sábado, 3 de marzo de 2012

la respuesta del imperio a los que protestan por las injusticias

Una bomba hiere a 22 personas en una manifestación anti estadounidense en Yemen


El viernes, 2 de marzo, una bomba hizo explosión en una manifestación anti-estadounidense en el norte de Yemen hiriendo al menos a 22 personas, según informaron rebeldes Houzi.


En un comunicado, el dirigente del movimiento Houzi —rebeldes chiíes que el ejército de Yemen trató de aplastar en las ofensivas de 2004 a 2009— señaló que el atentado tuvo lugar en la provincia de Saada, en la frontera noroeste de Yemen con Arabia Saudí. No mencionó quién creía que era responsable del ataque. La región ha sido testigo durante los últimos meses de episodios de enfrentamientos entre Houzis y Salafistas (respaldados por los saudíes y seguidores de una secta extremista del Islam suní). Los Houzis han acusado a Riad de armar a sus enemigos.

El conflicto con los Houzis es uno de los muchos a los que se enfrenta el nuevo presidente de Yemen, Abd-Rabbu Mansur Hadi, mientras intenta poner en marcha una transferencia de poder con el respaldo de Riad y Washington.

El plan de transición tiene por objeto evitar la guerra civil entre un ejército dividido entre enemigos y aliados del ex presidente Ali Abdullah Saleh.

Las protestas populares contra él el año pasado fueron parejas a los enfrentamientos entre unidades a favor y en contra de Saleh.

Saleh finalmente se convirtió en el cuarto dirigente árabe derrocado por las manifestaciones de la “Primavera árabe” si bien la transición democrática plena sigue siendo incierta debido a que los opositores temen que los colaboradores de Saleh intenten retener el poder.

Un elemento clave del plan del Golfo que destituyó a Saleh es la reestructuración militar de Yemen, que Estados Unidos quiere como un instrumento fiable para su ofensiva contra al-Qaida en Yemen, grupo que Washington teme podría prosperar en el contexto de la agitación política de Yemen.

John Brennan, jefe de la “lucha contra el terrorismo” de Estados Unidos, ha reclamado un ejército yemení unido para llevar a cabo esa ofensiva; el dirigente Houzi, Abdelmalik al-Houzi ha señalado que la protesta iba en contra de declaraciones similares hechas recientemente por el embajador estadounidense en Sanaa.

El plan de transición establece que Hadi y un gobierno provisional compuesto por el partido de Saleh y de la oposición conduzcan Yemen a las elecciones y a la redacción de una nueva Constitución en el plazo de dos años.

El plan no incluyó a los Houzis, que han mantenido conversaciones con el enviado de la ONU en un intento de aplicar el acuerdo para vincularlos al proceso político.

Washington —el principal apoyo de Saleh— causó la ira de los manifestantes a favor de la democratización y de los militantes de la oposición cuando Estados Unidos aceptó la entrada del ex dictador en el país para recibir tratamiento médico. Los manifestantes quieren que Saleh sea juzgado por los crímenes cometidos durante las revueltas de Yemen en una ofensiva del gobierno que supuestamente asesinó a centenares de civiles.

Estados Unidos se ha negado a aceptar la idea, lo que ha aumentado la sospecha de que su participación en el proceso de transición de Yemen no se tiene que ver con llevar la democracia sino únicamente con dar poder a figuras respaldadas por Estados Unidos que protejan los intereses estadounidenses en el país.

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