El insulto del dictador Fujimori
Inteligencia mercenaria
La coyuntura política en este momento, en el Perú de hoy, se debate entre el
indulto al dictador Fujimori, y los que se oponen a él. Una vez más entramos a
un túnel oscuro, en el que muy pocos parecen ver lo que realmente está
ocurriendo.
La prensa al servicio del proyecto hegemónico, lobista y neoliberal, ha prestado todo su aparataje para arreglárselas, y con muy buen tino crear un espectáculo sin parangón. Se trata convincentemente de una prensa que espera que el adversario la considere estúpida, pero es taimada y espabilada, y mientras le hace el juego público a la mentecatada del show y la payasada, los demócratas y la ‘izquierda’ la menosprecia y la subestima. El tablero lo ajusta a como ella lo apetece, en definitiva es la dueña de las representaciones simbólicas, la acompaña la experticia de décadas de manipulación, siguiendo el viejo lema nazi de Goebbels: “miente, miente, que algo queda”.
Ha puesto en afirmativo lo previamente concertado: defender el indulto al dictador sentenciado por crímenes de lesa humanidad. Dejando, una vez más, a los demócratas y a la izquierda, la única opción de buscar ser representados por un rotundo NO.
Estos avispados hombres detrás de los laboratorios de los medios de información, provienen de la reciente campaña electoral, donde se enfrentaron a un enérgico NO. Ahora, tienen la pericia necesaria para confrontar y ganar: se han anticipado al juego de las representaciones, y por tanto, de la campaña en pro del indulto.
No hay que ser un genio para adivinar que el siguiente paso es demostrar que el NO, es una negativa a la vida, es una oposición a la misericordia, es una condena al perdón, una obstinación a la piedad, a la compasión, a los buenos sentimientos. Después de todo el NO siempre es rechazo.
Luego tendrán el terreno libre para el indulto, y mejor aún, habrán logrado desacreditar con creces a cualquier eventual campaña representada por el NO. Éste quedará simbólicamente asociado a lo pernicioso y a la derrota; campo libre para las próximas elecciones que, en varios terrenos la tendrán sobradamente fácil.
La razón del indulto o Indultar la razón
Lo que está en juego ahora no es sólo el indulto, no, eso es lo que nos quieren hacer creer. Tampoco está en juego, que el dictador se arrepienta. De ningún modo estamos ante un escenario de ilegalidad e injusticia. No, no, no. No es la impugnación a la corrupción, a la manipulación, o a cualquier otro delito que también infringió el dictador.
Se trata de crímenes de lesa humanidad, es decir de delitos que se cometieron al amparo de la estructura más grande y todopoderosa del país: EL ESTADO. Convirtió el Estado, que debe ser un aparato incorruptible e imparcial, en una maquinaria con una práctica sistemática, generalizada y selectiva de asesinatos, violaciones de derechos humanos en todo orden; persecución, tortura, secuestro, terrorismo de estado; así como prácticas de exterminio racial que van desde las esterilizaciones forzadas, hasta la encarcelación, persecución y violentadas desapariciones. Cargos que se encuentran probados más allá de toda duda razonable., como consta en la sentencia al tirano.
Crímenes de lesa humanidad, atrocidades cometidas bajo el auspicio de mecanismos públicos, de una estructura que debería corresponder y pertenecer a cuanto peruano exista. El Estado es la organización protectora del ejercicio de libertad por antonomasia, debiendo velar por el uso correcto y equilibrado de la fuerza; del mismo modo que custodia el pacto social observando que todos y cada uno de los ciudadanos son iguales ante la ley, donde nadie debe ser discriminado por ningún motivo, de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier otra índole.
