“Irak es una gran perspectiva petrolera. BP [British Petroleum] está desesperada por estar allí y ansiosa de que los acuerdos políticos no le denieguen la oportunidad”, según un archivo del Gobierno al que ha tenido acceso el periódico. Otros documentos indican que fueron varias las reuniones celebradas para evaluar la explotación de las reservas de petróleo. Las intenciones oficiales de la entonces Administración Blair quedan en tela de juicio.
Los archivos también muestran que la compañía Symons acordó presionar al Gobierno de George W. Bush en nombre de BP porque esta temía quedarse fuera de los acuerdos secretos entre Washington con las firmas energéticas de EEUU, Francia y Rusia.
Reino Unido analizó la explotación de crudo de Iraq antes de la invasión
Un año antes de que el Reino Unido asumiese una labor clave en la invasión de Irak, los ministros británicos y las mayores petroleras del mundo analizaron planes para explotar el crudo del país árabe, afirma este martes ‘The Guardian’.Unos archivos del Gobierno a los que ha tenido acceso el periódico indican que fueron varias las reuniones celebradas para evaluar la explotación de las reservas de petróleo, lo que plantea nuevos interrogantes sobre la participación británica en la guerra.
Según el rotativo, estas revelaciones contrastan con las afirmaciones ante la prensa de que las petroleras y los Gobiernos occidentales no tenían interés en el crudo de Iraq.
“The Guardian” agrega que en marzo de 2003 (poco antes de que el Reino Unido se metiera en el conflicto bélico) Shell calificó de “muy inexactas” unas informaciones que indicaban que había celebrado conversaciones con el Gobierno sobre el petróleo iraquí.
La petrolera BP negó en su día que tuviera un “interés estratégico” en Iraq, mientras que el entonces primer ministro Tony Blair calificaba la “teoría de la conspiración petrolera” como “absurda”, agrega el matutino.
Sin embargo, unos documentos del Gobierno correspondientes a los meses de octubre y noviembre de 2002, antes de la invasión de Irak (2003), muestran una situación muy distinta, ya que la entonces viceministra de Comercio Baronesa Symons le había informado a BP que las empresas del sector energético debían tener una participación en las enormes reservas de petróleo y gas de Irak como recompensa al compromiso militar de Blair con los planes de EEUU sobre ese país.
Los archivos también muestran que Symons acordó presionar al entonces Gobierno de George W. Bush en nombre de BP porque esta compañía temía quedarse fuera de los acuerdos secretos entre Washington con las firmas energéticas de EEUU, Francia y Rusia.
La información publicada hoy por ‘The Guardian’, basada en unos documentos obtenidos por un escritor, también indica que el Ministerio británico de Asuntos Exteriores invitó a BP el 6 de noviembre de 2002 a una reunión para hablar de las oportunidades en Irak después de un “cambio de régimen”.
“Irak es una gran perspectiva petrolera. BP está desesperada por estar allí y ansiosa de que los acuerdos políticos no le denieguen la oportunidad”, según un archivo del Gobierno.
El periódico señala que más de 1.000 documentos del Gobierno fueron obtenidos en virtud de la Ley de Libertad de Información por Greg Muttitt, que ha escrito un libro sobre el tema titulado “Fuel on Fire”.
Estos archivos revelan que fueron al menos cinco las reuniones celebradas entre ministros, funcionarios y las petroleras BP y Shell a finales del año 2002.
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