La SOPA, la PIPA y la decadencia del imperialismo norteamericano
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El análisis de Internet como medio de comunicación cada vez más masivo y extendido, no puede comprenderse por fuera de la situación mundial[1]. Las leyes SOPA, PIPA y sus variantes[2], son parte de una ofensiva sin precedentes en el control de las comunicaciones en Internet por parte del imperialismo norteamericano. Es un intento de apoyarse en un terreno en la que es claramente hegemónico[3], para usarlo como contratendencia a su declinación internacional.
Es así que después de los levantamientos en el mundo árabe Hillary Clinton declaraba "uno de los frentes de la batalla de Estados Unidos es la información (...) estamos en una guerra informativa y la estamos perdiendo". En el mismo informe se menciona que una de las estrategias de Estados Unidos para recuperar influencia en el terreno de los medios de comunicación "son las redes sociales y las plataformas informáticas".[4]
No son nuevos los intentos de EEUU de avanzar en el control de las comunicaciones en Internet con legislación sobre “propiedad intelectual” y leyes “antiterroristas”[5]. Sin embargo, en los últimos meses estamos viendo una tendencia creciente a todo tipo de controles en Internet y en las redes sociales. El apagón de Internet en Egipto, la creciente intervención en las redes sociales y el reciente es el cierre de Megaupload son las muestras más paradigmáticas[6].
Las leyes SOPA, PIPA y sus variantes, son un salto en intentar legitimar y generalizar estas prácticas y controles que ya se vienen dando de hecho. Esto permitiría darle al gobierno norteamericano, facultades extraordinarias para dar de baja cualquier sitio, monitorear las comunicaciones y cortar las fuentes de financiamiento de los sitios denunciados de violar algún derecho de autor protegido por su sola denuncia[7].
Detrás de la SOPA y la PIPA
El problema de la llamada “propiedad intelectual” es de larga data, donde industrias como el cine, la televisión, las discográficas, el software, medios de comunicación, editoriales, laboratorios, etc., buscan evitar la difusión de sus contenidos para sostener sus ganancias. De ahí que necesiten “apropiarse” de dichos contenidos, “expropiándoselos” a los trabajadores, científicos y artistas que los generan y de ahí que busquen frenar la difusión de los mismos[8]. Este es el origen del histórico lobby realizado por estas industrias con importante peso en Estados Unidos y en todo el mundo para imponer leyes de “propiedad intelectual”, copyright y patentes[9].
La masividad de Internet, junto al aumento de las capacidades de almacenamiento, transmisión y la dificultad de controlar la difusión de los contenidos digitales, viene teniendo un gran impacto en estas industrias[10] que aunque no puedan revertir esta tendencia buscan frenarla[11]. De ahí el discurso de este lobby en Estados Unidos denunciando las pérdidas de dinero y puestos de trabajo que la llamada “piratería” les ocasiona.
Por otro lado hay otras empresas que se oponen a estas leyes como Google o la misma Megaupload. Son empresas que crecieron durante los últimos años y que obtienen beneficios extraordinarios gracias al uso de Internet, por publicidad o por la prestación de servicios relacionados[12]. Detrás de las empresas a favor y en contra de las leyes de “propiedad intelectual” hay una disputa entre “modelos de negocio” (o más precisamente distintas formas de valorizar el capital).
Como vemos, uno de los motivos de esta ofensiva sobre los controles en Internet es económico. Por otro lado, el surgimiento de otros países con creciente en influencia en Internet y en los medios de comunicación como las cadenas de noticias también le plantea a Estados Unidos la necesidad de avanzar con esta ofensiva sobre la red. Pero una de las preocupaciones fundamentales de Estados Unidos y de todos los gobiernos capitalistas sin duda es como utilizar la red para controlar, monitorear, censurar y reprimir los levantamientos que surjan ante el intento de hacerles pagar la crisis capitalista en curso a los trabajadores y sectores populares. En Egipto, el apagón de Internet, la persecución a blogueros casa por casa y la tortura, podemos decir que no pudieron detener la primavera.
