jueves, 20 de octubre de 2011

El Gran Juego Africano parte de Libia


Una vez que el «Protector Unificado» ha demolido el estado libio, con el lanzamiento de no menos de 40.000 bombas en más de 10.000 misiones de ataque, y ha suministrado armas a grupos islamistas clasificados hasta ayer como peligrosos terroristas, en Washington dicen estar preocupados por el hecho de que las armas de los arsenales gubernamentales caigan en «manos equivocadas».
El Departamento de Estado, por consiguiente, ha tomado cartas en el asunto y ha enviado a Libia equipos de mercenarios, dotados hasta ahora con 30 millones de dólares, para «asegurar» el arsenal libio. Pero la verdadera misión, más allá de la explicación oficial, es sin duda hacerse tácitamente con el control de las bases militares libias.
A pesar del compromiso proclamado de no mandar «boots on the ground» (tropas de tierra), en Libia operan desde hace tiempo agentes secretos y fuerzas especiales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Catar y otros países, que han guiado los ataques aéreos y las operaciones terrestres. Hasta ahora su tarea consiste en asegurar que la Libia «pacificada» permanezca bajo el control de las potencias que han acudido a «liberarla».
El 14 de octubre, el mismo día que el Departamento de Estado revelaba la presencia decontractors (mercenarios) en Libia, el presidente Obama anunciaba el envío de fuerzas especiales a África Central, de momento un centenar de militares. Oficialmente serán «consejeros» de las fuerzas armadas locales que combaten contra el Ejército de Resistencia del Señor. Una operación financiada hasta ahora por el Departamento de Estado con 40 millones de dólares.
La verdadera misión de estas tropas de elite que ha mandado Washington es crear una red de control militar en el área que comprende Uganda, Sudán del Sur, Burundi, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo. Mientras Estados Unidos manda soldados a Uganda y Burundi, oficialmente para proteger estos países de las atrocidades del Ejército del Señor que se dice inspirado en el misticismo cristiano, Uganda y Burundi combaten en Somalia por cuenta de Estados Unidos, con miles de soldados, contra el grupo islamista al-Shabab. Cuentan con el apoyo del Pentágono, que el pasado junio les proporcionó armas por un valor de 45 millones de dólares, incluyendo pequeños drones y visores nocturnos.
El 16 de octubre, dos días después del anuncio de la operación estadounidense en África Central, el ejército de Kenia entró en Somalia. Detrás de esta iniciativa, motivada oficialmente por la necesidad de protegerse de los bandidos y piratas somalíes, están los intereses estratégicos estadounidenses, tras el fracaso de su intervención militar en Etiopía, también promovida por Estados Unidos. Y en Somalia, donde el «gobierno» respaldado por Estados Unidos apenas controla un sector de Mogadiscio, desde hace tiempo opera la CIA con comandos locales bien adiestrados y armados y mercenarios de empresas militares privadas.
Estados Unidos, por lo tanto, quiere asegurarse el control militar de las áreas estratégicas del continente: Libia, en la intersección del Mediterráneo, África y Oriente Próximo, y África Oriental y Central, entre el océano Índico y el océano Atlántico. El juego, aparentemente complicado, se aprecia con claridad mirando un mapa. Mejor si es un atlas histórico, para ver cómo el neocolonialismo se parece de un modo impresionante al viejo colonialismo.

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