miércoles, 7 de diciembre de 2011


La policía contra las protestas: campaña bélica de Estados Unidos contra su propio pueblo


RT – ¿Un modelo de democracia y moralidad? Por lo menos, así se autodenomina Estados Unidos. Pero esto no le impide a la Policía norteamericana dispersar brutalmente las pacíficas protestas sociales. Los manifestantes aseguran que los agentes están equipados con armas pesadas y utilizan los mismos métodos ‘antidemocráticos’ contra los que luchan por su país en el extranjero.

“En vez de respetar los derechos de su propio pueblo, Gaddafi eligió el camino de la represión brutal. Civiles inocentes han sido encarcelados”, dijo en un discurso el presidente Barack Obama.

Pero la agresividad de la política de Washington en el extranjero (Afganistán, Irak, Libia) parece reflejarse también en su gestión en el interior del país. Los activistas de derechos civiles denuncian la misma actitud de las autoridades de EE. UU. que suprimen de forma violenta los indicios de una opinión disonante, como ocurrió durante las recientes manifestaciones contra los políticos corruptos y la codicia de las grandes corporaciones por todo el país.

Nueva York, Oakland, Los Ángeles, Washington y muchas otras ciudades ya han conocido de cerca el arsenal ‘de guerra’ de la Policía: desde porras, spray de pimienta y gas lacrimógeno, hasta armas pesadas y proyectiles.

La brutalidad de los agentes no hace diferencia entre las personas, no importa su edad, ni profesión. Un veterano de Irak quedó gravemente herido tras una redada contra el movimiento Ocuppy Wall Street. Un anciano de 84 años perdió la vista por el gas lacrimógeno utilizado por los policías.
“Es una parodia de la democracia. La Policía suprime el derecho del pueblo de reunirse y protestar”, lamenta el capitán de Policía de Filadelfia retirado Ray Lewis.

Los activistas de derechos sostienen que las fuerzas policiales “han sido militarizadas” ya que “colaboran cada vez más con el Pentágono y el FBI”, dice el director de cine y bloguero Danny Scheckter. Asegura también que la Policía “compra o recibe munición que fue pensada para usarla en la guerra” y “trata al pueblo como si fuera un enemigo”.

Pero borrando la frontera entre el Ejército y la Policía, las autoridades de hecho no pueden calmar a los ‘indignados’, sino desatar en tiempos de paz una campaña bélica dentro de su propio país.

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