Vericuetos de la inteligencia mercenaria
Con precisión concluyente Vicente Otta, en un artículo reciente [1] , señala que existe un hilo de conducción lógico –y extraordinariamente publicitado por los medios de información al servicio del indulto–, entre las acciones políticas recientes, que se han sucedido una tras otra, cumpliendo un estricto repertorio para llegar a configurar un escenario propicio para la campaña a favor del indulto al dictador; a saber, la revisión del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación; la ley de Negacionismo; la disminución de la penalidad al Grupo Colina, además de eliminar el cargo de crímenes de lesa humanidad; seguido de algunas declaraciones que sostenían que este delito, de lesa humanidad, no estaba tipificado en nuestra legislación.
Añadir a este análisis la metódica y persistente campaña que nos golpea todos los días, desde las noticias matutinas hasta las vespertinas, condenándonos a internalizar que los pobres somos capaces de cometer los peores crímenes: además que es la única forma de vernos en la televisión o en la prensa, los pobres somos los antihéroes preferidos de esta programación. Obviamente parte de la campaña de ‘sensibilización’ del peruano promedio, que será presa fácil del mensaje simbólico de ‘identificarse’ con los crímenes de Fujimori.
A renglón seguido, y como parte del libreto previamente elaborado, ha surgido, como de casualidad, el conejo de un sombrero. El público queda absorto, algunos aplauden, otros protestan. Y los que creíamos que eran los más avisados, elaboran apurados e inocuos mensajes, respuesta espontánea igualmente calculada en el guión original.
Inteligencia popular
La pregunta de siempre del movimiento popular ¿y ahora, qué hacer? La respuesta de siempre, si queremos celeste que nos cueste. El precedente indispensable: estar verdaderamente informados, leer correctamente los hechos, analizar los eventos tangibles en contextos materiales específicos y contingentes. No dejar de lado, bajo ningún esquema, el análisis simbólico, sin que esto signifique postergar el escudriñamiento político, que es el origen de la representatividad simbólica, a todos los niveles.
Para definir. Primero señalar que la contradicción entre un SI versus un NO es una artificialidad; frivoliza la controversia a partir de argumentaciones humanitarias, de saber perdonar, o pasar por alto las faltas graves que cometió el pobrecito Fujimori; atenúa el antagonismo donde lo importante es entender que el tirano no solo se sobrepasó o trasgredió; pervirtió a nuestro Estado, y lo convirtió en una maquinaria de asesinato selectivo, sistemático y generalizado, donde no cabe duda razonable.
Segundo, dejar de usar un lenguaje ambiguo, concesivo, o conciliador, como ex dictador, un dictador es tirano siempre, o palabras como ilegal o injusto, aquí se trata de definiciones y opciones entre la vida y las otras conductas monstruosas e inhumanas por su aberrante naturaleza, que afrenta, degrada y envilece a toda la humanidad. No usemos expresiones como ‘pago de reparaciones’, ‘indemnizaciones’, o ‘asumir responsabilidades’; se trata de llamar a las cosas por su nombre, un asesino despiadado, perverso, y totalitario. No hay más remilgos.
Tercero. Movilizar imaginarios, que tengan el objetivo de recuperar en el lenguaje corriente la frase contundente de ‘delitos de lesa humanidad’, acompañada de su carga semántica, su significado concreto y amplio. Es necesario hacer una campaña con este manejo conceptual-instrumental, que los medios de información al servicio del proyecto hegemónico han relativizado.
Cuarto. Movilización popular. Sólo en las calles aprenderemos a defender nuestras convicciones.
Que significa que el indulto este en la agenda pública
Significa que el Estado de Humala-Nadine es la continuación en varios aspectos del Fujimorista. Y si en algún momento se pensó –o se piensa– que existe posibilidad de cambio, la presencia del indulto en la agenda pública, es un claro mensaje que esto no será permitido.
El dictador Fuimori convirtió al Estado peruano en un apéndice, e incluso en algo peor, en una cloaca. Con la excusa de edificar un Estado neoliberal, moderno y eficaz, desnaturalizó su vocación y razón de ser; fue reducido a su mínima expresión, con funciones y responsabilidades nimias, salvo la de mantener el control total de la fuerza pública y manosear el aparato administrativo, para dilapidar las arcas, salvaguardando el orden establecido a punta de represión y asesinato; reiteramos una vez más, hizo de la cosa pública, un ente criminal y asesino.
