Olimpiadas, poder y lucro
Etcétera
“Citius, altius,
fortius”, es el lema de los Juegos Olímpicos que, presumiblemente, se
desarrollan a partir de una premisa casi lúdica de hermanar a las
naciones a través del deporte. Ese es un fin loable.
Es sabido que las
actividades deportivas contribuyen a la cohesión social, amén de mejorar
la calidad de vida de las personas. Asimismo, el deporte tiene
importantes consecuencias para la salud: en 2003, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) puso en marcha la iniciativa “por tu salud,
muévete”, debido a que ya se ha documentado ampliamente por parte de
diversos especialistas que la falta de actividad física, junto con una
alimentación poco saludable, son los principales factores de riesgo que
contribuyen a la morbilidad y mortalidad por enfermedades crónicas en el
mundo.
Por lo tanto, el deporte “se reivindica
como una actividad humanista, destinada a favorecer el desempeño
deportivo de los hombres, a mejorar la salud pública, participar en la
expansión del ludismo y a convertirse en un factor de integración y
amistad. Contribuye a la emancipación de las mujeres, a la lucha contra
el racismo y la xenofobia, a la aceptación, por parte de los individuos,
de los valores republicanos y a la manifestación, para los más
afortunados, del ascenso en la escala social”.2
El
deporte, por lo tanto, recibe cada vez más atención de parte de las
sociedades. Ello es positivo, pero también plantea el desafío de que las
autoridades de cada país lo someten al quehacer político, buscando
derivar beneficios particulares, alejados del bien común. Por tanto, “el
deporte está lleno de tensiones, entre el pueblo y las élites
dominantes, entre innovación y restauración, entre liberación y
colonización. Cuando se pretende armonizar estas contradicciones, se
ignoran aspectos relevantes y esenciales del deporte”.3
Puesto que la política deportiva es responsabilidad del Estado, un
evento como los Juegos Olímpicos posibilita que los países proyecten una
imagen de liderazgo y poder ante el mundo. Es una forma de mostrarle a
otras naciones los logros de las políticas de determinado Estado en el
terreno deportivo y en rubros relacionados –como el alimentario, el
educativo, etcétera. Los deportistas exitosos, por su parte, pueden
convertirse en genuinos embajadores promotores de una imagen positiva
del país del que proceden. Todo ello se resume, en que el deporte es una
herramienta al servicio del poder, aunque también de la economía.
En 2012, Londres por tercera ocasión será sede de los Juegos Olímpicos.
Previamente, en 1908 y 1948, la capital inglesa albergó la más
importante justa deportiva del mundo, aunque en condiciones muy
diferentes a las de ahora. Baste mencionar, por ejemplo, que en 1908 el
mundo se encontraba en buena medida bajo dominio colonial, por lo que
sólo concurrieron 22 países y 2008 atletas, entre quienes figuraron
apenas 37 mujeres, y las disciplinas deportivas eran 26.4
Para 1948 –hay que recordar que se tenía previsto celebrar los juegos
olímpicos en 1944 en la citada capital inglesa, lo cual no pudo ser
debido al desarrollo de la segunda guerra mundial– participaron 59
países y 4 mil 104 atletas, de los que 390 eran mujeres, en 17
disciplinas.5
En la actualidad, Londres dará la
bienvenida a 205 países/comités olímpicos nacionales que acudirán con
una representación de aproximadamente 10 mil 500 atletas para competir
en 26 deportes y 39 disciplinas. Se estima que en porcentajes la
composición por género será a razón de 6 a 4, es decir, 60% del número
total de los atletas serán hombres y el 40% mujeres que competirán en
las diversas justas.(6) Asimismo, las autoridades británicas erigieron
infraestructura específica para hospedar a los deportistas y para contar
con instalaciones deportivas requeridas, independientemente de las que
ya existían.
