Las Tenazas del Imperio
Por Gustavo Espinoza M. (*)
Recientemente,
el Semanario “El Siglo”, publicación del Partido Comunista de Chile,
entregó a sus lectores una valiosa información referida a la presencia
militar norteamericana en el continente.
En su
texto dejó constancia de la existencia de 47 bases operativas situadas
al sur del Río Bravo y que actúan y funcionan bajo la dirección y
orientación del Comando Sur de los Estados Unidos, formando parte de la
estrategia continental del Imperio que se dispone a desplegar una
ofensiva guerrerista en vasta escala en el Medio Oriente contra Sitia e
Irán, quebrar la resistencia de gobiernos que reivindican los derechos
soberanos de sus Estados a administrar y explotar sus recursos; y
abastecerse de petróleo.
En este
marco, y ateniéndose a versiones seriamente documentadas, se alude a la
existencia de tres bases militares de EE. UU. en Perú: Iquitos, Nanay y
Santa Lucía.
Esta
última, ubicada en el Alto Huallaga) se usa casi como en una doble
función. Por un lado opera como una estación militar vinculada a la DEA
en la lucha contra la siembra y procesamiento de la droga; y por otro,
actúa como base antisubversiva que mira con fuerza el Valle de los Ríos
Apurimac y Ene, es decir, el VRAE, donde se pregona la ubicación de una
sospechosa y siempre oportuna “columna terrorista de Sendero Luminoso”
que realiza acciones que encajan perfectamente en los planes del
Imperio.
Hoy se
sabe, adicionalmente, que el gobierno peruano dio recientemente luz
verde a su homólogo yanqui para el uso de instalaciones portuarias a fin
de cumplir funciones de “aprovisionamiento” de la IV Flota de los
Estados Unidos en cercanías del puerto de El Callao, para alimentar sus
operaciones en la región. Aunque lo que podríamos considerar “las bases
antiguas” provienen de administraciones anteriores, ésta última
decisión habría sido alcanzada por la Casa Blanca luego de diversas
“negociaciones” con la administración peruana actual, en las que ha
intervenido activamente la embajadora de los Estados Unidos en nuestra
capital, con la participación de muy altos funcionarios para la Defensa
de ese país que visitaron el Perú en forma sostenida en los últimos
mases.
La
embajadora norteamericana en el Perú no se queda nunca en pequeño
cuando se trata de abordar temas que interesan a Washington. Cuando al
iniciar su gestión el gobierno del Presidente Humala designó al
economista Ricardo Soberón —un destacado especialista en la materia—
como el jefe de la oficina Anti Drogas, la diplomática yanqui no alcanzó
a esconder su disgusto, y dijo muy claramente que se trataba de un
nombramiento que no era bien visto por su gobierno, subrayando —además—
que su país, a través de la DEA, tenía intereses específicos que
cautelar en esa materia.
Cuando
luego de numerosas presiones y una ostentosa campaña de desprestigio a
cargo de medios afines a la embajada de los Estados Unidos —como
programas de Willax TV y columnas editoriales del diario Correo—
fue cambiado Soberón por la señora Masías, la diplomática USA tampoco
pudo ocultar —esta vez— su alborozo. Y aseguró, en efecto, que “ahora
sí” la administración norteamericana veía “con mucha simpatía” esta
nueva designación. Pero las cosas han ido, ciertamente, a mayores. Hoy
se sabe, en efecto, que la presencia militar norteamericana en el Perú
no solamente no ha disminuido, sino que se ha acrecentado en esta
compleja etapa de la vida nacional.
La
existencia de estas bases militares debiera ciertamente preocupar, sobre
todo en un contexto como el actual, signado por el interés de
Washington de “cerrar” el continente bajo la férula de la Casa Blanca,
en el hipotético caso de una confrontación bélica de alta escala que
comprometa países, regiones e incluso continentes.
La
política norteamericana en el Perú se asienta ciertamente en varios
factores. La precariedad e inconsistencia del gobierno del Presidente
Humala, que no hace mayor resistencia a los planes de dominación
imperial en la región, es uno de ellos; pero hay que añadir aquí el
hecho de que las fuerzas progresistas —empeñadas en la “batalla
interior” por demandas nacionales— registran poco interés en el
escenario internacional, y se ocupan escasamente de la estrategia
mundial de dominación del gobierno yanqui. También, por supuesto, hay
que considerar la ofensiva grosera que la Mafia alienta en el Perú, y
que —sobre todo en una circunstancia confusa como la actual— se reviste
de un falso discurso para encubrir planes aviesos.
