Aunque la mayor culpa de la grave crisis económica que padece Estados Unidos fue motivada por los ocho años de la mala administración del ex presidente George W. Bush, hoy las culpas las esta pagando el actual gobierno de Barack Obama lo que ayudó a las fuerzas más derechistas del partido Republicano a obtener mayor presencia dentro del Congreso en las últimas elecciones.
Bush lanzó a la potencia del norte a las guerras contra Afganistán e Irak con exorbitante y progresivo gasto militar, implantó reducciones fiscales para beneficio de la minoría rica del país y de las compañías que se encontraban o amenazaban con la quiebra, y otorgó créditos fáciles para las viviendas con exceso de préstamos hipotecarios que provocaron el colapso inmobiliario.
Asimismo, se expandió un consumo que no estaba respaldado por el desarrollo productivo local que se palió con la importación de enormes cantidades de mercancía con el consecuente déficit comercial.
A la llegada de Obama a la Casa Blanca, la deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 50 billones de dólares (hoy es de 58 billones), más de tres veces el Producto Bruto Interno norteamericano y superior al Producto Bruto Mundial. Las deudas con el exterior trepaban a 10 billones de dólares y el desempleo ya afectaba al 6,7 %, sin contar otros 7 % de subempleados.
La reforma fiscal diseñada en los últimos años por el equipo de Bush, benefició a los sectores más ricos de la sociedad al reducírseles los grandes impuestos que debían abonar, lo cual profundizó la desigualdad característica del sistema capitalista.
A finales de 2008, antes de abandonar la Casa Blanca, Bush dejaba al país con un índice de pobreza del 13,2%, lo que en cifras representaba 39,8 millones de personas, mientras más de 40 millones no poseían seguros médicos en una nación donde para que te presten atención debes tener dinero o alguna compañía que lo abone.
Por ejemplo, e l único hospital público de todo el populoso condado de Miami-Dade y el más grande del sur de La Florida, el Jackson Memorial se encuentra completamente en crisis y amenaza con cerrar sus puertas si no le llegan nuevos presupuestos federales.
Aunque ese centro ofrece servicios a pacientes de bajos ingresos, los usuarios deben pagar cuotas más reducidas por la atención recibida. Si un paciente necesita un estudio de Rayos X que cuesta cerca de 500 dólares, la persona deberá entregar alrededor de 200. Lo mismo sucede con las operaciones quirúrgicas y con los ingresos hospitalarios.
Obama, contrario a lo que planteó durante la campaña electoral antes de alcanzar la presidencia en enero de 2009, continuó con los gastos de guerra y hasta reforzó la ocupación en Iraq y Afganistán, otorgó un multitudinario rescate financiero a bancos y compañías en quiebras ascendente a 700 000 millones de dólares, que beneficiaron a ejecutivos de las firmas los cuales han aumentado sus abultados capitales, mientras el estadounidense promedio pierde trabajo, casa y seguro de salud.
Si ese dinero se hubiera inyectado para incrementar la economía real, la ampliación de infraestructuras y de obras de construcción, los empleos habrían experimentado un elevado auge, la mayoritaria población dispondría de mayor entrada de capital y por consiguiente consumiría más que es la base fundamental del PIB del sistema capitalista.
La Oficina del Censo de Estados Unidos informó que al cierre de 2009, la cifra de personas bajo el umbral de pobreza se situaba en 43,6 millones que al cierre de 2010, según los analistas, debe afectar a más de 50 millones de norteamericanos. O sea, 16,4 % de la población o uno de cada 6,2 habitantes es pobre.
La pobreza infantil se elevó a cerca del 20 %, mientras negros y latinos registran datos más negativos debido a que fueron los más afectados por el desempleo.
Las personas que en el país más rico y poderoso del mundo carecen de seguros médicos en este 2010, es decir a dos años de la llegada de Obama, ya sobrepasan los 50 millones, el desempleo casi afecta al 16 % de la población si se combina con el subempleo (9,6 % oficial) y unos 7,5 millones de núcleos familiares están en juicios hipotecarios al borde de perder sus viviendas.
Los menores de edad (de 0 a 18 años) sin seguro médico creció de 700 000 entre 2005 y 2006 a 8.7 millones de niños. Ellos constituyen el 25 % de la población, pero 35 % de los pobres.
