La peligrosa alianza de la NASA con la industria nuclear
Plutonio en Marte
En
los hechos, en el espacio y en la Tierra hay alternativas seguras,
limpias, a la energía nuclear. Por cierto, ahora mismo una sonda
espacial de la NASA activada por energía solar está camino de Júpiter,
una misión que la NASA afirmó durante años que no podría cumplirse sin
que la energía nuclear suministrara electricidad a bordo. La propulsión
solar de vehículos espaciales ha comenzado. Y científicos, incluidos los
de la NASA, también han estado trabajando en el uso de energía solar y
otras fuentes de energía seguras para colonias humanas en Marte y la
Luna.
La Asociación Nuclear Mundial se describe como
“representante de la gente y de las organizaciones de la profesión
nuclear global”. World Nuclear News dice que es “apoyada
administrativamente por la Asociación Nuclear Mundial y con su
asesoramiento técnico, y tiene su base en su Secretariado en Londres”.
Su
despacho del 27 de julio señala que se prevé que el explorador de
Marte, que la NASA llama Curiosity, llegue al planeta el 6 de agosto.
Está “alimentado por un gran generador termal de radioisótopo en lugar
de células solares” como fue el caso en anteriores exploradores de Marte
de la NASA. Lo alimentan 4,8 kilos de plutonio.
“El próximo año” dice World Nuclear News,
“China lanzará un explorador a la Luna” que también será “alimentado
por una batería nuclear”. Y “lo más significativo de todo” en términos
de energía nuclear en el espacio, siguió afirmando World Nuclear News,
“podría ser el proyecto ruso para un cohete con energía nuclear de una
“clase de megavatios”. Cita a Anatoly Koroteev, jefe del Centro de
Investigación Keldysh de Rusia, quien afirma que el sistema podría
suministrar una “propulsión… 20 veces superior a los actuales cohetes
químicos, lo que posibilitaría naves más pesadas con mayor capacidad de
viajar más lejos y más rápido que nunca antes”. Habría un “lanzamiento
en 2018”.
El problema –inmenso y que el World Nuclear News
no menciona en ningún sitio po– implica accidentes con la liberación de
radioactividad por los sistemas espaciales de energía nuclear que
afecten a los seres humanos y otra vida en la Tierra. Ya ha ocurrido.
Con más operaciones nucleares en el espacio, habría más accidentes
atómicos.
Antes del último lanzamiento del Curiosity en
noviembre, la NASA reconoció que si el cohete propulsor estallara
durante el lanzamiento en Florida, se podría liberar plutonio que
afectaría a un área de hasta 100 kilómetros de distancia, densamente
poblada y que incluye Orlando. Además, si el cohete no saliera del campo
gravitacional de la Tierra, volvería a caer con el explorador dentro de
la atmósfera y se destrozaría, liberando potencialmente plutonio sobre
una inmensa área. En su Declaración Final de Impacto Medioambiental
(EIS) de la misión, la NADA dijo que en esta situación el plutonio
podría impactar sobre “superficies terrestres entre aproximadamente 28
grados latitud norte y 28 grados latitud sur”. Eso incluye Centroamérica
y gran parte de Suramérica, Asia, África y Australia.
La
EIS dice que los costes de la descontaminación de plutonio en estas
áreas serían de 267 millones de dólares por cada milla cuadrada de
tierra agrícola, 478 millones por cada milla cuadrada de bosques y 1.500
millones de dólares por cada milla cuadrada de “áreas urbanas de uso
mixto”. Debido a un exceso de gastos de 900 millones de dólares la
misión Curiosity tiene ahora un coste de 2.500 millones de dólares.
La
NASA afirmó que había unas probabilidades muy bajas de que el Curiosity
liberara plutonio. La EIS dijo que en “general” para la misión la
probabilidad de liberación de plutonio era de 1 a 220.
Bruce
Gagnon, coordinador de Global Network Against Weapons & Nuclear
Power in Space que durante más de 20 años ha sido el principal grupo
opositor a las misiones nucleares en el espacio, declaró que
“desgraciadamente parece que la NASA se ha comprometido a mantener su
peligrosa alianza con la industria nuclear. Ambas entidades ven el
espacio como un nuevo mercado para el mortífero combustible plutonio…
¿No hemos aprendido nada de Chernóbil y Fukushima? No es necesario
lanzar artefactos nucleares al espacio. No es un juego que podamos
arriesgar”.
El plutonio ha sido descrito desde hace tiempo
como la sustancia radiactiva más letal. Y el isótopo de plutonio
utilizado en el programa espacial nuclear, y en el explorador Curiosity,
es significativamente más radiactivo que el tipo de plutonio utilizado
como combustible en armas nucleares o que se acumula como desecho en
plantas de energía nuclear. Es Plutonio-238, diferente de Plutonio-239.
Plutonio-238 tiene una vida media mucho más corta: 87,8 años en
comparación con el Plutonio-239 con una vida media de 24.500 años. La
vida media de un isótopo es el período durante el cual se gasta la mitad
de su radiactividad.
El Dr. Arjun Makhijani, físico
nuclear y presidente del Instituto de Investigación de Energía y
Medioambiente, explica que el Plutonio-238 “es unas 270 veces más
radiactivo que Plutonio-239 por unidad de peso”. Por ello, en
radiactividad, los 4,8 kilos de Plutonio-238 utilizados en Curiosity son
el equivalente de los 1.298 kilos de Plutonio-239. En la bomba atómica
lanzada sobre Nagasaki se utilizaron 6,8 kilos de Plutonio-239.
