La renuncia del Papa muestra la descomposición de la Iglesia Católica
Ria Novosti
El fenómeno vital humano tiene dos caras –la biológica y la espiritual– y está sometido, por tanto, a dos poderes distintos
José Ortega y Gasset
José Ortega y Gasset
La abrupta renuncia del Papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) sorprendió y consternó, no sólo a los 1.200 millones de católicos, sino al mundo entero porque las renuncias de papas sucedieron raras veces en los anales del catolicismo.
La presente es la séptima abdicación en la historia de la Iglesia Católica fundada en el año 33 d.C... El último en renunciar al pontificado fue Gregorio XII en 1415. En el documento de su renuncia Benedicto XVI explicó que ha llegado a la convicción de que “por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio a mi cargo”. Sin embargo, hay serias dudas respecto los entretelones de su renuncia.
Lo curioso fue que el mismo día después de anunciar Benedicto XVI su dimisión un rayo golpeó la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano desatándose una ola de rumores sobre una señal de descontento que estaría mandando Dios o insinuando la posibilidad de una conspiración utilizando el Proyecto norteamericano H.A.R.P. (High Frequency Active Auroral Research Program – Sistema para Modificar y Controlar el Clima, Tiempo e Ionosfera).
Aparte de todas las ideas que siempre ofrece la teoría de la conspiración, la posibilidad de la renuncia ya fue anticipada por el pontífice en una entrevista que fue concedida a un periodista católico alemán, Peter Seewald y reproducida el año 2010 en su libro “Luz del Mundo: el Papa, la Iglesia y los Signos de nuestro Tiempo”.
Allí Benedicto XVI expresó de que “cuando un Papa alcanza la clara conciencia de no estar bien física y espiritualmente para llevar adelante el encargo confiado, entonces tiene derecho en algunas circunstancias y también el deber de dimitir”. También en la curia romana se rumoreaba sobre esta posibilidad después del viaje que realizó el Sumo Pontífice a Cuba y México el año pasado.
Los defensores del Papa explican a la vez que los motivos reales de su renuncia no hayan sido su salud y edad, sino descarnadas luchas por el poder en el Vaticano y las permanentes intrigas de los burócratas que visten sotana que obstaculizaron todos sus intentos de limpiar la institución.
Como escribió el periodista Pablo Ordaz desde Roma “el Papa estaba rodeado por los lobos y, los lobos aunque se vistan de púrpura se excitan con la sangre”.
Lo que no menciona Ordaz es que el mismo Joseph Ratzinger ha sido parte de esta manada desde 1981 y sabía perfectamente cómo funciona. Los secretos, chismes, intrigas, ambiciones, negocios sucios, homosexualismo y corrupción en la Santa Sede, involucrando a monseñores, obispos y cardenales fueron divulgadas en el libro “Via col Vento in Vaticano” (“Lo que el Viento se llevó en el Vaticano”) y uno de sus autores el obispo Luigi Marinelli fue procesado por el Vaticano.
Siendo Benedicto XVI “una de las mentes más lúcidas y grandes en la Iglesia Católica”, según Peter Seewald, no podría no haber sabido los entretelones de su institución. Precisamente ese conocimiento le ayudó a escalar en la jerarquía eclesiástica rápidamente. A los 14 años siendo seminarista fue obligado a ser miembro de la Juventud Hitleriana y posteriormente tuvo que servir en el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial en el destacamento de defensa aérea.
Terminada la guerra prosiguió sus estudios de teología en varias universidades alemanas y posteriormente se dedicó a la carrera académica, abrazando muchas ideas progresistas las que cambió abruptamente después de la rebelión de los estudiantes en Europa en 1968.
Supo combinar su trabajo académico con el pastoral y en 1977 fue nombrado arzobispo de Munich y Freising convirtiéndose en cardenal, cuyo sobrenombre era “Panzercardenal” en alusión al tanque alemán de la Segunda Guerra Mundial caracterizado por la maniobrabilidad, precisión y velocidad en el ataque. Seguro que estas cualidades del cardenal Ratzinger en defensa de las tradiciones ortodoxas y conservadoras de la Iglesia Católica fueron tomadas en cuenta por el Papa Juan Pablo II pues en 1981 lo nombró Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a quien en la época medieval llamaban el “Gran Inquisidor”.
Muy pronto se le agregó otro apodo el “Rottweiler de Dios” por sus ataques a los sacerdotes, teólogos y laicos que querían acercar la Iglesia a los tiempos modernos y especialmente abrazar la defensa del ser humano frente a la injusticia social, desigualdad y el hambre.
De acuerdo a uno de sus estudiantes de teología, Leonardo Boff, el cardenal Ratzinger, siempre era nostálgico de las posiciones reaccionarias, “teniendo la imagen de una Iglesia de mucha liturgia, mucho latín, mucho incienso, mucha piedad. No es la imagen de una Iglesia de compromiso en la sociedad y en el mundo, sino de una Iglesia fortaleza que se defiende contra los riesgos del mundo, es una nostalgia de la Iglesia que ya no existe”.
Sin embargo, la piedad del cardenal Ratzinger se quedaba enclaustrada dentro de las paredes del templo tradicional mientras era despiadado contra todo y todos los que desde su punto dogmático podrían hacer resquebrajar la armonía forzada de su templo espiritual artificialmente construido y ajeno al mundo contemporáneo.
Los sacerdotes latinoamericanos que en los años 1960 - 1980, período de las dictaduras militares y represión, crearon una corriente de pensamiento progresista llamada la Teología de la Liberación, fueron perseguidos sin piedad por el Gran Inquisidor Ratzinger.