Al margen de los números, los Juegos
Olímpicos revisten gran importancia política y económica, y cuentan con
la concurrencia de actores estatales y no estatales, siendo los segundos
tanto o más importantes que los primeros.(7) Lejos de ser actividades
que hermanen a las naciones –donde “lo más importante no es ganar sino
competir”–, las olimpiadas ponen de manifiesto la enorme distancia entre
países desarrollados y en desarrollo, ejemplificando, una vez más, el
irresoluble conflicto Norte-Sur.
Los juegos olímpicos y las disparidades Norte-Sur
En los Juegos Olímpicos que se efectuaron en Beijing en 2008, se
otorgaron 958 medallas a atletas de 81 países/comités olímpicos
nacionales. Esto significa que de los 204 países/comités participantes,
sólo el 39% obtuvo alguna presea. Ahora bien: de las 958 preseas
entregadas, los 10 países que encabezaron el medallero olímpico,
acapararon 540, esto es, el 56% de las mismas, por lo que otras 71
naciones se repartieron las 418 restantes.
Siguiendo con este
razonamiento, entre los 10 países punteros, se observa una cerrada
disputa, en particular entre la República Popular China (RP China) y
Estados Unidos (véase el cuadro anexo), dado que los chinos dominaron
las preseas doradas, si bien la Unión Americana fue el país que más
medallas se adjudicó. Con todo, no deja de ser impresionante el
desempeño de los atletas chinos, quienes, de un total de 302 medallas de
oro que fueron otorgadas en el torneo de Beijing, se hicieron de casi
el 17% de las mismas, es decir, prácticamente, una de cada cinco preseas
doradas fue a parar a manos de algún deportista chino.
De los
10 países punteros en el medallero olímpico de Beijing, siete son
desarrollados, uno es un país en transición (Rusia), y dos son naciones
en desarrollo (RP China y Corea del Sur). Todos ellos han albergado los
Juegos Olímpicos y en ciertos casos, más de una vez.
Los países
en desarrollo, con excepción de los que encabezan el medallero
olímpico, han sido rara vez organizadores de un evento de estas
proporciones. Las razones son evidentes: los juegos olímpicos demandan
infraestructura, seguridad, gastos logísticos, promoción, etcétera, y
estas son condiciones que no tan fácilmente pueden reunir las naciones
más marginadas. Baste mencionar que a la fecha ningún país del
continente africano ha sido sede de las olimpiadas. De hecho, fuera de
Beijing y Seúl, sólo México, en 1968, fue capaz de albergar este evento,
por cierto, en un contexto nacional e internacional particularmente
difícil. Brasil será el segundo país latinoamericano en la lista de
anfitriones en 2016, a pesar de que en 2014 también será sede de la copa
del mundo.
Con todo, se trata de una inversión recuperable.
Los Juegos Olímpicos de Londres tendrán un costo aproximado de 14 mil
millones de dólares, gran parte de los cuales han sido sufragados por el
sector privado y otras aportaciones. Según Visa, el consumo de
productos relacionados con la justa veraniega de Londres generará un
gasto por mil 220 millones de dólares.
Adicionalmente, Londres aportará a
la economía británica como resultado de este evento, unos 8 mil 280
millones de dólares. Es cierto que las autoridades británicas han
invertido en promocionales para invitar a las personas a visitar Londres
en este verano, y para ello se invirtieron alrededor de 40 millones de
dólares. Empero, las ganancias estimadas se calculan en casi 32 mil
millones de dólares, esto es, 10 mil millones por arriba de las que
generaron las olimpiadas de Beijing en 2008.(8) Por lo tanto, Brasil en
2016 no sólo mejorará su imagen internacional, sino que podrá embolsarse
una importante cantidad de recursos financieros con motivo de esta
competición deportiva. Aun así subsiste la pregunta de cuántos países en
desarrollo podrán emular a Brasil en el futuro. ¿Albergará algún día
algún país africano los Juegos Olímpicos?
