Perú - EEUU
Políticas para el hambre y el terror
En lo que se refiere al “crecimiento económico con inclusión social”, las
prioridades en políticas sociales, las inversiones en minería, “la puesta del
Perú en vidriera” y lo que hay que hacer en los diferentes sectores del Estado,
resulta tedioso e insultante escuchar al mandatario peruano repitiendo lo
escrito por el Banco Mundial y sus “entendidos”, en sus Manuales Un nuevo
contrato social para el Perú, El Perú en el umbral de una nueva era, y en la
“Estrategia de Alianza con el País (EAP) 2012-2016”. Igual ocurre, con el
ministro de economía cuando pontifica sobre las bondades de nuestro crecimiento
y el futuro promisor que nos espera, a partir del contenido de los mismos
documentos. En este caso, no podría ser de otra manera tratándose de un
antinacional co-gobernante de ese Banco. Su perorata contrasta con el futuro de
miles de niños de las escuelitas “marca Perú”, (de las que hablaba la
improvisada ministra de educación como la “cereza de la revolución educativa”
del actual gobierno), que añadirán a su escaso capital cultural los meses de
huelga de sus maestros reclamando mejoras salariales. Contrasta también con la
realidad de los niños y adultos enfermos u hospitalizados que sufren las
consecuencias de la prolongada huelga de los profesionales de la salud por
mejoras en sus condiciones de trabajo y por reinvidicaciones salariales. Pero,
como ya lo dije en una nota anterior, no habrá aumentos, porque la orden del BM
es “incrementar el ahorro fiscal” para favorecer a los mercaderes de los bienes,
equipos, instrumentos, insumos, materiales (sirvan o no), que trabajan como
socios del BM, del BID y de USAID asegurando “lucrativos negocios”.
En cuanto a defensa y seguridad, apenas el Secretario de Defensa norteamericano, León Paneta, enrumbó hacia Uruguay, hace una semana atrás, después de reunirse con el presidente peruano, el ministro de defensa y el presidente del comando conjunto, el primero de éstos agregó a sus discursos los requerimientos que están escritos en los documentos producidos por los think tank del terror para la defensa y seguridad de los intereses de los EEUU en la región y en el mundo.
Estos documentos, son “Sostener el liderazgo mundial de EE.UU: Prioridades para la Defensa del Siglo 21” (Enero 2012), y “Política de Defensa para el Hemisferio Occidental” (Octubre 2012).
Sobre el primero, Obama diría que “es el documento de orientación estratégica que describe el entorno de seguridad proyectada y las claves para las misiones militares que el Departamento de Defensa (DoD) preparará. Se pretende que sea un plan para la Fuerza Conjunta hacia el 2020, ofreciendo una serie de preceptos que ayudarán a guiar las decisiones sobre ciclos, tamaño y forma de la fuerza y presupuesto; destacar algunos de los riesgos estratégicos que pueden estar asociados con su puesta en marcha”.
Desde esta perspectiva, queda claro que nada de lo que ocurre o va a ocurrir en el futuro en el Perú (y en la mayor parte de los países de latinoamérica y del Caribe que persisten en el equívoco histórico del neoliberalismo), sale de los enrarecidos cerebros de quienes apenas cuentan con una incipiente conducta estímulo-respuesta, pero nos gobiernan.
Lo escrito por el BM y su grupo, para el crecimiento con inclusión social, se sustrae a un análisis histórico y de las contradicciones que marcan el desenvolvimiento de la economía y la política peruana. Se trata, de una aproximación a-científica sustentada en la manipulación de datos estadísticos que se “maquillan” período a período y se repiten en sus políticas y sus estrategias de asistencia al país (EAP). Para que la estadística exprese algo distinto y verdadero del objeto observado y no cotejos entre cifras y cifras (como es usual en los “Manuales y Estrategias” del BM), debe nutrirse de la complejidad concreta de la realidad y de sus contradicciones. Los porcentajes, modas, medias, desviaciones, coeficientes e índices les sirven a sus expertos para despistar el verdadero resultado de una indagación de campo, que jamás realizan, sino a través de datos secundarios, generalmente desactualizados, cuando no falsos. Debemos superar el engaño de confundir estadística por empiria y más aún, cifras por realidad. Hacer de sus “diagnósticos”, políticas y estrategias responde a la intención manipuladora de la información para alienar su posible entendimiento. Jamás tendrán una intención reflexiva y crítica para la acción. Los cotejos estadísticos de datos y cifras que impresionan a nuestros gobernantes sirven para inmovilizar el cambio.