Los cómplices del tirano, así como la familia beneficiada con estos actos perversos, y la prensa al servicio del proyecto envilecedor del Estado, han contagiado y propagado por todos los medios a su alcance, el equivocado convencimiento que esta “lucha”, que estos ‘actos’, fueron cometidos para combatir el terrorismo; eso se ha demostrado – diestramente silenciado –, que es una total y absoluta mentira: Fujimori nunca pretendió combatir el terrorismo, procuró con éxito usar a la ‘subversión’ como un espectro infernal, no debería eliminarlo pues se quedaría irremediablemente huérfano del diablo, tan necesario para justificar, encubrirse y continuar actuando de forma endemoniadamente criminal. He aquí la razón que alienta a las campañas televisivas y escritas de reavivar al terrorismo, de rejuvenecer al zombi de Sendero Luminoso, la necesidad de resucitar a Frankenstein es más del que se aprovechó de sus monstruosidades, que el apuro de vivir del monstruo mismo.
Éste régimen al mando del dictador, fabricó una arquitectura estatal al servicio del crimen y la insania, imputando a todo movimiento popular de extremista, toda la fuerza autoritaria contra un pueblo desarticulado.
Envileció desde el poder la condición humana. Por eso, el indulto es un insulto a la inteligencia, a la democracia, pero sobre todo es un insulto a la humanidad entera.
Pero no olvidemos, que si el indulto se confiere, estaremos debidamente prevenidos que Humala-Nadine nos dan un mensaje claro que el actual orden de las cosas puede volver a ser aquel, cuando el tirano y sus esbirros nos gobernaban y –en buena parte– continúan gobernando. Sería la confirmación sin titubeos, que el Estado de Humala-Nadine es la continuación absoluta (y absolutista) del Fujimorismo. Considerémonos advertidos.
Revista nos+otr@s (www.nosotrosperu.org)
Nota:
[1] Revista Nosotros Ñuqanchik Número 16, Octubre 2012. http://nosotrosperu.org/
La prensa al servicio del proyecto hegemónico, lobista y neoliberal, ha prestado todo su aparataje para arreglárselas, y con muy buen tino crear un espectáculo sin parangón. Se trata convincentemente de una prensa que espera que el adversario la considere estúpida, pero es taimada y espabilada, y mientras le hace el juego público a la mentecatada del show y la payasada, los demócratas y la ‘izquierda’ la menosprecia y la subestima. El tablero lo ajusta a como ella lo apetece, en definitiva es la dueña de las representaciones simbólicas, la acompaña la experticia de décadas de manipulación, siguiendo el viejo lema nazi de Goebbels: “miente, miente, que algo queda”.
Ha puesto en afirmativo lo previamente concertado: defender el indulto al dictador sentenciado por crímenes de lesa humanidad. Dejando, una vez más, a los demócratas y a la izquierda, la única opción de buscar ser representados por un rotundo NO.
Estos avispados hombres detrás de los laboratorios de los medios de información, provienen de la reciente campaña electoral, donde se enfrentaron a un enérgico NO. Ahora, tienen la pericia necesaria para confrontar y ganar: se han anticipado al juego de las representaciones, y por tanto, de la campaña en pro del indulto.
No hay que ser un genio para adivinar que el siguiente paso es demostrar que el NO, es una negativa a la vida, es una oposición a la misericordia, es una condena al perdón, una obstinación a la piedad, a la compasión, a los buenos sentimientos. Después de todo el NO siempre es rechazo.
Luego tendrán el terreno libre para el indulto, y mejor aún, habrán logrado desacreditar con creces a cualquier eventual campaña representada por el NO. Éste quedará simbólicamente asociado a lo pernicioso y a la derrota; campo libre para las próximas elecciones que, en varios terrenos la tendrán sobradamente fácil.