Cuando el teólogo brasileño Leonardo Boff declaró que la Iglesia Católica no había comprendido al Jesús histórico, el prefecto Ratzinger le exigió silencio durante un año. No podía aceptar la idea de la Teología de la liberación de que no hay que esperar el paraíso en la tierra sino habría que construirlo en la tierra.
El 23 de noviembre de 1984 se hizo pública una “instrucción” sobre aspectos condenables de la Teología de la Liberación, que según el Gran Inquisidor exaltaba básicamente la contaminación marxista en el pensamiento teológico latinoamericano.
Para el inquisidor Ratzinger, el paraíso tenía que ser inamovible en el cielo mientras que en la tierra habría que seguir sufriendo para que después de la muerte se halle la paz eterna. Los teólogos que se atrevían a discernir y buscar nuevas fronteras de felicidad han sido perseguidos por el Vaticano y sus libros han sido duramente criticados y no aconsejados para la lectura.
Entre ellos figuraban “La pedagogía del Oprimido” de Paolo Freire, “Teología de la Liberación” de Gustavo Gutiérrez y “para una Ética de liberación Latinoamericana” de Enrique Dussel.
También durante su prefectura se exigió silencio de prominentes figuras de esta corriente del pensamiento como Hélder Cámara, Oscar Arnulfo Romero, Leonidas Proaño, José María Pires, Raúl Silva Enríquez, Ernesto Cardenal y muchos otros Mientras el cardenal Ratzinger y posteriormente el mismo en calidad de Papa no dudaba en utilizar mano dura contra cualquier exponente no solamente de las ideas progresistas sino liberales, pero irónicamente era blando con los corruptos.
Es muy sabido que no dudó en proteger al arzobispo Paul Marcinkus, hombre de confianza del Papa Juan Pablo II envuelto en el escándalo financiero del banco Ambrosiano, cuyo director Roberto Calvi, llamado “Banquero de Dios” era hombre clave de enlace con la mafia italiana y con la logia masónica P-2, fue encontrado colgado bajo un puente lo que fue considerado como un suicidio.
Los escándalos siguen y actualmente un confidente de Benedicto XVI y ex director del Banco de Vaticano, Gotti Tedeschi está en la cárcel acusado de lavado de dinero.
Lo más escandaloso de su gestión como Papa fue que tampoco aplicó mano dura contra los curas pedófilos que están llevando a la iglesia a la quiebra.
En una carta enviada a los católicos irlandeses el Pontífice, que prometió ante la tumba de Juan Pablo II “limpiar la iglesia de la suciedad” comentó refiriéndose a un caso de pedofilia que allí hubo “expresión de una santidad insuficiente más que un producto de procedimientos defectivos”.
Fue este Papa quien protegió al fundador de la Legión del Cristo, Marcial Maciel acusado de un sistemático abuso sexual de niños y jóvenes. También dio su apoyo al cardenal de Los Angeles, Roger Mahony por ocultar denuncias contra 124 sacerdotes acusados de abusos sexuales a 500 niños y jóvenes. La iglesia tuvo que indemnizar a las víctimas con 660 millones de dólares, es decir 1.200.000 a cada uno.
Actualmente una organización de apoyo llamada la Red de Supervivientes de Personas Abusadas por Sacerdotes (SNAP) presentó una demanda contra el Vaticano por su “participación en el encubrimiento generalizado y sistemático de violaciones y crímenes sexuales” contra niños en todo el mundo. Según estudios de la SNAP hay 100.000 víctimas menores de edad sólo en Estados Unidos y no se sabe cuántos han pasado por vejaciones en el resto del mundo.
Si los datos son ciertos, referente a Norteamérica, entonces la iglesia Católica estadounidense tendrá que pagar 132 mil millones de dólares en indemnización.
Todos estos escándalos y los nuevos divulgados por el mayordomo del Santo Padre, Paolo Gabriele, bautizados como Vatileaks explican claramente las causas de una masiva fuga de los creyentes católicos que son automáticamente absorbidos por las corrientes budistas, musulmanes, protestantes, ateístas, evangélicas etc.
En el mismo Estados Unidos las donaciones a la Iglesia Católica disminuyeron en los últimos cinco años de 12 mil millones al año a un seis mil millones. En el país más grande católico en el mundo, Brasil, el porcentaje de creyentes bajó en los últimos cinco años del 73.9 por ciento al 68.4 por ciento y en México, segundo país católico en el mundo sucede prácticamente lo mismo.
Mientras tanto el Papa en vez de ir a la base del catolicismo – a sus feligreses identificándose con sus problemas, restituyendo la labor pastoral y el trabajo apostólico, busca el apoyo entre los ricos y poderosos. Nombró como su asesor financiero al Director no Ejecutivo de Goldman Sachs, Peter Sutherland y su asesor geopolítico es uno de los “halcones” del ex presidente George W. Bush, Paul Wolfowitz, uno de los más ardientes promotores de la guerra preventiva que destruyó a Irak y Afganistán.
Con los asesores de este tipo y con los aliados reaccionarios incondicionales como Opus Dei, Los Legionarios de Cristo, Movimiento Comunión y Liberación y alejándose cada vez más de sus feligreses, la Iglesia Católica se está condenando a la desaparición.
Quizás la “mente más lúcida de la Iglesia” lo haya percibido finalmente y decidió retirarse a tiempo porque como decía José Ortega y Gasset, frecuentemente al atreverse el hombre “a mirar dentro de sí, se le nubla la vista y padece vértigo”.
Fuente: http://sp.rian.ru/opinion_analysis/20130217/156427619.html
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