Como entender, por ejemplo, que si “el Perú ha sido una de las economías con mejor desempeño en América latina durante la década pasada (10 años) con un crecimiento promedio del PBI de 6.3 % (EAP 2012-2016, pág 2), tengamos “seis de cada diez pobres en áreas rurales (y los otros cuatro en áreas urbanas), y más del 60% de pobres extremos viviendo en zonas altas (Ibid, pág 6). ¿Será que las políticas macroeconómicas no son “prudentes” y el entorno externo no es tan favorable como dice el BM? Seguramente sí lo es para los que se llevan el oro, el gas, la harina de pescado, y ahora también “productos no tradicionales”, o piensan convertir los campos de cultivos de pan llevar en las comunidades nativas y en regiones estratégicas, en tierras para agrocombustibles. Total, la receta del BM dice que tenemos que ser “competitivos”. Y no tenemos por qué quedarnos a la zaga de Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil o Chile. Los mayores logros de crecimiento con producción, ocupación, redistribución del ingreso y desarrollo lo tienen Venezuela, Bolivia, Ecuador e incluso Cuba a pesar del bloqueo. Los más altos índices de nutrición infantil, educación en todos los niveles, salud preventiva y asistencial, infraestructura social (no letrinas), las tienen estos países y sus resultados han sido presentados en cuanto evento internacional existe, incluso en el seno del más grande aparato para la guerra y el terror como es las ONU.
Y en cuanto a las Políticas para la defensa del hemisferio occidental, uno de sus objetivos es recuperar para los Estados Unidos la hegemonía perdida en América del Sur quebrando los procesos de integración que se han venido generando y consolidando otros: el Alba, Unasur, Celac, Mercosur. La contraofensiva comenzó con el Plan Colombia, se profundizó con las siete bases militares en ese país, y otras en Paraguay, Costa Rica, Honduras. Luego con la Alianza del Pacífico que contó con algo más que el entusiasmo de Alan García y que hoy es una de las fortalezas del actual gobierno. Esta Alianza reúne a las economías neoliberales del continente lideradas por el bloque del norte EEUU-Canadá- México y está secundada por Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Chile. Tal como se precisa en el Prefacio de las Políticas, ahora la propuesta es “aumentar la interoperatividad de los países amigos con las fuerzas militares de los EEUU para recuperar y mantener el liderazgo mundial de los EEUU compartiendo los costos y las responsabilidades de ese liderazgo mundial”.
Otro de los objetivos es “satisfacer la necesidad que tienen las Fuerzas Armadas estadounidenses de voltearse hacia la región Asia y el Pacífico para proteger la vitalidad económica de ese país, a medida que se apartan de los operativos en Irak y Afganistán,” (Ibid, pág 1). Mayor cinismo, inconcebible.
En lo interno, el documento señala algo que de una u otra manera ha estado presente en los reclamos de los discursos presidenciales del Perú. Por ejemplo, aquello del estado de derecho, la transparencia y la rendición de cuentas; los sistemas electorales que se ven manipulados para beneficio de los grupos establecidos y la corrupción; los sistemas judiciales ineficaces que entorpecen la capacidad de los gobiernos de ganarse la confianza de los ciudadanos y mantenerla” (Ibid, pág 3). Aquello de que el crecimiento debe llegar a los más pobres, lo dice el documento cuando afirma que, “no obstante el crecimiento económico de algunos países, 30% de la población de ALC vive debajo de la línea de pobreza; persiste la exclusión por etnia o raza y la distribución del ingreso es la más desigual del mundo. Nuestra cooperación en materia de defensa debe complementar las iniciativas de desarrollo bilateral y regional a fin de fomentar la inclusión social, el estado de derecho, y el respeto a los derechos humanos. Seguridad, desarrollo socio económico y gobernabilidad responsable están unidos en un vínculo indisoluble” (Ibid, pág 4).
