“Lamentamos, repudiamos, los excesos realizados a la marcha. No comparto, no compartimos, una violencia, un exceso, un abuso hacia los hermanos indígenas que estaban en la marcha”. Con estas palabras Evo Morales, presidente boliviano, rompía ayer en la noche (hora boliviana) el silencio de algo más de 24 horas sobre la brutal represión de la Marcha Indígena que protestaba desde hace 41 días por la construcción de la carretera a través del Territorio Indígena y Parque Natural Isiboro Sécure (TIPNIS).
Esas palabras eran el preámbulo de un aparente paso atrás en el proyecto carretero que uniría Villa Tunari con San Ignacio de Moxos. Aunque Morales no dejó cvlaro si ‘congela’ todo el proyecto o sólo un tramo, sí anuncio que dejara la decisión final en manos de los gobiernos departamentales de Beni y Cochabamba.
La reacción de Morales se produce después del desalojo violento del campamento de los marchistas en la tarde del domingo. Aunque sigue habiendo datos contradictorios sobre el número de heridos o sobre la muerte de algunos manifestantes, lo que sí está claro es que el uso de la fuerza fue desproporcionado. Los hechos hicieron que la Central Obrera Boliviana (COB) convocara un paro nacional para este miércoles, que se produjeran ayer marchas universitarias en La Paz, y provocó una crisis interna con la dimisión de la Ministra de Defensa, Cecilia Chacón, quien aseguró en su carta que no podía compartir la acción policial.
En Rurrenabaque, los pobladores liberaron a los 300 marchistas trasladados allí por la policía después de tomarse el aeropuerto de la localidad amazónica.
Evo Morales aclaró ayer que la orden no procedió de la presidencia y que abrirá una investigación, con participación internacional, para aclarar los hechos y buscar a los “culpables”.
Las vigilias populares en la capital, La Paz, y en varios puntos de Beni y Cochabamba, recibieron las palabras del presidente con escepticismo. Hay que recordar que días antes Evo Morales había afirmado que la carretera se hacía “sí o sí” y había acusado a los marchistas de estar financiados por Estados Unidos. El Gobierno también había provocado choques entre los manifestantes y colonos cocaleros que son, precisamente, a quien los indígenas tienen miedo en caso de que la carretera atraviese el TIPNIS.
"Ver para creer, mientras no veamos las acciones no vamos a estar tranquilos. Estamos todos los dirigentes para tomar todas la decisiones la gente debe tranquilizarse y descansar, hemos pasado momentos difíciles”, declaraba uno de los dirigentes indígenas respecto al anuncio presidencial. La Marcha cuenta con el apoyo de amplios sectores sociales del país y a ella se han incorporado al menos cinco diputados indígenas y el ex viceministro de Tierras, Alejandro Al.
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