Por las
redes de Internet corren hoy muchos de los textos que se usan en este
marco y que, lamentablemente, terminan en algunos casos compartidos por
algunas personas simplemente “desilusionadas” del Presidente Humala que
suelen prestar oídos a prédicas agresivas. Para ilustrar esta idea hemos
escogido uno de los correos que hoy están en boga, omitiendo, sin
embargo, el nombre de au autor para no hacerle el juego a nadie. No
obstante, hemos respetado el texto original y su rebuscada redacción,
porque su lectura nos proporciona una idea integral de los
planteamientos que allí se pergeñan. Dice el remitente del mensaje que
insertamos, lo siguiente:
“Este miserable del cachaco Humala se les fue de las manos el control de Cajamarca donde esta el sistema de inteligencia que dejo Fujimori el mejor sistema y Choledo lo desactivo y saco junto a su ministro terruco de García Sayan a todos los terrucos que hoy están matando a nuestros soldados, pobre cachaco miserable ya nadie cree en el presidente mentiroso, la economía sigue por inercia pero hasta cuando se nota el desgobierno total la falta de don de mando quien lleva el control del país unos cuatro comunistas terrorista o quien basta ya del desgobierno, pidamos la vacancia presidencial por incapacidad moral llamemos a nuevas elecciones. Viva el mejor presidente del Perú Alberto Fujimori….
El
texto ataca al Presidente Humala a quien considera “mentiroso”, un
militar que permite que “nuestros soldados mueran” y que vive en el
“desgobierno”, y que, además resulta incapaz de administrar una crisis
como la de Cajamarca porque carece de un “servicio de inteligencia”.
Ataca a Alejandro Toledo —hoy precario aliado de Humala, y en particular
a quien fuera su Canciller, Diego García Sayán— al que califica de
“terruco” y sostiene que estos “terrucos” y “cuatro comunistas más”
llevan “el control del país”. Para enfrentar este rumbo, asegura, hay
que decir “basta” a Humala, plantear la vacancia presidencial por
“incapacidad moral” y llamar a “nuevas elecciones”, para ungir, por
cierto “al mejor presidente del Perú, Alberto Fujimori” seguramente
mediante interpósita persona: su hija Keiko. En otras palabras, un
vulgar llamamiento al Golpe de Estado —quizá “a la paraguaya”— que abra
las puertas a la Mafia no para acabar con la ineficiencia en la gestión
administrativa, sino para “reprimir al comunismo”, que hoy asoma —según
lo confirma cada día la “prensa grande”— en la lucha contra el proyecto
Conga.
Una
suerte de tenaza que apunta a lo mismo: a consolidar las posiciones del
Imperio bien sea por la vía de derrotar, doblegar y humillar al
Presidente Humala; o simplemente patear el tablero y “vacarlo” a la mala
para que se cierre el círculo y vuelvan los que “sí saben” cómo
“combatir al terrorismo”.
Para
enfrentar esta doble estrategia de neto corte sedicioso, es
indispensable que, por un lado, el Jefe del Estado la hable al pueblo
abierta y francamente, de manera directa y a partir de una vigorosa
voluntad de lucha en el empeño por encarar las tareas de la “gran
transformación” que dice representar. ¿Será eso posible? Pero es
indispensable también que el pueblo se movilice de manera clara,
independiente y por objetivos propios, alimentando su unidad, su
organización y su conciencia de clase, sumadas, por cierto, al
incremento de su capacidad de lucha. Un ejemplo claro de eso surge
precisamente de la lucha de Cajamarca en defensa de su ecosistema y sus
recursos, y de la capacidad de acción de las masas populares, confirmada
en la movilización limeña del jueves pasado y en otras acciones
registradas en distintos lugares del país.
Si así
ocurriera, podría construirse una tenaza distinta, que sirva al país y a
la voluntad de un pueblo que merece vencer de una vez para siempre en
honor a su historia y a sus más ricas tradiciones.
(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe
No hay comentarios:
Publicar un comentario