A unos niños muertos se les llora, a otros se les deshumaniza
Moscas aplastadas
The Guardian
En Estados Unidos, los asesinatos de niños son tragedias. En Paquistán, no son más que moscas aplastadas
Las lágrimas de Barack Obama por los niños de Newtown contrastan fuertemente con su silencio sobre los niños asesinados por sus drones
“[…] Las meras palabras no pueden mitigar vuestro profundo dolor, ni pueden sanar las heridas de vuestros corazones […]. Estas tragedias deben terminar. Y para ponerlas fin debemos cambiar” [1]. Cualquier padre o madre puede coincidir con lo que dijo Barack Obama sobre el asesinato de 20 niños en Newtown (Connecticut). Difícilmente puede haber una persona en el mundo, con acceso a los medios de comunicación, que no se haya visto afectada por el dolor de la gente de esa ciudad.
Es lógico entonces que lo que se aplica a los niños asesinados allí por un joven con trastorno mental se aplique también a los niños asesinados en Pakistán por un apesadumbrado presidente estadounidense. Estos niños son igual de importantes, igual de reales, igual de merecedores de las condolencias de todo el mundo. Sin embargo, no ha habido discursos ni lágrimas del presidente por ellos; ni fotografías en las portadas de los periódicos del mundo, ni entrevistas a los familiares apenados, ni un mínimo análisis de lo ocurrido y sus causas.
Si en algún caso desde el gobierno se menciona a las víctimas de los ataques aéreos realizados por los drones del señor Obama, se habla de ellas en términos deshumanizadores. Según la revista Rolling Stones,las personas que manejan estos aviones teledirigidos describen las bajas causadas como “moscas aplastadas”, “[…] Ya que ver el cuerpo a través de una imagen de vídeo verde-granulosa da la sensación de que fuera un insecto aplastado” [2]. O los reducen a mera vegetación.
Bruce Riedel, consejero de Obama en materia de contraterrorismo, al justificar la guerra con el uso de drones, explicaba que “[…] Tienes que estar segando el césped todo el tiempo. En cuanto dejas de segar, la hierba vuelve a crecer” [3].
Como hizo el gobierno de Bush en Iraq, el gobierno de Barack Obama ni documenta ni reconoce las bajas civiles de los ataques efectuados por los drones de la CIA en el noroeste de Pakistán; sin embargo, un informe de las facultades de Derecho de las universidades de Stanford y Nueva York indica que durante los tres primeros años de su mandato, los 259 ataques de los que él es, en última instancia, responsable mataron entre 297 y 569 civiles, de los cuales 64 eran niños [4]. Éstas son cifras extraídas de informes fiables; luego puede haber más que no hayan sido plenamente documentadas.
Los amplios efectos en los niños de la región han sido devastadores. Muchos han sido sacados del colegio por miedo a que cualquier grupo numeroso se convierta en blanco de tiro. Se han producido varios ataques a colegios desde que George W. Bush lanzara el programa de drones que tan entusiásticamente ha expandido Obama: una de las “meteduras de pata” de Bush es que mató a 69 niños [5].
El estudio informa de que los niños gritan con pánico cuando oyen el sonido de un drone. Un psicólogo del lugar afirma que su miedo y los horrores que presencian les están causando una permanente secuela mental. Varios niños heridos en ataques de drones dijeron a los investigadores que estaban demasiado traumatizados para volver al colegio y que habían abandonado las esperanzas de realizar los estudios que podrían haber hecho: han roto sus sueños, no sólo sus cuerpos [6].
Obama no mata a los niños deliberadamente, pero estas muertes son una inevitable consecuencia de la forma en que se despliegan sus drones. Desconocemos el efecto emocional que dichas muertes hayan podido tener en él, ya que ni él ni sus altos cargos quieren hablar de ello: casi todo lo que tenga que ver con las muertes extrajudiciales de la CIA en Pakistán se mantiene en secreto, pero se tiene la impresión de que nadie en el gobierno está perdiendo el sueño por ello.
