Una oleada de protestas conmueve al mundo
Barómetro Internacional
Como en pocos períodos de la historia, el mundo está sacudido por oleadas de
manifestaciones multitudinarias, que abarcan todos los continentes, en protesta
contra el orden existente y contra las intervenciones de EEUU y de la OTAN. Las
motivaciones son variadas, pero confluyen en un punto esencial: exigen un cambio
en una situación que agobia a sectores muy amplios de la población mundial.
Por una parte, en Europa se despliegan grandes marchas y concentraciones (en
el último período en España, también en Grecia y Portugal) contra los planes de
austeridad impuestos por la troika, traducidos en una desocupación galopante
(que en España orilla la cuarta parte de la población activa y el 50% entre los
jóvenes), en despidos y en el cercenamiento de la legislación social. A esta
altura rompe los ojos que los planes viabilizados para reducir el déficit fiscal
en los países mencionados no han conducido a una solución sino a agravar las
agudas carencias de los sectores populares. El sábado 15 una manifestación de
más de medio millón de personas confluyó en la madrileña Plaza Colón en protesta
contra los recortes de Rajoy. Las marchas, también denominadas mareas, se
organizaron por colores que representan a los distintos sectores: roja
(sindicatos, en unión de la UGT y Comisiones Obreras), verde (educación),
naranja (servicios sociales), blanca (sanidad), negra (servicios públicos en
general), y violeta (asociaciones de mujeres). Convocada por la Cumbre Social,
la marcha constituyó una respuesta a “la fractura social sin precedentes que ha
ocasionado el gobierno, la involución de carácter conservador y los síntomas
preocupantes de autoritarismo político”, y reclamó un referéndum que juzgue esa
política.
El mismo día, 100.000 personas desfilaron en Lisboa, al igual que en
distintas ciudades portuguesas, en rechazo al anuncio del gobierno de nuevos
impuestos, que se suman al duro recorte del gasto público impuesto por las
autoridades comunitarias.
Por otro lado, en EEUU el creciente movimiento “Occupy Wall Street” celebró
el aniversario de su nacimiento (17 de setiembre 2011) con tres días de
movilizaciones masivas, que fueron duramente reprimidas, con cientos de
detenidos. A Nueva York llegaron delegaciones de Houston, Chicago, Portland,
Seattle, California, para protestar contra la corrupción y avaricia de los
banqueros y denunciar el poder del dinero en la vida política.
En tercer término, en todo el mundo islámico se han extendido como un reguero
las protestas y los actos de enfrentamiento a Estados Unidos y otros países
occidentales con motivo del video “La Inocencia de los Musulmanes” difundido
desde California en una provocación de baja estofa de matriz yanki-israelí. EEUU
envió dos barcos de guerra con misiles a la zona. Esto llevó como represalia a
un ataque a la embajada yanki en Libia (Bengazi) que provocó la muerte del
embajador y otros tres funcionarios. Esta semana la protesta se extendió a todo
el mundo islámico, a Afganistán en forma reiterada, a Indonesia (Yakarta) al
grito de “¡EEUU, vete al infierno!”, a Yemen, a Pakistán, a Cachemira y a
Tailandia; se registró una enorme manifestación en Beirut y ataques a las
embajadas del Reino Unido y de Alemania en Sudán y al consulado USA en Sydney,
Australia. Las imágenes de TV reflejaron la masividad y la furia desbordada de
estas manifestaciones, donde se quemaron las banderas de EEUU y se condenó el
intervencionismo de su política exterior.
En los últimos días descollaron los ataques a una gran base militar de la
OTAN en Afganistán, que tuvo destaque mediático porque allí se encontraba el
príncipe Harry de la Casa Real británica (cuyo hermano William también ha estado
en primera plana aunque por tareas menos gloriosas, con su consorte exhibida en
topless). En la base penetraron personas disfrazadas con uniformes del ejército
USA, mataron a integrantes de las fuerzas de ocupación (que se mantienen en
número de 112.600 con la promesa de retirarse…a fines de 2014) y destruyeron
aviones en tierra, puestos de abastecimiento y hangares. Posteriormente se
produjeron mortíferos atentados cerca de la embajada yanki. “En 10 años de
intervención en Afganistán –dice un responsable - las fuerzas de la OTAN jamás
sufrieron semejantes pérdidas”. EEUU resolvió enviar más marines a los países de
Medio Oriente y otras regiones convulsionadas por las
revueltas.
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