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Creo que estamos ante la peor Organización de Naciones Unidas de todos los tiempos y posiblemente ante el peor Secretario General y hay que decir que los ha habido malos. Me atrevería a decir también que este es el más comprometido con el gobierno de Estados Unidos. Claro que esto es un reflejo del carácter antidemocrático de las normas que rigen esta organización y de la correlación internacional vigente, muy desfavorable para los intereses de los pueblos, en especial para los países que componen el todavía llamado Tercer Mundo, después de la desaparición de la Unión Soviética y del Campo Socialista, que proveían al menos algún balance en esa correlación.
Si no existieran suficientes antecedentes de la violación por la propia Organización de los objetivos básicos para los que fue creada: “Velar por la Paz y la Seguridad Internacional”, lo que está sucediendo actualmente en Libia, sería más que suficiente para cuestionarla. Allí, una resolución del Consejo de Seguridad, está siendo utilizada por la OTAN bajo el hipócrita pretexto de proteger a la población civil, para masacrarla, ocupar el país y convertirlo en una colonia al servicio de sus intereses ¡El colmo de la ilegalidad!
La llamada “cuestión palestina” ha sido posiblemente el tema que más atención ha recibido desde la creación de la ONU. Existen elementos de sobra para que Palestina forme parte de las Naciones Unidas y sea reconocida como estado independiente. La Resolución 181 de la Asamblea General, que en noviembre de 1947 dividió la Palestina histórica en dos estados, establecía la creación de un estado árabe, Palestina; y otro judío, Israel. Aunque la Resolución fue aprobada por mayoría1, el delegado de Cuba, que votó en contra de la partición, la denunció como ilegal, pues se estaba decidiendo el destino de un territorio habitado por un pueblo a quien no se había consultado: “...se esta disponiendo de la suerte de una nación, privándola de su suelo nacional, del suelo que ha tenido durante muchos siglos, sin que se le haya consultado para conocer su opinión.” Pero en todo caso, esta resolución ha quedado como antecedente, con plena vigencia, de un pronunciamiento de la ONU estableciendo el Estado palestino.
Los sionistas, proclamaron su Estado independiente el 14 de mayo de 1948, un día antes de que expirara el mandato británico, cuando ya ocupaban mediante acciones terroristas, mucho más territorio que el otorgado por la Resolución 181. Los palestinos no llegaron a crear el suyo como reacción a la injusticia de que habían sido objeto. Israel sería admitido como miembro de la ONU en mayo de 1949, mediante la Resolución 273, que en uno de sus acápites dice: “ La Asamblea General decide que Israel es un Estado amante de la paz que acepta las obligaciones consignadas en la Carta, está capacitado para cumplir dichas obligaciones y se halla dispuesto a hacerlo”.
Israel, el único Estado creado por una resolución de la ONU, contrariamente a lo dispuesto en el precepto anterior, se ha convertido en el Estado más violador de sus resoluciones y disposiciones, ha ocupado y continúa haciéndolo, la mayor parte del territorio correspondiente al Estado palestino y rechaza por todos los medios la posibilidad de que este pueblo constituya su propio Estado independiente. Ocupa también por la fuerza, territorios de otros dos Estados: Líbano y Siria. Israel, se ha negado hasta el presente, a definir sus fronteras. En unas treinta ocasiones los Estados Unidos, mediante el ejercicio del veto, ha debido protegerlo de ser sancionado o condenado por el Consejo de Seguridad. La opinión pública internacional lo ha acusado reiteradamente de practicar el terrorismo de estado.
La Liga Árabe, la Unión Africana y el Movimiento de Países No Alineados, han hecho declaraciones apoyando la justa aspiración palestina a ingresar como Estado miembro de la ONU y es muy probable que logre alcanzar el requerido apoyo de los dos tercios de la Asamblea General (128 de 192), si esto llega a someterse a votación en septiembre próximo. Sin embargo, el procedimiento establecido en la Carta de Naciones Unidas, exige la previa aprobación del Consejo de Seguridad, donde ya Estados Unidos ha anunciado que vetará la demanda. Es muy posible que como ya es común, los miembros de la Unión Europea, se subordinen y actúen en común con la posición estadounidense.
Ante esto, se ha mencionado que los palestinos tienen la opción de apelar a la votación de una resolución en la Asamblea General, mediante el precedente establecido por una fórmula llamada “Unión para la Paz”, que podría otorgarle un reconocimiento como estado, aunque no un asiento como miembro pleno del Organismo. Hasta el momento, los dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina parece que persistirán en esta vía, aunque ya el Dpto. de Estado de EEUU ha amenazado incluso con suprimir su apoyo económico si esto se produce. Israel, también formula amenazas de todo tipo y se mueve intensamente en el campo diplomático para tratar de restar apoyo a la intención de la Autoridad Nacional Palestina.
A los palestinos les queda la alternativa de iniciar una nueva Intifada o “sublevación de los indignados”, como ahora se le llama, movilizando a los casi cinco millones que componen su población en Gaza, Cisjordania y el propio territorio israelí. Éstos, apoyados por movilizaciones de los millones que viven como refugiados en los países fronterizos con Israel: Jordania, Egipto, Líbano y Siria, podría constituir un formidable elemento de presión sobre Israel y sobre la Comunidad Internacional, mucho más importante que la aprobación de una resolución de la Asamblea General de la ONU.
Para llevar adelante con éxito tal movimiento, sus dirigentes deben acabar de convencerse de que la unidad palestina es imprescindible y está por encima de compromisos e intereses personales y sectarios.
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