El Centro Nacional sobre Desamparo Familiar señaló que uno de cada 50 niños en Estados Unidos carecía de casa antes de que se iniciara la recesión que se ha elevado con las pérdidas de vivienda por falta de pagos de los jefes de núcleos que carecen de empleos.
Como en esa nación muchos males crecen como la espuma, y uno de estos es la desigualdad, el Instituto de Políticas Económicas (EPI) señaló que el 20 % de los hogares más ricos recibe el 50,5 % del ingreso nacional, mientras que el 20 % de los más pobres solo obtiene el 3,4 %.
Pese a las constantes declaraciones de funcionarios y del propio presidente Obama sobre una recuperación económica, las estadísticas indican que la crisis continúa con endeudamiento, baja recaudación, desempleo, recortes salarias, a la par que se extiende la reducción de los programas sociales en todo el territorio. Los peligros acechan por todas partes y entre estos aparece el Medicare que si el Congreso (cuya composición cambiará en enero a favor de los republicanos) reduce el presupuesto, afectará a un sinnúmero de personas pobres.
Los recortes no tienen nada que ver con la proyectada reforma de los servicios médicos, sino es la consecuencia de la ley de equilibrio presupuestario de los años 90 cuyas exigencias el Congreso ha pospuesto repetidas veces.
Varios doctores como Kathryn Wagner, cirujana especializada en cáncer de seno, en San Antonio, ha informado que no tomará nuevos casos si el Congreso autoriza rebajas en los pagos.
Las aseguradoras privadas por lo general cubren los costos si el Medicare lo hace. Sin embargo, algunos ciudadanos que poseen este subsidio de salud tienen límites de gastos en sus planes y también hay cada vez más gente sin seguro por la recesión.
Cualquier tratamiento en Estados Unidos tiene un costo inalcanzable para la mayoría de las personas. La píldora Revlimid, de Celgene, para el mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la sangre, puede costar hasta 10.000 dólares al mes, al igual que el Avastin, de Genentech, para otros tipos de cáncer.
Sin ruborizarse, Wagner, declaró “La práctica privada de la medicina es un negocio No puedo presupuestarlo porque no tengo idea de cuánto dinero me va a entrar.”
Todo es como un alud de nieve y lodo para el presidente Obama que desde su asiento en la Casa Blanca ve como lo persigue el desastre dejado por su antecesor republicano George W. Bush, sin que él haya hecho nada en estos dos años para tratar de cambiarlo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Bush lanzó a la potencia del norte a las guerras contra Afganistán e Irak con exorbitante y progresivo gasto militar, implantó reducciones fiscales para beneficio de la minoría rica del país y de las compañías que se encontraban o amenazaban con la quiebra, y otorgó créditos fáciles para las viviendas con exceso de préstamos hipotecarios que provocaron el colapso inmobiliario.
Asimismo, se expandió un consumo que no estaba respaldado por el desarrollo productivo local que se palió con la importación de enormes cantidades de mercancía con el consecuente déficit comercial.
A la llegada de Obama a la Casa Blanca, la deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 50 billones de dólares (hoy es de 58 billones), más de tres veces el Producto Bruto Interno norteamericano y superior al Producto Bruto Mundial. Las deudas con el exterior trepaban a 10 billones de dólares y el desempleo ya afectaba al 6,7 %, sin contar otros 7 % de subempleados.
La reforma fiscal diseñada en los últimos años por el equipo de Bush, benefició a los sectores más ricos de la sociedad al reducírseles los grandes impuestos que debían abonar, lo cual profundizó la desigualdad característica del sistema capitalista.
A finales de 2008, antes de abandonar la Casa Blanca, Bush dejaba al país con un índice de pobreza del 13,2%, lo que en cifras representaba 39,8 millones de personas, mientras más de 40 millones no poseían seguros médicos en una nación donde para que te presten atención debes tener dinero o alguna compañía que lo abone.
Por ejemplo, e l único hospital público de todo el populoso condado de Miami-Dade y el más grande del sur de La Florida, el Jackson Memorial se encuentra completamente en crisis y amenaza con cerrar sus puertas si no le llegan nuevos presupuestos federales.
Aunque ese centro ofrece servicios a pacientes de bajos ingresos, los usuarios deben pagar cuotas más reducidas por la atención recibida. Si un paciente necesita un estudio de Rayos X que cuesta cerca de 500 dólares, la persona deberá entregar alrededor de 200. Lo mismo sucede con las operaciones quirúrgicas y con los ingresos hospitalarios.