Entre los países en desarrollo, fuera de los que ocupan las 10 primeras
posiciones en el medallero de Beijing, Jamaica –cortesía de Usain Bolt–
y Kenia –con sus maratonistas– son los más destacados, con un total de
11 y 14 medallas, respectivamente. En el caso de América Latina y el
Caribe, detrás de Jamaica, el país más aventajado es Brasil, con 15
preseas, si bien Cuba es, numéricamente, el más exitoso con 24.
¿Qué importancia revisten estas cifras? Independientemente de que
revelan que los países punteros han puesto especial énfasis en la
promoción del deporte, también evidencian que éste es parte integral del
desarrollo nacional. No se trata de asumir que la fórmula “más
desarrollo es igual a muchas medallas en las olimpiadas” es infalible,
dado que, por ejemplo, Noruega, el país con el más alto desarrollo
humano, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), apenas logró adjudicarse 10 medallas en Beijing. A partir de
este ejemplo se podría debatir el sentido del deporte en una sociedad
como la noruega, aparentemente más preocupada por promover un desarrollo
menos desigual entre sus habitantes, que por dar muestras de
superioridad en el atletismo y el deporte a los ojos del mundo. En
contraste, la RP China, que obtuvo la mayor cantidad de preseas doradas
en 2008, es un país con enormes disparidades sociales, lo que llevaría a
pensar que, a diferencia de Oslo, prefiere sobre todo hacer de sus
logros deportivos una muestra de poder ante el mundo, más que utilizar a
estas actividades en beneficio del bienestar social de su población.
Al respecto, pensando en Cuba, el país más medallero del continente
americano –con la excepción, claro está, de Estados Unidos–, parecería
una nación cuyas políticas deportivas vendrían siendo una especie de
híbrido entre el ejemplo de lo que significa el deporte para Noruega, y
la utilidad del mismo en la RP China. Es sabido, por ejemplo, que en
Cuba hay una decisiva promoción del deporte por parte de las autoridades
y que desde el triunfo de la revolución se decidió eliminar el
profesionalismo en términos de comercialización, apoyando, en cambio, el
amateurismo bajo la consigna de que el deporte es un derecho del
pueblo. Es conocida la asesoría que Cuba brinda a países como Brasil,
Venezuela y Bolivia en materia deportiva, además de que la ínsula
caribeña es una verdadera potencia en béisbol, boxeo, judo, lucha
grecorromana y atletismo. También con frecuencia La Habana se enfrenta a
la pérdida de atletas que desertan a otras naciones, lo que sin duda
constituye una merma para el desarrollo de esta actividad en el país.
Con todo, al igual que en el caso de la RP China, también es cierto que
las autoridades cubanas han exaltado los logros de sus deportistas en
diversas oportunidades, a fin de destacar las bondades del sistema
político, económico y social en que se desenvuelven. Sin ir más lejos,
en agosto de 2008, en el marco de las olimpiadas de Beijing, Fidel
Castro dio a conocer un comunicado en el que señalaba que la ínsula
caribeña es el único país donde no existe el deporte profesional; que es
la única nación que hace años creó una Escuela Internacional de
Educación Física y Deporte de nivel superior, donde se han graduado
muchos jóvenes de países en desarrollo y donde estudian en la actualidad
alrededor de mil 500 alumnos sin pagar un solo centavo; que los atletas
cubanos de alto rendimiento estudian gratuitamente como profesores de
educación física y deporte y que el país ha graduado en centros
superiores de enseñanza a decenas de miles de ciudadanos en esa
especialidad, quienes prestan sus servicios a niños, adolescentes,
jóvenes y personas de todas las edades, aunado a que muchos de ellos se
involucran en los programas de cooperación con otras naciones en
desarrollo, servicios que ofrecen a un costo mínimo, o de manera
gratuita en algunos casos, efectuando una decisiva contribución al
deporte en el mundo; y, por supuesto, Castro no dejó escapar la
oportunidad para señalar que la ínsula caribeña era el único de los
participantes en Beijing, económicamente bloqueado por el imperio más
poderoso y rico que existió jamás.(9)
¿Cuánto cuesta una medalla olímpica?
