5 reflexiones acerca de la masacre en Newtown
La Digna Voz
No pocos autores han argüido que la civilización y la historia de la humanidad pueden contemplarse como un solo proceso cuyo signo dominante es la normalización de la violencia e injusticia. Voltaire, Marx, Freud, Benjamin, Zizek, por mencionar algunos, descubrieron esta suerte de hilo negro que atraviesa la vida del hombre, cifra dominante de las sociedades humanas. Sin encuadrarnos en un perímetro nouménico-fenoménico exclusivamente estadunidense, aunque sí aludiendo a ciertas especificidades de la América del Norte, exponemos aquí una serie de reflexiones referentes a la masacre en Newtown, (Connecticut, noreste), catalogada como una de las “peores tragedias en la historia reciente” de Estados Unidos. (Sólo la matanza de Virginia Tech, con 32 muertos, supera la masacre en Newtown –MILENIO). Adviértase que estas reflexiones responden a un interés, aparentemente generalizado, por responder a una interrogante irresuelta: ¿Por qué Columbine (1999), Virgina Tech (2007), Aurora, Colorado (2012) y ahora Newtown?
I.
Si existe un país donde el criterio liberal del “interés egoísta” tiene un alcance y aplicabilidad casi universal es en Estados Unidos. El cálculo frío, deshumanizado, suple a la tradición, el costumbrismo y el afecto comunitario, ligas inmateriales que cohesionan a otras sociedades. Ante la ausencia de expresiones básicas de afectividad, o bien, en un entorno de absoluto anonimato, los individuos anónimos se conducen conforme a un albedrío marcadamente antisocial. En un escenario de asedio, ira o desconsuelo, el individuo desata su venganza contra un colectivo igualmente anónimo . Por eso el asesino selecciona espacios públicos e individuos “sin rostro”, anónimos , para desencadenar su ira.
II.
La venta de armas en Estados Unidos tiene una connotación más profunda que el mero respeto a un derecho constitucional. Según cifras oficiales, en EU existen cerca de 238 millones de armas de fuego en manos privadas, para una población total de 310 millones. En el imaginario colectivo de la persona ordinaria, ser citoyen en Norteamérica es portar un arma. Por encima de cualquier otro derecho civil o humano, llámese salud, educación o vivienda, figura el derecho a portar un arma. Detonar un arma de fuego es tan sólo el ejercicio práctico-dinámico de este derecho inalienable del citoyen estadunidense.
III.
La violencia es un elemento fundacional vital del Estado Norteamericano. La aniquilación de las civilizaciones nativas –violencia intramuros–, y el exterminio expansionista de la América Imperial –violencia extramuros– son antecedentes identitarios que inexorablemente se enquistan en la psique del citoyen estadunidense. Se trata de representaciones simbólicas que dictan que la violencia es el recurso más efectivo para alcanzar cualesquiera que sean los fines. El asesino de Newtown, o el de Virgina Tech, realizan por medio de la violencia un doble fin: castigan al ente anónimo (colectividad sin rostro) que les ignora u oprime, y castigan violentamente su propio crimen, quitándose la vida. La promoción de la violencia vía la venta desregulada de armas o el martilleo incesante de imágenes pornográficamente violentas, ya sea en ordenadores, televisión o videojuegos, es apenas una expresión accesoria de una sociedad ontológica e históricamente atravesada por la violencia.
IV.
Existe una correlación entre “la gran frase hueca y el asesinato organizado”. En Estados Unidos, la vacuidad comunicativa es canon. Este abismo aviva la pulsión de muerte, la potencia destructiva. Y ésta destructividad –cada vez con más recursos técnico-logísticos al alcance– tiene un doble destinatario: el otro y el Yo.
V.
Para encontrar respuestas a la problemática de la violencia, en Estados Unidos o en cualquier otra sociedad, debe atenderse menos a los individuos que con actos violentos perturban la normalidad del “orden público”, y prestar más atención a la violencia inherente a esta normalidad del orden, que es la auténtica causante de los persistentes estallidos de violencia.
Fuente: http://lavoznet.blogspot.mx/ 2012/12/5-reflexiones-acerca- de-la-masacre-en.html
Si existe un país donde el criterio liberal del “interés egoísta” tiene un alcance y aplicabilidad casi universal es en Estados Unidos. El cálculo frío, deshumanizado, suple a la tradición, el costumbrismo y el afecto comunitario, ligas inmateriales que cohesionan a otras sociedades. Ante la ausencia de expresiones básicas de afectividad, o bien, en un entorno de absoluto anonimato, los individuos anónimos se conducen conforme a un albedrío marcadamente antisocial. En un escenario de asedio, ira o desconsuelo, el individuo desata su venganza contra un colectivo igualmente anónimo . Por eso el asesino selecciona espacios públicos e individuos “sin rostro”, anónimos , para desencadenar su ira.
II.
La venta de armas en Estados Unidos tiene una connotación más profunda que el mero respeto a un derecho constitucional. Según cifras oficiales, en EU existen cerca de 238 millones de armas de fuego en manos privadas, para una población total de 310 millones. En el imaginario colectivo de la persona ordinaria, ser citoyen en Norteamérica es portar un arma. Por encima de cualquier otro derecho civil o humano, llámese salud, educación o vivienda, figura el derecho a portar un arma. Detonar un arma de fuego es tan sólo el ejercicio práctico-dinámico de este derecho inalienable del citoyen estadunidense.
III.
La violencia es un elemento fundacional vital del Estado Norteamericano. La aniquilación de las civilizaciones nativas –violencia intramuros–, y el exterminio expansionista de la América Imperial –violencia extramuros– son antecedentes identitarios que inexorablemente se enquistan en la psique del citoyen estadunidense. Se trata de representaciones simbólicas que dictan que la violencia es el recurso más efectivo para alcanzar cualesquiera que sean los fines. El asesino de Newtown, o el de Virgina Tech, realizan por medio de la violencia un doble fin: castigan al ente anónimo (colectividad sin rostro) que les ignora u oprime, y castigan violentamente su propio crimen, quitándose la vida. La promoción de la violencia vía la venta desregulada de armas o el martilleo incesante de imágenes pornográficamente violentas, ya sea en ordenadores, televisión o videojuegos, es apenas una expresión accesoria de una sociedad ontológica e históricamente atravesada por la violencia.
IV.
Existe una correlación entre “la gran frase hueca y el asesinato organizado”. En Estados Unidos, la vacuidad comunicativa es canon. Este abismo aviva la pulsión de muerte, la potencia destructiva. Y ésta destructividad –cada vez con más recursos técnico-logísticos al alcance– tiene un doble destinatario: el otro y el Yo.
V.
Para encontrar respuestas a la problemática de la violencia, en Estados Unidos o en cualquier otra sociedad, debe atenderse menos a los individuos que con actos violentos perturban la normalidad del “orden público”, y prestar más atención a la violencia inherente a esta normalidad del orden, que es la auténtica causante de los persistentes estallidos de violencia.
Fuente: http://lavoznet.blogspot.mx/
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