Dos días antes de los asesinatos de Newtown, le preguntaron al secretario de prensa de Obama por las mujeres y los niños que son asesinados por drones en Yemen y Pakistán. Se negó a contestar, con el argumento de que eran asuntos “secretos” [7]. En su lugar, remitió al periodista a un discurso dado por John Brenan, ayudante de Obama en materia de contraterrorismo. Brenan insiste en que “[…] La muerte de inocentes —en su mayoría hombres, mujeres y niños musulmanes— a manos de Al-Qaeda ha empañado de mala manera su atractivo e imagen a los ojos de los musulmanes” [8]. Parece incapaz de ver que la guerra de los drones ha producido el mismo efecto con respecto a EEUU. Para Brenan, la gente del noroeste de Pakistán no es ni insectos ni hierba: sus objetivos militares son un ‘tumor cancerígeno’ y el resto de la sociedad son ‘los tejidos que hay alrededor’. ¡Cuidado con quien describe a un ser humano como algo distinto de un ser humano!
Es verdad que ocasionalmente hay algunos ‘daños colaterales’, reconoció, pero EEUU pone “[…] extraordinario cuidado en asegurar la precisión y evitar la pérdida de vidas inocentes”. Sólo actuará si existe “[…] una verdadera amenaza continua” para las vidas de los estadounidenses [9]. Esto es un verdadero cuento chino.
La doctrina del ‘ataque con firma’ desarrollada durante el mandato de Obama, carente de una clara base jurídica, simplemente busca patrones [10]. Un patrón puede consistir en un grupo de hombres desconocidos que portan armas (lo cual apenas les distingue del resto de población masculina del noroeste de Pakistán) o un grupo de personas desconocidas que tienen la pinta de poder estar tramando algo. Así es como han liquidado a grupos de gente que celebraban una boda o un funeral; así es como fueron bombardeados 40 ancianos que debatían sobre los derechos de una mina de cromo en marzo del año pasado [se refiere a 2011] [11]. Ésta es una de las razones por las que siguen matando a niños.
Obama apenas ha mencionado el programa de drones y no ha dicho nada sobre las muertes infantiles que produce. La única declaración que he podido encontrar es una breve y vaga respuesta durante una videoconferencia el pasado mes de enero [12]. Se ha dejado a otros que justifiquen las muertes. En octubre, el periodista prodemócrata Joe Klein afirmó a MSNBC [la cadena de televisión Microsoft/National Broadcasting Company] que “[…] en el fondo la cuestión es de quiénes son los niños de cuatro años que resultan muertos. Lo que estamos haciendo es limitar la posibilidad de que los niños de cuatro años aquí sean asesinados por actos indiscriminados de terrorismo” [13]. Como ha señalado nuestro estimado Glenn Greenwald, matar a niños de cuatro años es lo que están haciendo los terroristas [14]. El programa dedrones no está impidiendo los asesinatos por venganza; al contrario, los alienta, pues el dolor y la venganza suelen ser buenos compañeros.
La mayoría de los medios de comunicación de todo el mundo, que han guardado debida memoria a los niños de Newtown, ignoran en cambio los asesinatos de Obama o aceptan la versión oficial de que todos esos muertos son ‘extremistas’. Los niños del noroeste de Pakistán, al parecer, no son como nuestros niños. Ellos no tienen nombre, ni fotografías ni monumentos en su memoria con velas y flores y ositos de peluche. Ellos pertenecen al otro mundo, al mundo no humano de las moscas, la hierba y los tejidos.
“[…] ¿Estamos preparados para decir que esta violencia que azota a nuestros niños año tras año es de alguna manera el precio de nuestra libertad?”, preguntaba Obama el domingo pasado [el 16 de diciembre de 2012] [15]. Es una pregunta válida; debiera aplicarla también a la violencia que él lleva a los niños de Pakistán.
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