El pobre desempeño deportivo de la mayor parte de los países en
desarrollo tiene que ver con una triste realidad: una medalla cuesta, y
mucho. Un atleta que compite demanda una inversión, en promedio, de unos
dos millones de dólares al año, esto porque se requiere pagar gastos de
un entrenador, del cuerpo técnico, un fisioterapeuta, más las giras
para el “fogueo” del mismo, y sus medicinas y alimentación, entre otros
insumos. Si un deportista aspira a competir en los juegos olímpicos,
debe participar en competencias previas unas cuatro veces por año lo
cual entraña gastos más los del staff de apoyo que trabaja con él. Así,
aun cuando existen disparidades entre los países –es decir, no es lo
mismo el costo de la preparación de Michael Phelps o de Usain Bolt que
la de un maratonista keniano– se estima que el gasto mundial de las
naciones en la preparación de los 10 mil 500 atletas que asistirán a
Londres, es de aproximadamente 934. 5 millones de dólares considerando
lo invertido en los pasados cuatro años.10
Al
respecto, la experiencia mexicana es contradictoria. Cabe mencionar que
para los juegos de Beijing de 2008, el país envió una delegación de 85
atletas, cuya preparación, según datos de la Comisión Nacional del
Deporte (CONADE) costó 130 millones de pesos, suma superior a lo que se
invirtió en la preparación para las justas de Atenas (80 millones de
pesos) y Sidney (70 millones de pesos). Lo que resulta más irónico es
que pareciera que a mayor inversión, menos medallas: en Sidney, el
representativo nacional obtuvo 6 preseas, en tanto en Atlanta fueron 2.
Como ya se señalaba anteriormente, en Beijing, México apenas consiguió
tres medallas. Y para las olimpiadas de Londres, el titular de la
CONADE, Bernardo de la Garza, explicó en abril pasado que a Londres
asistirán 85 atletas cuya preparación requirió una inversión récord de 2
mil 800 millones de pesos, pese a lo cual se aspira apenas a la
obtención de 2. 7 medallas, aunque el funcionario no descarta “alguna
sorpresa”.11
La ocasión en que México tuvo su mejor
desempeño en estos juegos, fue en 1968, cuando se embolsó nueve preseas,
tres de cada denominación (oro, plata y bronce). Si bien es cierto que
la motivación y el aspecto anímico fueron factores considerables en el
desempeño de los deportistas mexicanos en 1968, evidentemente en
aquellos años no se invertía en la preparación de los atletas a lo que
se destina en la actualidad. Históricamente, México se ha hecho de 55
medallas desde que participa en los Juegos Olímpicos –su primera
incursión fue en París, en 1900, donde obtuvo una medalla de bronce en
polo–, de las cuales 12 han sido de oro, 18 de plata y 25 de bronce. De
hecho, hay disciplinas donde México solía tener un notable desempeño,
por ejemplo en atletismo (marcha), ámbito en el que el país no ha vuelto
a brillar desde hace 12 años, cuando en las olimpiadas de Sidney Noé
Hernández y Joel Sánchez se adjudicaron sendas medallas de plata y
bronce en marcha de 20 y 50 kilómetros, respectivamente. Así, pareciera
que lo que necesita el deporte en México no es gastar más, sino gastar
bien a partir de una estrategia debidamente estructurada, toda
proporción guardada, como han hecho Cuba, Brasil y otros países.
