El 29 de mayo de 2001, Keiko
Fujimori declaró a la Fiscalía de la Nación, acompañada de su
abogado, Domingo Orezzoli Pelossi, que su padre financiaba sus estudios con 10 mil
dólares mensuales, dinero que excedía largamente los dos mil soles mensuales que él ganaba de sueldo como presidente de la República.
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De acuerdo a un informe del semanario “Hildebrandt en sus trece”, la candidata presidencial dio esta versión a la entonces fiscal Gladys Echaíz, que bien pudo dar punto final al informe sobre el financiamiento de los estudios con la propia versión de la candidata, del año 2001.
“Los gastos de mantenimiento los solventó su padre, quien le entregaba dinero en efectivo cada vez que la declarante venía al
Perú en sumas que nunca pasaban de los US$ 10 mil…”, fue su esclarecedora versión.
Pero la fiscal Echaíz no esclareció el tema del financiamiento, pese a que un informe de la Contraloría, del año 2003, señala que los gastos de los estudios y la residencia de Keiko y sus hermanos alcanzó la astronómica suma de un millón cuatrocientos ochenta mil
dólares.
La publicación preguntó además cómo hizo la congresista para gozar de una envidiable posición económica, pues nunca trabajó hasta el año 2001. Y pese a que su compañía Summit Products SAC apenas logró facturar en 7 años, la suma de $. 18,348.
Pese a ello, la congresista posee ahora dos camionetas valorizadas en unos cien mil soles, mientras que sus ahorros bordean los 600 mil soles y se permite viajar 65 veces al extranjero. Se trata de la misma persona que el año 2001 le dijo a la fiscal Echaíz que solo tenía ahorros por $ 1,500.
De acuerdo al informe periodístico, Keiko reconoció que la Fundación por los Niños del
Perú, que ella presidía, recibió dinero de la Casa Militar, dependencia que manejaba los dineros que le entregaba el Servicio de Inteligencia, a cargo de Montesinos, una parte de los cuales se destinaba a “obras sociales”.
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