lunes, 7 de noviembre de 2011

Reseña del libro "1914: la intervención americana en México", de Ricardo Flores Magón

Ricardo Flores Magón fue un firme luchador antimperialista e internacionalista. Las acusaciones en su contra, hechas por historiadores y publicistas de derecha, son infundadas y calumniosas. El gran anarquista latinoamericano denunció la explotación de los trabajadores mexicanos por los monopolios de Estados Unidos, el injerencismo e intervencionismo gringos en México y América Latina, la persecución de revolucionarios mexicanos en territorio de allende el río Bravo, la discriminación y malos tratos a los mexicanos en EU, y jamás defendió los intereses y ambiciones de las trasnacionales y los gobiernos gabachos. Ejemplo ilustrativo de su posición es la antología que lleva por título 1914: la intervención americana en México, recopilada por Chantal López y Omar Cortés, y lanzada a la luz pública inicialmente en 1981 por Ediciones Antorcha. En la actualidad, esta editorial libertaria ha reproducido la compilación en Internet.


El libro trae, entre otros, los siguientes artículos de Regeneración: “Todo por un trapo”, “Los bluffs”, “Las fuerzas americanas invaden México”, “La guerra entre México y los Estados Unidos”, “La intervención americana”, “La guerra con México”, “Wilson dora la píldora al pueblo mexicano”, “Cantos de sirena de W. Wilson”, “El dinero americano y la intervención”, “Retirada de las fuerzas americanas”, y “Salen de Veracruz las fuerzas americanas”. Incluye, asimismo, una nota editorial.


En la nota editorial, se señala que los escritos del precursor y combatiente revolucionario contra el imperialismo yanqui “...constituyen la prueba más clara y contundente en contra de la infamia que los elementos reaccionarios han realizado en demérito de la figura revolucionaria de Ricardo Flores Magón a quien, en incontables ocasiones, han acusado de ‘filibusterismo’, ‘basándose’ en la actividad revolucionaria de los magonistas en Baja California durante el año de 1911.


“En consecuencia, queda claro que Ricardo Flores Magón jamás urdió complot alguno en contra de la soberanía mexicana...” (p. 7).


Como es sabido, unos marinos norteamericanos pusieron la planta en territorio patrio el 9 de abril de 1914, siendo arrestados por soldados de la guarnición federal de Tampico, dado que prevalecía el estado de guerra en la zona. Estos uniformados yanquis fueron liberados poco después por órdenes del ministro de Guerra y Marina, aunque como es típico de los imperialistas usamericanos, el gobierno de Washington pidió una satisfacción del gobierno mexicano. El jefe militar que dio la orden de arresto de los marinos estadunidenses fue detenido; pero el imperialismo no quedó conforme y pidió que la guarnición de Tampico hiciera un saludo a la bandera de las barras y las estrellas con 21 cañonazos.


El pretexto de la intervención armada fue la falta de acuerdo en torno al orden de los saludos a las banderas gringa y mexicana. El 21 de abril desembarcaron los norteamericanos en Veracruz. La defensa popular del puerto es narrada así por el autor anarco-comunista: “...De las azoteas de las casas, de las rendijas de las puertas, desde las ventanas, de todas partes, los paisanos dispararon armas contra las fuerzas invasoras y los que no contaban con armas de fuego, lanzaron piedras, ladrillos, cuanto a la mano encontraron, ofreciendo una resistencia heroica al avance de las fuerzas americanas”. (p. 14).


Las t ropas yanquis que invadieron el puerto de Veracruz permanecerían allí siete meses. Woodrow Wilson se dirigió a Venustiano Carranza por conducto del cónsul George Carothers para “explicarle” la actitud asumida por el gobierno de EU en el puerto de Veracruz, señalando la negativa de Victoriano Huerta de aceptar la solicitud norteamericana con relación al incidente de Tampico. Los cadetes de la Escuela Naval y el pueblo veracruzano hicieron heroica defensa ante la invasión gabacha. Álvaro Obregón planteó a Carranza que en el caso de escalarse el conflicto bélico con la Unión Americana , los constitucionalistas deberían declarar la guerra y así impedir que Huerta fuera quien representara al pueblo mexicano. Carranza protestó ante el gobierno usamericano por la ocupación de Veracruz y solicitó al presidente Wilson la inmediata evacuación de la plaza ocupada.


