jueves, 1 de diciembre de 2011


Cinco trabajadores egipcios denuncian la llegada en barco de 7 toneladas de gas lacrimógeno procedentes de EEUU

Martes, 29 de noviembre. Nueve de la noche. Un bloguero egipcio me cuenta por teléfono que se ha desatado una pelea en  Tahrir  entre un grupo de personas identificadas con chalecos de color naranja y algunos vendedores ambulantes.
Un cuarto de hora más tarde algunos fotógrafos que se alojan en mi hotel reciben la llamada de las agencias para las que trabajan: La batalla se extiende a los alrededores de la plaza, entre la calle Abdel Moneim y el puente 6 de octubre. Un grupo de periodistas nos dirigimos a la zona.
Desde una distancia prudencial, vemos a varios jóvenes lanzando piedras, hay carreras, un chaval sangra por la cabeza. Media hora más tarde la batalla prosigue. Nadie tiene claro cómo comenzó todo ni quiénes son los atacantes.
No hay policía ni militares, al menos aparentemente. Las fuerzas de seguridad no intervienen, quizá a la espera de la excusa perfecta para desalojar Tahrir. Así ha ocurrido en episodios pasados.
En torno a las once de la noche, ya de nuevo en el hotel, llegan algunos fotógrafos. Uno de ellos ha recibido dos perdigonazos.
Al cierre de este texto, ya de madrugada, la cifra oficial de heridos ascendía a ochenta y ocho. Con esta batalla como telón de fondo comenzaba el recuento de votos de la primera ronda de las elecciones legislativas.
Los cinco valientes. Así han bautizado los activistas egipcios a los cinco trabajadores del puerto de Suez que han denunciado la llegada en barco de 7 toneladas de gas lacrimógeno procedentes de la empresa estadounidense  Combined Systems.
Los cinco valientes
Los cinco empleados se negaron a firmar los documentos pertinentes para admitir la entrada a territorio egipcio de dicho cargamento, por temor a que éste sea empleado de nuevo contra los manifestantes de Tahrir.
Aún hoy son muchos los jóvenes que sufren las secuelas de los gases lanzados la pasada semana por la policía militar egipcia en la plaza Tahrir y alrededores.
Los trabajadores de Suez han asegurado que, según los documentos portuarios, está prevista la llegada de un segundo cargamento de 14 toneladas de gas, lo que elevaría la cifra total a21 toneladas.
En las redes sociales de Internet algunos activistas lamentaban anoche que “las bombas de gas son definitivamente más importantes que importar trigo para hacer pan”.
Lo dicen en un país donde el 40% de la población vive con menos de dos dólares diarios, y en el que desde que en el año 2008 el  precio del pan  se triplicó -a causa, entre otras razones, de la especulación en los mercados financieros internacionales- se han registrado nuevas oleadas de inflación en el precio de este producto básico.

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