La
mucho más corta vida media del Plutonio-238 en comparación con
Plutonio-239 resulta que es mucho más caliente. El calor se convierte en
electricidad en un generador termoeléctrico de radioisótopos.
Lo
más preocupante en relación al plutonio es inhalar una partícula que
provoque cáncer al pulmón. Un millonésimo de un gramo de plutonio puede
ser una dosis fatal. La EIS para Curiosity habla de partículas que
serían “transportadas hacia la tráquea, los bronquios, o regiones
profundas del pulmón y permanecerían ahí”. Las partículas “irradiarían
continuamente el tejido pulmonar”.
No ha habido ningún
accidente en la misión Curiosity. Pero la EIS reconoció que
anteriormente hubo contratiempos – en este juego espacial de ruleta
rusa nuclear. De las 26 misiones espaciales estadounidenses anteriores
que utilizaron plutonio enumeradas en la EIS, tres tuvieron accidentes,
admitió. El peor ocurrió en 1964 y tuvo que ver, señaló, con que el
sistema SNAP-9A de plutonio a bordo de un satélite no había logrado
llegar a la órbita y cayó a la Tierra, desintegrándose mientras caía.
Los 0,95 kilos de combustible Plutonio-238 a bordo se dispersaron
ampliamente sobre la tierra. El Dr. John Gofman, profesor de física
médica en la Universidad de California en Berkeley, relacionó durante
mucho tiempo este accidente a un aumento del cáncer al pulmón en todo el
globo. Con el accidente SNAP-9A, la NASA cambió a energía solar en
satélites. Ahora todos los satélites y la Estación Espacial
Internacional usan energía solar.
El peor accidente de
varios que tuvieron que ver con sistemas espaciales nucleares soviéticos
o rusos fue la caída de órbita en 1978 del satélite Cosmos 954
alimentado por un reactor nuclear. También se desintegró en la atmósfera
al caer, dispersando desechos radiactivos sobre 200.000 kilómetros
cuadrados de los Territorios Noroccidentales de Canadá.
En
1996, la sonda espacial rusa Marte 96, alimentada por media libra de
combustible de Plutonio-238, no logró salir de la gravedad de la tierra y
cayó –como una bola de fuego– sobre el norte de Chile. Hubo lluvia
radiactiva en Chile y en la vecina Bolivia.
Las
iniciativas durante los últimos años para alimentar segura y limpiamente
las naves espaciales incluyen el lanzamiento por la NASA a Júpiter el
pasado 8 de agosto de una sonda espacial con energía solar llamada Juno .
El sitio de la NASA de junio informa actualmente: “La nave espacial
goza de perfecta salud y opera normalmente”. Vuela a 56.600 kilómetros
por hora y debe llegar a Júpiter en 2016. Incluso en Júpiter, “a cerca
de 805 millones de kilómetros del Sol”, señala la NASA, sus paneles
solares estarán suministrando electricidad.
También se ha
comenzado a utilizar energía solar para impulsar naves espaciales por el
vacío del espacio libre de fricción. La Agencia de Exploración
Aeroespacial de Japón lanzó en 2010 lo que calificó de “yate espacial”
llamado Ikaros y que estaba impulsado por la presión sobre sus grandes
velas por partículas ionizantes emitidas por el Sol. Las velas también
tienen “delgadas células solares para generar electricidad y crear” dijo
Yuichi Tsuda de la agencia “una tecnología híbrida de electricidad y
presión”.
En cuanto a la electricidad sobre Marte y la
Luna, en Marte, no solo se considera al sol cómo una fuente de energía
sino también la energía de los vientos marcianos. Y en la Luna, como ha
informado The Daily Galaxy: “La NASA está considerando la región
del polo sur de la Luna como posible ubicación para futuros puestos
avanzados. La ubicación tiene muchas ventajas: por una parte, hay
evidencias de agua congelada en profundos cráteres del polo sur. El agua
se puede dividir en oxígeno para respirar e hidrógeno para quemar como
combustible para cohetes – o bien los astronautas podrían simplemente
beberla. Los arquitectos lunares de la NASA también buscan lo que llaman
‘picos de luz eterna’ – montañas polares en las cuales el sol nunca se
pone, que podrían ser la ubicación perfecta para una estación de energía
solar.”
A pesar de todo, la presión sobre los promotores
de la energía nuclear en la NASA y las agencias espaciales en todo el
mundo para que se utilice energía atómica en el espacio es intensa –
como es la presión de promotores nucleares sobre gobiernos y el público a
favor de la energía atómica en la Tierra.
Críticamente,
los sistemas de energía nuclear para el uso espacial se deben fabricar
en la Tierra, con todos los peligros que esto implica, y lanzados desde
la Tierra, con todos los peligros que implica (1 de cada 100 cohetes se
destruyen durante el lanzamiento y pueden volver a caer en la Tierra
haciendo llover una radiactividad letal sobre los seres humanos y la
otra vida en este planeta).
Karl Grossman, profesor de periodismo de la Universidad Estatal de Nueva York/Colegio de Nueva York, es autor del libro: The Wrong Stuff: The Space’s Program’s Nuclear Threat to Our Planet . Grossman es un asociado del grupo de monitoreo de los medios Fairness and Accuracy in Reporting (FAIR). Es colaborador de Hopeless: Barack Obama and the Politics of Illusion.
No hay comentarios:
Publicar un comentario