Los límites de esta ofensiva
El intento de aprobación de las leyes SOPA y PIPA a comienzos de 2012 en el Congreso ha fracasado en medio de un repudio masivo a nivel internacional. Más allá de las leyes que se aprueben, la ofensiva ya se viene dando de hecho pero cuenta con importantes límites.
En primer lugar difícilmente se logre frenar el filtrado de contenidos digitales que se intenta controlar, los más probable es que surjan vías alternativas por las cuales se lleve adelante el intercambio, por ejemplo redes que comuniquen las computadoras de forma descentralizada (P2P). Lo mismo con respecto a la intervención en el control de los dominios, buscadores, etc... Es decir, cuanto más se avance en estos controles, más probable será que surjan redes alternativas y buscadores paralelos, fomentados por otras empresas o países[13] que busquen una mayor autonomía de Estados Unidos. De esta manera una ofensiva por fuera de la relación de fuerzas podría volvérsele en contra, afectando la propia hegemonía norteamericana en este terreno.
En segundo lugar, el repudio a estas leyes ya ha tenido un enorme costo político. No olvidemos que durante el levantamiento en Egipto, EEUU intentó mostrarse como guardián de la libertad en Internet, mientras Mubarak (hasta hace poco su mayor aliado en la región) realizaba el más grande apagón de Internet con métodos similares a los que se pretenden implementar en estas leyes. El mismo discurso es utilizado por Estados Unidos para criticar la falta de libertades en países como China o Siria. El repudio a estas leyes deja a la vista la hipocresía del discurso norteamericano como guardián de la “libertad” y la “neutralidad” de la web.
Incluso defensores del copyright, terminaron oponiéndose afirmando sobre estas leyes que tienen “buenas intenciones, pero peligrosos defectos”[14]. Esto, sumado a la gran impopularidad de estos proyectos en un año electoral logró que la SOPA y la PIPA se pospusieran y se busquen proyectos más acotados que puedan contar con mayor legitimidad.
Así como la crisis económica y los ajustes muestran el verdadero carácter de las democracias imperialistas, la ofensiva norteamericana sobre las libertades de comunicación muestra, no sólo que Internet no es el reino de la libertad sino que la decadencia del imperialismo amenaza con llevarse puesta la supuesta "neutralidad" de la web, así como tantas otras libertades.
Por una Internet realmente pública
La ofensiva norteamericana sobre el control de Internet y el amplio repudio a estos intentos muestra a millones en todo el mundo que no hay ninguna “neutralidad” o “libertad” en Internet mientras esté en manos de los capitalistas y sus gobiernos que defienden sus intereses económicos y políticos[15]. Los grandes monopolios que defienden la llamada “propiedad intelectual” y las patentes se “apropian” de contenidos del arte, la ciencia y la cultura mientras pretenden que la crisis capitalista la paguemos los trabajadores y el pueblo.
Por eso, es necesario empezar por rechazar todo espionaje, injerencia y persecución de los capitalistas y sus gobiernos en la red. Los avances de la tecnología, permiten que todos contenido digitales fueran públicos y gratuitos. Así como existen las bibliotecas públicas podrían existir centros de distribución digital mucho mejores que Megaupload que sean públicos y gratuitos declarando de dominio público a todo lo que pueda ser digitalizado. De la misma forma podría haber conexión pública y gratuita a Internet de alta velocidad para toda la población. Esto no podrá realizarse mientras las telecomunicaciones estén en manos privadas, para eso será necesario quitarle de las manos a estas empresas la infraestructura de las comunicaciones y que estén controladas por sus trabajadores junto a los usuarios.
Pero estas son medidas que solamente un gobierno obrero y socialista podrá llevar adelante. El comienzo de un proceso revolucionario en Túnez y Egipto, ha despertado una primavera de los pueblos que se ha extendido por el norte de África, inspirando a movimientos en España y Estados Unidos. Una revolución triunfante, que expropie los medios de comunicación y tome algunas de estas medidas despertaría un entusiasmo muchísimo más grande que se extendería como un reguero de pólvora por todo el mundo. No será fácil, pero es posible. Habrá que sacar las lecciones y causas de los fracasos y triunfos del siglo XX para triunfar en el XXI. El legado de Lenin y Trotsky, continuidad del marxismo revolucionario, es un buen punto de partida para esta tarea.
