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Como ha señalado Sinesio López en su artículo “Un Estado para todos”, GP debe “Soltar las amarras que atan al Estado con los intereses particulares de algunos grupos en desmedro de las mayorías”, y eso sería un buen comienzo, sin embargo, debe “establecer relaciones estatales funcionales, transparentes, eficientes y justas con la economía y con la sociedad” para alcanzar realmente “un avance significativo”. Sin duda eso ya sería una revolución hacia la concreción de una nación.
Pues esa es una clave central para la construcción de una nación peruana, porque hoy tenemos un país y diversas nacionalidades que conviven ya sea en conflicto o en negociaciones desiguales, asimétricas, inequitativas. El Estado, vía la administración de éste por el Gobierno de OH y GP, al plantearse ser para todas y todos y mantener una presencia no sólo con los grupos económicos, sino con las grandes mayorías, generaría un cambio significativo hacia la integración nacional.
Así el Estado se convertirá en la representación nacional, en la institución capaz de convocar a todos tras una bandera, una canción, pero sobre todo de crear ciudadanos iguales ante la ley y que gozan todos de las prerrogativas de un Estado que los identifica y unifica. Esto por supuesto es la promoción de la nación desde la cúspide del poder, desde el vértice del aparato del Estado, el cual debe complementarse desde la promoción de la nación por la sociedad civil y sus bases.
He allí una tarea enorme para el presente gobierno, pero que desde su partida tiene un hándicap difícil de superar, pero no imposible: la falta de un partido con una mentalidad inclusiva y concertadora. Quizá suceda en otras zonas, pero ya en Ayacucho se ha dado la división de GP, entre el núcleo central del Partido Nacionalista Peruano y los invitados a la segunda vuelta. No hay una sólida vocación de unidad sobre los problemas regionales, sobre todo de los más pobres. Y es que una nación basa su fundamento en lograr la unidad entre todos sus integrantes, ricos y pobres, para alcanzar el desarrollo que beneficie a todas y todos, en especial los más pobres y vulnerables de su sociedad. Y aquí en Ayacucho, no todas ni todos (porque sí hay gente lúcida y con principios), fijan la unidad partidaria y por tanto las políticas sociales que pueda dar en torno a esos valores, sino en alcanzar nuevos puestos y tener poder en los próximos 5 años.
Se hace necesario entonces desde los más altos puestos del poder político nacional dar el ejemplo de concertación y unidad en torno a los problemas que impiden el desarrollo, como son la pobreza y la exclusión. Instar a las bases a un trabajo de consensos. Y para ello va quedando más claro, la necesidad de impulsar espacios en torno a Acuerdos Regionales, como el que se creó en Ayacucho en Septiembre de 2010, y el Foro Regional que haga posible su debate y cumplimiento.
Pues estos problemas de fraccionamiento, división, individualismo, aislamiento, entre peruanos, sobre todo en provincias, en gran medida podrían superarse con espacios de diálogo y acuerdos consensuados en torno a objetivos comunes y demandas integrales. Toca a la nueva gestión de gobierno impulsar espacios regionales y macro regionales de debate y consensos. Llevar a los últimos rincones del país el mensaje de que todas y todos son imprescindibles, que el Perú es la suma de todos.
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