Los medios disputan el poder en Latinoamérica
Miradas al Sur
Con los grandes grupos de
comunicación construidos en dictaduras y fortalecidos bajo el influjo neoliberal
de los ’90, Latinoamérica vive un clima de confrontación con estos poderes
fácticos. Brasil, Chile, Ecuador, México y Venezuela son ejemplos de cómo las
corporaciones económicas buscan suplir la voluntad popular con la planilla del
rating.
Allende los Andes
El derrocamiento de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, fue
precedido por una intensa campaña de difamación que preparó la escena para la
asonada militar del Gral. Augusto Pinochet. El diario El Mercurio,
propiedad del empresario Agustín Edwards, entonces vicepresidente de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), probó cuán eficiente puede ser la prensa a la
hora de conspirar contra un gobierno que amenace sus intereses y los de sus
socios.
El premio a tal nefasto servicio se mide hoy en los “22 periódicos que
pertenecen a Edwards, con el apoyo del grupo Matte, que proporciona el papel,
pero además posee 14 estaciones de radio en las principales ciudades del país y
una agencia de noticias”, señala el periodista transandino Ernesto Carmona. El
otro importante diario de circulación nacional pertenece al banquero Álvaro
Saieh, del Consorcio Periodístico de Chile S.A. (Copesa), quien además de poseer
cadenas de supermercados, hoteles y bancos, es también propietario de los medios
“La Tercera, La Cuarta, Qué Pasa, Paula, Pulso, La Hora, El Diario de
Concepción, el Grupo Dial, las radioemisoras Duna 89.7, Paula FM 106.9,
Carolina 98.3, Beethoven 96.5, Zero 97.7 y Radio Disney 104”, detalla Carmona y
agrega otras cifras demostrativas de los cruces entre rubros bien disímiles con
la función de informar: el 67% del Canal 13, de la Universidad Católica,
pertenece al grupo Luksic, el más poderoso del país merced a su rama en la
minería del cobre explotada con ventajas tributarias únicas de Chile. El grupo
Bethia (Falabella) concretó en 2012 la adquisición de Megavisión Canal 9”. Por
si fuera poco el control que sobre la información ejercen las ricas minorías
chilenas, el desembarco extranjero encontró en el propio presidente Sebastián
Piñera un facilitador de lujo. “Piñera”, cuenta Ernesto Carmona, “vendió su
estación Chilevisión a Turner Broadcasting System, una compañía más del mega
grupo AOL-Times Warner-CNN de Estados Unidos”.
La cobertura periodística de las multitudinarias protestas estudiantiles que
ocuparon las calles de Santiago y las principales regiones chilenas desde
principios del 2011, desnudaron el papel connivente de los órganos de prensa con
la derecha gobernante. Fueron los mismos estudiantes quienes encararon a
movileros y cronistas para reclamarles por priorizar la difusión de imágenes con
disturbios al informar sobre las marchas.
Las 8 familias de Ecuador
Rafael Correa impulsa una Ley Orgánica de Comunicación, que está establecida
por la Constitución de 2008 pero aún no se ha podido poner en vigencia. Cuando
el mandatario ecuatoriano intentó ponerle límites a los bancos se encontró con
una furiosa oposición lanzada desde la prensa, controlada por las mismas
entidades financieras que a su vez son parte de una telaraña empresaria que
atraviesa las principales actividades económicas del país. En un trabajo de la
Comisión para la Auditoría de Frecuencias de Radio y Televisión del 2008-2009,
quedó en evidencia que el control sobre los medios de comunicación en Ecuador
estaba en manos de 8 familias: Vivanco, Eljuri, Pérez, Alvarado Roca, Mantilla,
Egas, Martínez y Mantilla-Anderson. Entre ellas, los nexos filiales se confunden
con los comerciales y así, como en una matrioska rusa, detrás de radios, canales
de televisión de aire y cable, proveedores de servicios de internet, más los
principales periódicos, aparecen compañías de turismo, agrícolas, firmas
bancarias, industrias alimenticias, estudios jurídicos y shoppings. Vínculos que
según sus dueños no afectan al periodismo pero los hechos demuestran lo
contrario. La prueba está en cómo se informaron los hechos que convirtieron el
intento de derrocamiento de Correa y su magnicidio, en el 2010, en una simple
sublevación policial por reclamos gremiales. En el contexto de la campaña
electoral por su reelección, el mandatario ha renovado la disputa por el
cumplimiento de la norma que regule la propiedad de los medios de comunicación y
esta vez cuenta con el respaldo de la consulta popular que la aprobó el 7 de
mayo del 2011.
