Las encuestas formales dan lo que sus representantes han dado el llamar “empate técnico”, pero los comentarios añadidos y los datos complementarios permiten suponer que, en efecto, hay ya una definida ventaja a favor del candidato presidencial Ollanta Humala, quien hoy por la mañana sostuvo en Lima un ameno encuentro con los corresponsales de la prensa extranjera en el que rechazó categóricamente las declaraciones de Roger Noriega, el ex Sub Secretario de Estado para América Latina de la administración Bush.
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La mayoría de los medios de prensa peruanos abrieron sus informativos de hoy y sus primeras planas precisamente con la “denuncia” de Noriega, que sospechosamente se publica 48 horas antes de la votación nacional que ocurrirá el próximo domingo 5 de junio.
Para el Decano de la Prensa Nacional -el diario “El Comercio”- y para otros voceros similares, la declaración del funcionario yanqui que no aporta ninguna prueba que le permita fundamentar sus cargos, reviste “la mayor gravedad” y “confirma” de manera indubitable que Humala es, algo así, como un “agente pagado” por el Presidente de Venezuela quien le encargó ganar las elecciones peruanas.
Tamaño brulote no será digerido por la opinión pública de nuestro país. Inicialmente, ni siquiera Rosa María Palacios, conductora de TV ciertamente proclive a dar cabida a las especulaciones del Fujimorismo y la reacción, se sintió en el deber de asumir esa versión cuando le fuera proporcionada por un vocero del Keikismo, el ex congresista Luis Delgado Aparicio el miércoles pasado. Por el contrario, la consideró una mera especulación carente de credibilidad y pruebas, causando la patética desesperación de su entrevistado que perdió los papeles ante quien lo había invitado.
Para que sepan los que han leído la “noticia”, es bueno que se recuerde que este Roger Noriega es un conocido agente de los servicios secretos de los Estados Unidos y un experto lobysta a disposición de Fujimori.
En su momento, Roger Noriega fue quien, desde su alta función en la administración Bush, manejó el expediente de Luís Posada Carriles, el terrorista de origen cubano que organizara el atentado de Barbados en 1976 y que dejara 76 personas fallecidas entre cubanos, norcoreanos, guyaneses y otros.
Para Noriega la tarea consistía en asegurar -como finalmente lo hizo- que Posada Carriles saliera indemne de cualquier acusación; pero no se limitó a ello. Lo siguió protegiendo después incluso en el marco del sinuoso juicio que se le incoara en el Estado de la Florida y del que Posada Carriles saliera impoluto.
Ya en esos años, Roger Noriega recibió en la sede del Departamento de Estado a Roberto Martín Pérez, Feliciano Foyo y Horacio García, exdirectores de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), organización terrorista culpable de múltiples crímenes, y que Posada ha designó como "financia” de sus tropelías terroristas.
En ese mismo periodo, Noriega organizó un encuentro de George W. Bush con 11 miembros de la extrema derecha cubano-americana del sur de la Florida, entre los cuales se encontraba Ernesto Díaz Rodríguez, jefe del grupo terrorista Alpha 66 y todo su “Estado Mayor Operativo”, es decir la gavilla que asesinos que lo secundan.
Esas son las “credenciales” de Roger Noriega que hoy -sin función oficial- se dedica a comerciar con quienes quieran pagar sus servicios. Lo hizo en el caso de Argentina, con la tristemente célebre historia de “la maleta de Kichner” que lo dejó en ridículo y con la entrega esporádica de los “informes confidenciales de las computadoras de Raúl Reyes, el guerrillero colombiano muerto en un bombardeo aéreo que destruyó su campamento y arrasó con todo, pero que dejó “intactos” los discos duros de sus computadoras.
La declaración de Noriega constituye una abierta y grosera injerencia yanqui en el proceso peruano, Pero cae como pera en dulce para Keiko Fujimori y su troupe, pero también para los “medios” que alumbran su ya alicaída campaña electoral.
No es la única por supuesto. Ya antes estuvo por acá otro vendedor de ilusiones, el ex alcalde de Nueva York, el señor Rudolf Giuliani. En el fondo, vino para lo mismo, para “advertirnos” que los amos del norte prefieren a Keiko, y no a Humala.
Las manifestaciones de “cierre” celebradas en Lima la noche de ayer fueron, en cambio, ciertamente indicativas del ambiente nacional. La manifestación de Humala en la histórica Plaza Dos de Mayo –“nudo de inquietudes, plaza de victorias”, como se le podría llamar parafraseando a Gonzalo Rose- fue desbordante, tumultuosa y entusiasta, llena de contenido y de fervor; en tanto que la opaca presentación de la Fujimori impresionó como la visión de un sarcófago elegante en el que alambicados ciudadanos bien trajeados escucharon en silencio un fatigoso, silente y monocorde discurso, rodeados de una cantidad apreciable de globos naranja.
Para la Fujimori, el secreto de su exposición de ayer radicó en asegurar que ella “no mira para otras, al pasado, sino adelante, el futuro”. Y eso es altamente comprensible. En su pasado vive la sangre y el crimen, la corrupción, el desgobierno y la mafia; las esterilizaciones forzadas y las violaciones a todos los derechos: los humanos, los sociales, los económicos, los laborales. En cambio ella quisiera, en su futuro, encontrar algo que la redima.
A pocas horas de la consulta electoral, disminuye por cierto el porcentaje de “indecisos”. Y crece en algunos segmentos de desconfiados la idea que votar por Humala es dar un salto casi al vacío; pero votar por Keiko, es dar un salto al desagüe. Y así también se marca así la diferencia.
Hay que decir, sin embargo, sin ningún prejuicio, que la figura del candidato de Gana Perú ha crecido en la campaña. Humala se muestra hoy mucho más seguro, definido y coherente que antes, y tiene ideas más precisas y claras de las cosas. No formula promesas imposible, sino propuestas realistas. Y busca afirmar su imagen en el pueblo perfilándola como la de un hombre sensible a las necesidades, requerimientos e inquietudes de la población.
Ha mostrado lucidez al responder a los interrogantes de medios muchas veces adversos. Y no ha caído en el juego de sus adversarios ni ha hecho concesiones de principio. Llega al fin de la campaña con la alforja llena de afecto popular, y con la conciencia limpia para mirar con esperanza el porvenir.
El Perú espera que, finalmente, en la puerta del horno se queme el pan de la Mafia y se afirma más bien el avance de un pueblo que se abre paso con firmeza y con memoria.
Gustavo Espinoza M. Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera
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