Página 12
miércoles, 27 de junio de 2012
El nuevo golpismo en América Latina
La destitución del expresidente Fernando Lugo en Paraguay ya es un hecho. En
los últimos años fueron varios los intentos infructuosos de Juicio Político para
sacar al presidente electo. La Constitución paraguaya heredada permitía esta
maniobra sin explicitar ni reglamentar cómo proceder en este caso. Las muertes
de Caraguaty fueron instrumentalizadas para abrir el proceso de destitución de
Lugo. El Congreso y el Senado dominados por los partidos tradicionales Colorado
(derechista) y Liberal (centroderecha) hicieron la demanda y la sentencia en
tiempo record. El jueves pasado, el partido Liberal acordó retirar el apoyo al
Presidente, y respalda la maniobra colorada de Juicio Político reglamentada
instantanemante. En tiempo record, el Senado fue convocado para dictar una ya
sentencia anunciada acusando políticamente al Presidente por “complacencia con
la agitación agrícola y fomentar la lucha de clases”. En total menos de 36 horas
para derrocar a Lugo y sustituirlo por su vicepresidente Federico Franco, del
partido Liberal, y fiel a los poderes económicos del país.
Los Gobiernos progresistas en América Latina comparten, con diferentes grados
e intensidades, una agenda regional “posneoliberal” de recuperación de soberanía
nacional e integración regional, inclusión de las mayorías subordinadas y lucha
contra la pobreza y las desigualdades. Se trata por lo general de ejecutivos
salidos de crisis políticas prolongadas y que llegan al poder como catalizadores
de una esperanza de las clases subalternas, en una relativa dicotomización de
las opciones políticas. No obstante, esta irrupción plebeya se topa de
inmediato con la resistencia de lo que podemos llamar “contrapoderes
oligárquicos” en el Estado: las instituciones de carácter contramayoritario, la
estructura liberal heredada o los dispositivos de la sociedad civil que, a pesar
de haber quedado en el pasado fuera del espacio formal de la política –o quizás
precisamente por eso- intervienen con un poder decisivo en su proceso, como es
el caso de los medios de comunicación privados, las cámaras empresariales o
diferentes gremios u organizaciones sociales. El poder legislativo a menudo
funciona como caja de resonancia de la resistencia al cambio de las élites
políticas tradicionales.
Enmarcados en esa conflictividad que se libra al interior del Estado como
campo de disputa, se han producido en los últimos años diversos intentos de
desestabilización, destitución y restauración oligárquica en varios países
latinoamericanos: Los intentos fallidos de Venezuela 2002, Bolivia 2008, y
Ecuador 2010; los golpes exitosos de Honduras 2009 y Paraguay 2012. ¿Cuál es la
lectura latinoamerica de estos golpes? Se trata de movimientos que modifican la
geopolítica regional en plena transición mundial. La Comunidad Andina de
Naciones (CAN) fue desintegrada gracias a la irrupción de la Unión Europa, que
forzó la ruptura del bloque firmando tratados de libre comercio con Perú y
Colombia. La derecha se alinea en la Alianza del Pacífico (Colombia, México,
Chile y Perú), con quienes Estados Unidos tiene acuerdos bilaterales de libre
comercio. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América ( ALBA) se
quedó sin tanta energía después del golpe sufrido por Honduras cuando el
Presidente Zelaya decidió insertarse en ella. Esta ALBA más tenue también se
explica por la preponderancia creciente del tándem Brasil-Argentina, muy
centrados en la construcción de MERCOSUR. L a Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños ( CELAC) se disputa la hegemonía en América Latina
hasta ahora en manos de la OEA. Y en medio de todo esto, UNASUR como gran
arbitro regional y principal espacio de entendimiento. Este baile de acrónimos
no es más que el juego geopolítico en el que cada país latinoamericano toma
decisiones. Paraguay, como país inserto en condiciones desfavorables en la
dinámica internacional, también tenía que revisar cómo dejar de ser un país
aislado y dependiente, para pasar a ser un país soberano en conciliación con una
integración regional más justa. Los poderes económicos paraguayos, muy
concentrados en la agroexportación y en los oligopolios importadores, no estaban
por la labor de ningún cambio de sus ventajas comparativas acumuladas
originariamente. Por eso, no querían que Venezuela ni Ecuador entraran en el
MERCOSUR. Tampoco UNASUR como propuesta de la nueva arquitectura regional. El
modelo de la oligarquía paraguaya no es el de la integración regional, sino el
de los acuerdos comerciales típicos de una economía de base estrecha, que
descansa en la exportación de la carne y soja, y en la importación de la base
material y financiera para el creciente consumo. Esto es, el conocido patrón de
desarrollo desigual, exitoso para unos pocos, y nefasto para las mayorías.
El nuevo “golpismo blando” sigue un patrón de que difiere de los golpes
militares tradicionales, y en el que los poderes conservadores provocan o se
aprovechan de situaciones de crisis a partir de las cuales alteran la
correlación de fuerzas en el Estado para destituir al Presidente pasando por
encima de la soberanía popular, pero relativamente dentro de la
procedimentalidad institucional. En estos procesos la violencia reaccionaria
nunca está ausente, pero juega sólo un papel auxiliar, comparada con el de los
medios de comunicación empresariales como generadores de la narrativa de la
crisis, de la representación del Gobierno como “aislado” –pese a contar con un
apoyo popular mayoritario pero invisibilizado- y de la conflictividad y el
enfrentamiento, que requerirían una “restauración conservadora” de la
democracia, que ponga fin a su mal uso por mandatarios “populistas” y por una
irrupción de masas siempre motivo de desconfianza. Los nuevos golpes se ubican
en la tensión, al interior del Estado, entre la soberanía popular y sus vetos
oligárquicos, y en la escala regional, entre integración soberana y
subordinación internacional.
[1] Íñigo Errejón es d octor e
investigador en Ciencias Políticas en la UCM. Alfredo Serrano es doctor en
economía por la UAB. Ambos son miembros de la Fundación CEPS.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-197227-2012-06-26.html
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