Obama, contrario a lo que planteó durante la campaña electoral antes de alcanzar la presidencia en enero de 2009, continuó con los gastos de guerra y hasta reforzó la ocupación en Iraq y Afganistán, otorgó un multitudinario rescate financiero a bancos y compañías en quiebras ascendente a 700 000 millones de dólares, que beneficiaron a ejecutivos de las firmas los cuales han aumentado sus abultados capitales, mientras el estadounidense promedio pierde trabajo, casa y seguro de salud.
Si ese dinero se hubiera inyectado para incrementar la economía real, la ampliación de infraestructuras y de obras de construcción, los empleos habrían experimentado un elevado auge, la mayoritaria población dispondría de mayor entrada de capital y por consiguiente consumiría más que es la base fundamental del PIB del sistema capitalista.
La Oficina del Censo de Estados Unidos informó que al cierre de 2009, la cifra de personas bajo el umbral de pobreza se situaba en 43,6 millones que al cierre de 2010, según los analistas, debe afectar a más de 50 millones de norteamericanos. O sea, 16,4 % de la población o uno de cada 6,2 habitantes es pobre.
La pobreza infantil se elevó a cerca del 20 %, mientras negros y latinos registran datos más negativos debido a que fueron los más afectados por el desempleo.
Las personas que en el país más rico y poderoso del mundo carecen de seguros médicos en este 2010, es decir a dos años de la llegada de Obama, ya sobrepasan los 50 millones, el desempleo casi afecta al 16 % de la población si se combina con el subempleo (9,6 % oficial) y unos 7,5 millones de núcleos familiares están en juicios hipotecarios al borde de perder sus viviendas.
Los menores de edad (de 0 a 18 años) sin seguro médico creció de 700 000 entre 2005 y 2006 a 8.7 millones de niños. Ellos constituyen el 25 % de la población, pero 35 % de los pobres.
El Centro Nacional sobre Desamparo Familiar señaló que uno de cada 50 niños en Estados Unidos carecía de casa antes de que se iniciara la recesión que se ha elevado con las pérdidas de vivienda por falta de pagos de los jefes de núcleos que carecen de empleos.
Como en esa nación muchos males crecen como la espuma, y uno de estos es la desigualdad, el Instituto de Políticas Económicas (EPI) señaló que el 20 % de los hogares más ricos recibe el 50,5 % del ingreso nacional, mientras que el 20 % de los más pobres solo obtiene el 3,4 %.
Pese a las constantes declaraciones de funcionarios y del propio presidente Obama sobre una recuperación económica, las estadísticas indican que la crisis continúa con endeudamiento, baja recaudación, desempleo, recortes salarias, a la par que se extiende la reducción de los programas sociales en todo el territorio. Los peligros acechan por todas partes y entre estos aparece el Medicare que si el Congreso (cuya composición cambiará en enero a favor de los republicanos) reduce el presupuesto, afectará a un sinnúmero de personas pobres.
Los recortes no tienen nada que ver con la proyectada reforma de los servicios médicos, sino es la consecuencia de la ley de equilibrio presupuestario de los años 90 cuyas exigencias el Congreso ha pospuesto repetidas veces.
Varios doctores como Kathryn Wagner, cirujana especializada en cáncer de seno, en San Antonio, ha informado que no tomará nuevos casos si el Congreso autoriza rebajas en los pagos.
Las aseguradoras privadas por lo general cubren los costos si el Medicare lo hace. Sin embargo, algunos ciudadanos que poseen este subsidio de salud tienen límites de gastos en sus planes y también hay cada vez más gente sin seguro por la recesión.
Cualquier tratamiento en Estados Unidos tiene un costo inalcanzable para la mayoría de las personas. La píldora Revlimid, de Celgene, para el mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la sangre, puede costar hasta 10.000 dólares al mes, al igual que el Avastin, de Genentech, para otros tipos de cáncer.
Sin ruborizarse, Wagner, declaró “La práctica privada de la medicina es un negocio No puedo presupuestarlo porque no tengo idea de cuánto dinero me va a entrar.”
Todo es como un alud de nieve y lodo para el presidente Obama que desde su asiento en la Casa Blanca ve como lo persigue el desastre dejado por su antecesor republicano George W. Bush, sin que él haya hecho nada en estos dos años para tratar de cambiarlo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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