El insobornable revolucionario oaxaqueño, gran conocedor de la lucha de masas, narró la reacción del pueblo mexicano ante la piratesca agresión imperialista: “Cuando se supo en la ciudad de México la actitud tomada por los americanos, se produjo una gran excitación popular. La estatua de Washington fue derribada de su pedestal; las banderas americanas que decoraban tiendas y edificios de propiedad americana, fueron arrojadas por el suelo y pisoteadas con la mayor indignación; el Club Americano fue entregado a las llamas; los hoteles de americanos fueron visitados por muchedumbres que destrozaban cuanto encontraban a la mano: cristales, muebles, tapices...” (p. 18)


Ricardo Flores Magón, que era, como Piotr Kropotkin, un estudioso y admirador de la iniciativa revolucionaria de las masas, exponía en un artículo de Regeneración: “Ni los mismos federales hicieron en Veracruz una resistencia tan grande y tan tenaz como la que hicieron los hijos del pueblo. Al desembarcar los marinos americanos en Veracruz, los federales hicieron alguna resistencia y se batieron después en retirada; pero los trabajadores del puerto continuaron la lucha por su cuenta y desde las ventanas y las azoteas de las casas, desde las torres de las iglesias, o bien parapetados detrás de los árboles, disparaban sus pistolas, vaciaban sus escopetas o hacían funcionar sus rifles de día y de noche teniendo en constante alarma a los invasores. Otros, valiéndose de una ingeniosa estratagema, tomaron el cementerio como base de operaciones, desde donde hacían blanco de sus tiros a los centinelas americanos que caían heridos o muertos aquí y allá, heridos por balas disparadas por tiradores invisibles, pero no por eso menos certeros, que fueron por cerca de tres días la desesperación de los jefes americanos”. (p. 25)


El autor del Manifiesto del 23 de septiembre de 1911, escribía acerca de la preparación patriótica de los ciudadanos de México “…los mexicanos, en todo el país, se preparan a combatir las fuerzas invasoras. En las grandes ciudades, el pueblo se organiza para la resistencia. En León, en Guanajuato, en Pachuca, en Guadalajara, en Morelia, en todos los centros de importancia, los hombres se entregan diariamente a la práctica de ejercicios militares…” (p. 79)


1914: la intervención americana en México, es una antología que debería ser leída por todos los dirigentes y cuadros sindicales y políticos. Su lectura no sólo es necesaria, sino indispensable, mayormente cuando apenas faltan alrededor de dos años y medio para que se cumpla el primer centenario de la invasión de Veracruz por los corsarios yanquis en el año en que se inició la Primera Guerra Mundial. En la lucha actual por la soberanía nacional y contra el intervencionismo del vecino septentrional, siempre será útil recordar la lucha heroica de José Azueta, Virgilio Uribe y Jorge Alacio Pérez, insignes defensores de la plaza de Veracruz y decididos combatientes antimperialistas, que ofrendaron su vida en defensa de la patria.
Por cierto, d e Ricardo Flores Magón fueron publicados, en números monográficos de Consideraciones, la compilación La Revolución rusa y el artículo de fondo La huelga general de 1916; de Diego Abad de Santillán, el ensayo Ricardo Flores Magón, y de Práxedis G. Guerrero, la antología Episodios revolucionarios. En otras revistas, periódicos y folletos del sindicalismo universitario también se han publicado algunos textos de Ricardo Flores Magón, Práxedis G. Guerrero, Regeneración, el Partido Liberal Mexicano y Nicolás T. Bernal.
***Ricardo Flores Magón, 1914: la intervención americana en México, México, Ed. Antorcha, 3a. ed., 1987.

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