Ahora bien: es claro que ante los costos que entraña la preparación de
los atletas que buscan ser competitivos en los juegos olímpicos, es
necesario el patrocinio de empresas privadas porque los insumos
requeridos no serían financiables únicamente con los apoyos
gubernamentales. En El Salvador, país que nunca ha conseguido una
medalla olímpica, la empresa Tigo invirtió en los pasados cuatro años,
220 mil dólares en 15 atletas que asistirán a Londres.(12) A manera de
contraste se tiene el dato de que la preparación y el viaje del equipo
ecuestre de Estados Unidos para las olimpiadas de Beijing de 2008, y que
estuvo integrado por 43 atletas, costó 1. 3 millones de dólares, es
decir, cinco veces lo que necesitará El Salvador para enviar a la
totalidad de su delegación a la capital inglesa. En ambos casos, el
apoyo de la iniciativa privada es fundamental, si bien la diferencia la
marca la concepción que el Estado –el salvadoreño y el estadounidense–
tiene sobre el deporte–: para la Unión Americana se trata de un asunto
de prestigio y de despliegue de poder, en tanto para El Salvador lo más
importante es hacer acto de presencia y, en el mejor de los casos,
“foguear” a sus deportistas.
Del nacionalismo a la injerencia de las empresas transnacionales
En décadas recientes, y en particular tras el fin de la guerra fría,
los juegos olímpicos han presenciado el tránsito del nacionalismo a la
injerencia casi decisiva de empresas transnacionales, las que han
contribuido a la comercialización del deporte en busca de un beneficio
económico. Es verdad que existe un medallero en el que se registra a los
países laureados, no así a los atletas galardonados. Sin embargo, salvo
casos excepcionales, tienden a ser cada vez más importantes el atleta y
sus patrocinadores, que el orgullo nacional. Así, el nombre del
deportista se antepone a su nacionalidad, y, por ejemplo, Messi es un
chico Adidas, Nadal es un chico Nike, y el Checo Pérez es un chico
Infinitum. Este no es un tema menor, dado que el deporte
tradicionalmente ha buscado ser un vehículo para la unidad nacional.
Siempre se ha asumido que “es necesario contar con atletas
crecientemente eficientes si es que se desea que el deporte sea un
símbolo de unidad nacional y legitime al gobierno en turno” [y a las
políticas que desarrolla en la materia].13 Es decir que si el
desempeño de los atletas es mediocre, ello repercute no sólo en la
autoestima nacional, sino en severos cuestionamientos a las autoridades.
Ana Gabriela Guevara, medallista olímpica en Atenas 2004, siempre dejó
en claro que su despunte como una de las 10 mejores velocistas de todos
los tiempos a nivel mundial no fue resultado de una política nacional
debidamente planeada por las autoridades, 14 sino del esfuerzo personal y, claro está, de los patrocinios privados.15
Así, los patrocinios privados y las grandes corporaciones
transnacionales marcan la pauta. Para nadie es un secreto, por ejemplo,
que en la elección de la sede para celebrar las olimpiadas del
centenario en Atlanta (1996) , fue determinante la presión ejercida por
intereses corporativos como los de las empresas Coca-Cola y Nike.(16)
Este tema, sumado a la presencia de deportistas profesionales,
tergiversa el pretendido espíritu de una competencia “entre iguales.”
Vaya, sin ir más lejos, en Estados Unidos actualmente hay una polémica
por las declaraciones del dueño de los Mavericks de Dallas, Mark Cuban,
quien critica ferozmente la presencia de estrellas del dream team de la
NBA en los juegos olímpicos de Londres, mas no porque ello trastoque el
espíritu amauteurista de esas justas, sino porque, según Cuban, el
comité olímpico estadounidense obtendrá los beneficios económicos. Lo
que es más: Cuban criticó también al COI de falta de transparencia,
porque, afirma, la institución no ha sido clara respecto a los ingresos
que recibirá como resultado de la participación del dream team en
Londres.17
No menos importantes son los
escándalos de corrupción que involucran a altos directivos del Comité
Olímpico Internacional (COI) a la hora de adjudicar sedes para los
juegos olímpicos de verano e/o invierno. Ahí está el caso de los
sobornos a miembros del COI por parte de dos exfuncionarios de Salt Lake
City en Colorado, Estados Unidos, por un millón de dólares, para lograr
que esa ciudad albergara las justas de invierno que efectivamente se
celebraron en 2002. El juicio para deslindar responsabilidades se
desarrolló en 2003.18 El escándalo fue de tal magnitud, que
las empresas que tradicionalmente patrocinan al COI amenazaron con
retirarle sus apoyos. Y es que a las empresas les interesa vender, pero