O ’Globo o mais grande
La Red Globo es hoy el mayor grupo de comunicación de Suramérica (posee 340
canales de comunicación en todo Brasil) y está entre los cinco más importantes
del mundo; su origen y crecimiento se remonta a los tiempos de la dictadura
militar. Globo mostró su capacidad de manipulación en plena democracia al
moldear, sostener e implantar al neoliberal Collor de Melo como Jefe de Estado y
luego participó abiertamente en su destitución.
Con Folha de Sao Paulo, Jornal do Brasil y Estado de Sao Paulo,
las revistas Veja, Isto É y Época se reparten el mercado
comunicacional y casi sin fisuras coinciden editorialmente a la hora de atacar
tanto a Lula como a su sucesora Dilma Rousseff. Ejemplo claro de esa estrategia
ha sido la amplificación, durante los comicios estaduales de octubre pasado, del
bautizado por ellos “El juicio del siglo”, en el que se condenó a funcionarios
de Da Silva por la causa del mensalão o compra de votos en el parlamento.
El intento por ligar al Partido de los Trabajadores (PT) con la corrupción y así
minar las posibilidades de triunfo de sus candidatos, fracasó al alzarse el PT
con gobernaciones y municipios clave como San Pablo.
Televisa en problemas
La mayor productora televisiva de habla hispana del mundo pasa por uno de los
momentos más difíciles de su historia. Aquel que se remonta a los tiempos en que
el Partido Revolucionario Institucional (PRI) gobernaba México de manera
absoluta e imbatible. Emilio Azcárraga Milmo, su fundador, se jactaba
públicamente de ser un “soldado del PRI”. Pero la identificación partidaria no
le impidió avanzar en la monopolización de la comunicación. Según Jenaro
Villamil, autor de Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto,
“en el sexenio de (Felipe) Calderón, Televisa termina como la cadena que tiene
el 70% de la publicidad en televisión; más del 52% de la publicidad general de
todos los medios; el 65% de las concesiones de tv abierta; el 55% de los
abonados en TV de cable, y el 80% en TV de satélite”. Junto a TV Azteca
controlan el espectro audiovisual e incluso comparten negocios de telefonía.
Además de ser dueño del principal estadio y de dos equipos de fútbol (América y
Necaxa), Televisa posee casinos y participa en la producción de medicamentos.
Sin embargo, a pesar de que logró poner a otro presidente del PRI, Enrique Peña
Nieto, la irrupción del movimiento juvenil #Yosoy 132 que surgió de las
universidades privadas mexicanas, puso en jaque su posición dominante al ser
cuestionada la injerencia que tuvo en la candidatura de Nieto y las maniobras
para instalarlo en la opinión pública.
Chávez no se va
El caso venezolano siempre fue paradigmático, por la virulencia opositora de
los grandes medios y la decisión de ir a fondo sobre los monopolios informativos
de parte del gobierno bolivariano.
Modesto Emilio Guerrero, periodista venezolano y autor del libro Medios y
Poder en Venezuela, asegura a Miradas al Sur que tras el golpe de Estado en
abril del 2002 el mapa de medios se modificó en la nación caribeña. “Sobre todo
desde 2006, por tres razones”, precisa, “la primera, salió del aire RCTV porque
no le renovaron la Licencia. Segunda, surgieron más 500 medios comunitarios,
algunos con raíz social y fuerza política local, y tercera, comenzó a
conformarse un real sistema de medios públicos estatales de por lo menos 15
medios, con 5 televisoras estatales, 3 diarios y 7 redes de emisoras radiales.
Lo nuevo, lo más dinámico son los comunitarios y algunos medios públicos.
Ejemplos de ello, son Aporrea, que actualmente registra más de un millón
180 mil lecturas cada 30 días, y el diario Ciudad Ccs, que en menos de
dos años pasó de 40.000 ejemplares a 140.000; hoy es el más leído de
Caracas”.
Tal vez convencido de la imbatibilidad de Hugo Chávez, el Grupo Cisneros, que
con Venevisión a la cabeza pasó de ser la principal trinchera antichavista a la
mesura en la confrontación. Como si hubiera una tregua pactada con Miraflores.
“Efectivamente”, afirma Guerrero, “Cisneros negoció en persona con Chávez un
pacto de no agresión en 2004. Ejerce su derecho a hacer antichavismo, pero
moderó sus formas groseras, ya no publican graph o declaraciones de señoras
llamando a asesinar al Presidente, o pidiéndole a Dios que se lo lleve. Esa
tarea la continuó Globovisión (del grupo Zuloaga), pero también ha debido
cuidarse por las docenas de demandas y juicios reiterados de Comités de usuarios
de TV y del Estado. El acuerdo con Cisneros fue favorable al gobierno. Cisneros
corría el riesgo de perder jugosos negocios comerciales desde Estados
Unidos.”
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