miércoles, 26 de diciembre de 2012


La esencia de la Reforma Educativa es la agresión laboral
Luchar contra la agresión a los trabajadores de la educación


En la lucha contra la Reforma Laboral sostuvimos que ésta pasaba a determinar la lucha de clases. Rota la línea de contención de los sindicatos con mayor fuerza, aprobada la reforma laboral, se abre un periodo de escaramuzas y batallas en todas las ramas y todos los sectores del mundo del trabajo de nuestro país. Por un lado el asalto general de las patronales, con las iniciativas del gobierno de coalición PRI-PAN-PRD como punta de lanza, y por el otro los diversos destacamentos de la clase obrera, atenazados por la confusión y urgidos de organización. 
En este escenario, pensamos que toca el turno de la aplicación de esta reforma laboral al conjunto del magisterio y del aparato burocrático de la educación. La esencia de la Reforma Educativa en turno es la agresión laboral. Los grupos monopólicos que la impulsan aspiran sobre todas las cosas a introducir el principio de incertidumbre laboral mediante los llamados mecanismos de evaluación. No se proponen la mejora o el enriquecimiento de las habilidades de los maestros, directivos, etc., pues brillan por su ausencia las menciones, sino la destrucción de su contrato colectivo y condiciones de trabajo. 

En cuanto a lo ideológico y al contenido pedagógico no hay ninguna novedad. Se insiste en el enfoque de la RIES, de la ACE, de las propuestas de la OCDE, etc. Es decir se privilegia el “saber hacer”, las competencias, enfoque que puede tener sus bondades pero que se viene estrepitosamente al suelo a la hora de concretarse en el ejercicio del gasto público en educación. Sin instrumentos, sin herramientas no se desarrollan habilidades. Los cursos de educación continua donde se habla a los maestros de desarrollar las habilidades relacionadas con las TICS se dan en salones donde ni siquiera existen las entradas de luz eléctrica suficiente. En general el resultado consabido es el desarrollo de habilidades pobres y limitadas, la destrucción de la memoria histórica, un pensamiento atrofiado sin capacidades lógicas o críticas, etc.

Se habla de calidad educativa en medio de un gran abandono de la educación pública, de una entrega espantosa de la educación a manos privadas. Para muestra, de 1995-2010 el incremento de la matricula de la educación pública pasó de 5% a 8% mientras que la educación privada pasó de 23% a 32%. Mientras los grupos son combinados, el presupuesto se desmantela, las plazas de maestros se cierran, etc., el Estado se atreve a hablar de calidad de la educación y del “mayor presupuesto en educación de la OCDE”. Esto último, por cierto, es una verdadera tomadura de pelo, en la metodología de tales estudios se suma al presupuesto público las inversiones privadas del sector. Así, el resultado real es un 3.9% que se halla lejísimos del 7% recomendado por la UNESCO.

Es claro, el aspecto principal de la reforma no es el contenido, ni el aspecto ideológico, donde se observan simples inercias, lo principal es la agresión a las condiciones de trabajo del magisterio.

Al estilo típico del priismo un madruguete aprueba la reforma educativa, mientras el magisterio se encuentra de vacaciones y sus organizaciones desmovilizadas. La única respuesta hasta ahora es la de la gánster sindical Elba Esther y ello no obedece a que de la noche a la mañana tenga posiciones clasistas.

Los gritos en el cielo no provienen de alguna súbita conciencia de la dirección sindical, provienen de una presión. La burocracia, los directivos, el personal de inspección, los secretarios, etc., todos ellos generan un interés. Independientemente de las lealtades, afiliaciones partidarias, adscripciones ideológicas, etc., a cualquier maestro, a cualquier trabajador asalariado le causa resquemor que la seguridad de que cuenta con un empleo se le desaparezca. Este descontento actúa como el resorte que genera presión, el actual cacicazgo puede soportar una gran presión pero tiene límites que han sido desbordados en más de una ocasión.

En todo caso, el análisis particular de las motivaciones psicológicas, el desentrañar los arreglos entre grupos mafiosos no sustituye el nivel de análisis más general sobre el comportamiento de las clases. Aquí continúa la agresión salvaje contra todos los que conforman la clase de los trabajadores desposeídos y asalariados, de la mano de una capa de burócratas y capataces cada vez menos seguros de poder controlar la situación.

En la historia de la lucha de clases en nuestro país, los trabajadores de la educación han sido un sector dinámico, protagonizando resistencias y en muchas ocasiones la vanguardia de la lucha por la democratización sindical con firmeza en posiciones de clase. Hoy sin embargo el reto es superior: debemos revertir la táctica gubernamental consistente en sectorializar los golpes para impedir que el conjunto de la clase trabajadora asista compacta al conflicto con el capital. Las movilizaciones magisteriales contra la reforma laboral fueron simbólicas; debe ser claro que la lucha contra la reforma educativa está enmarcada en la lucha contra la desvalorización del trabajo en tiempo de crisis. Por encima de las posiciones gremialistas o intereses particulares de las diferentes corrientes que constituyen lo que llamamos magisterio democrático debe colocarse la consciencia de la unidad y posiciones clasistas.

Lo que es previsible es que la Reforma Educativa fracase como intento de adecuar la educación a las demandas de este sistema en quiebra, disfrazada de respuesta a las demandas populares. Como asalto a los derechos laborales de un millón de maestros… la moneda está en el aire.

Para desencadenar las acciones de rechazo es vital que las expresiones combativas del magisterio rechacen cualquier intento de subordinación por los socialdemócratas y oportunistas, empeñados de hecho en aprobar esta reforma con el cuento de que es contra Gordillo. Al mismo tiempo debe convocarse a todo el magisterio a rechazar la agresión y tender puentes con todos los que se levantan contra las agresiones del gobierno de coalición, contra el poder de los monopolios.

Finalmente, el Partido Comunista de México, expresa a los trabajadores de la educación su convicción de que la lucha no es estrictamente por derechos y reivindicaciones del sector educativo, que no es una lucha despolitizada, como pretenderán plantear las corrientes economicistas que hegemonizan algunas secciones democráticas del magisterio, sino que por el contrario, la politización de la lucha es una necesidad, pues en ese terreno son dos clases sociales las que se enfrentan.

¡Proletarios de todos los países, uníos!
El Buró Político del Comité Central
México, DF, a 24 de Diciembre del 2012

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