si los nombres de las corporaciones eventualmente quedan vinculados a
corruptelas, malos manejos, dopaje u otros escándalos, ello daña las
expectativas económicas de los consorcios y puede afectar su presencia
en el mercado. Vinculado con lo anterior figura el tema de los ingresos
que recibe el COI por la venta de derechos de transmisión de las
competencias deportivas a grandes corporaciones de los medios de
comunicación. Al respecto, la NBC tras negociaciones con directivos del
COI, ganó la puja a consorcios como ESPN y Fox Sports para retener los
derechos de transmisión hasta 2020 a cambio de un acuerdo valuado en 4
mil millones de dólares, con lo que asegura no sólo la exclusividad para
Londres en 2012, sino también de los Juegos Olímpicos de invierno en
Sochi, Rusia, en 2014; de las olimpiadas de verano en Río de Janeiro,
Brasil, en 2016; de los juegos de invierno y verano de 2018 y 2020,
respectivamente. (19) Sin embargo, ESPN no se quedó con las manos vacías
dado que logró los derechos de transmisión de los Juegos Olímpicos de
invierno en Vancouver en 2010 y de Londres para América del Sur en el
presente año.20
Cabe destacar que los 4 mil millones
de dólares referidos, son ingresos que ha atesorado el COI sin que
hayan comenzado siquiera las competencias, y no son los únicos
beneficios financieros que espera obtener. Vale la pena señalar que
desde los juegos olímpicos de Atlanta de 1996, las ganancias para el COI
no han parado de crecer, pasando en ese caso de 2 mil 63 millones de
dólares a 3 mil 770 millones en Sidney 2000; a 4 mil 180 millones en
Atenas 2004; y a 5 mil 450 millones en Beijing 2008.
Las exigencias de los patrocinadores y el dopaje
Puesto que en los juegos olímpicos y prácticamente en cualquier justa
deportiva lo más importante no es competir sino ganar, el dopaje se ha
convertido en una práctica recurrente que no sólo atenta contra los
valores y la ética deportiva, sino que pone en riesgo la salud de los
atletas. La historia del dopaje se remonta a los juegos olímpicos de la
Grecia clásica, donde algunos atletas utilizaban extractos de plantas,
hongos o animales antes de competir a efecto de mejorar su rendimiento.
En la era moderna, paralelamente al auge del deporte profesional y el
declive del amateurismo, se observan cada vez más métodos sofisticados
para mejorar artificialmente el rendimiento deportivo. De hecho, además
de la gloria que implica recibir una medalla, otra motivación para el
dopaje son los beneficios económicos de los patrocinadores. En este
sentido, el propio sistema deportivo imperante alienta el dopaje ante lo
frustrante que puede ser para un atleta no lograr la competitividad que
desea, además de que ello podría conllevar el retiro de patrocinios
millonarios. Un ejemplo, en el ámbito del ciclismo, fue el dopaje de
Alberto Contador en el Tour de France de 2010, mismo que le implicó
perder su título y ser suspendido por dos años, así como de enfrentar
sanciones económicas que podrían llegar a los 6.5 millones de dólares
entre multas y pérdidas de ingresos.(21) Sin embargo, las sanciones no
sólo afectan al atleta, sino a otras instancias directamente
relacionadas con él y la disciplina que practica. Así, cuando un deporte
se ve salpicado por un escándalo de dopaje, no sólo sufren los equipos,
los clubes, y los administradores, también los atletas, cuyos altos
salarios, primas y otras fuentes de ingresos financieros resienten los
efectos.22
Sin embargo, lo más grave es que en
muchos casos se busca injerir sustancias que puedan “burlar” los
controles de dopaje que de manera cotidiana se aplican a los
deportistas. Justamente en el ciclismo, disciplina que ha estado en el
ojo de la tormenta tras los escándalos por el consumo de estimulantes de
los atletas en los años 90 y a mediados del 2000, la percepción
imperante es que se trata de un deporte donde lo menos importante es
quién es el más veloz, es más bien, quién utiliza los mejores químicos.23
Puesto que el dopaje daña la imagen del deporte, el COI se dio a la
tarea de apoyar la creación de la Agence Mondiale Antidopage (AMA,
también conocida como WADA por sus siglas en inglés) el 10 de noviembre
de 1999. La AMA tuvo su sede inicialmente en Lausana, Suiza, pero en
2001 se decidió que su residencia se asentara en Montreal, Canadá. La
AMA cuenta con un código mundial antidopaje, el cual armoniza las
políticas contra el consumo de estimulantes en todos los deportes y
países. Cada año, la AMA da a conocer la lista de sustancias prohibidas
donde se presentan los compuestos, nombres y métodos considerados como
dopaje para las disciplinas deportivas.