No cabe duda que todos los problemas que “sabiamente” aborda la Política de defensa para el Hemisferio occidental que presentó el Secretario de Defensa norteamericano, León Paneta, son problemas latentes y ciertos. Lo que no es cierto ni admisible es que su tratamiento se tenga que hacer para garantizar la seguridad y los intereses de EEUU, y sus estrategias de terror y muerte en el mundo y particularmente en América latina. Esto es claro cuando se afirma que, “el Departamento de Defensa no perderá de vista las iniciativas de algunos países de reformar sus instituciones de defensa mediante la adquisición de tecnologías y artículos de defensa desvinculada de los requisitos de defensa legítimos, porque pueden crear una influencia desestabilizadora en el hemisferio y corroer la confianza entre los países” (Ibidem). ¿Quiénes son éstos? Los países del Unasur, exceptuando a los de la Alianza del Pacífico y a Costa Rica y Panamá. Las armas, municiones y mantenimiento hay que comprarles a los mercaderes de la guerra -israelitas o yankis- que, en sociedad con el BM, el BID, y USAID aseguran “lucrativos negocios”. Pero no sólo esto. Hay que garantizarle a los EEUU, nuestra continuidad de vasallaje y neocolonialismo.
“Los desafíos, (dice la Política de defensa para el hemisferio occidental) ya no emanan del conflicto entre estados, las fuerzas paramilitares de derecha ni los insurgentes de izquierda. Emanan de la difusión del narcotráfico y otras formas de tráfico de ilícitos, pandillas y terrorismo cuyos efectos pueden verse acentuados por los desastres naturales y la desigualdad. También debemos enfrentarnos a las amenazas del siglo XXI en el ciberespacio. Esto afecta a todos sin respetar fronteras soberanas. Debemos aunar esfuerzos para desestabilizar, desarticular y derrotar estas amenazas” (Ibid, pág 4).
Si aún el presidente peruano no se ha referido al peligro de la cibernética que en la perspectiva norteamericana tiene referentes concreto como China, Irán y Venezuela, si han sido lugares comunes el narcotráfico, el terrorismo, el narcoterrorismo. Ha reclamado la aprobación urgente de un paquete de leyes que encontrarían su referente doctrinario en aquello de que “las instituciones de defensa maduras y profesionales deben estar dispuestas a acudir cuando se las convoque para brindar apoyo a los EEUU, porque esto garantiza intereses comunes” (Ibid, pág 5). Y en el mandato de que “los ministerios de defensa de los países amigos deben demostrar los beneficios de su alianza con los EEUU. No se debe antagonizar al ministerio de defensa civil con los militares. Para esto EEUU garantiza que el apoyo militar para la misión será siempre transparente, respetuoso de los derechos humanos, y del estado de derecho y apoyará la consolidación continua de los valores democráticos en apoyo a las autoridades civiles” (Ibidem). “Nuestra meta (dice) es institucionalizar respuestas que comprometan a todo el gobierno y que se centren tanto en instituciones como en personas individuales. Ministerios de defensa eficaces, eficientes y que rindan cuentas. Para esto los expertos en la materia de los EEUU tendrán una participación periódica y constante” (Ibid, p 6).
Así como en crecimiento y desarrollo y lucha contra la desigualdad son los países que conforman el Alba los únicos que pueden exhibir logros más allá del asistencialismo populista de derecha (cuya prescripción está en los Documentos de Santa Fé que forman parte de las lecturas de nuestros militares), también en la lucha contra el narcotráfico son Bolivia y Venezuela los países que han mostrado resultados verificables. En Colombia y Perú, nada. ¿Quién más interesado en el control de la comercialización de la cocaína que los EEUU? ¿Quién controla el opio y “otros ilícitos” en el Triángulo Dorado en Medio Oriente? La historia es la misma, desde el mercado del opio en China, del alcohol en su territorio. ¿Lucha contra el narcotráfico desde los EEUU? Sólo patrañas.
El presidente peruano ha sido también reiterativo en lo que toca a la profesionalización de las FFAA y policiales. La Politica de defensa para el hemisferio occidental dice que una de las prioridades del Departamento de Defensa (DD) norteamericano es: “Formar y capacitar civiles y militares en seminarios, talleres, intercambios, misiones, asesorías e instituciones educativas del DD de los EEUU como el Instituto de cooperación para la seguridad del hemisferio occidental (WHINSEC) ex-Escuela de las Américas que brinda capacitación dentro de los principios democráticos consagrados en la carta de la OEA. El IMET (Programa de formación y educación militar internacional). La Iniciativa de reforma de las instituciones de defensa (DIRI) para administrar ministerios de defensa regidos por la eficiencia, la eficacia y la rendición de cuentas con expertos de los EEUU. El Centro de estudios hemisféricos de defensa (CHDS) para actividades de extensión, investigación e intercambio en temas de defensa y formulación de políticas internacionales y toma de decisiones sobre la seguridad con líderes civiles y militares del hemisferio occidental. La universidad nacional de defensa. El instituto de estudios jurídicos internacionales de defensa y otros. El DD y estas instituciones están comprometidos en respaldar la mejora de las instituciones de defensa de los países amigos” (en contra de los “enemigos”: Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina).