Es así que después de los levantamientos en el mundo árabe Hillary Clinton declaraba "uno de los frentes de la batalla de Estados Unidos es la información (...) estamos en una guerra informativa y la estamos perdiendo". En el mismo informe se menciona que una de las estrategias de Estados Unidos para recuperar influencia en el terreno de los medios de comunicación "son las redes sociales y las plataformas informáticas".[4]
No son nuevos los intentos de EEUU de avanzar en el control de las comunicaciones en Internet con legislación sobre “propiedad intelectual” y leyes “antiterroristas”[5]. Sin embargo, en los últimos meses estamos viendo una tendencia creciente a todo tipo de controles en Internet y en las redes sociales. El apagón de Internet en Egipto, la creciente intervención en las redes sociales y el reciente es el cierre de Megaupload son las muestras más paradigmáticas[6].
Las leyes SOPA, PIPA y sus variantes, son un salto en intentar legitimar y generalizar estas prácticas y controles que ya se vienen dando de hecho. Esto permitiría darle al gobierno norteamericano, facultades extraordinarias para dar de baja cualquier sitio, monitorear las comunicaciones y cortar las fuentes de financiamiento de los sitios denunciados de violar algún derecho de autor protegido por su sola denuncia[7].
Detrás de la SOPA y la PIPA
El problema de la llamada “propiedad intelectual” es de larga data, donde industrias como el cine, la televisión, las discográficas, el software, medios de comunicación, editoriales, laboratorios, etc., buscan evitar la difusión de sus contenidos para sostener sus ganancias. De ahí que necesiten “apropiarse” de dichos contenidos, “expropiándoselos” a los trabajadores, científicos y artistas que los generan y de ahí que busquen frenar la difusión de los mismos[8]. Este es el origen del histórico lobby realizado por estas industrias con importante peso en Estados Unidos y en todo el mundo para imponer leyes de “propiedad intelectual”, copyright y patentes[9].
La masividad de Internet, junto al aumento de las capacidades de almacenamiento, transmisión y la dificultad de controlar la difusión de los contenidos digitales, viene teniendo un gran impacto en estas industrias[10] que aunque no puedan revertir esta tendencia buscan frenarla[11]. De ahí el discurso de este lobby en Estados Unidos denunciando las pérdidas de dinero y puestos de trabajo que la llamada “piratería” les ocasiona.
Por otro lado hay otras empresas que se oponen a estas leyes como Google o la misma Megaupload. Son empresas que crecieron durante los últimos años y que obtienen beneficios extraordinarios gracias al uso de Internet, por publicidad o por la prestación de servicios relacionados[12]. Detrás de las empresas a favor y en contra de las leyes de “propiedad intelectual” hay una disputa entre “modelos de negocio” (o más precisamente distintas formas de valorizar el capital).
Como vemos, uno de los motivos de esta ofensiva sobre los controles en Internet es económico. Por otro lado, el surgimiento de otros países con creciente en influencia en Internet y en los medios de comunicación como las cadenas de noticias también le plantea a Estados Unidos la necesidad de avanzar con esta ofensiva sobre la red. Pero una de las preocupaciones fundamentales de Estados Unidos y de todos los gobiernos capitalistas sin duda es como utilizar la red para controlar, monitorear, censurar y reprimir los levantamientos que surjan ante el intento de hacerles pagar la crisis capitalista en curso a los trabajadores y sectores populares. En Egipto, el apagón de Internet, la persecución a blogueros casa por casa y la tortura, podemos decir que no pudieron detener la primavera.
Los límites de esta ofensiva
El intento de aprobación de las leyes SOPA y PIPA a comienzos de 2012 en el Congreso ha fracasado en medio de un repudio masivo a nivel internacional. Más allá de las leyes que se aprueben, la ofensiva ya se viene dando de hecho pero cuenta con importantes límites.