México tuvo que lidiar
con los reclamos de la AMA en torno al escándalo que se produjo en el
marco de la Copa de Oro, cuando cinco futbolistas mexicanos dieron
positivo con clembuterol en los controles de rutina efectuados por las
propias autoridades nacionales. Cuando se tuvo conocimiento de este
incidente, la AMA consideró que las autoridades mexicanas habían actuado
de manera permisiva y laxa ante el suceso. Más tarde, cuando la AMA
recibió toda la información, llegó a la conclusión de que en México hay
un serio problema de salud pública con el clembuterol, situación que fue
corroborada más tarde, cuando 109 futbolistas que participaron en el
Mundial Sub-17 dieron positivo con esa sustancia y por lo tanto, la
agencia consideró satisfactorias las explicaciones de las autoridades
nacionales.24
El dopaje no reconoce nacionalidades
ni discrimina entre las disciplinas deportivas. Sin embargo, es muy
frecuente que los atletas involucrados en pruebas de atletismo y la
halterofilia recurran al uso de estimulantes para mejorar su desempeño.
Cabe destacar que los juegos olímpicos de Atlanta registraron una cifra
récord de 22 deportistas dopados, la mayoría en las disciplinas
descritas.
¿Juegos Olímpicos para todos?
Como
es sabido, el COI se integra por 205 comités olímpicos nacionales, con
lo que supera el número de miembros que posee la Organización de las
Naciones Unidas (ONU). Es el evento deportivo más importante que
presencian millones de seres humanos en todo el mundo gracias a los
diversos medios de comunicación disponibles. En esta oportunidad, además
de la cobertura tradicional por televisión, el COI habilitó un canal en
YouTube para la transmisión en vivo y en alta definición de 2 mil 200
horas de justas deportivas abiertas a todo el público interesado y sin
restricciones de ningún tipo. Pero eso no es todo. La empresa Terra
llevará a cabo transmisiones para 17 países latinoamericanos, también de
manera gratuita.
Las de Londres, serán las primeras olimpiadas
de las redes sociales, o bien, como lo explicó Andy Hunt, jefe de la
Asociación Olímpica Británica, serán los “juegos Twitter”. Tan sólo en
el parque olímpico habrá una cobertura Wi-Fi con 1 800 ruteadores además
de que se transmitirá, por primera vez, video 3D en alta definición en
vivo. Asimismo, en las estaciones del metro londinense habrá un servicio
de Wi-Fi gratis, proporcionado por la autoridad estatal responsable, a
la usanza de lo que ocurre en otras ciudades del mundo, sólo que en la
capital inglesa el sistema deberá proveer el servicio adicionalmente a
los 5 millones de turistas que arribarán a Londres para este magno
evento. Así en el famoso Tube y en los hoteles, los restaurantes, los
Pubs y otros lugares se conectarán visitantes, periodistas y deportistas
con sus computadoras portátiles, teléfonos inteligentes y tablets, para
transmitir por diversos motivos –trabajo, información, presunción,
etcétera; sus experiencias, enviar imágenes y videos de alta definición.