La razón del indulto o Indultar la razón
Lo que está en juego ahora no es sólo el indulto, no, eso es lo que nos quieren hacer creer. Tampoco está en juego, que el dictador se arrepienta. De ningún modo estamos ante un escenario de ilegalidad e injusticia. No, no, no. No es la impugnación a la corrupción, a la manipulación, o a cualquier otro delito que también infringió el dictador.
Se trata de crímenes de lesa humanidad, es decir de delitos que se cometieron al amparo de la estructura más grande y todopoderosa del país: EL ESTADO. Convirtió el Estado, que debe ser un aparato incorruptible e imparcial, en una maquinaria con una práctica sistemática, generalizada y selectiva de asesinatos, violaciones de derechos humanos en todo orden; persecución, tortura, secuestro, terrorismo de estado; así como prácticas de exterminio racial que van desde las esterilizaciones forzadas, hasta la encarcelación, persecución y violentadas desapariciones. Cargos que se encuentran probados más allá de toda duda razonable., como consta en la sentencia al tirano.
Crímenes de lesa humanidad, atrocidades cometidas bajo el auspicio de mecanismos públicos, de una estructura que debería corresponder y pertenecer a cuanto peruano exista. El Estado es la organización protectora del ejercicio de libertad por antonomasia, debiendo velar por el uso correcto y equilibrado de la fuerza; del mismo modo que custodia el pacto social observando que todos y cada uno de los ciudadanos son iguales ante la ley, donde nadie debe ser discriminado por ningún motivo, de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquier otra índole.
Vericuetos de la inteligencia mercenaria
Con precisión concluyente Vicente Otta, en un artículo reciente [1] , señala que existe un hilo de conducción lógico –y extraordinariamente publicitado por los medios de información al servicio del indulto–, entre las acciones políticas recientes, que se han sucedido una tras otra, cumpliendo un estricto repertorio para llegar a configurar un escenario propicio para la campaña a favor del indulto al dictador; a saber, la revisión del Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación; la ley de Negacionismo; la disminución de la penalidad al Grupo Colina, además de eliminar el cargo de crímenes de lesa humanidad; seguido de algunas declaraciones que sostenían que este delito, de lesa humanidad, no estaba tipificado en nuestra legislación.
Añadir a este análisis la metódica y persistente campaña que nos golpea todos los días, desde las noticias matutinas hasta las vespertinas, condenándonos a internalizar que los pobres somos capaces de cometer los peores crímenes: además que es la única forma de vernos en la televisión o en la prensa, los pobres somos los antihéroes preferidos de esta programación. Obviamente parte de la campaña de ‘sensibilización’ del peruano promedio, que será presa fácil del mensaje simbólico de ‘identificarse’ con los crímenes de Fujimori.
A renglón seguido, y como parte del libreto previamente elaborado, ha surgido, como de casualidad, el conejo de un sombrero. El público queda absorto, algunos aplauden, otros protestan. Y los que creíamos que eran los más avisados, elaboran apurados e inocuos mensajes, respuesta espontánea igualmente calculada en el guión original.
Inteligencia popular
La pregunta de siempre del movimiento popular ¿y ahora, qué hacer? La respuesta de siempre, si queremos celeste que nos cueste. El precedente indispensable: estar verdaderamente informados, leer correctamente los hechos, analizar los eventos tangibles en contextos materiales específicos y contingentes. No dejar de lado, bajo ningún esquema, el análisis simbólico, sin que esto signifique postergar el escudriñamiento político, que es el origen de la representatividad simbólica, a todos los niveles.
Para definir. Primero señalar que la contradicción entre un SI versus un NO es una artificialidad; frivoliza la controversia a partir de argumentaciones humanitarias, de saber perdonar, o pasar por alto las faltas graves que cometió el pobrecito Fujimori; atenúa el antagonismo donde lo importante es entender que el tirano no solo se sobrepasó o trasgredió; pervirtió a nuestro Estado, y lo convirtió en una maquinaria de asesinato selectivo, sistemático y generalizado, donde no cabe duda razonable.