No importa si Obama es reelegido o no. Las políticas y doctrinas “yankis” para el terror, permanecen en el tiempo y se retroalimentan unas a otras. Todas adhieren a los mitos del “Destino Manifiesto”, “América para los Americanos”, el “Corolario Roosevelt”, y a los antecedentes iluministas y masónicos del fundamentalismo judeo-cristiano. La responsabilidad de su instrumentalización y cumplimiento de la que hoy se llama la “Doctrina Obama” está a cargo del Departamento de Defensa cuyo secretario, el judío-italiano León Paneta, estuvo hace unos días en el Perú dando el cúmplase “sin dudas ni murmuraciones”.
Blog del autor: http://www.alizorojo.com
En cuanto a defensa y seguridad, apenas el Secretario de Defensa norteamericano, León Paneta, enrumbó hacia Uruguay, hace una semana atrás, después de reunirse con el presidente peruano, el ministro de defensa y el presidente del comando conjunto, el primero de éstos agregó a sus discursos los requerimientos que están escritos en los documentos producidos por los think tank del terror para la defensa y seguridad de los intereses de los EEUU en la región y en el mundo.
Estos documentos, son “Sostener el liderazgo mundial de EE.UU: Prioridades para la Defensa del Siglo 21” (Enero 2012), y “Política de Defensa para el Hemisferio Occidental” (Octubre 2012).
Sobre el primero, Obama diría que “es el documento de orientación estratégica que describe el entorno de seguridad proyectada y las claves para las misiones militares que el Departamento de Defensa (DoD) preparará. Se pretende que sea un plan para la Fuerza Conjunta hacia el 2020, ofreciendo una serie de preceptos que ayudarán a guiar las decisiones sobre ciclos, tamaño y forma de la fuerza y presupuesto; destacar algunos de los riesgos estratégicos que pueden estar asociados con su puesta en marcha”.
Desde esta perspectiva, queda claro que nada de lo que ocurre o va a ocurrir en el futuro en el Perú (y en la mayor parte de los países de latinoamérica y del Caribe que persisten en el equívoco histórico del neoliberalismo), sale de los enrarecidos cerebros de quienes apenas cuentan con una incipiente conducta estímulo-respuesta, pero nos gobiernan.
Lo escrito por el BM y su grupo, para el crecimiento con inclusión social, se sustrae a un análisis histórico y de las contradicciones que marcan el desenvolvimiento de la economía y la política peruana. Se trata, de una aproximación a-científica sustentada en la manipulación de datos estadísticos que se “maquillan” período a período y se repiten en sus políticas y sus estrategias de asistencia al país (EAP). Para que la estadística exprese algo distinto y verdadero del objeto observado y no cotejos entre cifras y cifras (como es usual en los “Manuales y Estrategias” del BM), debe nutrirse de la complejidad concreta de la realidad y de sus contradicciones. Los porcentajes, modas, medias, desviaciones, coeficientes e índices les sirven a sus expertos para despistar el verdadero resultado de una indagación de campo, que jamás realizan, sino a través de datos secundarios, generalmente desactualizados, cuando no falsos. Debemos superar el engaño de confundir estadística por empiria y más aún, cifras por realidad. Hacer de sus “diagnósticos”, políticas y estrategias responde a la intención manipuladora de la información para alienar su posible entendimiento. Jamás tendrán una intención reflexiva y crítica para la acción. Los cotejos estadísticos de datos y cifras que impresionan a nuestros gobernantes sirven para inmovilizar el cambio.
Como entender, por ejemplo, que si “el Perú ha sido una de las economías con mejor desempeño en América latina durante la década pasada (10 años) con un crecimiento promedio del PBI de 6.3 % (EAP 2012-2016, pág 2), tengamos “seis de cada diez pobres en áreas rurales (y los otros cuatro en áreas urbanas), y más del 60% de pobres extremos viviendo en zonas altas (Ibid, pág 6). ¿Será que las políticas macroeconómicas no son “prudentes” y el entorno externo no es tan favorable como dice el BM? Seguramente sí lo es para los que se llevan el oro, el gas, la harina de pescado, y ahora también “productos no tradicionales”, o piensan convertir los campos de cultivos de pan llevar en las comunidades nativas y en regiones estratégicas, en tierras para agrocombustibles. Total, la receta del BM dice que tenemos que ser “competitivos”. Y no tenemos por qué quedarnos a la zaga de Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil o Chile. Los mayores logros de crecimiento con producción, ocupación, redistribución del ingreso y desarrollo lo tienen Venezuela, Bolivia, Ecuador e incluso Cuba a pesar del bloqueo. Los más altos índices de nutrición infantil, educación en todos los niveles, salud preventiva y asistencial, infraestructura social (no letrinas), las tienen estos países y sus resultados han sido presentados en cuanto evento internacional existe, incluso en el seno del más grande aparato para la guerra y el terror como es las ONU.