La British Broadcasting Corporation (BBC) ha indicado que
planea transmitir cada evento deportivo en la red, lo cual supone más de
dos mil horas de video, lo que implicará una gran carga a la
infraestructura de internet de esa ciudad, diseñada para un uso
cotidiano que no contempla una afluencia tan nutrida de usuarios. Claro
que las autoridades instalaron más fibra óptica y otros insumos
tecnológicos para asegurar la disponibilidad del servicio en beneficio
de los turistas sin perjuicio de las necesidades de comunicación de los
londinenses.
Ya en los juegos de 2008 se introdujo un
sistema de acceso de información para que los periodistas tengan los
resultados de las competencias en tiempo real y puedan comentar y
analizar la información a placer. El sistema ha sido mejorado y estará
disponible en Londres.
Una polémica muy comentada es la surgida
a propósito de que, según las disposiciones del COI, los atletas sólo
podrán publicar en Facebook o Twitter fotografías con los productos de
los patrocinadores. De igual forma, por razones de seguridad, no deberán
publicar imágenes sobre sus habitaciones. Por su parte, los asistentes
no podrán dar a conocer fotografías o video de los atletas durante las
competencias. No queda claro, sobre todo en el caso de los deportistas,
cómo podrá el COI proteger los intereses de los patrocinadores en los
términos descritos, dado que la opción que tienen los atletas de usar el
Centro Olímpico Online para que puedan conectarse con sus fans, amigos y
familiares, no parece tan práctica, aunque sí cumplirá la función de
proveer información.(25)
Y así como la tecnología para
comunicar e informar estará disponible literalmente en las puntas de los
dedos, un tema que no se puede soslayar es el de la seguridad para
garantizar que los Juegos Olímpicos se desarrollen sin contratiempos.
Lamentablemente las justas olímpicas han sido escenario de hechos muy
desafortunados tanto en Munich (1972), como en Atlanta (1996) y en el
caso de Londres, no se sabe si fue una coincidencia o no, pero un día
después de que el COI anunció que la capital inglesa sería la sede de
las justas veraniegas de 2012 (6 de julio de 2005), se produjo un
terrible atentado terrorista que afectó la red de transporte público y
la infraestructura de telecomunicaciones de Londres. A las 8:50 de la
mañana del 7 de julio explotaron tres bombas a intervalos de 50 segundos
entre una y otra, en tres vagones del metro. Una cuarta bomba explotó
en un autobús a las 9:47 de la mañana en la Plaza Tavistock. Los
atentados, considerados los más letales en Londres desde la segunda
guerra mundial, provocaron la muerte de 56 personas y dejaron a otras
700 heridas. La organización terrorista Al-Qaeda se adjudicó la autoría
de los mismos.
Si bien no se ha establecido una relación directa entre la elección de
Londres como sede de los Juegos Olímpicos y el atentado descrito, es
evidente que el terrorismo busca realizar acciones de alto impacto que
lleguen al mayor número posible de personas, a efecto de transmitir su
“mensaje”. Por ello, las fuerzas armadas británicas estarán en alerta
ante cualquier eventualidad que se produzca. Las medidas adoptadas
contemplan el emplazamiento de instalaciones de misiles tierraaire. La
operación destinada a garantizar el correcto desarrollo de los juegos
olímpicos se denomina guardián olímpico e involucra a diversos cuerpos
de seguridad británicos, cuya tarea fundamental es dar tranquilidad a la
población residente y a los turistas, a parte de disuadir a posibles
delincuentes que pretendan irrumpir con actos violentos en Londres.
Así, la mesa está puesta para un evento que promete batir nuevos
récords, emocionar a algunos con el desempeño de los atletas, y frustrar
a otros tantos que desearían que los juegos fueran realmente un suceso
que contribuya a un mundo mejor. Sin embargo, como evento de alcances
globales, la justa veraniega permitirá que sólo unos cuantos se
beneficien de ella, sea en el terreno económico y comercial, o bien en
el político.
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