Segundo, dejar de usar un lenguaje ambiguo, concesivo, o conciliador, como ex dictador, un dictador es tirano siempre, o palabras como ilegal o injusto, aquí se trata de definiciones y opciones entre la vida y las otras conductas monstruosas e inhumanas por su aberrante naturaleza, que afrenta, degrada y envilece a toda la humanidad. No usemos expresiones como ‘pago de reparaciones’, ‘indemnizaciones’, o ‘asumir responsabilidades’; se trata de llamar a las cosas por su nombre, un asesino despiadado, perverso, y totalitario. No hay más remilgos.
Tercero. Movilizar imaginarios, que tengan el objetivo de recuperar en el lenguaje corriente la frase contundente de ‘delitos de lesa humanidad’, acompañada de su carga semántica, su significado concreto y amplio. Es necesario hacer una campaña con este manejo conceptual-instrumental, que los medios de información al servicio del proyecto hegemónico han relativizado.
Cuarto. Movilización popular. Sólo en las calles aprenderemos a defender nuestras convicciones.
Que significa que el indulto este en la agenda pública
Significa que el Estado de Humala-Nadine es la continuación en varios aspectos del Fujimorista. Y si en algún momento se pensó –o se piensa– que existe posibilidad de cambio, la presencia del indulto en la agenda pública, es un claro mensaje que esto no será permitido.
El dictador Fuimori convirtió al Estado peruano en un apéndice, e incluso en algo peor, en una cloaca. Con la excusa de edificar un Estado neoliberal, moderno y eficaz, desnaturalizó su vocación y razón de ser; fue reducido a su mínima expresión, con funciones y responsabilidades nimias, salvo la de mantener el control total de la fuerza pública y manosear el aparato administrativo, para dilapidar las arcas, salvaguardando el orden establecido a punta de represión y asesinato; reiteramos una vez más, hizo de la cosa pública, un ente criminal y asesino.
Los cómplices del tirano, así como la familia beneficiada con estos actos perversos, y la prensa al servicio del proyecto envilecedor del Estado, han contagiado y propagado por todos los medios a su alcance, el equivocado convencimiento que esta “lucha”, que estos ‘actos’, fueron cometidos para combatir el terrorismo; eso se ha demostrado – diestramente silenciado –, que es una total y absoluta mentira: Fujimori nunca pretendió combatir el terrorismo, procuró con éxito usar a la ‘subversión’ como un espectro infernal, no debería eliminarlo pues se quedaría irremediablemente huérfano del diablo, tan necesario para justificar, encubrirse y continuar actuando de forma endemoniadamente criminal. He aquí la razón que alienta a las campañas televisivas y escritas de reavivar al terrorismo, de rejuvenecer al zombi de Sendero Luminoso, la necesidad de resucitar a Frankenstein es más del que se aprovechó de sus monstruosidades, que el apuro de vivir del monstruo mismo.
Éste régimen al mando del dictador, fabricó una arquitectura estatal al servicio del crimen y la insania, imputando a todo movimiento popular de extremista, toda la fuerza autoritaria contra un pueblo desarticulado.
Envileció desde el poder la condición humana. Por eso, el indulto es un insulto a la inteligencia, a la democracia, pero sobre todo es un insulto a la humanidad entera.
Pero no olvidemos, que si el indulto se confiere, estaremos debidamente prevenidos que Humala-Nadine nos dan un mensaje claro que el actual orden de las cosas puede volver a ser aquel, cuando el tirano y sus esbirros nos gobernaban y –en buena parte– continúan gobernando. Sería la confirmación sin titubeos, que el Estado de Humala-Nadine es la continuación absoluta (y absolutista) del Fujimorismo. Considerémonos advertidos.
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Nota:
[1] Revista Nosotros Ñuqanchik Número 16, Octubre 2012. http://nosotrosperu.org/
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