Y en cuanto a las Políticas para la defensa del hemisferio occidental, uno de sus objetivos es recuperar para los Estados Unidos la hegemonía perdida en América del Sur quebrando los procesos de integración que se han venido generando y consolidando otros: el Alba, Unasur, Celac, Mercosur. La contraofensiva comenzó con el Plan Colombia, se profundizó con las siete bases militares en ese país, y otras en Paraguay, Costa Rica, Honduras. Luego con la Alianza del Pacífico que contó con algo más que el entusiasmo de Alan García y que hoy es una de las fortalezas del actual gobierno. Esta Alianza reúne a las economías neoliberales del continente lideradas por el bloque del norte EEUU-Canadá- México y está secundada por Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Chile. Tal como se precisa en el Prefacio de las Políticas, ahora la propuesta es “aumentar la interoperatividad de los países amigos con las fuerzas militares de los EEUU para recuperar y mantener el liderazgo mundial de los EEUU compartiendo los costos y las responsabilidades de ese liderazgo mundial”.
Otro de los objetivos es “satisfacer la necesidad que tienen las Fuerzas Armadas estadounidenses de voltearse hacia la región Asia y el Pacífico para proteger la vitalidad económica de ese país, a medida que se apartan de los operativos en Irak y Afganistán,” (Ibid, pág 1). Mayor cinismo, inconcebible.
En lo interno, el documento señala algo que de una u otra manera ha estado presente en los reclamos de los discursos presidenciales del Perú. Por ejemplo, aquello del estado de derecho, la transparencia y la rendición de cuentas; los sistemas electorales que se ven manipulados para beneficio de los grupos establecidos y la corrupción; los sistemas judiciales ineficaces que entorpecen la capacidad de los gobiernos de ganarse la confianza de los ciudadanos y mantenerla” (Ibid, pág 3). Aquello de que el crecimiento debe llegar a los más pobres, lo dice el documento cuando afirma que, “no obstante el crecimiento económico de algunos países, 30% de la población de ALC vive debajo de la línea de pobreza; persiste la exclusión por etnia o raza y la distribución del ingreso es la más desigual del mundo. Nuestra cooperación en materia de defensa debe complementar las iniciativas de desarrollo bilateral y regional a fin de fomentar la inclusión social, el estado de derecho, y el respeto a los derechos humanos. Seguridad, desarrollo socio económico y gobernabilidad responsable están unidos en un vínculo indisoluble” (Ibid, pág 4).
No cabe duda que todos los problemas que “sabiamente” aborda la Política de defensa para el Hemisferio occidental que presentó el Secretario de Defensa norteamericano, León Paneta, son problemas latentes y ciertos. Lo que no es cierto ni admisible es que su tratamiento se tenga que hacer para garantizar la seguridad y los intereses de EEUU, y sus estrategias de terror y muerte en el mundo y particularmente en América latina. Esto es claro cuando se afirma que, “el Departamento de Defensa no perderá de vista las iniciativas de algunos países de reformar sus instituciones de defensa mediante la adquisición de tecnologías y artículos de defensa desvinculada de los requisitos de defensa legítimos, porque pueden crear una influencia desestabilizadora en el hemisferio y corroer la confianza entre los países” (Ibidem). ¿Quiénes son éstos? Los países del Unasur, exceptuando a los de la Alianza del Pacífico y a Costa Rica y Panamá. Las armas, municiones y mantenimiento hay que comprarles a los mercaderes de la guerra -israelitas o yankis- que, en sociedad con el BM, el BID, y USAID aseguran “lucrativos negocios”. Pero no sólo esto. Hay que garantizarle a los EEUU, nuestra continuidad de vasallaje y neocolonialismo.
