiente en lo que, a nuestro entender, se necesita para estabilizar las dinámicas de deuda de mediano plazo del gobierno, expuso S&P en el comunicado con el que anunció la decisión.
El martes pasado el presidente Barack Obama firmó una ley que busca reducir el déficit fiscal en 2,4 billones de dólares en los próximos 10 años.
La cifra está lejos de los 4 billones en recortes de gasto que según S&P son necesarios para arreglar la economía del país. La firma cuestionó que el plan de reducción de déficit fiscal no considere acciones para incrementar impuestos u otras fuentes de ingreso.
Elevar los impuestos a los más ricos, a lo que se oponían los republicanos; o recortar gasto en áreas de salud y educación, lo que rechazaba la Casa Blanca, fueron los ejes que llevaron al país al filo de la suspensión de pagos.
Chambers, de S&P, declaró a CNN que la responsabilidad del aprieto en el que ahora se encuentra la mayor economía del mundo debería ser compartida por todas las partes involucradas.
Creo que hay mucha culpa que repartir. Este es un problema que se viene gestando hace mucho tiempo, tanto en esta administración como en la anterior.
La decisión de S&P añadirá preocupación en los mercados financieros mundiales, que en la última semana se resintieron de las mayores pérdidas en dos años, pero también afectará a los acreedores del gobierno estadunidense, el más endeudado del mundo, con pasivos por 15,5 billones de dólares.
China, segunda economía del planeta, es el principal acreedor de Estados Unidos, con más de un billón de dólares de sus reservas de divisas invertidas en bonos del Tesoro estadunidense. Le siguen Japón, con 912.000 millones, y el Reino Unido, con 346.500 millones. México está entre los principales 20 acreedores, con 27.700 millones.
Ahora tenemos que dar un paso atrás desde nuestra perspectiva, desde una perspectiva de orgullo estadunidense. ¿Dónde vas a poner tu dinero ahora? Europa es un desastre, declaró a Reuters Greg Salvaggio, vicepresidente de Tempus Consulting en Washington.
Las otras dos calificadoras, Moody’s y Fitch, mantuvieron esta semana la calificación AAA al gobierno de Estados Unidos.
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