Se ríen de España y de los españoles
Público.es
Leer las páginas económicas o incluso solo las portadas de los medios se está convirtiendo en un ejercicio de puro masoquismo: no hay manera de disimular el ridículo que está haciendo España.
Se han reído de
nosotros. El objetivo es salvar a la banca alemana, que es lo que de
verdad les interesa, pero quieren hacerlo con las máximas garantías y
eso obliga a que el rescate sea uno definitivo, directamente sobre la
economía española y con la garantía directa del Estado. El de los
100.000 millones para los bancos no era sino una salva porque resulta
infumable: nadie puede entender que si es a los bancos a quien hay que
rescatar se haga responsable de ello a los ciudadanos en su conjunto.
Por eso, para provocar el grande, están dejando que nos precipitemos al
abismo, no porque la cuantía de nuestra deuda pública sea excesiva, como
dicen, sino porque nos atan de pies y manos y nos empujan ante los
inversores. Simplemente haciendo lo que está haciendo el Banco Central
Europeo, nada de lo que haría un banco central auténtico, bastará para
que seamos intervenidos en poco tiempo y para que nuestra economía sea
puesta bajo control directo y permanente de los acreedores alemanes.
Queda muy poco tiempo para que las comunidades autónomas se declaren sin
liquidez y para que el propio Estado, con tipos en los mercados
superiores al 7% u 8%, se reconozca incapaz de hacer frente a sus
compromisos de pago. Esa es la secuencia inevitable que producen las
medidas que se están tomando.
Si lo que quisieran de verdad
fuese salvar a nuestra economía y al euro no harían lo que están
haciendo ni nos seguirían obligando a tomar medidas que van a hundir más
la demanda, la generación de ingresos, o incluso la posibilidad de que
paguemos la deuda que dicen querer que paguemos. Si desearan realmente
frenar la presión de los mercados bastaría que el Banco Central Europeo
fuese lo que no es, y que se adoptara una estrategia de creación de
actividad y empleo para toda Europa en el marco de un pacto global de
rentas, pero es que no buscan eso. Quieren que la prima de riesgo siga
subiendo para extorsionar más fácilmente y acelerar lo que revestirán
como una situación de emergencia que no admita retóricas. Se ríen de
nosotros porque lo que van buscando es someter a nuestra economía y no
salvarla en un marco de cooperación y unión europeas.
La última
tomadura de pelo de quienes se pasan todo el día diciendo que hay que
respetar a los mercados y dejarlos que actúen con plena libertad ha sido
salvar una vez más la cara de los bancos permitiendo valorar sus
activos a precios “razonables” en el marco de una agencia inmobiliaria
sui generis, como ya adelantamos que harían en nuestro libro Lo que España necesita.
Es decir, que una vez más se pasan por el forro lo que establecen
libremente los mercados que tanto dicen respetar: si el precio razonable
no es el que fijan los mercados ¿para qué puñetas sirven? Se ríen de
nosotros porque una vez más nos están robando delante de nuestra mismos
ojos.
En España es nuestro propio gobierno quien se ríe de nosotros engañándonos sin piedad.
El Ministro de Economía alaba sin descanso a las autoridades europeas,
agradece sus propuestas razonables y jura y perjura que haremos todo lo
que sea necesario para contentar a los mercados, porque es lo que más
nos conviene. Pero, justo al mismo tiempo, el de Asuntos Exteriores
suplica al Banco Central Europeo (donde hemos perdido la influencia que
teníamos, aunque tampoco podamos decir que la hayamos utilizado
precisamente a nuestro favor) para que intervenga contra los mercados y
ponga formes a los especuladores. Un alarde de discurso coherente y de
sincera estrategia compartida. El Ministro de Hacienda, que ya ocupa la
cartera por segunda vez, reconoce que ha de subir el IVA porque es un
incompetente que no sabe hacer que todos paguen lo que tiene que pagar y
Cospedal se consolida como la mayor y más desvergonzada demagoga del
reino. Ahora carga contra la función pública sin caer en lo que ella
tendría que ser la primera en recordar: que en España hay menos
trabajadores públicos en relación con la población activa total que en
la media de los Quince, que se gasta menos en retribuirlos, que nuestro
sector público es bastante más reducido que el de los países más
avanzados y competitivos de nuestro entorno, y que esos seres
despreciables a los que se refiere y a los que ya está poniendo en la
calle son los maestros o los médicos de los hijos de familias que no
pueden pagarse servicios privados, por cierto, casi siempre de peor
calidad que los públicos a pesar de que disponen de más recursos y de
que no asumen todas sus cargas. Y olvidando, sobre todo, que la función
pública con la que quieren acabar fue la mejor e imprescindible solución
para evitar que las oligarquías de los partidos (de las que ella forma
parte) se hicieran dueñas del Estado en perjuicio de la mayoría de la
población.
Pobre España y pobre pueblo español, tan silencioso y
obediente. Vibra de patriotismo cuando gana La Roja pero enmudece
cuando le roba una potencia extranjera o cuando su gobierno le miente y
le traiciona.
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