“Los desafíos, (dice la Política de defensa para el hemisferio occidental) ya no emanan del conflicto entre estados, las fuerzas paramilitares de derecha ni los insurgentes de izquierda. Emanan de la difusión del narcotráfico y otras formas de tráfico de ilícitos, pandillas y terrorismo cuyos efectos pueden verse acentuados por los desastres naturales y la desigualdad. También debemos enfrentarnos a las amenazas del siglo XXI en el ciberespacio. Esto afecta a todos sin respetar fronteras soberanas. Debemos aunar esfuerzos para desestabilizar, desarticular y derrotar estas amenazas” (Ibid, pág 4).
Si aún el presidente peruano no se ha referido al peligro de la cibernética que en la perspectiva norteamericana tiene referentes concreto como China, Irán y Venezuela, si han sido lugares comunes el narcotráfico, el terrorismo, el narcoterrorismo. Ha reclamado la aprobación urgente de un paquete de leyes que encontrarían su referente doctrinario en aquello de que “las instituciones de defensa maduras y profesionales deben estar dispuestas a acudir cuando se las convoque para brindar apoyo a los EEUU, porque esto garantiza intereses comunes” (Ibid, pág 5). Y en el mandato de que “los ministerios de defensa de los países amigos deben demostrar los beneficios de su alianza con los EEUU. No se debe antagonizar al ministerio de defensa civil con los militares. Para esto EEUU garantiza que el apoyo militar para la misión será siempre transparente, respetuoso de los derechos humanos, y del estado de derecho y apoyará la consolidación continua de los valores democráticos en apoyo a las autoridades civiles” (Ibidem). “Nuestra meta (dice) es institucionalizar respuestas que comprometan a todo el gobierno y que se centren tanto en instituciones como en personas individuales. Ministerios de defensa eficaces, eficientes y que rindan cuentas. Para esto los expertos en la materia de los EEUU tendrán una participación periódica y constante” (Ibid, p 6).
Así como en crecimiento y desarrollo y lucha contra la desigualdad son los países que conforman el Alba los únicos que pueden exhibir logros más allá del asistencialismo populista de derecha (cuya prescripción está en los Documentos de Santa Fé que forman parte de las lecturas de nuestros militares), también en la lucha contra el narcotráfico son Bolivia y Venezuela los países que han mostrado resultados verificables. En Colombia y Perú, nada. ¿Quién más interesado en el control de la comercialización de la cocaína que los EEUU? ¿Quién controla el opio y “otros ilícitos” en el Triángulo Dorado en Medio Oriente? La historia es la misma, desde el mercado del opio en China, del alcohol en su territorio. ¿Lucha contra el narcotráfico desde los EEUU? Sólo patrañas.
El presidente peruano ha sido también reiterativo en lo que toca a la profesionalización de las FFAA y policiales. La Politica de defensa para el hemisferio occidental dice que una de las prioridades del Departamento de Defensa (DD) norteamericano es: “Formar y capacitar civiles y militares en seminarios, talleres, intercambios, misiones, asesorías e instituciones educativas del DD de los EEUU como el Instituto de cooperación para la seguridad del hemisferio occidental (WHINSEC) ex-Escuela de las Américas que brinda capacitación dentro de los principios democráticos consagrados en la carta de la OEA. El IMET (Programa de formación y educación militar internacional). La Iniciativa de reforma de las instituciones de defensa (DIRI) para administrar ministerios de defensa regidos por la eficiencia, la eficacia y la rendición de cuentas con expertos de los EEUU. El Centro de estudios hemisféricos de defensa (CHDS) para actividades de extensión, investigación e intercambio en temas de defensa y formulación de políticas internacionales y toma de decisiones sobre la seguridad con líderes civiles y militares del hemisferio occidental. La universidad nacional de defensa. El instituto de estudios jurídicos internacionales de defensa y otros. El DD y estas instituciones están comprometidos en respaldar la mejora de las instituciones de defensa de los países amigos” (en contra de los “enemigos”: Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina).
No importa si Obama es reelegido o no. Las políticas y doctrinas “yankis” para el terror, permanecen en el tiempo y se retroalimentan unas a otras. Todas adhieren a los mitos del “Destino Manifiesto”, “América para los Americanos”, el “Corolario Roosevelt”, y a los antecedentes iluministas y masónicos del fundamentalismo judeo-cristiano. La responsabilidad de su instrumentalización y cumplimiento de la que hoy se llama la “Doctrina Obama” está a cargo del Departamento de Defensa cuyo secretario, el judío-italiano León Paneta, estuvo hace unos días en el Perú dando el cúmplase “sin dudas ni murmuraciones”.
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