En primer lugar difícilmente se logre frenar el filtrado de contenidos digitales que se intenta controlar, los más probable es que surjan vías alternativas por las cuales se lleve adelante el intercambio, por ejemplo redes que comuniquen las computadoras de forma descentralizada (P2P). Lo mismo con respecto a la intervención en el control de los dominios, buscadores, etc... Es decir, cuanto más se avance en estos controles, más probable será que surjan redes alternativas y buscadores paralelos, fomentados por otras empresas o países[13] que busquen una mayor autonomía de Estados Unidos. De esta manera una ofensiva por fuera de la relación de fuerzas podría volvérsele en contra, afectando la propia hegemonía norteamericana en este terreno.
En segundo lugar, el repudio a estas leyes ya ha tenido un enorme costo político. No olvidemos que durante el levantamiento en Egipto, EEUU intentó mostrarse como guardián de la libertad en Internet, mientras Mubarak (hasta hace poco su mayor aliado en la región) realizaba el más grande apagón de Internet con métodos similares a los que se pretenden implementar en estas leyes. El mismo discurso es utilizado por Estados Unidos para criticar la falta de libertades en países como China o Siria. El repudio a estas leyes deja a la vista la hipocresía del discurso norteamericano como guardián de la “libertad” y la “neutralidad” de la web.
Incluso defensores del copyright, terminaron oponiéndose afirmando sobre estas leyes que tienen “buenas intenciones, pero peligrosos defectos”[14]. Esto, sumado a la gran impopularidad de estos proyectos en un año electoral logró que la SOPA y la PIPA se pospusieran y se busquen proyectos más acotados que puedan contar con mayor legitimidad.
Así como la crisis económica y los ajustes muestran el verdadero carácter de las democracias imperialistas, la ofensiva norteamericana sobre las libertades de comunicación muestra, no sólo que Internet no es el reino de la libertad sino que la decadencia del imperialismo amenaza con llevarse puesta la supuesta "neutralidad" de la web, así como tantas otras libertades.
Por una Internet realmente pública
La ofensiva norteamericana sobre el control de Internet y el amplio repudio a estos intentos muestra a millones en todo el mundo que no hay ninguna “neutralidad” o “libertad” en Internet mientras esté en manos de los capitalistas y sus gobiernos que defienden sus intereses económicos y políticos[15]. Los grandes monopolios que defienden la llamada “propiedad intelectual” y las patentes se “apropian” de contenidos del arte, la ciencia y la cultura mientras pretenden que la crisis capitalista la paguemos los trabajadores y el pueblo.
Por eso, es necesario empezar por rechazar todo espionaje, injerencia y persecución de los capitalistas y sus gobiernos en la red. Los avances de la tecnología, permiten que todos contenido digitales fueran públicos y gratuitos. Así como existen las bibliotecas públicas podrían existir centros de distribución digital mucho mejores que Megaupload que sean públicos y gratuitos declarando de dominio público a todo lo que pueda ser digitalizado. De la misma forma podría haber conexión pública y gratuita a Internet de alta velocidad para toda la población. Esto no podrá realizarse mientras las telecomunicaciones estén en manos privadas, para eso será necesario quitarle de las manos a estas empresas la infraestructura de las comunicaciones y que estén controladas por sus trabajadores junto a los usuarios.
Pero estas son medidas que solamente un gobierno obrero y socialista podrá llevar adelante. El comienzo de un proceso revolucionario en Túnez y Egipto, ha despertado una primavera de los pueblos que se ha extendido por el norte de África, inspirando a movimientos en España y Estados Unidos. Una revolución triunfante, que expropie los medios de comunicación y tome algunas de estas medidas despertaría un entusiasmo muchísimo más grande que se extendería como un reguero de pólvora por todo el mundo. No será fácil, pero es posible. Habrá que sacar las lecciones y causas de los fracasos y triunfos del siglo XX para triunfar en el XXI. El legado de Lenin y Trotsky, continuidad del marxismo revolucionario, es un buen punto de partida para esta tarea.
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